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Fraga. Inscripciones romanas e ibéricas

Fidel Fita Colomé



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Antecedentes

Hace medio año hallaron eco en la prensa y en correspondencias particulares las exploraciones arqueológicas que con acendrado patriotismo y noble desinterés llevaba adelante el doctor D. José Salarrullana en su ciudad natal. En 31 de Marzo el Gobernador de la provincia de Huesca, obrando como Presidente de la Comisión de Monumentos, dió parte oficial del suceso á nuestra Academia:

«"Excmo. Sr.:

El Alcalde de Fraga1, con fecha del 26 actual, dice á este Gobierno civil lo que sigue:

Ilmo. Sr.:

Llegada á esta Alcaldía la noticia reiterada de que en este término municipal, sitio denominado de Santa Quiteria, en el monte de Litera, y en propiedad que lleva á cultivo D. Francisco Villanova, se practicaban   —258→   excavaciones y se habían encontrado algunos vestigios de ruinas, he tenido á bien, acompañado de una Comisión de este Ayuntamiento, girar una visita de inspección ocular al sitio de los hallazgos; y en efecto, hemos visto comprobado que los trabajos hasta hoy realizados por el joven doctor en Letras D. José Salarrullana, con autorización y juntamente con el poseedor de la finca, Sr. Villanova, han dado buen resultado, descubriendo unos preciosos y artísticos suelos de un mosáico curioso é indudablemente de valimiento por la perfección de sus variados dibujos.

Siendo desconocidos los antecedentes históricos de estas derruídas edificaciones, y de segura valía el hallazgo, creo de mi deber ponerlo en conocimiento de V. S. por si cree del caso notificarlo á la Comisión de Monumentos ó al Museo de Arqueología, y que puedan venir personas peritas á desentrañar el origen y época de la construcción, aportando nuevos datos á la historia de esta región, y asimismo elementos á las artes de dibujo y ornamentación que acaso entraña de provecho ó utilidad el descubrimiento. Dígnese á la vez manifestar á esta Alcaldía si se han de adoptar medidas de vigilancia, que tiendan á la conservación de los descubrimientos hechos hasta la fecha."

En vista de esta comunicación he reunido á la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de la provincia, y enterada la misma de cuanto en aquella se indica, ha acordado participarlo á V. E., tanto para cumplimiento del párrafo 3.º del art. 24 del Reglamento vigente, que así lo ordena, cuanto para manifestar la imposibilidad en que se encuentra de tomar, como de iniciativa propia, determinación alguna por carecer de toda clase de recursos; mas como ella no ha de olvidar sus deberes, acordó por de pronto rogar á la celosa autoridad de Fraga que procure conservar cuidadosamente la parte descubierta para que no sufra deterioro alguno hasta que de V. E. se reciban oportunas órdenes de lo que deba hacerse; que valiéndose del autor de las excavaciones ó de otra persona perita, se sirva proporcionar detalles más precisos respecto á la extensión que mide el mosáico encontrado, materiales que lo forman, explicación más ó menos perfecta de su dibujo, si en éste se ven figuras, si la parte descubierta es un solo trozo ó continúa enterrado, si la excavación ofrece dificultades ó es de poca importancia, y cuanto contribuya á formar idea aproximada de su valía é interés histórico. Una vez recogidas tales   —259→   noticias por esta Comisión, se elevarán á V. E., para su conocimiento á fin de que determine lo que deba hacerse.

Lo que tengo el honor de participar á V. E. para su noticia y efectos oportunos.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Huesca, 31 de Marzo, 1894.

El Gobernador Presidente, Félix Martín Berganza.-El Vocal Secretario, Justo Formigales.

Excmo. Sr. Director de la Real Academia de la Historia.»




Con oficio del 21 de Abril, firmado por su Vicepresidente don Vicente Carderera, la Comisión de Huesca nos remitió, timbrándola con su sello, una breve reseña de los descubrimientos, suscrita el día 6 del propio mes por el Dr. Salarrullana. Dice así:

«Entre los kilómetros 3 y algo más allá del 5 de la carretera de tercer orden de Fraga á Alcolea, y á una distancia como de doscientos pasos de dicha vía, en la orilla izquierda del río Cinca, y en terreno de aluvión ó arrastre, he encontrado inequívocas huellas, innumerables vestigios, muchos trozos de muro que están como dando testimonio de la existencia de un centro, más ó menos importante, de antigua civilización.

La desidia y la ignorancia de algunos de mis paisanos por una parte, y por otra los continuos desprendimientos ocasionados por las lluvias y las crecidas del Cinca, han causado irreparables pérdidas, que nunca llorará bastante el verdadero amante de la historia patria. Grandes sillares esmeradamente labrados, con alegorías unos, otros con inscripciones, han sido arrastrados por la corriente.

Así y todo he hallado á flor de tierra en algunos parajes copiosos restos de cerámica, grandes trozos, basamentos y capiteles de columnatas, cornisas, piedras de sillería con módulos, dentellones, etc.; monedas con bustos de Trajano y Adriano y de posteriores tiempos, algunas indescifrables, y dos lápidas con inscripciones. No es menor el número de sepulturas, formadas   —260→   por cuatro losas laterales y una ó dos superiores que cubren el nicho, longitudinal y ligeramente inclinadas, estando la parte correspondiente á la cabeza algunos centímetros más elevada que su opuesta. Algunos de los sepulcros se hallan rellenos de tierra con el esqueleto intacto, de considerable estatura en general y en buen estado de conservación; otros vacíos, también con el esqueleto entero, que se reduce á polvo al simple contacto, ó bajo la influencia de la luz. En algunos se encuentra un objeto de cerámica, una moneda ó una concha; por cierto que conservo una con un orificio en su parte central.

Practicando excavaciones de menos de un metro, y á lo sumo de metro y medio, los hallazgos son más importantes. Trozos innumerables de mosáico, de alabastro, mármol cincelado y con distintas aguas, lienzos de pared de yeso cubiertos de una pintura, sencilla sí, pero muy fresca y que revela grandes adelantos en la preparación y composición de los colores; clavos, escorias de hierro, cobre, ladrillos con una moldura lateral y uno de estos con la estampilla de la fábrica de su procedencia, tejas, etc., etc.; todo esto de una consistencia asombrosa que da una idea clara de su excelente elaboración. Son en mi poder un trozo de un gran ladrillo con dos apéndices en su parte inferior y un tubo de estaño. Estos y otros muchos objetos se encuentran entre las ruinas, y es de notar el hallazgo de una estatua de bronce que tal vez tuvo templo, pues representa á Venus.

Profundizando en el terreno, se han descubierto paredes enteras, revocadas con yeso y pintadas, imitando al mármol los cuadros existentes sobre los zócalos cubiertos de colores oscuros; grandes cantidades de ceniza, carbón, madera y vigas carbonizadas, y tres mosáicos correspondientes á otros tantos departamentos de un solo edificio.

El mosáico más próximo al río ha desaparecido á golpes de piqueta empuñada por manos ignorantes. Su dibujo no era tan complicado como el de los dos restantes, formados por piedrecillas del río de diversos colores. Últimamente se han encontrado pequeños residuos de mosáico, cuyas partes constitutivas son mucho más diminutas y formadas de piedrecitas de cristal y alabastro. Líneas rectas, elipses, grecas, enlaces, cuadros, figuras   —261→   caprichosas, hojas de hiedra y pámpanos, en combinación artística, siempre armoniosa, producen un conjunto admirable.

¿Cuál era el nombre romano de ese paraje? Lo ignoramos. Llámase Pilaret (pilarcico) de Santa Quiteria, por su posición elevada sobre el Cinca, y Miralrio, porque lo mira hacia Poniente. Desde allí se atisba la silueta de Miralsol (que mira al Oriente), aldea de Fraga, sentada sobre la orilla opuesta. De creer es que su nombre antiguo esté designado por el documento del Llibre vert de Lleydra, que marca los límites del término jurisdiccional de Lérida y se conserva en el archivo municipal de aquella ciudad: "et usque a(d) Castillon, qui est super ipsa bataylla de Fraga et vadit usque ad clamorem, qui est inter Zaydi(n) et Fraga, ubi fuit la bataylla dels Almoravites". En este sitio, ó muy cerca de él, se dió la célebre batalla (7 Septiembre 1134) por los reyes moros de Lérida y Fraga contra Alfonso I de Aragón, que en ella pereció juntamente con la lucida pléyade de magnates que le acompañaban: Centullo de Bearne, Aimerico de Narbona, Gómez de Luua, Lope Caixal y otros muchos caballeros. No ha faltado quien ha creído que estas ruinas lo son de la antigua Mendiculeia. Falta probarlo. La regularidad de las líneas y los arcos de medio punto en los edificios, los mosáicos, monedas, inscripciones, etc., declaran abiertamente que fué población romana.

En su destrucción intervino la acción del fuego. Ya he notado la gran cantidad de pavesas que entre los escombros aparece. Ahora debo añadir que en una extensión considerable de terreno, en los cortes casi verticales del mismo, producidos por las aguas de lluvias tormentosas que se despeñan al río, y á una profundidad como de dos palmos ó palmo y medio, se observa una capa de casi dos centímetros de espesor, compuesta de ceniza, carbón y muchos huesos.

De la situación estratégica que tuvo este lugar, alguna idea dan los fuertes protectores, alineados en las cumbres de los más elevados montes de la banda oriental. Uno de ellos tiene un foso abierto en el istmo, que le pone en comunicación con los llanos de Monreal, es decir, con el único punto expuesto á un ataque del enemigo.

Las razones dichas y la facilidad y economía con que pueden   —262→   practicarse las excavaciones, deben ser un motivo altamente poderoso que excite á la Real Academia de la Historia á entender en el asunto.

Sería negra ingratitud terminar esta breve reseña sin tributar antes un voto de gracias al digno Alcalde de esta ciudad D. Felipe Lafuerza, y á su celoso Diputado provincial D. Gervasio Badía, y en general á las personas ilustradas de esta población por la protección que a mi pequeño trabajo han dispensado contra las imperiosas exigencias de los propietarios de la finca donde aquel ha tenido lugar.

Fraga, 6 de Abril de 1894.

José Salarrullana, doctor en Filosofía y Letras




En carta del 25 del corriente Septiembre, que hoy (28) recibo, me dice el Dr. Salarrullana:

«Poseo la inscripción ibérica, que encontré dos meses antes que los pavimentos de mosáico. Medía unos 78 centímetros de largo por 33 de ancho. Hoy sólo mide 58 centímetros de largo; pues con muy mal acuerdo y en mi ausencia, para disminuir su peso, el encargado de traérmela á mi casa, rascó algo su reverso y su parte inferior, aunque dejando intacta la inscripción. Se remitió un calco de la misma al Sr. Pano, pues me lo pidió bajo ciertas condiciones. Tiene también una ligera copia D. Pablo Gil, Catedrático que fué mío en la Universidad de Zaragoza. Conservo un capitel y parte del fuste de una columna de considerable diámetro, un fragmento de un canalón de estaño, trozos de vajilla y mosáico romanos. Encontré dos lápidas más, pero cuando fuí á buscarlas, al día siguiente de su hallazgo y traerlas en una caballería, me encontré con que me las habían arrebatado durante la noche. La una era romana con esta inscripción:

Inscripción

La otra si mal no recuerdo consistía en dos series de M muy abiertas y enlazadas unas con otras, y no recuerdo bien si algo   —263→   más. Ahora trabajo por descubrir el poseedor del ladrillo con inscripción. No sé cómo se conserva ningún objeto, porque la ambición impulsó á algunos vándalos á destruirlo todo. La línea interior de emplazamiento de las ruinas se extiende en algunos puntos hasta 20 ó 30 m.»




Para completar estos antecedentes debo recordar que el calco de la inscripción ibérica, proporcionado por el Dr. Salarrullana á D. Mariano Pano, nuestro Correspondiente en Monzón, y remitido por éste á nuestra Academia, está hecho en papel de estraza, y no es tan perfecto que quite toda vacilación acerca de la configuración verdadera de los trazos y rastros de algunas letras en la piedra original. Para suplir á este defecto he pedido nuevo calco, y, á ser posible, una fotografía.

Las «dos series de M muy abiertas y enlazadas unas con otras», que distinguían á una de las dos lápidas extraviadas ó destruídas, anuncian otra estela ibérica parecida á la encontrada en Cretas, no muy lejos de Fraga, cuyo diseño publicó Lorichs2 y reproduce Hübner3, si bien las mismas series ó franjas exornativas pudieron pertenecer á una estela romana.






Miliarios de Fraga

La vía edetana por la derecha del Ebro, que salía de Zaragoza y está indicada por el Ravenate4, corresponde, en parte al menos, á la línea férrea, inaugurada este año5, que podría tener fácil y pronto acceso á Lérida y Fraga desde la estación del Fayón.   —264→   Entre Mequinenza y Vinebre, el Fayón y Mora de Ebro, hay que buscar el emplazamiento de poblaciones antiquísimas, cuyos monumentos arrojarán intensa luz sobre el cuadro histórico de las campañas de Aníbal, Sertorio y Julio César en la España Citerior. En Vinebre se ha recogido una inscripción trilingüe de la época visigoda6, y algunas romanas en Fabara y Chiprana7. Quizá la vía edetánica se alejaba del Ebro desde Chiprana y Caspe, y remontaba el Guadalope, bifurcándose en Alcañiz. El ramal del Ebro iría en busca del Matarraña por Val del Tormo, y no llegaría á Fabara sin pasar por Maella y Mazaleón, donde tal vez estuvo la edetana Deoni/xa de Ptolemeo, Leonica del Ravenate. Mazaleón pertenece á la diócesis de Zaragoza, Fayón á la de Lérida; lo cual no es pequeño indicio de que la Ilergecia, cuyo límite natural es el Ebro, ha debido sufrir algunas modificaciones. Jelsa y Bujaraloz están sobre la izquierda del gran río, y sin embargo figuran en la diócesis de Zaragoza8. El territorio de Jelsa, Ke/lsa de Estrabón y de Ptolemeo, era seguramente ilergético. En mi opinión las perturbaciones de límites han provenido, no rara vez, de la dirección de las vías, que servían de fácil acomodamiento ó transacción entre jurisdicciones contendientes.

La antigua y muy frecuentada carretera general de Madrid á Barcelona, en su trecho de Zaragoza á Lérida9, representa la vía romana, que sigue la ribera izquierda del Ebro hasta vadear el Cinca á los pies de Fraga, y aquí se distribuye en varios ramales, siendo el principal el que sube á Lérida por la derecha del Segre. Entre Bujaraloz y Candasnos vemos el lugar de Peñalva, cruzado por la carretera general. Un mismo término es divisorio de Bujaraloz y Peñalva, de las diócesis de Zaragoza y Lérida y de las provincias de Zaragoza y Huesca. La razón, si mal no creo,   —265→   consiste en la bifurcación de la vía, que desde el término de Peñalva dirige su menor brazo ó travesía de los fierros hacia el SO. para rematar en el puente de piedra que tenía Jelsa sobre el Ebro, imperando Augusto10. La ribera derecha era edetana, y en ella, cerca del puente, hacia la estación de La Zaida y la confluencia del río Martín, cabe fijar la situación de Beleia, que dió por ventura su nombre á la fronteriza Belilla, y se cita como próxima á Jelsa en la descripción de Plinio11.

La vía ó travesía de los fierros (así llamada por la dureza de su cemento), que desde el puente de Celsa se mantiene todavía firme al Sur de Bujaraloz12 hasta Peñalva, comienza en este lugar á dar muestra de sí con varios miliarios, erigidos en el año 7 ú 8 antes de J. C. Además del de Peñalva (Hübner, 4917), cuatro, nada menos, se han visto (Hübner, 4920-4923) al Oriente de Candasnos, en las inmediaciones de la carretera general, antes de cruzar el Cinca13. Uno (4923) distaba 1 km. de Candasnos; los tres restantes no más de 4 km. al SO. del puente de Fraga, por donde torcía la carretera junto al lugar de Torrent y el convento trinitario de San Salvador. Este convento había sido ermita muy renombrada14, y en sus ruinas y subsuelo se ocultan indudablemente monumentos arqueológicos de mucha entidad. Una misma inscripción augústea, salvo el número de las millas, ofrecíase por estos miliarios á los ojos del viajero:

  —266→  

IMP · CAESAR · DIVI · F
AVGVSTVS · COS · XI · IMP · XIII
TRIBVNICIA · POTESTATE · XVI
PONTIFEX · MAXIMVS
VIA · AVGVSTA

¡Lamentable pérdida la del epígrafe imperial, que descubrió el Dr. Salarrullana, y que le fué arrebatado durante la noche que siguió al día de su descubrimiento! En carta, que hoy le mando, reclamo de su memoria la descripción exacta del fragmento, que quizá fué monumental de la construcción del puente, ó de la dirección de una de las vías, que se espaciaban á la izquierda del Cinca, bien fuese á Lérida por Alcarraz, ó transversal á Monzón para empalmar con la que subía de Tarragona á Huesca. Conocíamos esta última por el Itinerario de Antonino15, donde se ve claro que Fraga no puede reducirse á Mendiculeia, que estaba hacia Benifar y muy lejos del Ebro. No puede negarse que esta vía existiese amojonada imperando Augusto. Estrabón la describe así16: «La distancia que hay desde Lérida al Ebro, caminando hacia el occidente, es de 160 estadios; á Tarragona, que cae al Sur, cerca de 460 estadios; á Huesca, que está al Norte, 540.»

Las líneas itinerarias que unen á Lérida con el Ebro, consideradas estratégicamente, nos guían á promover excavaciones y reconocimientos, cuya iniciativa, digna de secundarse con sumo interés por nuestra Academia, corresponde en el siglo XVI al ínclito D. Antonio Agustín, oriundo de Fraga17. Fué obispo de   —267→   Lérida (años 1561-1576), y notó que en esta ciudad «en las huertas de Pedro Gort, en una piedra redonda miliaria», se veía esta inscripción (Hübner, 4924):

Inscripción

Q(uintus) Fabius Q(uinti) f(ilius) Labeo preco(n)s(ul). XCII.

Quinto Fabio Labeón precónsul. (Millas) 92.

El miliario se labró en tiempo de la República, y probablemente en el año 182 antes de J. C. La gran vía, que recibió mucho más tarde el nombre de Augusta, desde Ampurias á Cartagena, estaba amillarada por los romanos, cuando á mediados del segundo siglo Polibio escribió sus historias18. Para tener enfrenada la Citerior, y llevar la guerra con ventaja al corazón de la Celtiberia, se hacía preciso á los precónsules y pretores, residentes en Tarragona, tener á su disposición la vía de Huesca y desde ella expedito el paso del Ebro por Tortosa, Jelsa y el puente de Zaragoza. En Lérida se hallaba el centro de operaciones, como bien á las claras lo indica Estrabón, y en su puente del Segre, el principal resorte de la fortuna de Julio César19. Este puente era de piedra, como lo testifica Lucano20:

  —268→  

«Colle tumet modico, lenique excrevit in altum
Pingue solum tumulo; super hunc fundata vetusta
Surgit Ilerda manu. Placidis praelabitur undis
Hesperios inter Sicoris non ultimus amnes,
Saxeus ingenti quem pons amplectitur arcu.»



Las 92 millas, ó 136 km., se cumplen aproximadamente en el cruce del Llobregat (Rubricatum), término de la antigua Ilergecia, ya se midan por el ferrocarril cayendo entre las estaciones de Monistrol y Olesa, ya sobre la carretera general de Madrid en el puente romano de Martorell (Ad Fines), pudiendo considerarse ambos trayectos, como ramales gemelos de la vía Augusta, que venía del Ampurdán, y en la mansión Arragone (castrum Arrahone, cerca de Sabadell), ó en el mismo puente de Martorell se partía. Falta encontrar miliarios que nos digan de una manera terminante la última palabra sobre esta cuestión, pero el hecho de leer el nombre de vía augusta en los mojones romanos alineados de Tarragona á Tortosa y de Fraga á Bujaraloz, es muy significativo.

Lo más notable es observar en uno de los miliarios de Fraga la demostración del curso de la misma vía en tiempo de la República. Este cilindro augusteo (Hübner, 4920, 4925) conservaba en su faz posterior la inscripción de su primitivo destino. Zurita la leyó así:

Inscripción

Contándose en Lérida por el miliario coetáneo 92 millas, las del presente serían 114. El trueque del numeral CX en XC fácilmente se hace, ó por error de copia, ó por estar gastada la piedra. La diferencia entre los números de ambos miliarios se infiere por el trazado de la carretera general. De Lérida á Fraga hay 5 leguas ó 20 millas, y desde Fraga hasta el sitio donde se encontró el miliario unos 3 km. ó 2 millas. ¿Sería Fraga la Otogesa de Julio César? Esta ciudad acuñó moneda ibérica representando en el   —269→   anverso una cabeza varonil imberbe y tres delfines, y en el reverso un jinete vibrando lanza. En el exergo se lee:

Inscripción

Desde su elevada fortaleza y vías estratégicas domina Fraga los tres ríos, ó delfines, que bullen á su alrededor: el Ebro, el Segre y el Cinca, que engrosado en Vallobar por el Alcanadre, arrebata los despojos de sus riberas, como lo ha descrito el Sr. Salarrullana y lo describió Lucano hace más de diez y ocho siglos21:


«Explicat hinc tellus campos effusa patentes,
Vix oculo prendente modum; camposque coerces,
Cinga rapax, vetitus fluctus et littora cursu
Oceani pepulisse tuo; nam gurgite mixto,
Qui praestat terris aufert tibi nomen Iberus.»






Inscripciones ibéricas

Al oriente de Fraga, hacia el término de esta ciudad, entre Soses, Aitona y Serós, descubrióse hace medio siglo un cementerio ilergético, y en él antiguas monedas que se despreciaron, y acaso lápidas de inestimable valor. De tan rico tesoro salió un hermoso anillo, que el Sr. Pujol expuso fotograbado en el tomo XV, pág. 167, de nuestro Boletín, y estudió doctamente. «El anillo, dice, es de plata, y lleva engarzado en el centro de un óvalo, con ornamentación granular, un camafeo labrado en un ónice de color melado, representando un personaje mirando á izquierda, desnudos los brazos y con barba y pelo crespo recogido en sortijas, a semejanza de los que se observan en las efigies de los anversos de la mayoría de las monedas ibéricas del Norte y Centro de España. En el aro, en cuyos bordes sigue el ornato que engalana el óvalo, campea repujada la leyenda siguiente:

  —270→  

Inscripción

En la quinta letra se distingue la soldadura del aro.»

Hübner ha reproducido el diseño de este epígrafe22, advirtiendo que las dos letras que le dan remate están separadas por un punto. Entiende que la lectura de los siete caracteres, más probable, parece ser

1 2 3 4 5 6 7

s l s d o t ce

y deja en suspenso la interpretación, porque ignoramos si se trata de vocablos apelativos ó propios. Si fueren dos ó uno propio de una sola persona, fácilmente se puede estimar, á juicio de Hübner, que ésta se nombraría

Salisa Dotice;

estimación confirmada por otros nombres que son ciertamente ibéricos23.

El Sr. Pujol había dado á la Símbolo de esta inscripción el valor de r. No niega Hübner la posibilidad; pero prefiere el valor de o24, al efecto de atenuar la preponderancia de las consonantes en todo el epígrafe. El resultado no es de largo alcance, y nos deja en la obscuridad; mas por de pronto el fragmento lapidario de Cretas, región poco distante de Fraga, sobre la ribera del Matarraña, al otro lado del Ebro, nos hacía presagiar el descubrimiento de mayor luz, al paso que vertía la suya de raudal no despreciable.

El monumento de Cretas es una lápida, al parecer, mortuoria, que ha perdido la mitad inferior; y por el tipo de su ornamentación,   —271→   severa y grave, se ajusta á la del anillo argénteo de Soses. Su perímetro de adorno era ciertamente de figura cuadrangular; ancha, 0,65 m.; alta, el doble. La piedra estaba proporcionada para cobijar un sepulcro ó para erguirse, como estela, á flor del suelo, hundiendo bajo la tierra el desnudo pie. Exhibe Hübner25 el diseño, debido al Sr. Fernández Sanahuja, y lo compara al de Lorichs; mas los diseños, en lo tocante á la inscripción, varían. Quince años há logré un vaciado en yeso, que me proporcionó el Sr. Villarroya, canónigo de Tortosa, y cedí al Sr. Zóbel, quien supongo lo conservará en Manila. Deseoso de apurar la verdad epigráfica, pues no guardo copia del vaciado, escribí hace un mes á D. José Omellas, párroco del lugar de Cretas. No ha tenido la preciosa lápida buena fortuna. Ya no permanece en la fachada de la masía del Folet de Vidiella; pero la buscará el Sr. Omellas, pues no cree que esté perdida; y en demanda de otras explorará los alrededores de la fuente de la Roca.

Inscripción

AB, BC, BE, DE, EF. Franjas interiormente ribeteadas de una línea ondulante en zigzag, á manera de una viria ó brazalete céltico.-g g. Cúspide de azcona ó venablo,-l l l. Astas ó cúspides de lanza. Desde el centro de toda la figura, ó vértice del ángulo, al que convergen las líneas BC y ED, se repetiría simétrico el cuadrado   —272→   formado por la mitad superior de todo el monumento. Cabe imaginar que el centro del eje perpendicular estuviese cruzado de una franja horizontal, resultando así un simbolismo de consideración y análogo al del rosetón ó estrella de seis rayos, inscrita en un círculo que distingue el monumento ibérico de Fraga. El de Cretas ha perdido la mitad de su inscripción, que estuvo alineada dentro del cuadro y á lo largo de la franja horizontal inferior.

Las variantes del texto fragmentario no alteran esencialmente el sentido ni la lectura. En una de las copias, el último tipo se expresa por Símbolo, que no puede ser sino r. Hübner ha leído:

calusceldr.

Pregunta en primer lugar si son dos vocablos, en cuyo caso la interpretación latina podría ser Calussa Celdr(ontis filius), ó bien Calusc(os) Eldr(ontis). En caso contrario, si fuere una sola palabra, no debemos olvidar que la serie de los nombres ibéricos ya conocidos, como Tannegiscerris y otros, satisfacen al intento26.

Á cuestiones tan arduas, ningún asidero sobra. Las tres lanzas y dos azconas ó azagayas inducen á pensar que el difunto no era niño, sino varón, y que la escultura se encargó de poner á la vista el recuerdo de las armas con las que fué enterrado. La gran pátera de Segovia, orlada de inscripción ibérica, representa asimismo á un guerrero armado de tres venablos y una lanza, como   —273→   lo hace observar agudamente Hübner27; y por mi parte he de añadir, en confirmación, que esta costumbre se perpetuaba en el siglo XII por los navarros y vascongados, según se infiere del más antiguo texto que poseemos de la lengua euscara y descubrí en el archivo de la catedral de Compostela28: «Ubicumque Navarrus aut Basclus pergit, cornu ut venator collo suspendit et duo jacula aut tria, que auconas vocat, ex more manibus tulit.»

La lanza pudo ser emblema del Ibero y la azcona del Celta. Pruébase lo primero por un texto de Marco Varrón, que refiere Quintiliano29 y lo segundo por otro de Virgilio30:


«Galli per dumos aderant, arcemque tenebant,
Defensi tenebris et dono noctis opacae;
Aurea caesaries ollis atque aurea vestis;
Virgatis lucent sagulis; tum lactea colla
Auro innectuntur; duo quisque Alpina coruscant
Gaesa manu, scutis protecti corpora longis.»



El gaeso gai+son era distintivo de los Galos, y en su lengua se nombraba gaesos gaiso/j el varón esforzado, según lo previene Servio comentando el precitado texto de Virgilio31. Podemos conjeturar que esta arma, esculpida en el monumento de Cretas, no es ajena á la significación del nombre Inscripción (Gallus?), que da comienzo al epígrafe. No puede negarse que el emblema de esta arma y el de la lanza ibérica distinguen las monedas de los Celtíberos; de quienes, acampados como estaban entre Fraga y Lérida, cantó Lucano32:


...profugique a gente vetusta
Gallorum Celtae miscentes nomen Hiberis.

  —274→  

La piedra insigne de Fraga, que descubrió el Dr. Salarrullana y guarda en su poder, medía cuando estuvo entera «unos 78 centímetros de largo por 33 de ancho», y el pie que le aserraron tenía de alto 20 cm. De creer es que estuvo enhiesta sobre alguna de las innumerables sepulturas del Pilaret de Santa Quiteria, formadas por cuatro losas naturales y una ó dos superiores, a manera de tabla ó imitación de los dólmenes. Como la ibérica de Barcelona33, presenta esta lápida en su coronamiento una rueda que semeja en mi concepto el curso de la diosa triforme (Luna - Diana - Hécate), la luz de los finados (illarguiá), como la llama el vascuence. Para mayor claridad la estela de Barcelona esculpe debajo de la rueda de ocho radios la media luna; simbolismo que á menudo se advierte en las tumbas latinas funerales de toda la España Citerior, y se traba con el culto ibérico de Luna, del que tanto se aprovechó Sertorio y hace referencia Estrabón34. El diámetro de la rueda de seis radios, único adorno del monumento de Fraga, es de 0,15 m., y 0,21 m. la altura del coronamiento. Debajo de éste, en haz apretado, discurren los siete renglones del epígrafe, separados por líneas ó rayas horizontales y comprendidos por un cuadro de 0,29 m. Las letras elegantísimas, hondamente grabadas, sin perfil de trazo ni adelgazamiento, son altas 0,04 m., si bien la primera y única del último renglón no excede de 0,03 m. En la separación de vocablos, comparable á la latina, el signo de división ya se figura por un punto, ya por dos, como en el bronce de Luzaga35.

  —275→  

Inscripción

El tercer vocablo se repite en la inscripción de Cretas:

Inscripción

y de rechazo aclara la del anillo de Soses

Inscripción

El segundo vocablo de nuestra inscripción no me parece ser diverso del primero de la de Cretas. Uno y otro se hacen observar, como elementos de distintas palabras en una leyenda numismática de Sagunto36.

Inscripción

Finalmente, debo advertir que el último vocablo de la inscripción que discutimos halla también lugar en el bronce de Luzaga37, seguramente celtibérico, cuyo facsímile publiqué en el tomo II del Boletín38:

Inscripción

De las 75 letras ó caracteres que acabo de reseñar, creo que las vocales sencillas son:

  —276→  

Símbolos

La distribución orgánica de las consonantes puede hacerse así39:

Símbolos40

  —277→  

Inscripción

Leo las cinco inscripciones en la manera siguiente:

Inscripción de Fraga:

Alorildui. glasyis | ereyn: kelder | ererui: atue | zikhen. erui.

De Cretas:

Kalos kelder....

De Soses:

Slsdert.ke

De Sagunto:

Iqergles-Ylkakaldur.

De Luzaga:

.... erva ...

Esta palabra sale asimismo bajo la forma

ERBA

en la inscripción ibérica de Arroyo de Malpartida (C.I.L., vol. II, 738), trazada con caracteres latinos, y de interpretación no menos difícil que las de Luzaga y de Fraga. La manifestación de este vocablo en la ribera del Cinca tiende á demostrar la unidad del idioma ibérico desde las bocas del Tajo hasta las del Ebro.

No es de suponer que en tan larga extensión de dominio lingüístico algunas letras ibéricas guardasen largo tiempo el mismo trazado ni el sonido propio de su origen. El alfabeto primitivo á   —278→   buena cuenta, por lo que podemos rastrear de las inscripciones, era uno y único, y en rigor turdetano, procediendo la escritura con arreglo al tipo semítico de derecha á izquierda, sin marcar las vocales. En la exposición del sistema gráfico, que llamamos ibérico, hecha por Estrabón41, y derivada probablemente de los escritos de Artemidoro de Éfeso, que floreció un siglo antes de la era cristiana, vemos establecida la división, entonces vigente y confirmada por los monumentos, conviene á saber, que ni la expresión gráfica, ni la fonética, era en la Turdetania, ó Bética, idéntica á la dominante en el resto de España: ou/ mia= d)idea ou/de\ ga\r glwtth mia+. En la España Ulterior, ó en la Bética y Lusitania, prevalecía el sistema libo-fénice, primordial, y con él se ajusta la configuración ó disposición de los caracteres, cuyas cúspides y trazos suspendidos del eje vertical se prolongan á mano izquierda. En la España Citerior ó Tarraconense y en la provincia de Narbona rige el sistema contrario de inclinación, y no es maravilla, porque las colonias griegas del litoral del Mediterráneo, desde Marsella hasta la frontera de la Bética, y la prepotencia de las armas romanas, vencido Aníbal, cabalmente explican este fenómeno. Las vocales ó los signos de ellas, introducidas paulatinamente en la escritura de la Citerior, pueden y deben tomarse como indicios de menor antigüedad; y así no creo distar mucho del recto criterio, asignando respectivamente las inscripciones de Soses, Cretas y Fraga á los siglos III, II y I antes de J. C.

Hay peligro de equivocación si indistintamente atribuimos el mismo valor fonético á un signo usado en regiones harto lejanas. Dentro del circuito de regiones, poco apartadas entre sí, el peligro se disminuye, aunque no negaré que el valor fundamental, ú orgánico-radical, fuese uno en toda España. Las transcripciones de algunos vocablos por las monedas bilingües y por los autores griegos y latinos, dentro de una misma región y lugar, arguyen esta discrepancia, y no permiten llegar sobre algunas letras sino á conclusiones más ó menos aproximadas.

Tomemos por ejemplo la moneda bilingüe de la ciudad edetana   —279→   Osicerda (Alcalá de Chivert, ó Chisvert), y comparémosle la forma que en las tablas de Ptolemeo recibe el nombre de aquella ciudad.

Inscripción

No pasemos por alto las leyendas bilingües ni el nombre griego de la ilergética Jelsa:

Inscripción

Una misma vocal Inscripción, cuyo sonido propio fué sin duda el de e, ya se traduce por i, ya por a. Y sin embargo, para quien conoce el dialecto catalán, peculiar de la provincia de Lérida, no hay nada anómalo en semejante transcripción. La e en el dialecto leridano y en el de Tortosa, si se acentúa, es mucho más aguda que en el de la provincia de Barcelona, y toma timbre de i; al paso que la a final de palabra y no acentuada recibe timbre de e; y por esta razón los naturales pronuncian y aun escriben Lleydre ó Lleyde (Lérida), y no Lleyda.

La Inscripción ó Inscripción era gutural dura, como nuestra k, delante de las vocales a, o, u. Este mismo valor tiene delante de e en la transcripción griega; pero queda en pie la cuestión de saber si en este caso la pronunciación indígena se modificaba, y en qué manera. Estimo que no se alteraba, porque el vocablo

Inscripción

kelder

de la inscripción de Fraga se expresa en lugar poco distante, ó en Cretas por

Inscripción

kalder.

  —280→  

No menos arduo se hace establecer á punto fijo la pronunciación de la M. En las monedas ibéricas de Isona (Aeso de sus inscripciones latinas) leemos

Inscripción

La primera vocal acentuada, como queda probado, incluía el timbre de i, y en rigor sonaría como ei, diptongo equiparado al latino arcáico ai, productor de ae.

Los idiomas catalán y francés pronuncian la s entre dos vocales mucho más dulce ó suavemente que el castellano. ¿Sería esa la pronunciación de la s? Si así fué, permanece invariable en la que dan al nombre de Isona los naturales de aquel pueblo.

Mayor dificultad ocurre en la distribución exacta de las dentales.

Símbolo y Símbolo, que suelen reducirse á du, ya se expresan por tu, ya por u:

Inscripción

Lo más curioso es la observación á la que dan lugar las monedas de Lérida. El nombre ibérico de esta ciudad se traduce en latín y en griego, como si la Símbolo y la X tuviesen el valor de la d, y se eclipsasen mutuamente.

Inscripción

Reglas, á no dudarlo, hubo, por nosotros ignoradas, las cuales determinaban el fonetismo vario de algunas letras, emanado del   —281→   fundamental, como acontece en castellano á la c y á la g. Con esta incertidumbre prefiero dar á las dentales el valor primordial ó típico de su origen fenicio, como lo ha hecho Hübner, cuya th expreso por nuestra z, sonido propio de la th inglesa y de la q (griega).

Con el tiempo la figura de las letras ligeramente se alteró, dilatándose ó recortándose algún trazo que, sin introducir confusión en el alfabeto, producía, según el gusto reinante en una ó muchas regiones, mayor belleza ó concisión del diseño. Así se derivaron de

Símbolos

Hübner opina que la | equivale á la i breve, mas no puedo asentir á su parecer. Se encuentra á menudo la |, como en la piedra de Fraga, seguida inmediatamente de Símbolo, la cual era vocal indiferente, como la i griega y latina. He citado el texto de Lucano, quien hizo breve la primera sílaba de Ilerda. No provino esto de licencia métrica ni de ignorar el poeta cordobés el idioma ibérico, porque también Marcial, Celtis genitus et ex Hiberis, que sabía bien leer el nombre numismático de su patria Inscripción dió por breve aquella vocal42:


Municipes, Augusta mihi quos Bilbilis acri
Monte creat, rapidis quem Salo cingit aquis.

En todo caso la | se puede apreciar como ejerciendo la función que tiene la i (consonante) cuando hiere á la vocal siguiente, como en los vocablos latinos disiecit, disiicit, ó bien sonante como la u francesa y la u (griega). Estas razones me han movido á representarla por y, no sin pensar que en varios casos recobra, como la u (griega), el valor fundamental de u.

  —282→  

La Y, en algún caso al menos, pudo salir de la Símbolo, como la Símbolo de la Símbolo. Encerraban bajo estas formas la vocal u, como el tipo Símbolo ó Símbolo (du), y podían, así como éste, perder al pronunciarse su propio sonido radical (t), ó reducirlo á tenuísima aspiración.

La H debió retener, como en latín y en griego, el sonido de aspiración densa, ó fuerte. En latín y en castellano no ha logrado la representación de vocal, y permanece como señal ortográfica de su antiquísimo valor fónico. En griego, sosteniéndose como aspiración, llegó á ser h (e larga). En ibérico no se desvía de la pauta griega, pero la vocal en que se trueca es o, como lo muestran las monedas de Iluro (Mataró) y Aeso (Isona), ya referidas, y lo descubren otras:

Símbolo

La villa de Orrit está situada sobre la izquierda de la Noguera Pallaresa, al pie de fuerte castillo, hoy en ruinas. Su distrito (pagus) y valle (vallis Orritana) salen nombrados en varios documentos de la Edad Media. Á ella, sin duda, se refiere la inscripción de Isona (Hübner, 4464), indicando la patria de Mario Calpurniano43; y en ella quizá se debe situar la ilergética ()Wrgi/a)) (Orgia) de Ptolemeo.

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