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80.       «Como vista social» (als gesellschaftliches Sehen) dice literalmente el texto (N. del T.).

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81.       De todos modos, siempre es un género de vista, aunque, si se quiere, como al través de unos anteojos. Ni creer ni saber puede nadie por mí en mi lugar: yo mismo soy quien tengo que creer. (Comp. Hundeshagen; Sobre lo peligroso en el Catolicismo, -en las Hojas mensuales protestantes de Gelzer, t. II, 1853, pág. 35l.)

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82.       En la Fe religiosa, ha de distinguirse cuidadosamente entre la Fe de la comunión religiosa como tal, y la de cada uno de sus miembros como tales. En efecto; aquélla es -a lo menos por tiempo- para algunos de estos miembros, y en lo tanto, para la comunidad misma también, un ideal todavía en lo más de él no alcanzado, y con respecto a la individualidad humana quizá inasequible en parte.

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83.       V. la proposición XVII.

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84.       Sobre esto dice Krause, en sus Lecciones sobre el sistema de la Filosofía (p. 356 de la edición de Gotinga de 1828, y 439 de la de Praga de 1868): «Aquí se muestra ya también el origen de la Fe en el espíritu cognoscente, esto es, el origen de la convicción, fundada en el Saber, de que la vida toda y todo lo temporal-individual en ella se realiza en Dios, bajo Él y por su medio. En la íntegra, general y universal subordinación de la vida en Dios, radica ya el fundamento inquebrantable de la Fe racional en el hombre, acompañada de claro conocimiento sabido. Y por más que el creyente racional halle en la vida hechos que él no acierta aun a concertar de modo alguno con la esencia de Dios, está sin embargo absolutamente cierto de esta conformidad, cuya ignorancia le parece muy natural en un ser finito. Así, mediante su general certeza en el conocimiento de Dios, permanece firme en su Fe, aun en el mal y el infortunio que la limitación del Mundo trae consigo; mientras que el que sólo funda su Fe en el presentimiento, y en el sentimiento que a éste acompaña, puede vacilar fácilmente y sentirse abrumado con la pesadumbre del dolor.»

     Y en la Fil. de la Relig., p. 489 (del mismo), dice también: «No se niega con esto que una cierta Fe, en el amplio sentido de la palabra, respecto a algo determinado y finito, pueda ya también descansar en un presentimiento, esto es, que pueda fundirse y confiarse en un conocimiento de la verdad todavía incompleto; ni menos esa Fe incompleta se declara ilusoria y supersticiosa, ni se le quita todo su valor; sino que se la distingue meramente y en cuanto Fe de presentimiento, de la Fe perfecta, que se a poya en el Saber como base intelectual, y que por esto merece llamarse Fe que sabe, Fe que ve (a). Antes bien, sabemos que la posibilidad de la Fe presenciente respecto de la verdad en general, y muy principalmente de la verdad religiosa, es hoy día una condición irremisible y un medio de salud y salvación para la mayor parte del linaje humano, aun tocante a otras verdades y asuntos generales que la Humanidad de esta Tierra está destinada (cuando llegue a un grado superior de madurez en la vida de sus miembros) a conocer científicamente, y por tanto a crear respecto de ellas sabiendo». Por último, añade (p. 305): «La Fe en la Providencia divina, que así gobierna individualmente la vida de esta Humanidad como la vida una en el Universo, se funda en el absoluto conocimiento de Dios, en el cual se forma y completa intelectualmente; y sólo se trata ante todo de cimentar con firmeza esta Fe, como cosa que toca al conocimiento, y de conservarla ajena al frágil sentimiento del limitado corazón humano, tan pronto vano y arrogante, como desalentado y caído; para que, aun en el terror y la angustia, en el mal y la perversidad, en el dolor y el gozo de esta finita vida terrena, se mantenga libre de temor y esperanza, como indestructible apoyo y áncora segura de salvación. -Puede ciertamente decirse que esta Fe en la Providencia individual divina, es ciega, y tiene que serlo (b), hallándose eternamente vedado al ser racional finito penetrar por entero en las miras y decretos de Dios para cada instante de la vida, con que la rige y gobierna, aun en cada hombre; ni saber de esto más de lo que Él se digna revelarle. El hombre sabe que está en la Tierra como viajero de noche en camino desconocido; pero sabe también que va a Dios, y que Éste lo lleva por la mano; ¿no ha de confiar, aun ciegamente?»-Sobre la Fe ciega, compárense las palabras de Francisco Baader, que se citan en la última nota a la proposición LXVII.

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85.       Compárese con la prop. X XIII.

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86.       Ya lo decía el Salmista (36, 10), «que en ti está la fuente de la vida, y con tu luz vemos la luz.»

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87.       V. la prop. LXIV.

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88.       V. la prop. LXII.

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89.       V. la prop. XXXI.

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