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Folio 177, Libro X, Estrofa 112 (erróneamente numerada 102): «Tú que en tu Galatea, Miguel Cervantes, / Ganando nombres en siglos infinitos: / Vaticinaste aquestas obras antes, / Paloma heroica anunciando a mis escritos...».

 

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Mesa también habló de Tasso y sus ideas literarias en los prólogos a sus poemas épicos Las navas de Tolosa (1594) y La restauración de España (1607). El menos importante de éstos, el segundo, está extractado por Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, III (Madrid 1888), cols. 781-83. En el más importante, el de Las navas de Tolosa, Mesa dice: «con todo quanto Grecia se jata y blasona no es poderosa para darnos más que un perfeto eroico en Homero, ni la antigua Italia mas que un Virgilio, y la moderna un Tasso. Y quanto aya imitado el Latino al Griego, y el Toscano al Latino, es de suerte que la Eneida podría tener nombre de Ilíada, y la Jerusalem de Eneida; que aun en esto parece que tuvieron tanta correspondencia, que como el Poema más perfecto es el que trata una acción de uno imitó el uno al que entonó la ira de Achiles, y otro al que cantó las armas de Eneas: y assí a venido una edad como eredando la riqueza de la otra. Y porque no es mi intento hazer comparación aquí de los escritores de nuestros tiempos dando nombre eroico a solo el Torcuato, ni entrar en la controversia de las academias Florentina y Napolitana en si al Ariosto por no conocérsele sujeto señaladoço de Orlando, o del cerco de Paris, o guerras de Agramante, y aver hecho medio poema prosiguiendo el enamorado, y començar por el episodio de la huida de Angélica se aya de atribuir antes nombre de Romançador que de Épico, solamente dirá que por la deuda natural que deven los hombres a sus patrias [...] e querido hazerle esta oferta a mi talento...».

Mesa es también el autor de un mediocre Compendio del arte poética, publicado en sus Diversas rimas (Madrid 1607), folios 148-51 y, de acuerdo con Palau, por separado, con diferente portada.

 

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«A possible Italian model for Don Quixote», Italica, tomo 24 (1947), 233-34.

 

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Hugh Honour, Romanticism (New York: Harper and Row, 1979), pp. 264-71. Quiero agradecer a William Cloonan esta referencia.

 

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Giovanni Getto, «Torquato Tasso», en Letteratura italiana. I maggiori (Milán: Carlo Marzorati, 1956), I, 459-93 en p. 461; De Sanctis, p. 643. Para más detalles, la biografía clásica es la de Angelo Solerti, Vita di Torquato Tasso (Turín: Loescher, 1895). Williamson (pp. 148-49) cita algunos análisis del siglo XIX sobre la locura de Tasso, que no he visto.

 

126

Alain Godard, «Le "sage delirant": La "folie" du Tasse, selon les premiers biographes», en Visages de la folie (1500-1650) (domaine hispano-italien), ed. Augustin Redondo y André Rochon (París: La Sorbonne, 1981), pp. 13-22, en p. 14.

 

127

«In circonstanze romanzesche» (Getto, p. 461).

 

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Sin suponer que estén de acuerdo con las opiniones expresadas aquí, quisiera expresar mi agradecimiento a Manuel da Costa Fontes, Joseph Snow, Samuel Armistead y Alan Deyermond, que leyeron un borrador de este artículo e hicieron sugerencias para mejorarlo. También quisiera agradecer a A. David Kossoff el envío de información de antiguos diccionarios de la biblioteca de la Brown University.

 

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S. Griswold Morley, Spanish ballads (New York: Henry Holt, 1938; primera edición 1911), p. xxix. Menéndez Pidal, avanzando un paso más, vio la influencia de los romances en el Quijote como resultado del uso de Cervantes del Entremés de los romances; así, Cervantes habría visto los romances como «admirables», y no merecedores de un ataque burlesco («Un aspecto en la elaboración del Quijote»), más asequible en De Cervantes y Lope de Vega de Menéndez Pidal, Colección Austral, 120, segunda edición (Madrid: Espasa-Calpe, 1964 (la primera edición es de 1940), pp. 9-60). Sin embargo, la prioridad del Entremés ha sido refutada por Luis Andrés Murillo, aprovechando datos del estudio del género hecho por Eugenio Asensio, en su «Cervantes y el Entremés de los romances», Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Madrid: Istmo, 1986), II, 353-57

 

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No conozco ninguna discusión global del término «romance» que trace su evolución desde un lenguaje a un tipo de literatura, después hasta una emoción o actitud (The romance of American communism de Vivian Gornick) y por último a un amorío; el volumen «Romantic» and its Cognates: The European history of a Word, ed. Hans Eicher (Toronto: U. P., 1972), se limita a manifestaciones modernas. Discusiones previas de su significado en España incluyen la de Ludwig Pfandl, «La palabra española "romance"», Investigaciones lingüísticas, tomo 2 (1934), 254-64 (en alemán en pp. 242-53); Werner Krauss, «Novela-Novella-Roman», en su Gesammelte Aufsatze zur Literatur und Sprachwissenschaft (Frankfurt: Vittorio Klosterman, 1949), pp. 50-67; Miguel Garci-Gómez, «Romance según los textos españoles del Medioevo y Prerrenacimiento», Journal of Medieval and Renaissance Studies, tomo 4 (1964), 35-62; y Russell P. Sebold, «Lo "romancesco", la novela y el teatro romántico», en su Trayectoria del romanticismo español: Desde la ilustración a Bécquer (Barcelona: Crítica, 1983), pp. 137-63. Sólo al corregir las pruebas de este libro he podido ver el artículo de Manuel Alvar, «La palabra "romance" en español», en Estudios románicos dedicados al prof. Andrés Soria Ortega (Granada: Universidad, 1985), pp. 17-25.