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31

LEA, 1 (1979), 5-29, ahora en La lengua como libertad. Véase también «La norma lingüística» en ibid.

 

32

Trato de esto en «Planificaciones y manipulaciones lingüísticas», en el libro colectivo Lengua y sociedad (en prensa).

 

33

Con muchísimas referencias bibliográficas que apoyan el aserto, en JOHN EDWARDS, Language, society and identiy, Oxford, 1985, p. 180.

 

34

Véase «Actitud del hablante y sociolingüística» [1977] en mi libro Hombre, etnia, estado, Madrid, 1986, y las muchas referencias que a la cuestión se pueden entresacar en el índice de la obra (s. v. español).

 

35

Hay no poca bibliograffa recogida por R. A. HUDSON, op. cit., pp. 48-49. Claro que hay mucho que hablar sobre ello, véase el trabajo de COSERIU que he comentado y las páginas de JOSÉ JOAQUÍN MONTES, «Dialectología y sociolingüística: algunas ideas sobre sus interrelaciones», LEA, 8 (1986), 133-141.

 

36

Lo escribí en 1961 cuando hablé de «la altura social» de sus rasgos (p. 64).

 

37

The sociolinguistics of society, Oxford, 1984 [reimpresión 1985], p. 44. Hay que leer también las pp. 34-38. Es útil considerar el estudio de EINAR HAUCEN, «Bilingualism, language contact, and inmigrant languages in the United States: A research report 1956-1970», en la obra coordinada por JOSHUA A. FISHMAN, Societal multilingualism, La Haya-Paris-New York, 1978, pp. 1-111.

 

38

BERNARD BARBER, Social Stratification. A comparative analysis of structure and process, New York, 1957, p. 353.

 

39

Véase «La norma lingüística», p. 39. Léase también lo que digo en la p. 42.

 

40

Ibidem, pp. 44-45. Véase mi estudio «Fonética, fonología y ortografía» [1979], en La lengua como libertad, pp. 241-242, que también hay furores ortográficos desatados por nuestras ciudades.

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