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211

Por su parte, Propercio reforzaba el «caput impositis pressit Amor pedibus» de I, i, 4, con el «mirum, si de me iure triumphat Amor?» de II, viii, 40.

 

212

V. gr., en CCXXXIX, 19-21: «Homini et dèi solea vincer per forza / Amor, come si legge in prose e ‘n versi: / et io ‘l provai in sul primo de’ fiori»; cf. el prólogo de Marco Ariani a su excelente edición de los Triumphi, Milán, 1988, pp. 46-48.

 

213

Baste remitir al citado artículo de Martellotti y a las ricas notas de la edición de Ariani.

 

214

Sólo una perspectiva anacrónica podría hacernos olvidar que las raccolte líricas cuyos prólogos aprovecha Petrarca representan una importante proporción del total que efectivamente conocía. Para elegir aquéllos, además, es probable que repasara y descartara otros. Alguna vez se ha apuntado que el sintagma «rime sparse», en el primer soneto, acarrea unas connotaciones de modestia similares a las de «nuge» o «nugelle» cuando se refieren al Canzoniere (por ejemplo, en Variae, IX, junto a una paráfrasis de Voi ch’ascoltate; vid. supra, n. 201), a zaga de Horacio, Sátiras, I, ix, 2, y Epístolas, I, xix, 42 (cf. G. Billanovich, Petrarca letterato, I: Lo scrittoio del Petrarca, Roma, 1947, p. 14, n. 1). Pero, si los tiros fueran realmente por ahí, quizá convendría mejor recordar que «nugae» llama Catulo a sus poesías exactamente en el pórtico de su «libellus», I, 4, con un verso que Petrarca no dudó en aplicar a sus propios escritos (Seniles, XI, iii, en Opera..., Basilea, 1554, p. 978); y no sobraría recoger el incipit del Griphus de Ausonio, «Latebat inter nugas meas libellus ignobilis...», ni una frase del prefacio en prosa al Cento nuptialis del mismo autor: «Solae memoriae negotium sparsa colligere et integrare lacerata...». Por lo menos, es seguro que Petrarca estudiaba la obra de Catulo desde el punto de vista de los problemas que suscitaba el prólogo del Canzoniere (volveré sobre ello en el trabajo anunciado en la n. 181). A propósito de un escolio de Servio sobre el uso poético de empezar «a mediis», el humanista escribe: «Quem morem omnes in poetando sequimur, artificiali quem dicunt ordine gaudentes; naturalis enim est ystoricorum proprius»; y posteriormente añade: «Hoc signanter servat Catullus in Peplon», i. e., en el poema LXIV (Virgilio Ambrosiano, fol. 52, y P. de Nolhac, Pétrarque et l’humanisme, París, 19072, I, pp. 167-168; la primera parte de la glosa me parece de hacia 1338-1340, mientras la segunda debe de ser de 1348-1350). Es sabido que nuestro humanista sólo había leído a Tibulo en florilegios; llama la atención, pues, que las dos huellas más seguras entre las escasísimas que esa lectura dejó en su producción provengan de la primera elegía del poeta latino (cf. Ullman, o. c., pp. 188-189, y compárese G. Martellotti, ed., Laurea occidens, Roma, pp. 43 y 66). Vid. también la propuesta de M. Feo recogida en «Rime sparse», cit., p. 124, n. 72.

 

215

A veces, la similitud con Petrarca es tan curiosa como en la introducción de Marbodio al Liber decem capitulorum: «Quae iuvenis scripsi, senior dum plura retracto, / poenitet...», etc. etc. (PL, 171, cols. 1693-1694); pero vid. también Ecbasis cuiusdam captivi, ed. E. H. Zeydel, Chapel Hill, 1964, p. 22: «Cum me respicio transactaque tempora volvo, / de multis miror puerilis que vehit error...» (y cf. mi Primera cuarentena, Barcelona, 1982, pp. 69-70).

 

216

Justamente escribe ahora Marco Santagata: «Ormai siamo abituati alla complessità della memoria di Petrarca, a riconoscere le stratificazioni anche numerose che possono sottostare ad un singolo passo, a muoverci fra segnali solo in apparenza interpretabili univocamente»; y justamente corrobora tal juicio con una buena selección de versos petrarquescos que compaginan estereotipos romances con materiales clásicos y bíblicos («Prestilnovisti in Petrarca», cit., pp. 92-99).

 

217

E. H. Wilkins, The Making of the «Canzoniere» and Other Petrarchan Studies, Roma, 1951, p. 314. Enfoques análogamente simplistas siguen lastrando la crítica petrarquesca; vid. «Sobre la cronología del Secretum: las viejas leyendas y el fantasma nuevo de un lapsus bíblico», Studi petrarcheschi, I (1984), pp. 51-102, especialmente 69.

 

218

Minúsculas son las variantes de Voi ch’ascoltate atestiguadas en las Prose della volgar lingua (cf. «Rime sparse», p. 121, n. 61), por más que el Bembo quería mostrar que Petrarca «mutava e rimutava» sus originales: tal vez cabe interpretar el hecho en el sentido de que el poema alcanzó pronto la fisonomía con que hoy lo conocemos. Los pretendidos «luochi... mutati» en los sonetos II y III que mencionan Fausto y Beccadelli (ed. G. Frasso, Studi su i «Rerum vulgarium fragmenta» e i «Triumphi», Padua, 1983, I, pp. 78-79) son supercherías transparentes (para salvar supuestas incongruencias; cf. n. 221), pese a la defensa de B. Martinelli, «“Feria sexta aprilis”. La data sacra nel Canzoniere del Petrarca» (1972), en Petrarca e il Ventoso, Bérgamo, 1977, p. 119.

 

219

Cf. sólo D. De Robertis, Il codice Chigiano L.V. 176 autografo di Giovanni Boccaccio, Roma-Florencia, 1974, pp. 47-61. Sin duda existió una raccolta preliminar a la Chigiana, aunque entiendo que deben introducirse no pocos retoques en la reconstrucción por Wilkins, o. c., pp. 92-106, 153-158, de la que él creía «the third or Pre-Chigi or Correggio form of the Canzoniere: 1356-1358»; pero ahora únicamente reparo en los textos conservados.

 

220

Esa podría ser la causa de que tan experto catador como Marco Santagata sienta que Per fare es obra de juventud; cf. «Petrarca e Arnaut Daniel», cit., p. 49, n. 16.

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