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21

op. cit., n. 529, p. 370.

 

22

Dice este crítico: «yo esperaba una galería de cuadros amables y cariñosos, aunque picarescos y cáusticos, pura, esencial y exclusivamente montañeses todos, de la región central de la Montaña». (D. Duque y Merino, «El sabor de la tierruca», en: El Día, Suplemento literario, Madrid, 7-8-1882.)

 

23

El sabor de la tierruca, A. H. Clarke (ed.), Prólogo, p. 37.

 

24

«Pereda rechazaba los males que la aplicación de la legislación liberal y las libertades han provocado en la sociedad de mediados de siglo. [...] La sociedad regional- sociedad tradicional- y el territorio-el paisaje-adquirieron un valor totalmente nuevo.»


(M. Suárez Cortina, Casonas, hidalgos y linajes. La invención de la tradición cántabra,
Santander, Universidad de Cantabria/Límite, 1994.)
               


 

25

Op. cit., n. 512, p. 28.

 

26

Efectivamente, el regionalismo de Pereda tiene un fuerte ingrediente anticentralista, lo que le granjeó las amistades de los círculos literarios catalanes, incluso antes de su viaje a Cataluña: «La fama de El sabor de la tierruca y Pedro Sánchez por lo que respectivamente encarnaban, al margen de méritos literarios, de exaltación a la región y de antimadrileñismo, lo situó en el frente anticentralista» (E. Miralles, «Pereda y los nacionalismos (regionalismos) peninsulares», en: Peñas arriba, cien años después, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1997, p. 207).

 

27

L. Bonet, «Pereda, entre el regionalismo y la lucha de clases: crónica de un viaje a Cataluña», en Literatura, regionalismo y lucha de clases, Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 1983, p. 165.