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130.       V. lo que Carlos Schwarz dice sobre los neo-luteranos en su Historia de la Teología novísima.

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131.       Sobre esto, comp. la Dogmática evangélica de C. Haase.

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132.       V. en la obra citada los textos bíblicos en pro y en contra respecto de la idea del pecado.

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133.       A este partido pertenecen, en cuanto han permanecido fieles a su idea, sin declinar de ella, de varios modos, los llamados Francmasones, sin razón difamados por sus adversarios los Jesuitas. El vicio fundamental de la Francmasonería contemporánea es no haber concluido de una vez para siempre con todos sus misterios y secretos, ni reconocido a la mujer en su dignidad humana admitiéndola en consecuencia como miembro también de su institución Si obrasen de esta suerte, ciertamente muchas fuerzas sanas y vigorosas, que no pueden menos de mantenerse hoy completamente apartadas de la Francmasonería, se unirían a ella, que por este camino se convertiría en breva en el centro vivo donde se condensarían todas las aspiraciones para ennoblecer la Sociedad, y en cuya región neutral se encontrarían amistosamente los más dignos e inteligentes miembros de todos los partidos para cooperar honrosa y artísticamente, al bien de la vida humana. La parte hasta hoy sumamente pequeña de la Francmasonería inclinada al progreso debería comprender la vocación que le señala nuestra época de transición crítica, y, merced al derecho que da la idea, una vez concebida claramente, romper los límites de su actual estado, dejándose atrás todas las pequeñeces y preocupaciones. A esto podrían dar ocasión los obstáculos que la propagación de la Francmasonería como sociedad secreta halla con razón en Austria. Nadie se atrevería a negar que esta asociación trabajando con completa publicidad según el espíritu de los tiempos -pero sólo así, sin temer bajo ningún respecto la luz del día ni exponerse por tanto a los torcimientos que son inseparables de toda secta- podría influir de una manera extraordinariamente beneficiosa en Austria, y muy especialmente en la cuestión de nacionalidades y su vértigo inmoral; de donde resulta un verdadero deber la parte inteligente de la Francmasonería, no muy distante por su tenaz adhesión a cerrados prejuicios esfera de acción. La propagación del anacronismo de las sólo para aumentar el desorden exterior y aparente Austria ya sufre demasiado sin necesidad de esto......

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134.       V. prop. XXXII y XXXIII.

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135.       Krause se expresa del siguiente modo (p. 830, etc., del ms). acerca de este punto en su Crítica filosófica de la parte general de la Introducción a la obra del Dr. P. Schleiermacher: La Fe cristiana, ordenadamente expuesta, según los principios de la Iglesia evangélica (cuya crítica forma el tom. III de la Filosofía absoluta de la Religión de aquél.) «Puede bien suceder que los cristianos, en cierto grado de cultura no se preocupen de Filosofía y vice-versa, que los filósofos, en cierto grado de cultura, no se preocupen de Cristianismo; pero jamás cabe afirmar que el Cristianismo y la Filosofía no mantienen esencial r relación, ni están destinados a compenetrarse íntimamente. Por el contrario, mientras más progresen la educación filosófica y la cristiana, tanto más se buscaran y hallaran ambas, y tanto más estrechamente han de unirse y concertarse. Y por esta sola razón es ya imposible que obtenga su fin el propósito del autor (Schleiermacher) de construir la dogmática cristiana, prescindiendo de toda filosofía y sobre su exclusivo terreno; antes, cuando este divorcio se consumase con mayor rigor, no quedando reducido a mera apariencia, más inevitablemente tenía por fuerza que mostrarse la imposibilidad del intento y más enérgica había de ser la aspiración contraria a restablecer el racional acuerdo de la dogmática cristiana con la Filosofía.»

     «En segundo lugar, la Fe en lo histórico e individual del Cristianismo y en su esencial relación con lo eterno y lo no y no-temporal de la Religión, supuesta ya para la dogmática cristiana, es en verdad posible subjetivamente para cada cual; mas esta suposición no es científica, toda vez que una dogmática histórico-positiva que pretenda valor científico, ha de comenzar por darse cuenta científica, también de las razones de su creencia. Esto es, ha de conocer las verdades eternas por principios eternos; las temporales o puramente históricas, por principios históricos; y las que muestran ambos caracteres, por principios compuestos, asimismo, de histórico y temporal a la vez.» -Comp. también la nota a la prop. LXIX.

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136.       V. prop. LXVI a LXVIII y LXXI a LXXII.

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137.       V. prop. LXVI.

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138.       V. prop. XXIII.

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139.       V. prop. XXX, nota.

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