Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

311

«Se le alegraron los espíritus a don Quixote y se le entristecieron a Sancho» (III, 120, 26-28: II, 8); «llegóse, en fin, el día de su partida, tan alegre para don Quixote como triste y aziago para Sancho Pança» (III, 236, 16-19: II, 18). Para otros ejemplos de las abundantes antítesis cervantinas, véase Helmut Hatzfeld, El «Quijote» como obra de arte del lenguaje, trad. de [M. Cardona], 2.ª ed. (Madrid: Revista de Filología Española, 1966), pp. 28-34.

Otra de las enmiendas de la segunda edición de Cuesta, el señalar las agallas de alcornoque como material del rosario de don Quijote (I, 507: I, 26), es también inconfundiblemente cervantino. Sobre el uso de los árboles y sus productos en las obras de Cervantes, véase nuestro Las «Semanas del jardín», capítulo 10.

 

312

O, más exactamente, existía sólo en un sentido negativo, como la incapacidad de un autor (Góngora, Feliciano de Silva) de escribir de acuerdo con normas aceptadas; no existía el concepto moderno de que un autor tendrá, aun involuntariamente y sin darse cuenta de ello, un estilo personal.

 

313

Generalmente se olvida que en la tercera edición de Juan de la Cuesta, la de 1608, el texto cambia más aún en otro intento poco feliz de dar coherencia a todas las referencias al burro. No está claro quién hizo esas correcciones.

Clemente Cortejón no menciona el problema del asno en su libro ¿Corrigió Cervantes alguna de las ediciones de «Don Quijote» impresas por Juan de la Cuesta? (Barcelona 1907).

 

314

Hay varias notas sobre la cronología cervantina en nuestro A study of «Don Quixote» (Newark: Juan de la Cuesta, 1987); véase Cervantes, chronology, en el índice analítico. Ruth El Saffar estudia con perspicacia la cronología de las Novelas ejemplares en su Novel to romance. A study of Cervantes's «Novelas ejemplares» (Baltimore: Johns Hopkins, 1974), p. 1, notas 1 y 2 y pp. 169-77.

Las referencias a las ediciones de la primera parte del Quijote en el tercer capítulo de la segunda han complicado el problema de la fecha de ésta (véase la nota siguiente). Joseph Sánchez, «A note on the date of composition of Don Quijote», Hispanic Review, tomo 4 (1936), 375-78, sugiere sólo que el cap. 17 de la segunda parte debe haber sido escrito en alguna fecha anterior a 1613. Milton Buchanan («The works of Cervantes and their dates of composition», Transactions of The Royal Society of Canada, Series 3, 32, Section 2 (mayo de 1938), pp. 34-35) cree que una alusión en II, 1 a un ataque de los turcos se refiere al de 1611-1612; según Riquer y Rodríguez Marín tales discusiones eran lugar común.

 

315

He señalado la índole irónica de esta discusión de la popularidad del Quijote en «"Dígalo Portugal, Barcelona y Valencia": Una nota sobre la popularidad de Don Quijote», Hispanófila, Núm. 52 (1974), 71-72. Fue el popularísimo Guzmán de Alfarache la obra impresa en esas ciudades.

 

316

Como aparentemente hizo con la primera parte del Quijote y quizá con el Persiles (véase Rafael Osuna, «Las fechas del Persiles», Thesaurus, Núm. 25 (1970), 383-433) Su intento de continuar la Galatea está ampliamente documentado en los prólogos y en el escrutinio de la librería.

 

317

Observa Richard Predmore (El mundo del «Quijote» (Madrid: Ínsula, 1958), p. 43) que «sólo una de las aventuras de la segunda parte se basa en deformación grosera de la realidad visible: el barco encantado». Cabe preguntar si esta aventura fue escrita originalmente para ser incluida en la primera parte, acaso entre los capítulos 20 y 21, y si el río por el que viajaban no era originalmente el Ebro sino el Guadiana. Viajan sobre la orilla derecha del Ebro, río abajo, como en el caso del Guadiana (véase el principio de I, 21); la relación de Sancho con don Quijote se parece a la de la primera parte (compárense los dos discursos que comienzan «has de saber...», en I, 20 y II, 29); y la confusión acerca de la palabra «longincuos» recuerda las «prevaricaciones idiomáticas» de Sancho, que son muy evidentes en este momento de la primera parte (véase Stagg, p. 356).

 

318

«Itinerario del Quijote de Avellaneda y su influencia en el cervantino», Anales Cervantinos, tomo 2 (1952), 159-91, a la p. 183. Sobre pruebas internas de este tipo en la segunda parte véase ahora L. A. Murillo, «The summer of myth: Don Quijote de la Mancha and Amadís de Gaula», Philological Quarterly, tomo 51 (1972), 145-57. El artículo está incorporado en su libro The golden dial: Temporal configuration in «Don Quijote» (Oxford: Dolphin, 1975), en el cual se halla una introducción al problema de la mutua influencia de Avellaneda y Cervantes en las pp. 116-17.

 

319

Otra prueba textual apoya esta división. En este momento de la segunda parte desaparecen los arcaísmos, típicos de la primera parte (véase John J. Allen, Don Quixote: Hero or fool? A study in narrative technique (Gainesville: University of Florida Press, 1969), p. 57. Hatzfeld cita más ejemplos de la unión entre la primera parte y los primeros 28 capítulos de la segunda, que entre éstos y el resto de la segunda parte («Medios de enlace compositivo», pp. 111-30).

 

320

Sobre la mutua influencia de Cervantes y Avellaneda en los restantes capítulos de la segunda parte, véanse A. A. Sicroff, «La segunda muerte de don Quijote como respuesta de Cervantes a Avellaneda», NRFH, tomo 24 (1975), 267-91; Geoffrey Stagg, «La Galatea and Las dos doncellas to the Rescue of Don Quixote, Part II», en Essays in honour of Robert Brian Tate from his colleagues and pupils (Nottingham: University, 1984), pp. 125-30; E. C. Riley, «"Uñas de vaca o manos de ternera": Cervantes and Avellaneda», Studia in honorem prof. M. de Riquer, I (Barcelona: Quaderns Crema, 1986), 425-32; Thomas A. Lathrop, «Avellaneda y Cervantes: el nombre de don Quijote», Journal of Hispanic Philology, tomo 10 (1986 [1987]), 203-09; y Michel Moner, «Cervantes y Avellaneda: un cuento de nunca acabar (Q, I, 20 / QA, 21)», en La recepción del texto literario (Zaragoza: Universidad, 1988), pp. 51-59.