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  -[345]-  

ArribaAbajoActo IV


Escena I

 

DEMIFÓN, CREMES.

 

DEMIFÓN.-  Y pues, ¿has traído, Cremes, tu hija, la que fuiste a buscar a Lemnos?

CREMES.-  No.

DEMIFÓN.-  ¿Cómo no?

CREMES.-  Como la madre vio que yo me detenía mucho aquí, y que ya la edad de la doncella no sufría mi tan gran descuido, dijéronme que ella con toda la casa había venido acá.

DEMIFÓN.-  ¿Pues cómo te has estado tanto allá, después que eso supiste?

CREMES.-  Hame hecho detener la enfermedad.

DEMIFÓN.-  ¿De qué? ¿O cuál?

CREMES.-  ¿Eso me preguntas? Harta enfermedad es la vejez. Pero tengo entendido del piloto que las trajo, que arribaron con salud.

DEMIFÓN.-  ¿Has sabido lo que a mi hijo le ha sucedido en mi ausencia, Cremes?

CREMES.-  Sí; y es un caso que me hace estar perplejo. Porque, si propongo este partido a algún extraño,   -346-   por fuerza le habré de dar razón de dónde y cómo tengo yo esta hija. Tú, ya sabía yo que me serías tan fiel como yo mismo en guardar este secreto; pero un extraño, si aceptare mi afinidad, tenerme ha el secreto mientras durare nuestra familiaridad; pero si rompiere conmigo, sabrá más de lo que yo he menester. Y temo no lo venga a descubrir mi mujer por alguna vía. Si esto sucede, no me queda otro remedio, si no es sacudirme y salirme de casa. Porque de todos los míos sólo yo soy mío.

DEMIFÓN.-  Ya yo veo que es así; y eso es lo que me da congoja. Sin parar he de probar todos los medios posibles, hasta cumplir lo que te tengo prometido.



Escena II

 

GETA.

 

GETA.-  Yo no he visto en mi vida hombre más sagaz que Formión. Vine a su casa a decirle como teníamos necesidad de aquel dinero, y por qué vía lo habíamos de haber. Apenas le había dicho la mitad de mi plan, cuando ya me había entendido; alegrábase y alabábame, deseaba toparse con el viejo, daba gracias a los dioses de que se le ofreciese ocasión en que él pudiese mostrar ser tan amigo de Fedro como de Antifón. Díjele que me espérase en la plaza, y que yo le daría allí el viejo en las manos.  (Viendo a DEMIFÓN.)  Pero hele aquí.  (Viendo a CREMES.)  ¿Quién es el de más allá?  (Reconociéndole.)  ¡Ta, ta! El padre de Fedro es venido. Pero, asno de mí, ¿de qué me recelo? ¿de que por uno se me ofrecen dos a quien engañe? Por mejor lo tengo aprovecharme de esperanza doble. Pediréselo a éste a quien determiné primero, y si él me lo da, bástame; y si de él no recabo nada, entonces la emprenderé con el recién venido.


  -347-  

Escena III

 

ANTIFÓN, GETA, CREMES, DEMIFÓN.

 

ANTIFÓN.-    (Oculto durante toda la escena.)  Aguardando estoy que vuelva Geta. Pero a mi tío veo con mi padre. ¡Ay de mí! ¡Cuánto temo a qué parte inclinará a mi padre su venida!

GETA.-   (Aparte.)  Voy a ellos.  (Adelantándose.)  Bien venido seas, Cremes.

CREMES.-  Estés en hora buena, Geta.

GETA.-  Mucho me alegro de verte venir bueno.

CREMES.-  Así lo creo.

GETA.-  ¿En qué se entiende?

CREMES.-  Al llegar he hallado aquí, como acaece de ordinario, muchas novedades.

GETA.-  Verdad es. ¿Y de Antifón sabes lo que pasa?

CREMES.-  Todo.

GETA.-   (A DEMIFÓN.)  ¿Hasle contado tú...?  (A CREMES.)  ¡Qué indignidad, Cremes, cogernos así a traición!

DEMIFÓN.-  De eso estaba tratando ahora con mi hermano.

GETA.-  Pues, cierto que yo también, rumía que rumía el caso, he hallado, si no me engaño, camino por donde esto se remedie.

DEMIFÓN.-  ¿Qué camino, Geta, qué remedio?

GETA.-  Al partirme de ti, topeme casualmente con Formión.

CREMES.-  ¿Quién es Formión?

GETA.-  El que a esa mujer...

CREMES.-  Ya.

GETA.-  Pareciome bien tantear su opinión. Tómole al hombre aparte, y dígole: «¿Por qué no procuras, Formión, que este negocio se arregle entre vosotros por las   -348-   buenas, que no con enojo? Mi amo es muy liberal y enemigo de pleitos. Porque todos sus amigos le daban por consejo, de común parecer, que echase a esa mujer por la ventana».

ANTIFÓN.-   (Aparte.)  ¿Qué empresa es la de éste? ¿O en qué ha de venir hoy a parar?

GETA.-  «¿Piensas que la justicia le castigaría si la echase de casa? Ya eso está bien averiguado. ¡Sí! Mucho tendrás que sudar, si con un hombre como él emprendes pleito; tanta es su elocuencia. Pero pongo por caso que le condenasen, no corre por eso riesgo su persona, sino su dinero». Cuando yo vi que el hombre se ablandaba con estas palabras, dígole: «Aquí no nos oye nadie. Dime por tu vida: ¿con qué holgarías que te untasen las manos porque mi amo se quite de pleitos, y esta mujer salga de casa y tú le dejes en paz?»

ANTIFÓN.-   (Aparte.)  ¿Están bien los dioses con aquél?

GETA.-  «Porque yo sé, que si tú te allegas a lo de razón, según que él es hombre de bien, no atravesaréis hoy entre vosotros tres palabras».

DEMIFÓN.-  ¿Quién te manda a ti decir eso?

CREMES.-  Antes no podía por mejor medio llegar a lo que deseamos.

ANTIFÓN.-   (Aparte.)  ¡Perdido soy!

CREMES.-  Pasa adelante.

GETA.-  A los principios el hombre poníase furioso.

CREMES.-  Dime, ¿qué es lo que pide?

GETA.-  ¿Qué? mucho. Cuanto quiso.

CREMES.-  Di.

GETA.-  Dice, que si le diesen un buen talento...

CREMES.-  ¡Antes garrote, sí! ¡Qué poca vergüenza!

GETA.-  Lo que yo le dije. «Dime, ¿qué más diera mi amo, si casara una hija única? De poco le sirvió el no tenerla, pues ha hallado quien le pida dote». Finalmente, por acortar razones, y dejar aparte sus necedades, ésta fue su última resolución: «Yo, dice, desde el principio deseé casarme con la hija de ese amigo mío  (Alude a FANIA,   -349-   hija de ESTILFÓN, nombre supuesto de CREMES.) , como fuera razón, porque consideraba cuán perjudicial le era a ella, una pobre, casarse con un hombre rico para ser esclava; pero, hablándolo aquí entre los dos sin cifras, yo tenía necesidad de una mujer que me trajese algo con que pagase lo que debo. Aun ahora, si quiere Demifón darme lo que me dan con otra, que me está prometida, más querría yo casar con Fania que con otra ninguna».

ANTIFÓN.-   (Aparte.)  Ni sé si me diga que esto lo hace de puro tonto o por bellaco; o si a sabiendas o a necias.

DEMIFÓN.-  ¿Y si él debe las entrañas?

GETA.-  «Un campo, dice, tengo empeñado» diez minas.

DEMIFÓN.-  ¡Ea, ea, cásese; que yo se las daré!

GETA.-  «Unas casuchas también están en otras diez».

DEMIFÓN.-  ¡Uy, uy, que es mucho!

CREMES.-  No des voces, pídemelas a mí esas diez.

GETA.-  «Para la mujer habré de comprarla una esclavilla; además de esto son menester algunas alhajuelas de casa. También es menester hacer algún gasto en las bodas; para todo esto, dice, añade otras diez minas».

DEMIFÓN.-  Así puedes hacerme seiscientos procesos. ¡Como yo te dé un pelo!... ¿Así se ha de burlar de mí aquel bellaco?

CREMES.-  Calla que yo las daré. Solamente procura tú que tu hijo se case con la que nosotros queremos.

ANTIFÓN.-    (Aparte.)  ¡Ay de mí! ¡Geta, cómo me has perdido con tus embustes!

CREMES.-  Pues por mí sale de casa Fania, justo es que yo lo pierda.

GETA.-  «Avísame -dice- lo más presto que puedas, si me la dan, para que despida a esta otra y no esté perplejo. Porque con la otra me han ofrecido darme luego el dote».

CREMES.-  Recíbalo luego, y deshaga el contrato con los otros y cásese con ésta.

DEMIFÓN.-  ¡Que mal provecho le haga!

  -350-  

CREMES.-  A propósito me traje conmigo ahora el dinero que me rentan las granjas de mi mujer en Lemnos; de allí lo tomaré, y a mi mujer le diré que tú lo habías menester.



Escena IV

 

ANTIFÓN, GETA.

 

ANTIFÓN.-   (Muy enojado.)  ¡Geta!

GETA.-  ¿Qué?

ANTIFÓN.-  ¿Qué has hecho?

GETA.-  Que les he pescado a los viejos el dinero.

ANTIFÓN.-  ¿Y basta eso?

GETA.-  No sé en verdad; esto se me mandó.

ANTIFÓN.-  ¡Oh... azotado! ¿Al revés de lo que te pregunto me respondes?

GETA.-  ¿Pues qué dices?

ANTIFÓN.-  ¡Qué te tengo de decir! Por tu causa llanamente me tengo yo de echarme un dogal al cuello. Los dioses y diosas, todos, los de arriba y los de abajo con extremados castigos te confundan. ¡Oh! A tal como éste le habéis de encomendar lo que quisiereis que se negocie bien; que él os llevará al mayor peligro, cuando más en paz estéis. ¿Qué mayor daño me pudiste hacer, que tocar en la llaga y hacer mención de la mujer? Hasle dado esperanza a mi padre de poderla echar de casa. Dime, pues, ahora si Formión recibe el dote, de necesidad se habrá de llevar a su casa la mujer; ¿qué será de mí?

GETA.-  No la llevará.

ANTIFÓN.-    (Con ironía.)  ¡Quiá! Y cuando le pidan el dinero, antes se dejará llevar a la cárcel por nuestro respeto!

GETA.-  Nada hay, Antifón, que no se pueda empeorar   -351-   , contándolo mal. Tú callas lo bueno y dices lo malo. Pues óyeme ahora a mí por el contrario. Si recibiere el dinero, habrá de llevarse la mujer, como tú dices: concedido. Pero con todo eso, se le ha de dar lugar de aparejar las bodas, de convidar, de celebrar los sacrificios: entretanto, le darán a Fedro sus amigos lo que le ofrecieron, con lo cual Formión podrá devolver a ésos su dinero.

ANTIFÓN.-  ¿Cómo? ¿Qué excusa les dará?

GETA.-  ¿Eso me preguntas? Mira qué de excusas: «¡Después acá me han sucedido prodigios! Un perro negro de un vecino se me ha entrado por casa; una culebra ha caído del tejado por las canales de mi patio; hame cantado como gallo una gallina; no me ha consentido casarme un adivino; un agorero me ha dicho que no emprenda negocio de nuevo antes del día más corto del invierno». Esta no tiene vuelta. Todo esto se hará así.

ANTIFÓN.-  ¡Con tal que él lo haga!...

GETA.-  Lo hará, yo te lo juro. Tu padre sale. Ve y dile a Fedro como ya tiene el dinero.



Escena V

 

DEMIFÓN, GETA, CREMES.

 

DEMIFÓN.-   (A CREMES.)  Descuida, te digo, que yo procuraré que él no nos engañe. Y no dejaré el dinero de mi mano sin presentar testigos de como se lo doy. Y declarar allí la razón por que se lo doy.

GETA.-   (Aparte.)  ¡Cuán cauto es donde no es menester!

CREMES.-  Así cumple que lo hagas. Y date prisa, mientras está caliente su afición. Porque, si le hurgan con la otra, podría ser que nos dejase en blanco.

GETA.-   (Aparte.)  Muy bien has dado en la cuenta.

DEMIFÓN.-   (A GETA.)  Llévame, pues, donde él está.

GETA.-  Andando.

  -352-  

CREMES.-  Luego que hayas hecho eso, pásate por casa, y dile a mi mujer que fiable con esta moza  (Alude a FANIA.)  antes que de aquí se nos vaya, y le diga como la hemos casado con Formión, porque no se queje de nosotros. Y que más le vale casarse con aquél, que le es más conocido; y que nosotros ya hemos hecho con ella lo que debíamos; y le hemos dado todo el dote que ha pedido.

DEMIFÓN.-   (Indignado.)  ¡Peste...! ¿Y a ti qué te importa...?

CREMES.-  Mucho, Demifón.

DEMIFÓN.-  ¿No basta que tú hagas tu deber, sino que por fuerza lo ha de aprobar la fama?

CREMES.-  Deseo que esto también se haga con la voluntad de Fania, porque no diga después que la echamos a la calle.

DEMIFÓN.-  Pues eso yo mismo puedo hacerlo.

CREMES.-  Mejor se avendrán mujer con mujer.

DEMIFÓN.-  Corriente.  (Vase con GETA.) 

CREMES.-  Pensando estoy dónde las podré yo hallar ahora.  (Alude a su hija FANIA y a su segunda mujer, que han venido de Lemnos.) 




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