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Cf. sólo J. Berlioz y M. A. Polo de Beaulieu, Les «exempla» médiévaux. Introduction à la recherche..., Carcasona, 1992.

 

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Véase M. J. Lacarra, «Un fragmento inédito del Calila e Dimna», El crotalón, I (1984), pp. 679-906.

 

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La frase y la numeración son de G. Orduna: la primera, de su editio minor, Madrid, 1987, p. 46.

 

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Sumamente revelador al respecto es J. L. Coy, «“Busco por que lea algunt libro notado”: de las notas de los Morales al texto del Rimado de Palacio», Romance Philology, XXX (1977), pp. 454-469. Completa bibliografía y nuevas aportaciones, en la edición de M. Morrás (en prensa).

 

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M. Artigas y E. Sánchez Reyes, Catálogo de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, I: Manuscritos, Santander, 1957, núm. 6, pp. 12-15, y C. B. Faulhaber et al., Bibliography of Old Spanish Texts, Madison, 19843, núms. 2890-2992, p. 248. El códice comienza con «el libro que llaman Crímaco», es decir, la Scala coeli, que se ha querido relacionar con la «figura» de la «escala» en el Rimado, cc. 654-685; cf. R. P. Kinkade, «On Dating the Rimado de palacio», Kentucky Romance Quarterly, XVIII (1971), p. 27, y M. Garcia, ed., «Libro de poemas» o «Rimado de palacio», I, Madrid, 1978, p. 260.

 

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Las citas del Libro de buen amor se dan según el texto crítico preparado por Alberto Blecua para la edición en que ambos hemos colaborado (Madrid, Cátedra, en prensa).

 

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Por ahí van, no obstante, las propuestas de E. Buceta, en Revista de filología española, XII (1925), pp. 56-60, y de A. N. Zahareas, The Art of Juan Ruiz, Archpriest of Hita, Madrid, 1965, pp. 181-188. En los fragmentos aristotélicos que sacan a colación (Política, I, ii y viii, 1252 a y 1256 b, e Historia animalium, VIII, i y V, viii, 588 y 542, respectivamente), hay -por fuerza- concordancias con el locus capital que abajo consideraremos, pero no la organicidad imprescindible para dar cuenta de las coplas 71-75 como conjunto. Si el poeta tuvo presente alguno de ellos (entre muchos análogos), hubo de ser a costa de insertarlo a título de glosa en el curso de una exposición que no se derivaba ni de la Política ni de la Historia animalium.

 

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Para la tradición literaria del tema y de varios motivos que a menudo se le asociaron, véase, por ejemplo, F. Rico, El pequeño mundo del hombre. Varia fortuna de una idea en las letras españolas, Madrid, 1970 (y reimpr. aumentada, Madrid, 1986), pp. 22, 246 y passim; H. Galinsky, Naturae Cursus, Heidelberg, 1968; J. Hutton, «Spenser’s “Adamantine Chains”: A Cosmological Metaphor», en The Classical Tradition... Studies in Honor of H. Caplan, Ithaca, N. Y., 1966, pp. 572-594; M. Lapidge, «A Stoic Metaphor in Late Latin Poetry: the Binding of the Cosmos», en Latomus, XXXIX (1980), pp. 817-837.

 

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Empleo, con algún retoque de estilo, la excelente traducción española de T. Calvo Martínez (Acerca del alma, Madrid, 1978); doy la latina, imprescindible, según la translatio vetus, manejada por Santo Tomás (In Aristotelis librum de anima, ed. A. M. Pirotta, Turín, 1925) y Pedro Hispano (vid. n. 104).

 

100

Los «Lucidarios» españoles, ed. R. P. Kinkade, Madrid, 1968, p. 157.

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