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341

Baste recordar a aquel dechado de fidelidades que es el porquerizo Eumeo: Ulises le «había dado un puesto en su corazón» y era para él como «hermano mayor» (XIV, 145-147). Otro criado, el boyero Filetios (XX, 205-207), evoca emocionadamente a su señor, y hasta uno de los pretendientes -Eurímaco- recuerda a Ulises, bien que sus palabras sean otras que los sentimientos de su corazón: «me sentaba sobre sus rodillas y ponía en mis manos un trozo de carne asada y me daba de beber un trago de su negro vino.» (XVI, 441-444)

 

342

Sería ocioso repetir las palabras de los pretendientes a lo largo del poema, tan frecuentes son.

 

343

Cfr. canto XIII, vv. 312-328, etc.

 

344

«Mientras anduve errante sólo conocí la duda en mi corazón.» (XIII, 320) El recelo está justificado por la suerte de Agamenón (XIII, 382-383).

 

345

Atenea dice a Ulises (XIII, 293-295): «¡Eres un eterno trapacero, hambriento de mentiras!... ¡Vuelves a tu patria y no piensas sino en cuentos de bandidos y en las mentiras que te gustan desde la niñez!»

Cuando Ulises ha llegado a la cabaña de Eumeo, le cuenta su vida de manera bastante fabulosa. El viejo porquerizo le dice: «No hay en ella [en la aventura que ha narrado] más que una cosa que me parece inventada. No creo en absoluto cuanto has dicho de Ulises. ¿A qué vienen, en tu estado, esas mentiras?» (XIV, 361-365).

 

346

Algo más adelante (vv. 333-336): «Cualquier otro que después de tantos reveses tuviera el gozo de regreso, ardería en deseos de ver a su mujer y a sus hijos. Pero tú no quieres preguntar y saber, sino juzgar por ti mismo a tu esposa.»

BUERO VALLEJO insiste en los valores negativos de Homero, es el «hombre viejo» que luchará contra Anfino, el «hombre nuevo» (Comentarios, p. 79).

 

347

Morfología del cuento (trad. María Lourdes Ortiz). Madrid, 1971, p. 107-111.

 

348

LUDOLFO PARAMIO, Mito e ideología (Madrid, 1971), sigue demasiado de cerca a Lévi-Strauss con lo que sus proposiciones se encuentran muchas veces restringidas en cuanto a su aplicación. Por ello no he podido utilizar, a pesar de lo sugerente del título, el capítulo Mitagogia y mitopoyesis (p.47-72).

 

349

Por intercesión de Telémaco perdonó a Medón, que era inocente (XXII, 355-356).

 

350

Dice a la nodriza Euriclea: «¡Guarda la alegría en el corazón! ¡Ni un grito! No es piadoso alegrarse de la muerte de estos hombres» (XXII, vv. 411-412).