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301

Vid. POULANTZAS, pp. 311-16. Muy significativamente, el francés advierte al respecto que «le secteur des employés du petit commerce est celui où les luttes sont les moins développées, et où la syndicalisation est, pour ainsi dire, absente» (p. 343).

 

302

Ibid., p. 37.

 

303

K. MARX, El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, citado y comentado por G. LUKÁCS, Historia y conciencia de clase (Barcelona: Grijalbo, 1975), p. 65.

 

304

Vid. mi prólogo ya citado.

 

305

POULANTZAS, p. 328. Añade que esta tendencia se confirma sobre todo con los agentes que ocupan las plazas descalificadas o subalternas de la pequeña burguesía, como los empleados de comercio de nivel inferior (p. 329). Aunque es de poca utilidad para nuestro tema, el número extraordinario XXXIX de Cuadernos para el Diálogo, «'Clases medias' en España» (marzo 1974), confirma en todos sus trabajos el cumplimiento en nuestro país de ese acercamiento creciente entre pequeña burguesía (tanto tradicional como «nueva») y proletariado.

 

306

JEAN-PAUL BOREL, El teatro de lo imposible (Madrid: Guadarrama, 1966), pp. 231-32.

 

307

RICARDO DOMÉNECH, «Cinco estrenos para la historia del teatro español», Primer Acto, N.º 100-101 (noviembre-diciembre 1968), p. 25. Vid. también El teatro de Buero Vallejo (Madrid: Gredos, 1973), p. 84.

 

308

Vid. PATRICIA O'CONNOR, «Censorship in the Contemporary Spanish Theater and Antonio Buero Vallejo», Hispania, 52 (1969), 283.

 

309

CHARLES-V. AUBRUN, Histoire du théâtre espagnol, 2.ª ed. (París: PUF, 1970), p. 120, cree que el sentido de la obra es que «Il n'y a rien à faire... contre l'éternelle injustice». Es de temer que su lectura haya sido un tanto apresurada, pues informa que la obra se desarrolla a lo largo de «vingt ans», y llama a Fernando «blouson noir» (?). Está claro que a Aubrun le desagrada la situación española de posguerra y de ahí extiende su menosprecio por casi todo lo producido en ella; como al teatro sólo asiste la «classe moyenne», parece pensar, los autores deben sacrificar en el altar de su ideología. Lo menos que puede decirse de las páginas finales del librillo de Aubrun es que son demasiado apresuradas. Las cosas mejoran poco en su artículo «Le Théâtre espagnol engagé: Buero Vallejo et Sastre», en Jean Jacquot, ed., Le Théâtre moderne (París: CNRS, 1967), II, 117-23, donde insiste en su suposición de que el dramaturgo predica «la résignation de l'homme devant la société perverse en soi». Parece conveniente que toda crítica trascienda las meras impresiones personales y el gusto -o disgusto- del lector. No mayor explicación tienen la referencia a lecturas buerianas de Henry Miller (?) o la definición de su primera obra como «un croisement assez maladroit de Chekhov et de Osborne». ¡Y tan maladroit! Como que Osborne no empezó a estrenar hasta 1956, con la famosa Look Back in Anger...

 

310

Las teorías de Trosky las resume y glosa ERNEST MANDEL, El Fascismo, (Madrid: Akal, 1976), pp. 36-37, por donde cito. Mandel advierte también que los movimientos de masas del fascismo pueden «influenciar ideológicamente... a la parte menos consciente de los trabajadores y, sobre todo, de los empleados» (cursiva mía).