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1.       Según las tradiciones, en el reinado de uno de los primeros príncipes de la dinastía azteca, el Estado de Méjico, que aún era poco considerable, sufrió las mayores persecuciones por parte de su poderoso enemigo el rey de los tepanecas. La osadía de este llegó a tal extremo, que el soberano de Méjico se vio precisado a abandonar sus dominios, y huyendo de montaña en montaña, fue perseguido incesantemente por el usurpador, que parecía resuelto a no dejarle asilo sobre la tierra. Mientras tanto el pueblo mejicano gemía en la más ignominiosa servidumbre.

     Un noble azteca, varón señalado por su capacidad, emprendió la gloriosa obra de libertar a su patria y humillar la soberbia del opresor. Púsose al frente de una conjuración, en la que logró comprometer a toda la nobleza mejicana, y procuró reanimar al pueblo con esperanzas de libertad y venganza; pero había caído aquel mísero pueblo en tan completa abyección, que lejos de alentarse tembló al comprender el proyecto, temiendo que frustrada la tentativa, hiciese el tirano más dura y lastimosa su suerte. Viendo imposible el disuadir a los conjurados, les amenazó con descubrir sus designios, y para acallarle e inspirarle alguna confianza en el buen éxito de la empresa, les dijeron los nobles, que en el caso de ser vencidos se pondrían en manos del pueblo, para que entregándolos al vencedor, le diese prueba de no haber favorecido la conjuración y alcanzase gracia a precio de su sangre. Juráronlo así solemnemente, y entonces los plebeyos se obligaron espontáneamente con las mismas formalidades a servirles como a legítimos señores, dándoles una autoridad ilimitado sobre ellos y sus descendientes en el caso de que lograran vencer al tirano.

     La victoria fue completa.

     Algunos años después subió al trono de Méjico el jefe de aquella noble conjuración y reinó con el nombre de Moctezuma I, datando desde entonces la esclavitud del pueblo.

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2.       Los españoles llamaban caciques a los grandes vasallos del emperador de Méjico: cacique era una voz de la lengua haitiana que significa señor; pero en la mejicana su equivalente era tlatoanis, y este título se daba a los príncipes tributarios A los nobles en general los llamaban teutlis palabra que B. Díaz del Castillo traduce equivocadamente por dioses, y que en nuestro concepto solo quiere decir caballeros.

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3.       Nahuatlacas significa vecinos del lago.

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4.       Dama blanca.

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5.       El monte Ixtacihual uno de los montes más elevados de la cordillera mejicana.

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6.       Teopixques, sacerdotes.

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7.       Llamaban soles a los días.

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8.       Teocali, templo.

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9.       Huitzilopochtli, dios de la guerra, en cuyo templo depositaban los mejicanos las cabezas de las víctimas de sus venganzas.

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10.       Tatl significa padre en la lengua de los mejicanos, y zin era una voz de respeto que acostumbraban añadir cuando daban un título de afecto a una persona de rango superior. También alargaban con ella los nombres de personajes augustos, como Cacumat-zin, Guatimo-zin, y aún Moctezuma, en los manuscritos mejicanos, es designado por el nombre de Moctezuma-zin.

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11.       Creemos haber advertido ya que los mejicanos llamaban soles a los días.

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12.       El año de los mejicanos constaba, como el nuestro, de 365 días, divididos en 18 meses cada uno de veinte días, excepto el último, que tenía 25.

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13.       Solís describe con bastante extensión las ceremonias del matrimonio entre los mejicanos. «Hechos los tratados, dice, comparecían ambos contrayentes en el templo, y uno de los sacerdotes examinaba su voluntad con preguntas rituales, y después tomaba con una mano el velo de la mujer y con la otra el manto del marido, y los anudaba por los extremos, volviendo a su casa los contrayentes con este género de yugo nupcial. Visitaban en seguida el fuego doméstico, que a su parecer mediaba en la paz de los casados, y daban siete vueltas alrededor de él, siguiendo al sacerdote, con cuya diligencia y la de sentarse después a recibir juntos el calor del fuego, quedaba perfecto el matrimonio.

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14.       Llamaban a esta princesa los mejicanos Tecuixpatzin, según la costumbre que tenían de añadir la sílaba zin, entre ellos voz de respeto, a todos los nombres ilustres. Nosotros suprimimos en éste y en otros varios la sílaba final, por evitar al lector la confusión entre tantos nombres como habremos de emplear con terminación idéntica.

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15.       No tenían los mejicanos lana, lino ni seda; pero los suplían con algodón, pelo de conejo y de tlalcoyott, y también con hebras sutiles que sacaban del maguey y de la palma. El traje sacerdotal de algodón que fue enviado a Roma después de la conquista, maravilló a cuantos lo vieron y se le juzgó superior al de la más rica seda.

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16.       Al presente tecale.

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17.       La piragua se diferencia de la canoa en que es más grande y tiene quilla. Era la mayor embarcación conocida de los mejicanos antes del arribo de los españoles,

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18.       Llamábase así la ciudad de Méjico al principio de su fundación, y con aquel nombre la designaban comúnmente los naturales, a pesar de que colocada posteriormente bajo la especial protección del dios Mexitli (que según algunos era el mismo Hutzilopochtli) se la dio el nombre de Méjico, que conserva.

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19.       Moctezuma significa príncipe fiero.

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20.       Según la mayor parte de los historiadores, podía contener aquella plaza de 50 a 60.000 almas.

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21.       Instituyó Moctezuma varias órdenes militares; la más distinguida era aquella a cuyo frente estaba el mismo emperador y a la que no podían aspirar sino los nobles de sangre real. La insignia de esta orden era una cinta roja, cuyas borlas eran en número proporcionado a las hazañas del caballero. (Véase a Solís.)

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22.       Dios del mal. Algunos historiadores españoles han confundido este nombre con el de Tezcalepuzca, que era el dios criador, alma del mundo y rey del cielo.

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23.       Animales feroces de aquella parte de la América.

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24.       El volcán.

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25.       En una nación que poseía el más bello y expresivo lenguaje (dice el abate Clavijero hablando de Méjico) no podían faltar oradores y poetas. Los embajadores y consejeros aprendían la elocuencia, y las escasas muestras que se han conservado de las arengas gratulatorias que se hacían a los reyes, dan testimonio de la precisión, elegancia y gravedad que caracterizaba a los oradores aztecas. La poesía, a juzgar por los fragmentos llegados a nosotros, estaba aun más adelantada, que la elocuencia oratoria: brillante y figurada como la oriental, distinguíase además por la delicadeza de la expresión.

     Solís hace también mención de los historiadores y poetas aztecas, entre los cuales sobresalían los tezcucanos por ser su ciudad el centro de la civilización mejicana. Un distinguido escritor ha dicho hablando de Tezcuco, que era la Atenas de América.

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26.       En la lengua, mejicana, como en la griega, se compone una palabra de dos, tres o cuatro sim ples. Teopizque, que significa sacerdote, como hemos advertido antes, es una voz compuesta de Teotl, que quiere decir Dios, y del verbo pia, que es custodiar. Anteponiendo a dicho nombre compuesto el adjetivo huei, que significa grande, formaban una nueva composición que significa gran custodio de Dios, pero que debe traducirse gran sacerdote o pontífice. Daban también los mejicanos al individuo revestido de la suprema dignidad sacerdotal el título de Teoteouctli, otra voz compuesta que quiere decir caballero de Dios, o, según Clavijero, señor divino.

     Por medio de tales composiciones daban en una sola palabra el nombre y la definición de la cosa.

     Conveniente nos parece observar aquí que no hay lengua que abunde tanto como la mejicana en nombres verbales y abstractos: no hay en ella verbo del cual no se hagan numerosas diferencias verbales, ni sustantivo o adjetivo de que no se formen abstractos.

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27.       El icxolt de los mejicanos era una especie de papiro. Algunos historiadores españoles le llaman amalt.

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28.       Había correos establecidos en todo el imperio, por cuyo medio se comunicaban rápidamente las disposiciones del gobierno a las más remotas provincias. En aquella época no existía en Europa igual establecimiento.

     Imponíanse en Méjico gravísimas penas a cualquiera que detuviese o maltratase a un correo.

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29.       Así las designa Clavijero; Robertson las llama Calpulé.

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30.       Estas y todas las noticias que damos del gobierno y policía de los mejicanos, han sido tomadas de Robertson, Clavijero, y aun algunas de Solís y otros historiadores españoles.

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31.       Ya hemos dicho que en nuestro concepto la traducción más exacta de la palabra teutlis es caballeros. Clavijero la traduce señores. B. D. del Castillo dice erróneamente que significa dioses.

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32.       Villanos, Robertson los llama mayegues; pero la verdadera significación de mayeques es labradores.

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33.       Esta especie de encabezamiento en el discurso era fórmula imprescindible. Las palabras en lengua mejicana eran: ¡Tlatioani! ¡Notlatocatzin! ¡Hueitlatoani!

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34.       Esta contestación de Moctezuma exactamente histórica.

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35.       Miztlit. -La leona americana.

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36.       Joloxochitl significa flor del corazón, o según otros, flor del amor. Es la más fragante de cuantas flores indígenas mencionamos aquí. El arbusto que produce es alto, las hojas ásperas, la flor blanca con el centro nacarado: cerrada figura una estrella y abierta un corazón.

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37.       Flor del tigre: llámase así por la semejanza que tenían sus colores con la piel de la expresada fiera.

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38.       El jaguar: de la familia del tigre.

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39.       Llamábanse así los indios que se empleaban en llevar las cargas, los cuales soportaban pesos enormes y suplían en aquel país con su fuerza y ligereza la falta de las caballerías.

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40.       Cacumatzin era muy conocido por aquel sobrenombre, que debió a sus grandes hazañas.

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41.       Mayeques, labradores.

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42.       Axayacat, nombrado Axayacazin por los mejicanos, fue uno de los más célebres monarcas de aquel imperio. Conquistó muchas provincias, hizo edificar uno de los mejores templos de Méjico y dos grandes palacios, uno de los cuales sirvió de cuartel a los españoles.

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43.       En una nota de la primera parte de esta obra hemos advertido que Ixtacihualt significa damablanca. Este nombre, dado por los mejicanos a aquel monte, tuvo origen, según la tradición popular, en la aparición de una mujer misteriosa que entronizada en aquella cumbre, pronosticó la destrucción del imperio. Nuestros lectores no habrán olvidado que Moctezuma en su primera conferencia con los príncipes de su sangre hizo mención de este hecho, que era generalmente acreditado.

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44.       Era una creencia popular que los volcanes arrojaban en sus erupciones las almas de los reyes tiranos para que castigasen a los pueblos.

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45.       La erupción que aquí se describe acaeció algunos meses antes del tiempo en que la coloca la autora, la que no ha creído tomarse libertad excesiva atrasándola un poco para darla lugar en su novela.

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46.       Solían llamar así a Cortés. La traducción literal de esta palabra no es conocida en nuestra lengua. Parece, sin embargo, que, el título de Malinche era honorífico.

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47.       La dinastía Tepaneca era una de las más antiguas e ilustres del Anáhuac.

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48.       El imperio de Atzcupuzalco, fundado por los Tepanecas, era el más poderoso de todos los reinos del Anáhuac. Las tiranías y usurpaciones de su último soberano, llamado Moctlaton, obligaron a los nobles mejicanos y a los de Tezcuco a coligarse para hacerle guerra: bajo las órdenes del valiente general Moctezuma dieron una batalla, célebre en los fastos de la historia mejicana, pues murió en ella Moctlaton, quedando destruido casi todo su ejército. El imperio de los Tepanecas desde entonces hizo parte del mejicano.

     Un solo vástago quedó de la dinastía destronarla y el emperador de Méjico, que sin duda era hombre político, creó para aquel príncipe el reino de Tacuba.

     Muerto el emperador Izcoal, le sucedió por aclamación general su sobrino el célebre guerrero Moctezuma que reiné con gloria 28 años, y murió casi al mismo tiempo que el rey de Tacuba. Sucedió a este último su único hijo llamado Alcoyolt, y ocupó el trono imperial uno de los que dejó Moctezuma I, bajo el nombre de Tizoczin. Murió este antes que el nuevo rey de Tacuba, que alcanzó el reinado de Axayacat, sucesor y primo de Tizoczin, pues era hijo de un hermano de Motezuma I. Algunos años después de la coronación de Axayacat acabó su vida el vástago de los Tepanecas. y de los hijos que tuvo sólo le sobrevivió uno, que le sucedió en el trono, casándolo Axayacat con una princesa de su familia.

     Para dar al lector mayor conocimiento de la genealogía de nuestro protagonista, añadiremos que muerto Axayacat le sucedió Almitzonzin, reinando todavía en Tacuba el hermano político del difunto emperador, que tenía de la princesa mejicana un hijo que le sucedió en 1497. Este príncipe es el que reinaba en Tacuba cuando Hernán Cortés llegó a Méjico, y el mismo que ha dado lugar a esta explicación. Casó al subir al trono con una hija de Axayacat su tío, hermana por consiguiente del príncipe que siete años después subió al trono imperial con el nombre de Moctezuma II, y con el cual ya debe estar el lector asaz familiarizado.

     Por esta explicación se verá claramente que Guatimozin era hijo de un primo y de una hermana de Moctezuma II; nieto de Axayacat. por su madre, y por parte de padre vástago, por línea recta de varón, de la real familia Tepaneca.

     En aquel joven príncipe y en su padre se habían mezclado la sangre de los aztecas a la de los antiguos dominadores del Anábuac.

     Creemos interesantes estas noticias genealógicas respecto a nuestro héroe, por no hallarse en los historiadores europeos que han tratado de la conquista de Méjico. Bernal Díaz del Castillo, que es el más minucioso, no hace mención de Guatimozin hasta el momento en que sube al trono, y no da de él otros antecedentes sino que era deudo cercano de Moctezuma y casado con una hija de aquel monarca. Solís no dice ni aun esto. Presenta a Guatimozin electo emperador por unanimidad, en una edad tan temprana que el mismo historiador español se admira, y dice que debió a sus grandes hazañas el olvido que se tuvo de sus pocos años. El célebre Roberston, que en su imparcial y filosófica Historia de la América tributa una especie de homenaje a la capacidad y valor de aquel desventurado príncipe, no nos instruye mejor acerca del origen y antecedentes del héroe que nos pinta, y que hace su pincel más interesante. Se limita a expresar que era sobrino, y yerno de Moctezuma; pero nunca nos le presenta hasta la época de su coronación.

     Extraña cosa me ha parecido que en la historia en que se hace particular mención de los señores más notables del imperio mejicano, se diga tan poco de aquel que por grandes hazañas (según dice Solís) mereció ser elevado al imperio a la edad de 22 años, con preferencia a los reyes de Tezcuco, Matalcingo, Coyoacan y otros muchos señores poderosos y como él de sangre real. No concibo cómo está oscurecido hasta el momento de su coronación un personaje que tanto figura después en la historia de la conquista, y que es indudable debió figurar antes, puesto que tan alto aprecio se granjeó entre sus compatriotas, que le elevaron al solio a pesar de sus pocos años y en circunstancias tan críticas.

     El talento y extraordinario valor que mostró el joven rey en la heroica defensa de la ciudad imperial, aumentando el interés que inspira su desventura, hace más vivo el deseo de conocer su vida anterior y los antecedentes que le condujeron a la elevación de la que le precipitaron los conquistadores. Este deseo me ha obligado a registrar cuidadosamente cuantos libros se han publicado sobre Méjico, así en Europa como en América; y si las noticias que doy no son perfectamente exactas, puedo creer al menos que son verosímiles y no infundadas.

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49.       Cortés había pedido permiso a Moctezuma para hacer una capilla a la Madre de Jesús, y el emperador no solamente se lo permitió, sino que le envió sus mejores albañiles y carpinteros para que los emplease en el trabajo.

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50.       Solís no dice nada de la prisión de estos personajes, y sólo hace mención de la del señor de Tezcuco. Bernal Díaz del Castillo dice que fueron presos, y justifica el hecho alegando que no visitaban a Moctezuma y que habían sido cómplices en la conjuración de Cacumatzin. No habiendo sido presos al mismo tiempo que dicho príncipe, no es presumible fuese la causa aquella conjuración, y el no visitar a Moctezuma no podía considerarse delito digno de tan gran castigo. El mismo B. D. del Castillo expresa que fueron presos los príncipes de Tacuba y Coyoacan en vísperas del reconocimiento del vasallaje del rey de España, y al tratar de esto dice: «Como el capitán Cortés vio que ya estaban presos aquellos reyecillos, dijo a Moctezuma que pues ya había entendido el gran poder de nuestro rey y señor, y que de muchas tierras le dan parias y tributos y le son sujetos muy grandes reyes, que será bien que él y todos sus vasallos le den la obediencia, etc. etc.»

     Es de inferir por esto que la prisión de aquellos príncipes tuvo por objeto quitar todo obstáculo al reconocimiento del vasallaje, y que la pasada conjuración, si para algo se recordó, solo fue como pretexto y no como verdadera causa. Bernal Díaz del Castillo dice que también fue preso el príncipe de Iztacpalapa; pero esto se ve desmentido por él mismo algunas páginas después, en que dice fue proclamado emperador y asistió personalmente al sitio del cuartel español en que murió Moctezuma.

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51.       Tenia Moctezuma entre sus palacios uno que llamaba del duelo o de la tristeza, porque en él pasaba el tiempo del luto siempre que moría, alguna persona de su familia. Todas las paredes de aquel extraño edificio eran de mármol negro, y según dice Solís al describirle, solo tenía la luz necesaria para ver su oscuridad.

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52.       Era una creencia, popular que Chimalpopoca, tercer rey azteca, perseguido por el odio del poderoso emperador Tepaneca, quiso inmolarse antes que atraer sobre sus vasallos la cólera de aquel enemigo formidable. Hízose degollar efectivamente en el altar de su dios Huitzilopchtli, ofreciese en holocausto a la libertad de su pueblo. ¡Rasgo de heroísmo sin ejemplo en la historia de los reyes!

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53.       Los embajadores mejicanos llevaban una flecha en la diestra a guisa de insignia: si iban de paz, la punta de la flecha se inclinaba al suelo; si de guerra llevábanla en alto.

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54.       Mictlanteuctli, que significa Señor de las tinieblas, o según otros caballero del obscuro palacio, era el dios de Mictlan, o sea el infierno. Según las creencias mejicanas, los cobardes, los impíos y los asesinos iban a habitar después de la muerte aquel lugar de tinieblas, del cual no podían volver a salir. ¡Notable semejanza la que existe entre todas las religiones!

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55.       Luilon equivale o villano, canalla, y aun expresa más que ambas voces castellana.

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56.       Cacumatzin se gloriaba con razón de tener por ascendientes a aquellos dos grandes príncipes chichimecas. Nezahualcoyot fue el Solon de Anáhuac: promulgó ochenta leyes, entre ellas una que ordenaba no pudiese durar más de sesenta días ningún proceso, ya fuese criminal, ya civil. Aquel monarca fue además astrónomo, poeta y orador, debiéndole Tezcuco la indisputable superioridad que alcanzó por su civilización entre todos los reinos que formaban parte del mejicano imperio.

     Su hijo y sucesor Nezahualpili se distinguió tanto por su talento como por su severa justicia. Como bruto condenó a muerte a uno de sus hijos por haber infligido las leyes del Estado, y a pesar de la desesperación de su esposa y de las súplicas del pueblo, aquella terrible sentencia fue públicamente ejecutada.

     Estos dos grandes reyes, como todos los de Tezcuco, eran descendientes de los chichimecas, tribus que emigrando, según se cree, de las regiones del Norte, aparecieron en el Anáhuac antes que no nahuatlacas.

     De todos los pueblos habitadores de aquellos países, el más antiguo después del tulteca, era chichimeca, así como el más moderno era el azteca, fundador del imperio mejicano.

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57.       El jaguar, según creemos haberlo dicho ya, es una fiera de la América la más carnívora que se conocía en aquellos países antes de la conquista.

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58.       Luilones ya hemos dicho que equivalía a villanos canallas.

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59.       Micoatl, que quiere decir, según Clavijero, camino de los muertos, pero más exactamente a nuestro entender campo de la muerte, era un llano de bastante extensión que servía de cementerio general a los mejicanos. Excepto los emperadores, cuyas cenizas, según indicios, se conservaban en los templos, todos los muertos eran sepultados en aquel campo, donde se veían innumerables sepulcros en forma de pirámides, y dos teocalis consagrados al sol y a la luna.

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60.       Las ceremonias de las exequias se limitaban a depositar los parientes algunas joyas y el retrato del difunto en el sepulcro que le estaba destinado. En seguida los teopixques llevaban el cadáver a la pira, que era de maderas odoríferas, y lo quemaban con muchas aromas. Recogían las cenizas en una copa de plata o de oro y la colocaban en la tumba, que cerraban después al compás de un canto fúnebre, en el cual imploraban al sol y a la luna para que alumbrasen siempre con serena luz el solitario campo de los muertos. También se enterraban algunas veces, en los últimos tiempos del imperio, cadáveres enteros, que colocaban sentados cubiertos de sus mejores galas; pero era más general la costumbre de quemarlos.

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61.       Era el dios de las aguas.

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62.       Ya hemos advertido a los lectores que la sílaba zin con que terminaban muchos nombres mejicanos, es una voz de respeto con que se distinguía a los personajes elevados, y especialmente a los reyes.

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63.       La viruela.

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64.       El tecopalli, en nada inferior al incienso de la Arabia, se quemaba únicamente en honor de los dioses.

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65.       Llamábase iztli una piedra singularmente bella, de la que hacían lanzas, cuchillos, etc.

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66.       Hablando de la religión de Méjico, observa Clavijero que el imposible encontrar dogma más propio para excitar al heroísmo. Según las creencias mejicanas, el guerrero que sucumbía en el campo de batalla, el prisionero de guerra inmolado en los altares, y también las mujeres que perecían a consecuencia de leal dolores de la maternidad, eran acogidos por el sol en sus celestes alcázares, en los que ceñidos de inmarchitables palmas, gozaban una eternidad de sublimes regocijos.

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67.       Según las profecías, los aztecas debían fundar su imperio donde encontrasen una águila sobre un nopal. Fugitivos y perseguidos por los coluhuas y otros reyes del Anáhuac, encontraron en efecto al águila predicha en el paraje en que se fundó Tenoxtitlan, y tuvo principio aquel reino, que se hizo en poco tiempo tan poderoso y tan temido.

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68.       Copilli era la corona imperial.

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69.       Los frenólogos, que colocan en la cabeza todos los talentos y pasiones, declarándola en consecuencia (lo que ya era de hecho antes que la asistiese el derecho) única parte del cuerpo humano digna de llevar lauros, nos perdonarán si, a fuer de veraces, y a propósito del ingenio que se admira en la invención de algunos bailes, mencionamos las coronas que ha tributado el público madrileño a la célebre bailarina, cuyos pies reconocemos y proclamamos muy dignos de ceñirlas, digan lo que quieran los secuaces de Gall, y por mucho que se indigne la sombra de aquel loco de Tasso, que después de cantar la Jerusalén solo obtuvo la corona sobre el mármol de la tumba.

     Aquellas gentes no prodigaban coronas: verdad es que entre ellas no sucedía lo que hoy nos acontece, que haya pies de más valor que muchas cabezas.

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70.       Cempoalxochitl quiere decir flor de los muertos. En Europa se conoce dicha flor con el nombre de clavel de India.

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71.       Acamapit o Acamapitzin, según le llamaban sus súbditos, fue el primer rey azteca: comenzó a reinar, según se infiere, por los años de 1325 a 1328.

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72.       Mexitli, según unos, era el mismo Huitzilopochtli; según otros, el jefe de los aztecas, que los guió durante su peregrinación.

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73.       Ya hemos dicho que copilli era el nombre que daban a la corona imperial.

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74.       Michoal, como en otra parte hemos dicho, quiere decir campo de la muerte: en él habían sido sepultadas las cenizas de aquellos que sucumbieron en la noche triste; pero no las de Cacumatzin, según se infiero de lo que en breve oiremos a Tecuixpa.

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75.       No tratando de apropiarnos este delicado pensamiento, rendimos homenaje, de paso, al antiguo poeta que nos lo ha sugerido.

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76.       Teotl quiere decir, y creemos que no es esta la primera vez que lo advertimos, grande espíritu o espíritu supremo. En el politeísmo mejicano, Teotl ocupa el primer lugar. Considerábanle como divinidad soberana, absoluta, incorpórea, origen de la sabiduría y foco de las virtudes. No se le consagraban templos ni se le representaba bajo ninguna especie de forma. El único templo que juzgaban digno de aquel omnipotente espíritu, era el cielo, donde reinaba sobre todos los dioses. Es merecedora de observación la semejanza que existe entre el nombre Teotl dado por los mejicanos a su dios supremo, y el de Theos, con que los griegos designan a la Divinidad. Nótese también cuánto se parece en ambas lenguas la composición de las palabras en que entra aquel nombre teocali, que quiere decir palacio de Dios; teopixque, que significa custodio o guardador de Dios, son nombres muy semejantes en su formación a los de Teocracia, Teófilo, etc.

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77.       Tepixtotones o dioses domésticos: protegían la paz de las familias.

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78.       Los héroes de Atzcapuzalco eran los Tepanecas, de quienes descendían.

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79.       Acolhuacan era el primitivo nombre del reino de Tezcuco.

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80.       Tarasco era el nombre de las tribus que poblaron el país de Mechoacán, y los naturales lo conservaron siempre.

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81.       El gobierno de Tlaxcala, republicano aristócrata, es digno de atención. El senado o consejo, revestido del poder ejecutivo, reunía también el supremo judicial, y en cierto tiempo del año tenían obligación de viajar los senadores por sus respectivos distritos, en los cuales administraban justicia. ¡Cosa singular! (dice Beltrami) las secciones inglesas y las Assises francesas, cuya creación se atribuye con orgullo la Gran Bretaña, eran conocidas y practicadas por pueblos a quienes llamamos bárbaros cuando aquellas grandes naciones europeas gemían bajo el yugo vergonzoso de aquella tiranía que más tarde hicieron pesar sobre los pueblos americanos.

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82.       La residencia de tlatoani de Chihuahua estaba próxima al lugar conocido posteriormente por dicho nombre. Tenemos motivo para creer que la capital de aquel principado ocupaba la falda de la montaña llamada Primeria alta, célebre por el oro que ha producido. Decíase que por sus ríos llevaban en sus arenas infinidad de partículas de aquel metal precioso.

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83.       Totonilco está situada en el fondo de un valle profundo, dominado por escarpadas montañas. Atraviesan dicho valle arroyos y pequeños ríos que confluyen en un solo punto y forman la ribera que lleva el mismo nombre que el pueblo. Es uno de los más hermosos países de Méjico.

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84.       Xoltl, primer rey chichimeca, fundó la ciudad de Tezcuco y la hizo capital de sus dominios antes de la aparición de los nahuatlacas. Llegados estos, recibiolos con cordial benevolencia, dando mujeres de su real familia a los jefes de las seis tribus tepaneca, tlaxcalteca, colhua, xochimilca, chalquena y tlahuica, que tales eran los nombres de dichos jefes y de sus respectivas tribus.

     Ingratos los nahuatlacas con aquel monarca hospitalario, apenas tomaron posesión de sus tierras y fundaron Estados, declaráronle la guerra, y necesitó Xoltl la poca energía y perseverancia para defenderse de tantos enemigos. Logró por fin con su valor y prudencia conservar la independencia de su reino, y lo dejó floreciente a sus sucesores, que lo engrandecieron cada vez más, hasta que el conquistador tepaneca, rey de Atzcapuzalco, se posesionó de todo el Anáhuac. Reconquistó a Tezcuco Nezahualcoyot, ayudado por Moctezuma I, como ya otra vez hemos dicho en la célebre batalla en que, derrotado Maxtlaton, quedó sometido su imperio al naciente de los aztecas.

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85.       Ilegítima no porque fuera bastarda, pues ya hemos advertido era permitida la poligamia, sino por ser hijos habidos en matrimonio posterior al que celebró Nezahualpili con la princesa azteca, madre de Cacumatzin y Coanacot, que eran preferibles en el orden de sucesión.

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86.       Ya hemos dicho que así se llamaba también el Estado de Tezcuco.

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87.       Hueitlatoani, gran señor.

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88.       Un médico tlaxcalteca curó brevemente a Hernán Cortés una peligrosa herida con uno de aquello bálsamos incomparables de que hacemos mención.

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89.       El cazabe, que aun todavía suple por el pan de trigo entre las gentes pobres de América, se hace de una raíz blanca y harinosa llamada yuca, que es muy abundante en aquellos países, especialmente en los más cálidos.

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90.       A Izcoal sucedió en el trono Moctezuma I, hijo de Huitzcihuint, segundo rey de Méjico, por votación unánime de los electores, a pesar de haber dejado hijos el monarca difunto, que fue el cuarto de los monarcas aztecas.

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91.       ¡Señor! ¡Mi señor! ¡Gran señor!

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92.       Las pinceladas más enérgicas que pudiéramos emplear para dar al lector un cuadro exacto de los horrores de aquella guerra, en que la muerte o la esclavitud más cruel seguían forzosamente al vencimiento, no llenarían tan bien nuestro objeto como creemos conseguirlo copiando únicamente algunas líneas de B. Díaz del Castillo, que con aterradora sencillez y naturalidad refiere los más horribles hechos de aquella conquista. He aquí algunas palabras de dicho historiador, que probarán la exactitud de nuestra observación.

     Como hubo llegado (dice) Gonzalo de Sandoval con gran presa de esclavos, fue acordado que luego se herrasen, y cuando se hubo pregonado, todos los más soldados llevamos las piezas que habíamos habido para echarles el hierro de S. M. que era una G que quiere decir guerra.

[...]

     Aunque Cortés nos había dicho y prometido que las buenas piezas se habían de vender en almoneda por lo que valiesen, y las que no fuesen tales por menos precio, tampoco hubo buen concierto en ello, porque los oficiales del rey que tenían cargo de ellas hacían lo que querían, y desde allí adelante muchos soldados que tomábamos buenas indias, las escondíamos y no las llevábamos a herrar.

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93.       Tatli quiere decir mi padre.

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94.       La ciudad de Coadalvaca (hoy por corrupción Cuernavaca) está situada en medio de hondísimas quiebras, llenas en gran parte de agua pantanosa. Entrábase a ellas por puentes que rompieron los naturales al aproximarse Cortés: el lector formará juicio de las dificultades que tendría que superar aquel caudillo para conseguir hacer penetrar no solamente sus peones, sino también sus caballos.

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95.       El aura es una especie de buitre, aunque más grande. Su plumaje es negro con aguas verdosas, la cabeza roja, el pico de un amarillo pálido. Despide un olor fétido, y es tan aficionado a la carne muerta, que bien puede decirse con un apreciable escritor que ha publicado hace algunos años un álbum curioso de aves americanas, que esta ave tropical es un verdadero agente de salubridad pública que limpia aquellos países de todos los restos de la muerte.

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96.       Fue el 13 de mayo según Bernal Díaz del Castillo; Robertson dice que el 28 de abril.

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97.       Meztlixochilt quiere decir flor de la luna.

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98.       Una de las cosas en que más se distinguían los mejicanos, era en las labores de mosaicos. Hacíanlas no solamente de piedras, sino también de plumas; tan delicados estos, que es imposible dar una idea de su perfección a los que no han tenido ocasión de admirar alguna muestra de ella.

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99.       Los españoles.

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100.       El guanabá es un ave hermosísima, pero singularmente triste; habita por lo común en los lugares cenagosos. Su canto es lúgubre, y en concepto del indio, anuncio infalible de desventura.

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101.       Señor sagrado o caballero de Dios.

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102.       Arriaza, en su oda a la batalla de Trafalgar.

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103.       Son palabras de Cortés en su carta tercera al rey.

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104.       Hablando de la supuesta conjuración dirigida por Guatimozin, se expresa del modo siguiente B. Díaz del Castillo, testigo ocular de aquellos sucesos. «E díjose que el gran cacique de Méjico y su pariente el de Tacuba, que iban con nosotros, habían puesto en plática nos matar a todos y volverse a Méjico a juntar sus grandes poderes y a ponerse a levantar, etc., etc. El Guatemuz dijo (añade dicho historiador) que no salía de aquel concierto, y que nunca tuvo pensamiento de salir con él, y declaró el de Tacuba que entre él y Guatemuz habían dicho que más valía morir de una vez que cada día en aquel camino, viendo la gran hambre que pasaban, y sin haber más probanza condenolos Cortés». Más adelante dice: «E fue la muerte que les dieron muy injustamente dada, y pareció mal a todos los que aquella jornada hacíamos».

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