171
No hace falta ir
más allá del exordio, con el notorio engarce de
definitio
(«Assí commo ha muy grant
plazer...»
) y probatio («Et por
probar aquesto...»
). Sirvan para la comparación
U. Mölk, Französische Literarästhetik des 12.
und 13. Jahrhunderts: Prologue, Epilogue, Tubinga, 1969, y
J. A. Schultz, «Classical Rhetoric, Medieval Poetics
and the Medieval Vernacular Prologue»,
Speculum, LIX
(1984), pp. 1-15.
172
Para la fundamentación de cuanto apunto, vid. el hermoso trabajo de Francesco Bruni «Semantica della sottigliezza. Note sulla distribuzione della cultura nel Basso Medioevo», Studi Medievali, 3.ª serie, XIX (1978), pp. 1-36.
173
M. R. Lida, loc.
cit., p. 122,
parece juzgar que en el «deliberado
silencio»
de don Juan sobre la Antigüedad
desempeña un papel «muy
principal su condición social de magnate
cortesano»
. Por el contrario, creo que si en la
España del siglo XIV el mundo antiguo podía interesar
en particular a algún estamento, ese era el más
elevado; cf.
sólo «Petrarca y el “humanismo
catalán”».
174
Cfr. por ejemplo D. L. d’Avray, The Preaching of the Friars, pp. 163-180, etc., y los capítulos de R. Antonelli («L’Ordine domenicano e la letteratura nell’Italia pretridentina») y de C. Bologna («L’ordine francescano», etc.) en la Letteratura italiana de Einaudi, ed. A. Asor Rosa, I, Turín, 1982, pp. 681-797.
175
A no ser que por
justificar se entienda hacer «dominica»
la «estricta sujeción a la ortodoxia
oficial»
o tener a la Virgen por «madre de Dios e reína de los cielos e
de la tierra ... e señora puesta sobre todos los choros de
los ángeles»
, etc., como, sorprendentemente, lo entiende
doña María Rosa Lida, loc. cit.,
pp. 97-103.
176
El asunto sigue todavía por estudiar minuciosamente; M. R. Lida insinúa muchas coincidencias entre Llull y don Juan, mas, para no dañar a su planteamiento, ella misma se ocupa en quitarles peso.
177
Síntoma
notorio del prejuicio que lastra algunos enfoques del dominicanismo
de don Juan Manuel es que no se mencione que a la exaltación
de los «pedricadores»
en el
capítulo LI del Libro de los estados
(Obras, I, pp.
493-502) debía seguir un apartado sobre los «menores»
: «Et commoquier que amas [órdenes]
començaron en un tiempo, peró que
començó ante la de los pedricadores, por ende vos
fablaré primero en ella»
. Parece claro
que el Libro «was not fully
finished»
(ed. R. B.
Tate e I. R. Macpherson, Oxford,
1974, p. XLVI); pero, en
concreto, la falta del capítulo sobre los franciscanos
¿podría deberse a una «censura» ejercida
en el monasterio de Peñafiel?
178
Se lo reprochaba
crudamente Pablo de Burgos, a comienzos del Cuatrocientos: «pluries videtur
impugnare irrationabiliter Sanctum Thomam, quandoque expresse,
quandoque tacite ... A quo etiam sancto doctore ipse Postillator
multa frequenter accipit, licet eum non alleget, nisi solum
reprehendendo»
(en Patrologia latina, CXIII,
col. 46).
179
T. S. Eliot, «The Metaphysical Poets», en Selected Prose, ed. J. Hayward, Harmondsworth, 1953, p. 117, en coincidencia con J. Baruzi, Saint Jean de la Croix et le problème de l’expérience mystique, París, 1931, p. 348.
180
Entre la bibliografía más añeja, cf. E. Chiòrboli, «I sonetti introduttivi alle Rime Sparse», en D. Bianchi et al., Studi Petrarcheschi, Arezzo, 1928, pp. 65-77, y su ed. de Le «Rime Sparse», Milán, 1924, pp. 2-9; entre la más reciente, M. Santagata, «Connessioni intertestuali nel Canzoniere del Petrarca» (1975), ahora en su libro Del sonetto al Canzoniere, Padua, 1979, pp. 24-26.