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21

Creemos, en efecto, con Dutton y González Cuenca, que Alberto Blecua tiene razón asimismo cuando afirma que el códice del Cancionero, el de París, el único que hay, no es el que Baena presentó a Juan II, sino otro que, obra de copistas desafortunados, adolece de alteraciones en cuanto al orden de los cuadernillos, con perjuicio de la correcta secuencia de los textos. Véase BRIAN DUTTON y JOAQUÍN GONZÁLEZ CUENCA, eds., Cancionero de Juan Alfonso de Baena, Visor Libros, Madrid, 1993, pp. VIII-IX.

 

22

Precisemos: cuando hablamos de tierra andaluza nos estamos refiriendo al territorio peninsular que a partir del siglo XIII, a raíz de las conquistas fernandinas, empezó a ser llamado «Wandalia», «Vandalia», «Handalucia» o «Andaluzia», indistintamente. (Véase: PETER A. LINEHAN : «La función de la historia en la reconquista de Sevilla», en Revista de Occidente, nº 224, Enero 2000, pp. 94-105.)

 

23

RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL: «La primitiva poesía lírica española» en Estudios literarios, Austral, Espasa-Calpe, 9ª ed., Madrid, 1968, págs. 173 y 211. Esta hipótesis, no obstante, no es compartida por todos los investigadores, algunos de los cuales la ven como el gran argumento acrítico respecto a los problemas de los orígenes de los géneros (si luego existió en Castilla una buena poesía, ¿cómo es que no existió antes?, y lo mismo podría decirse del teatro, etc.), y al propio Menéndez Pidal como un tanto menospreciador del Cancionero, según puede deducirse de este desdeñoso comentario sobre la antología de Baena.

 

24

MARÍA JESÚS RUBIERA MATAS, «La literatura arábigo-andaluza», en Historia de Andalucía, volumen V, Cupsa-Planeta, 1980, pág. 50 y siguientes.

 

25

A CAROLINA MICHÄELIS DE VASCONCELOS le parecía improbable que fuera de Sevilla, inclinándose a pensar más bien que fuera de origen gallego (Cf. Cancioneiro da Ayuda, II, p. 609); y lo mismo insinúan CARLOS ALVAR y VICENTE BELTRÁN en su Antología de la poesía gallego-portuguesa, Editorial Alhambra, Madrid, 1985, p. 216, nota.

 

26

«La lengua de estas jarchas no es castellana, sino mozárabe, esto es, el romance hablado en la España musulmana por los cristianos y también por los árabes bilinguos» (MARGIT FRENK ALATORRE: Estudios sobre lírica antigua, Castalia, Madrid, 1978, p. 25).

 

27

JUAN LUIS ALBORG: Historia de la literatura española, tomo I, p. 100.

 

28

DÁMASO ALONSO: Poesía de la Edad Media y poesía de tipo tradicional, Losada, Buenos Aires, 1942, p. 546.

 

29

Ibid., p. 546.

 

30

Este tal Beneficiado sí pudo ser andaluz, pero, además de no ser un poeta lírico, su nombre, como ya se dijo antes, ni siquiera se conoce y apenas se sabe algo de él.

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