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391

Por eso son redundantes también figuras como Eumeo y Filetio, independientemente de su belleza. O lo es la emocionante de Euriclea, cegada en la obra de Buero, según unas preferencias que ahora no son del caso.

 

392

Tiene razón BUERO VALLEJO cuando escribe en su Comentario (p. 78): «La destrucción de un mito sólo es posible por la indiferencia. Cuando un autor de nuestro tiempo da su versión de un mito helénico, lo sirve en realidad, por muy personal que la versión sea. Pero no hay, ni puede haber, en viva literatura, otra actitud de servicio a un mito cualquiera que su examen apasionadamente humano. La fría aceptación sin reservas del material antiguo sería lo peor que a ese material podría pasarle en el fondo de nuestros corazones.»

Al releer esto pienso en un libro de T. TODOROV con el que no me identifico; sin embargo, alguna afirmación, parcialmente considerada, nos puede valer: «El relato psicológico considera cada oración como una vía que permite el acceso a la personalidad del que actúa, como una expresión, si no como un síntoma.» (Gramática del Decamerón, trad. M. D. Echeverría. Madrid, 1973, p. 167)

 

393

Símbolo, comunicación y consumo (trad. María Rosa Viale). Barcelona, 1967, p. 181.

 

394

Recuérdese la tirada 148 del Cantar: «¿Quién nos darie nuevas de Mio Cid el de Bivar? ¡Fosse a rio d'Ovirna, los molinos picar e prender maquilas como lo solie far!»

Cfr. R. MENÉNDEZ PIDAL, En torno al «Poema del Cid». Madrid, 1970, p. 138-149.

 

395

Cfr. Al sueño, Muerte, etc.

 

396

En el segundo terceto de La vida de la muerte (soneto IV) se puede leer:


este vivir, que es el vivir desnudo,
¿no es acaso la vida de la muerte?

 

397

Vid. Unamuno en sí mismo: «Para después de mi muerte», apud El comentario de textos. Madrid, 1973, p. 240-270.

 

398

Tampoco hay que desdeñar todo el sentido que la envidia tiene en el drama y que cobra forma en el final rencoroso de Ulises: «Has envidiado inútilmente.» (p. 71) Ni la observación de Giménez Caballero, aducida por el dramaturgo (Comentarios, p. 86).

 

399

Es el problema del arte de siempre: su propia transcendencia. Resulta curioso leer, después de escrito el texto, algo como esto: «Todo libro que sea nuevo, verdaderamente moderno, de esta época, será tan profundamente ambiguo (tan ambiguo como ambigua es la época) que contará una historia fingiendo que cuenta otra muy distinta.» (ALBERTO ARBASINO, Hermanos de Italia, trad. N. Comadira. Barcelona, 1973, p. 578)

 

400

Cfr. Lord RAGLAN, The Hero of Tradition, apud ALAN DUNDES, The Study of Folklore. Prentice-Hall, 1965, p. 157, especialmente.