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301

Parlaments a les Corts catalanes, pp. 140-150; lo citado abajo, en la p. 141.

 

302

De ahí han de venir, por ejemplo, las citas auténticas de la p. 144, y entre ellas la de Yugurta, X, 6, discutida arriba (n. 269); muchas están también en la «responsio» de Villalba en las cortes de Sant Cugat del Vallès (Cortes de los antiguos reinos de Aragón..., XII, pp. 69-75), en cuya p. 72 se da otra frase de la misma sentencia de Salustio, mientras el dicho que en 1421 (p. 145) se atribuye sólo a Macrobio recibe ahora, además, la sanción de «Philipus Elephantes». La mención de este curioso enciclopedista (y más junto a Eiximenis, al que Villalba aduce también) no puede menos que llevarnos al clima que respiró don Enrique de Villena, quien en abril de 1317 concluía la redacción, en catalán, de Los doze trabajos de Hércules. La posterior versión castellana del mismo Villena contiene una cita de los Rerum memorandarum petrarquescos (ed. M. Morreale, Madrid, 1958, p. 44; cf. P. M. Cátedra, «Enrique de Villena y algunos humanistas», en Academia Literaria Renacentista, III: E. A. de Nebrija, Salamanca, 1983, en prensa): ¿figuraría ya en el texto catalán? No puedo ahora sino insinuar las largas implicaciones que supondría el contestar a ese interrogante: llegan al Tirant lo Blanc.

 

303

La cultura..., p. 13, y «Guillem Ponç», p. 78, respectivamente.

 

304

J. Rubió, art. cit., p. 77. Basta leer unas páginas en que G. Ponç pone a contribución su mejor latín (Documents..., II, núm. 371) para asentir a la hipótesis de Rubió, p. 73, de que pudiera ser él ese «Guillelmus, parent del Sirvent i deixeble seu», que asoma en el carteo con Guitard (§§ 2, 9, etc.). Poco va, en efecto, de la prosa de Ponç a la de Sirvent: la del posible discípulo es ligerísimamente menos áspera, y, aunque trae una reminiscencia del proverbial «una salus victis nullam sperare salutem» (Eneida, II, 354), ésta se reduce a usar las tres últimas palabras, para producir el cursus planus, y queda, desde luego, sin identificar. Guillem Ponç me parece hallarse en el mismo estadio que Pere Margall, joven corresponsal de Sirvent (§§ 12, 14) que apunta maneras algo más finas que este (así, pospone el vocativo en la salutatio), pero lo elogia como «lacte Tulliano longo tempore enutritus».

 

305

Vid. J. Rubió, «La versió llatina de la “Crònica general de Catalunya i Aragó”», en Homenatge a A. Rubió i Lluch, I, p. 346 y n. 1. Para la memoria del Ceremonioso, cf. Documents, I, núm. 200.

 

306

En la hermosa arenga datada en septiembre de 1392, en Sant Cugat del Vallès (véase Documents, I, núm. 421), don Juan anuncia su proyecto de pasar a Cerdeña, «com en moltes cròniques de emperadors e de reys e gestes antigues ligen haiam trobat en qual manera són dits gloriosos enperadors e reys qui virtuosament deffenen lurs imperis e regnes e conquistan los crexen, axí com nostres predecessors de alta memòria han fet». Los ejemplos de «Octovià August», «Neró», «Xerxes» y «Marcho Atílio Règulo», que dice autorizados por «Suethoni», «Paulo Euròsio» y «Valeri», le confortan «per portar a bona fi e conclusió nostre benaventurat propòsit dessús dit», «volents seguir les petjades de nostres predecessors e los fets d’aquells los quals a memòria perpetual per lurs virtuts són dignes de ésser posats en istòries». El llorado J. Rubió i Balaguer, La cultura..., p. 11, escribía: «Foren [els propis deures de governant] el mòbil principal de les iniciatives culturals de Pere el Cerimoniós, tan donat a la lectura d’històries antigues i modernes perquè hi trobava guia a seguir, arguments per a enrobustir el prestigi de la dignitat reial davant els súbdits, i justificació, a vegades, dels seus actes de governant. Però aquell rei no veia encara el matís que diferenciava una obra clàssica d’un poema medieval de tema històric. Només s’interessava pel fet, i pel prestigi que li donava als seus ulls veure’l posat per escrit». A la luz de la arenga de Sant Cugat o de hechos como los mencionados ad n. 9, el juicio del maestro Rubió puede aplicarse también a Juan I: sólo hay que advertir que el hijo sintió por los libros mayor entusiasmo que el padre y que vivió en una Europa mucho mejor dotada bibliográficamente.

 

307

Véase J. Rubió, De l’Edat mitjana al Renaixement, Barcelona, 19792, pp. 105-106, con quien concuerdo en gran parte; el texto, en Parlaments a les Corts catalanes, pp. 58-72.

 

308

El presente trabajo se escribió en 1980 para ser publicado, en italiano, en el homenaje a Giuseppe Billanovich: Testimonia Antiquitatis, Roma, en prensa. Nótese que se trata sólo de una muestra y un adelanto -en la perspectiva que da título a ese festschrift- de la extensa investigación que sobre el tema he realizado merced a una ayuda del Comité Conjunto Hispano-Norteamericano para Asuntos Educativos y Culturales. Las limitaciones de espacio me obligaron a reducir las notas a poco más que la identificación de las citas literales y la imprescindible documentación de un par de asertos hechos en el texto (mientras otros quedan pendientes de justificación detenida). En la versión aquí impresa, he añadido algún complemento o actualización entre paréntesis rectangulares, así como una nota final con unas cuantas adiciones menudas: todo muy rápido y sumario, en la esperanza de poder incluirlo también, al revisar las pruebas compaginadas, en Testimonia Antiquitatis, de suerte que no se rompa la correspondencia entre los textos italiano y español. Por otra parte, el carácter del tema abordado -tan propicio a la divagación irresponsable- me ha aconsejado mantener un tono austeramente factual; una presentación más ágil y sintética tendrá que esperar a la publicación de todos los materiales reunidos en el curso de la mencionada investigación.

 

309

Sigo el texto fijado por J. Pérez de Tudela y E. López Oto, en Biblioteca de autores españoles, XCV, Madrid, 1957.

 

310

La edición (comprada en 1516) lleva anejo un cuaderno manuscrito con un completo índice alfabético de la Chorographia, así como una hoja con apuntaciones de don Hernando. El volumen contiene también el Libellus de mirabilibus civitatis Puteolorum (Nápoles, 1507), adquirido en 1515, y la versión por Calderini de la Atticae descriptio de Pausanias, en ejemplar (sin indicaciones tipográficas) obtenido en 1512, al igual que las obritas de Plutarco, Dión Crisóstomo, Paléfato y Leonardo Bruni que forman el segundo núcleo del tomo.