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SEÑORES DIPUTADOS,

Al ver al rededor del trono de mi augusta hija los dignos representantes, que la nacion envia para defenderle y consolidarle, y para atender muy principalemente á asegurar para siempre el estado sobre las bases de la libertad, del orden y de la justicia, no puedo menos de congratularme y de congratularos tambien, de que se haya realizado al fin una reunion tan necesaria y deseada.

Sois llamados, Señores, á uno de los actos mas solemnes y mas grandes á que puede ser convocado un congreso nacional; venis á revisar la constitucion que la nacion española se dió á si misma, cuando hacia tres siglos que no tenia ninguna; cuando sostenia por su independencia una lucha de muerte con el poder mas colosal del mundo. A tanto mérito correspondió igual gloria, y este albor de vuestra libertad fue visto en muchas partes con envidia, saludado en otras con aplauso, recibido en todas con benevolencia.

No menor lauro os espera á vosotros, que vais á perfeccionar la obra entonces comenzada, porque, si aquella guerra de agresion era tan espantosa por la fuerza militar y la sin igual capacidad del caudillo que os la hacia, no es menos terrible en sus efectos, y es mucho mas amarga en su origen, esta guerra civil que tan cruelmente nos destroza. Pasiones irritadas que apaciguar, opiniones opuestas que reunir, intereses contrarios que conciliar, enemigos interiores que vencer, intrigas extrañas que desbaratar... ¡Oh cuanto elemento de dificultad y desorden! ¡cuantos obstaculos al grandioso fin que aqui os reune, insuperables á cualesquiera otros pechos, que no fuesen Españoles! Pero todo es de esperar, Señores Diputados, de vuestra constancia y sabiduria; y sin duda los generosos esfuerzos de los que van á triunfar en esta segunda prueba, serán seguidos en la posteridad del mismo aplauso y renombre que han seguido y seguirán á los que triunfaron en la primera.

No bien me convencí de que era verdadera voluntad nacional restablecer la constitucion de la monarquía proclamada en Cadiz, cuando me apresuré á jurarla, y á mandar que fuese jurada y observada en todo el reino, como ley fundamental. Y siendo tambien voluntad nacional que esta ley sea revisada y corregida, para que responda mejor á los fines á que se ordenó, convoque inmediatamente las cortes, que habian de deliberar sobre tan saludable reforma. Al mismo tiempo, llame cerca de mi persona y compuse mi gobierno de sugetos de mi entera confianza, que ya bastantemente conocidos, creí que podian inspirarla tambien á la nacion. Yo espero que, en la conducta gobernativa que han seguido, no desmerezcan esta confianza; y si, en algunos de sus actos, se han visto precisados á salir algun tanto de la esfera de sus facultades, no dudo que, atendida la irresistible necesidad de salvar por ellos el estado, hallen su justificacion en la equidad y benevolencia de las cortes.

Las potencias extrangeras que, en uno y otro hemisferio, reconocen los indisputables derechos de mi augusta hija, continuan todas en sus anteriores relaciones de amistad y buena correspondencia conmigo. Entre ellas, especialmente los augustos aliados de la Reina, signatarios del tratado de la cuadruple alianza, se manifiestan siempre dispuestos á sostenerle; y con arreglo á el, siguen prestandonos la cóoperacion y ayuda que antes. A los cuantiosos auxilios que ya debiamos á la generosidad de S. M B., ha añadido despues el de apoyar las operaciones de nuestro ejercito del Norte con la fuerza naval que tanta parte tuvo en la gloria adquirida al frente de San Sebastian, el 5 de mayo ultimo; y acaba de agregar ahora el de franquearnos otros cien mil fusiles, que tan importantes nos son en nuestra situacion actual. Debemos igualmente á S. M. el Rey de los Franceses el refuerzo que, con un digno general, se halla incorporado ya á la legion auxiliar argelina; si bien aquel gabinete ha estimado despues no llevar adelante las disposiciones para ampliar la cóoperacion por parte de la Francia. Cada dia S. M. Fidelisima me da nuevos testimonios de su buena voluntad, y actualmente se estan practicando con su gobierno gestiones de que me prometo un feliz resultado, para la ulterior y mas util colocacion de las fuerzas auxiliares portuguesas.

Las demas potencias de Europa, con quienes no estamos en iguales relaciones, no por eso dejan de manifestarse pacificas hácia España, aunque algunas han mandado retirarse á los encargados de sus legaciones en Madrid, por lo cual he expedido igual orden á los nuestros, en sus cortes respectivas. Solo el gabinete de las Dos-Sicilias me ha dado motivos de justas quejas, que por su gravedad, y por lo que debo á la dignidad de la nacion y del trono de su Reina, me han obligado, muy á pesar mio, á llamar á mi encargado en Napoles, y mandar salir de España al agente de aquel gobierno. De este desagradable incidente informará mas por extenso á las cortes mi secretario del despacho de estado; pero las medidas adoptadas no envuelven por mi parte sentimiento alguno de hostilidad, ni estorbarán que continue sobre el pie anterior el comercio y la correspondencia entre los dos paises.

Mi gobierno os dará, á su debido tiempo, conocimiento del progreso que han tenido, y del estado en que se hallen las negociaciones entabladas con algunos de los nuevos estados de la America española; y siempre deseoso de terminarlas, cual reclama el interes de la madre patria y de aquellos paises, no tardará en pedir á las cortes la autorizacion necesaria para concluir los convenios en que crea no haber dificultad insuperable.

Arduo es, por no decir imposible, atender debidamente, en tiempos de agitacion y turbulencias como el actual, á los ramos que constituyen la prosperidad publica y el progreso de la civilizacion. Mi gobierno sin embargo, en cuanto lo permite el estado de las cosas, no deja de cuidar de su conservacion y posible adelantamiento, llevando constantemente por guia hacer conocer practicamente á los pueblos las ventajas del sistema constitucional, para que, con los nuevos intereses que crea, todas las clases productivas se identifiquen con el. En medio de estas atenciones, sobresale el cuidado que se merece la milicia nacional, fuerza protectora de los derechos del ciudadano, baluarte de la libertad y del orden. Esta institucion ha recibido un notable aumento en su numero, y unas mejoras en su arreglo, que la hacen capaz de llenar los utiles fines á que se dirige. Si, por falta de armas, no ha podido presentarse, hasta ahora con el aspecto respetable que corresponde, franqueadas, como ya estan por el gobierno britanico, en la cantidad que he expresado, los batallones de la guardia nacional, temidos por su completo armamento, como lo son por su decision heroica y por su patriotismo, seran un muro inexpugnable de nuestras instituciones y de nuestra independencia.

A pesar de los afanes y cuidados de que se ve rodeado el trono de mi augusta hija, no he desatendido los intereses de nuestras provincias de ultramar. La situacion de aquellas provincias no permite ya el completo restablecimiento del articulo constitucional, que, en la designacion de los ministerios, dedica uno solo al gobierno politico de ellas; mas considerando necesario, para la prosperidad de aquellos fertiles paises, que sus negocios gubernativos se dirijan por una sola mano y en un solo lugar, he tenido á bien encargarlos al secretario del despacho de marina, en union con los negocios de comercio, por la estrecha analogia que todos ellos tienen con los de la navegacion mercante y la de guerra. El código mercantil, que necesita de alguna reforma, será en breve tiempo revisado, y asimilado á las instituciones que nos rigen, y presentado á las cortes para su examen y aprobacion.

Las mismas dificultades que, para otros objetos de interes publico, ofrece el estado penoso en que la nacion se encuentra, se hallan para que la administracion de justicia sea tan libre y desembarazada como debiera; no obstante, mi gobierno se ha esforzado á superarlas; y contando con la aprobacion de las cortes, prepara los medios de organizar este importantisimo ramo sobre los dos principios combinados de inamovilidad y estrecha responsabilidad en magistrados y jueces. Ya el código civil se halla concluido; el penal y el de procedimientos criminales se presentarán oportunamente á las cortes; y estan prontos á terminarse los aranceles para todos los juzgados y tribunales del reino.

El estado de la hacienda publica, despues de tantos sucesos contrarios y funestos para que sus medios correspondan á sus cargas, se os expondrá por el secretario del despacho á quien este ramo corresponde. El mismo os presentará tambien, con toda brevedad, el presupuesto de los gastos publicos y el plan de contribuciones que hayan de cubrirlos, á cuya formacion está dedicado con preferencia; y lo hará con todas las explicaciones y datos necesarios á satisfacer la solicitud que, en materia tan grave, es tan propia de vuestro encargo. Del mismo modo someterá, al examen y aprobacion de las cortes, los decretos expedidos en favor del credito nacional, indicando lo que parezca mas oportuno para restaurarle y extenderle.

Todos los intereses de la deuda española estan pagados hasta ahora, sin mas excepcion que una muy sensible sin duda para mi, y es el no haberse podido reunir los medios de satisfacer el semestre perteneciente á la deuda emitida en el extrangero, que vence en 1º. del proximo noviembre. Tengo confianza en que mi gobierno vencerá los obstaculos que le han reducido á este extremo, á fin de que no se experimente sino una corta demora entre el vencimiento de la obligacion y su pago, demora, que será compensada con el abono de un interes proporcionado durante el tiempo que se tarde en realizarle.

Los apuros del tesoro publico, agravados á un tiempo por las exigencias de la guerra, y por no hallarse reunidas las cortes, obligaron á mi gobierno á tomar sobre si la penosa, pero indispensable resolucion de pedir á la nacion un suplemento de doscientos millones de reales, reintegrables en cuatro años, con el producto de las rentas comunes, y con el interes de cinco por ciento en cada uno. Las cortes, en su patriotismo, reconocerán las causas inevitables que obligaron á esta medida, la unica de salvacion, que se ofrecia en tan congojosos momentos.

Ya estan ejecutadas varias reformas y ahorros en la administracion, que se continuarán con constancia y firmeza, porque sin buen orden y economia en los gastos, no hay bases positivas de prosperidad ni solidez para ningun sistema de hacienda. Tambien se continuará la organizacion general y definitiva del ramo, entorpecida hasta ahora por diferentes causas, de las cuales algunas no pueden ser removidas, sino por las cortes. El objeto de estos trabajos no es otro que el de aprovechar de una vez todos los recursos que tiene el reino, capaces de reparar las perdidas, de reponer el credito, y de nivelar las entradas del tesoro con los gastos publicos, y sobre todo con la posibilidad de los pueblos.

La necesidad preferente, indispensable, de dar un nuevo impulso á las operaciones militares, para terminar la guerra civil, ha hecho precisas las resoluciones adoptadas para la nueva quinta de cincuenta mil hombres, y para la movilizacion de la milicia nacional, en los terminos comprendidos en los decretos á que se refieren. La combinacion de ambas medidas aumentará notablemente las fuerzas activas, y apresurará el momento de que se restablezca en el estado la paz y el orden, bases esenciales de toda prosperidad, asi publica como de particulares.

Entretanto, asi el ejercito, como la armada, han continuado sin cesar dando pruebas admirables de su denuedo, de su sufrimiento y de su firme decision por la causa de la libertad y la del trono de mi augusta hija. Impelido el ejercito de su patriotismo, se asoció al pronunciamento de las provincias en favor de la constitucion; pero no perdió de vista, ni por un momento solo, el objeto principal de su destino, la persecucion y destruccion de los rebeldes. Con la manifestacion de la voluntad de nuestros soldados han coincidido sus victorias: huyen delante de ellos las bandas enemigas, que desgraciadamente han podido penetrar en lo interior del reino, sin hacerles frente, sin fijar el pie, dando en la velocidad de su fuga mas fatiga en alcanzarlas, que dificultad en vencerlas. Males y estragos causan sin duda por donde pasan, como toda plaga pestilencial y funesta; pero tambien dejan sembrado en todas partes el justo horror que nace de sus desafueros, y llevan el triste escarmiento de no encontrar parte alguna donde se alce y tremole con seguridad y confianza la bandera de su rebelion.

Tal es en suma, Señores Diputados, la situacion de las cosas publicas, de que os darán mas cumplido conocimiento mis secretarios del despacho, en las diferentes memorias que os presentarán sobre los ramos que respectivamente administran. Vuestras decisiones serán sin duda conformes con la urgencia y gravedad de las circunstancias; y en los medios que proporcioneis á mi gobierno, y en las medidas fuertes y energicas que tomeis, está cifrada la confianza de terminar esta lastimosa guerra civil, primer anhelo y necesidad primera del pueblo español, que todo lo espera de vosotros.

Al mismo tiempo, procedereis á la reforma de la constitucion; y con mano tan diestra, como firme, establecereis las bases de la nueva organizacion social. A esta empresa noble y magestuosa sois principalmente llamados.: yo por tanto nada propongo ni aconsejo como reina, nada pido como madre. No es posible imaginar en la generosidad española que sufra menoscabo ninguno la prerogativa del trono constitucional por la horfandad y niñez de la Reina inocente, que está llamada á ocuparle. La Europa os contempla; ella verá que amaestrados por estos veinte y cuatro años de combates, de infortunios y de oscilaciones crueles, sabeis aprovechar las lecciones de la experiencia propia, y las del ejemplo ajeno. Subidos á la altura de vuestra mision sublime, sin duda os sobrepondreis á todos los intereses parciales y pequeños, á todos los sistemas exclusivos. La nacion y el mundo civilizado espera de vosotros una ley fundamental en que la potestad legislativa delibere y resuelva sin precipitacion y sin pasiones, en que el gobierno tenga para su accion todo el desahogo y la fuerza que necesita, sin dar nunca recelos de que oprima, y en que la administracion de justicia, apoyada en una independencia absoluta, no dé inquietudes á la inocencia, ni impunidad á los delitos. Tales son sin duda las miras con que vais á emprender esta grande obra, digna de vuestra sabiduria y de vuestra prudencia; revisada asi por ellas, y reformada la constitucion española, se granjeará mas respeto y simpatia entre los estraños, mas amor, si es posible, y mas estabilitad entre nosotros.

 

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Es inutil advertir que cuando hablamos de estos vapores ingleses, que tanta utilidad prestaron para hacer levantar el sitio de Bilbao, no es nuestro animo confundir las tropas, que les montaban, con los que componen la ya tantas veces mencionada legion auxiliar inglesa. Esta ultima permaneció constantemente ociosa y encerrada en San Sebastian, por mas ordenes y plegarias, que el general Espartero dirigiese á su comandante para venir á su socorro. Por el contrario, en los momentos mismos, en que Bilbao estaba para sucumbir, la legion inglesa daba el pernicioso ejemplo de sublevarse por falta de pagas.

 

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Por mas feroz é inhumana que parezca esta idea, emitida por el actual ministro de la gobernacion, no sabemos si la esceden las que presentó á la comision de legislacion, pocos dias antes que se libertase Bilbao, y cuando apenas quedaban esperanzas de salvarle. Estas consistian: 1ª. en desposéer violentamente á los nobles de todos sus bienes, y distribuirlos entre los proletarios; 2ª. en enviar columnas de tropas, con el nombre de columnas infernales, para incendiar todos los pueblos, donde hubiesen entrado los facciosos, sin embargo de haber en ellos mayor numero de nacionales. Este es el gobierno, que se queja de que no se cóopera bastante en su favor, y por quien una gran parte de Europa no se averguenza de mostrar simpatias. ¡Pobre España!

 

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Escribimos estas lineas el dia 11 de febrero de 1837, es decir cuarenta y nueve dias despues de este plausible acontecimiento, y todavia ocupa el ejercito carlista las mismas posiciones que ocupaba en la orilla izquierda del Nervion el dia antes de la entrada de Espartero en Bilbao; está reponiendo la perdida de su artilleria, y conserva una actitud amenazadora, cuando debiera haber sido acosado ya por todas partes. ¡Quiera Dios que no se llore una apatia tan inesplicable!*

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*Los sucesos militares ocurridos en el mes de marzo han hecho ver cuan fundados eran nuestros temores.

 

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Vease el Monitor del 10 de noviembre de 1836.

 

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Sesion del 24 de octubre de 1822.

 

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Vease el Eco del Cómercio del 18 de noviembre 1836.

 

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Sesion del 26 de noviembre 1836.

 

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Parte recibido en la Secretaria de Estado y del Despacho de la Guerra.

Ejercito de operaciones del Norte. -Division de vanguardia. -Excmo. Señor, ayer alcancé á Gomez en el monte de Majaceite, pasado el Guadalete; eran las dos de la tarde cuando le rompi el fuego; á poco se pronunció en derrota, y seguidamente en dispersion; y á las ocho de la noche, cesé de perseguirle con las columnas, por no alcanzar entre la noche hacia donde se dirigia el mayor grupo; enviando solo las compañias de tiradores y cazadores en varias direcciones, que aun no han regresado. Tengo en mi poder sobre ciento y cincuenta prisioneros, entre oficiales y tropa; y son tan pocos, porque el soldado se cebó en matar.

Continuo hoy con mayor certeza la persecucion del enemigo, por lo que hasta mañana no daré á V. E. el parte detallado, esperando en el interin se servirá V. E. elevar el presente á conocimiento de S. M.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Arcos, á las tres de la tarde del 26 de noviembre de 1836.

Excmo. señor. -RAMON MARIA NARVAEZ. -Excmo. señor secretario de estado y del despacho de la guerra.

P. D. En este momento, y en este punto, me he encontrado con la division de la guardia, coincidencia, que me facilita una operacion acaso del mayor resultado, porque el señor general Ribero me presta su caballeria en el momento que recibo oficio del ayuntamiento de Bornos, diciendome que Gomez, como con la fuerza de dos mil hombres (residuo de su anterior numero de doce mil), se hallaba, á media noche de ayer 25, en Villamartin, y que trataba de continuar á Montellano, á cuyo punto, con igual fecha, debe llegar la division del señor general Alaix, y yo, con los mil caballos que reuno, salgo en este instante avanzado de mi infanteria en aquella direccion, por si logro caerles encima.

RAMON MARIA NARVAEZ.

 

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Es tan inesplicable esta parte de la historia contemporanea, y tantos los incidentes, que han venido á comprobar esta sospecha, que casi llega á ser, en el momento en que escribimos, una créencia general; porque, en efecto, ver á un oficial sin nombradia, sin precedentes distinguidos y sin fuerzas de consideracion, resistirse una y dos veces á obedecer ordenes terminantes de su gobierno; continuar su correspondencia con el; tolerar que se le conceda en seguida por el general en gefe el mando de una provincia, y lo que es mas, desplegar una severidad desusada contra el mismo general á quien se habia reusado la obediencia, son cosas tan fuera del orden comun, tan inverosimiles, tan escandalosas, que solo admiten una esplicacion violenta. Si á eso se agrega la poca escrupulosidad habitual del ministerio, sus vinculos con el partido esencialmente revolucionario, y el ningun disimulo, con que Narvaez hace profesion de principios moderados, aparecerá mas que probable la doblez de los ministros dando ordenes secretas á Alaix para que se resistiese á obedecer las publicas. El ministerio deseaba que Narvaez batiese á Gomez, porque era el unico capaz de hacerlo; pero recelaba que una vez triunfante, y dueño de dos divisiones, que formaban la sola fuerza interior del pais, no le viniese en gana pasar por Madrid, y acabar en un dia con el gobierno de la revolucion. El tiempo, tal vez, aclarará este cnigma de un modo menos vergonzoso para el ministerio Calatrava.

Pocos dias despues de escrita esta nota, y cuando ya el manuscrito se hallaba en manos del impresor, llegó á las nuestras un ejemplar del manifiesto publicado por Narvaez, sobre los sucesos que acabamos de referir, y su lectura, lejos de hacernos variar nada de lo que dejamos dicho, nos confirma en la sospecha, que teniamos, de la conducta poco delicada del ministerio, y se ha aumentado mucho mas con la discusion de las cortes del 31 de enero 1837.

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