261
«Sigue vigente la aserción del profesor argentino y apasionado cervantista Ricardo Rojas: "Lo que no se ha podido averiguar es qué origen pudo tener la malquerencia de Lope..."» (Alberto Sánchez, «Estado actual de los estudios biográficos», en Suma cervantina, ed. J. B. Avalle-Arce y E. C. Riley (London: Tamesis, 1971), pp. 3-24, en p. 20, n. 31). «El laberinto en la aparente amistad y posterior discordia que hubo entre los dos y cuya salida, buscada tantas veces, no ha sido encontrada» (Marín, «Bernado», p. 20).
262
A study of «Don Quixote», p. 53. En la versión primitiva del artículo, «El Bernardo de Cervantes fue su libro de caballerías», Anales Cervantinos, tomo 21 [1983] (1984), 103-17, se halla la discusión en las pp. 106-07.
263
Productores; los actores eran «representantes».
264
Astrana, Vida, V, 29-30.
265
El peregrino en su patria, ed. Juan Bautista Avalle-Arce, Clásicos Castalia, 55 (Madrid: Castalia, 1973), p. 63.
266
Una razón por la cual Cervantes podría creer que sus obras de teatro eran superiores, supuesta aunque no específicamente consignada en los comentarios del canónigo, es que, en contraste con las de Lope, no tenían a los romances como fuentes. La opinión de Cervantes sobre los romances es discutida en «El romance visto por Cervantes», en este volumen.
267
Tal cargo fue creado en 1608, sólo tres años después de la publicación de la primera parte del Quijote; véase Hugo Albert Rennert, The Spanish stage in the time of Lope de Vega (1909) (rpt. Nueva York: Dover, 1963), p. 217
268
Agustín G. de Amezúa, Lope de Vega en sus cartas, I (Madrid 1935), capítulo 3 de la introducción.
269
Ambas citas son de Rudolph Schevill, Ovid and the renascence in Spain, University of California Publications in Modern Philology, 4, I (Berkeley: University of California Press, 1913; rpt. Hildesheim and New York: Georg Olms, 1971).
270
Cervantes dio por supuesto que sus lectores reconocerían el «desterrado a Ponto» (Quijote, III, 207, 13: II, 16; Parnaso, 54, 9: IV).