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150.       V. la prop. XLII, nota... -El medio único, propio y total del ser racional finito contra todo mal (lo contra-esencial) en general y contra su mismo e íntimo mal, esto es, contra su propia maldad y perversión, es intimarse en Dios, en conocimiento y sentimiento, voluntad y vida, o entendida en su recio sentido, la oración del pensamiento, el ánimo, el corazón y la comunión y convivencia con Dios, en parte así alcanzada, y supremamente por su santa voluntad. Como base interna de estas relaciones, supónese siempre, la conciencia del ser racional y finito su plena e interior convivencia (su interior y discreta armonía) en lo cual es entonces semejante a Dios mismo, capacitándose de esta suerte por su parte para unirse individualmente con Él como Ser Supremo; y purificando, trasformando y perfeccionando así esta intimidad y vida consigo, merced a esa intimidad y convivencia con Dios, alcanza gradualmente con su divino auxilio, y de conformidad con su plan y sus decretos en la vida, toda la faerza y poder divino también para combatir el mal y la maldad, dentro y fuera de sí, en el círculo limitado de su vida. En el progreso regular y medido de la Religión, o, en otros términos, de la sociedad religiosa de los seres piadosos y unidos a Dios, decrece en la misma forma y proporción el poder del mal y la perversidad: su fuerza negativa va debilitándose y quebrándose, y el poder santo del bien produce eficaz, en la bella y pura convivencia de los seres finitos, una imagen cumplida en sus límites, de la Divinidad.» Krause, Lecc. sobre el s. de la Fil. p. 531.

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151.       «Dios mismo es amor; pero siendo esta una de sus propiedades subordinadas» (sólo uno de los aspectos de su total y unitaria esencia) «no puede decirse que Dios no es más que amor. Él expresa, o manifiesta su esencia en el amor, con amor en parte, mediante el amor, pero no meramente por amor, por ete motivo. Otro tanto cabe afirmar... de una manera finita... de los hombres. El hombre religioso y de puro sentido moral, que ama a Dios y a todos los seres en Él, hace el bien pura y exclusivamente porque es divino, con amor y en parte mediante amor a Diosy a todos los seres; mas no sólo, ni aun principalmente por motivo de este amor. Krause. o. c. p. 541.

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152.       Ib. p. 501, 546, etc.

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153.       V. las secciones correspondientes en el Ideal de la Humanidad de Krause.

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154.       Expuesta por Krause en los siguientes libros: Compendio del sistema de la Lógjica (Gotinga, 1825; segunda edición, l828); Compendio del sist. de la Fil. (ib. 1825); Lecc. sobre el sist. de la Filos. (ib. 1828; segunda edición, Praga, 1829); Lecc. sobre las verdades fundam. de la Ciencia (Gotinga, 1829; segunda edición, Praga, 1868).-Comp. también sobre esto la p. 21 de mi escrito: El congreso de filósofos como asamblea de conciliación.

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155.       V. prop. XIII y LXIV.

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156.       «Es realmente un elemento del verdadero conocimiento de sí propio y de la Religión del espíritu cognoscente, conocer esta relación del conocimiento de Dios (superior a toda subjetividad) al conocimiento finito de nosotros mismos, y adquirir la convicción de que el primero, habida cuenta de nuestra naturaleza limitada, es sobrenatural, un milagro de Dios en nosotros, al par que una obra otorgada al hombre y en él, con individual Providencia y amante misericordia, y a la cual el espíritu humano sólo puede y debe cooperar subordinadamente, y aun esto, con asistencia de Dios.» -Krause, Fil. abs. de la Rel. p. 639. Comp. también la página 726.

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157.       V. la prop. XXXI, nota 4.ª y las Lecc. sobre el sist. de la Fil. por Krause, p. 546, nota.

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158.       V. prop. LX.

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159.       Resulta de aquí también la necesidad para la razón finita de justificarse ante Dios, y lo errado del intento de querer justificar, por el contrario, la idea de lo divino ante la razón finita. Krause dice (o. c. p. 427): «Sólo en el conocimiento de Dios logra la certeza el hombre de que su facultad y capacidad cognoscitiva, esto es, su razón, es semejante a Aquél y merece relativa confianza, y hasta qué punto.»

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