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Inmediatamente plantea que: «Pero ese derecho de la guerra, que siempre es la negación del derecho, por más que a cada caso de la civilización se intente hacerlo más legítimo y más legal, no es sino un caso fortuito que en modo alguno se puede considerar como uno de los opuestos naturales del desarrollo de una nación en nuestro continente y en nuestros tiempos» (Hostos, Tratado de Sociología, op. cit., p. 155). Hasta en esta afirmación jurídica necesita ser matizada. El Derecho del tiranicidio, del uso de las armas para defenderse del tirano, incluida la guerra justa, está vigente desde Tomás de Aquino, el padre Mariana, Lope de Vega. Hostos, Henna y Zeno Gandía escribieron al presidente de Estados Unidos, William McKinley, el 20 de enero de 1899; dice la carta que la guerra hispanoamericana y la invasión de Puerto Rico es una «sin igual guerra de redención, la cual, entendemos, se llevó en nombre y por motivos de humanidad» (Hostos, Madre Isla, Obras completas, Edición Crítica, Río Piedras, vol. V, tomo II, Primera parte, p. 324).

 

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Hostos, Tratado de Sociología, op. cit., p. 192. Precisamente, cien años después que Hostos escribía, el diario El Nuevo Día (San Juan) de 2 de octubre de 2004, p. 99 [Agencia EFE] dice: «Crece el rechazo en América a EE. UU. El sentimiento contra Estados Unidos en Latinoamérica ha crecido debido a la intervención de ese país en Irak y las decisiones de Washington en relación a la guerra contra el terrorismo, según un grupo de expertos reunidos en Miami. No se trata de una actitud como la de la década de 1960 donde dominaba "la lucha contra el imperialismo yanqui", sino de un proceso distinto en el que la región busca asociarse de igual a igual con Estados Unidos pero no lo logra, dijo ayer Marta Lagos directora de la encuestadora chilena Latinobarómetro. La apreciación positiva de los latinoamericanos de EE. UU. ha disminuido en la medida en que en la región ahora existe una demanda de democratización de las relaciones y un deseo de no seguir siendo considerada el patio trasero de ese país, dijo la especialista»».

 

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George E. Mowry, The era of Theodore Roosevelt, New York, Harper Torchbooks, 1962.

 

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Cuando Blaine fue Secretario de Estado en 1881 tuvo la misma iniciativa y convocó para el 24 de noviembre de 1882, pero la muerte por asesinato del Presidente James A. Garfíeld, terminó con su breve desempeño como secretario, pues el nuevo presidente, Chester A. Arthur lo despidió y las invitaciones se cancelaron. Dijo José Martí que: «Este es un gran país y sin embargo, es un hecho que dentro de los últimos dieciséis años dos presidentes han muerto asesinados; otro presidente fue procesado y a poco se le hecha indignamente de su puesto; y otro presidente ocupo su puesto por abominable fraude. ¿No es éste un interesante estado de cosas? ¿Qué viene ahora?». Blaine fue expulsado de la Secretaría de Estado por el sucesor del presidente Garfield, el presidente Chester A. Arthur. Las gestiones de Blaine con las naciones de América del Sur eran muy agresivas y favorecedoras de intereses privados estadounidenses y franceses que deseaban el guano y el salitre peruanos. Blaine por ello presionó a Chile y amenazó con enviar una escuadra naval de guerra para que este país se conformara con una indemnización económica y no tomara territorio peruano después de la guerra entre Chile, Perú y Bolivia. Al denunciarse en Congreso la intervención del secretario Blaine en estos turbios manejos se le despidió como Secretario de Estado. Véase José Bailón Aguirre, Martí y Blaine en la dialéctica de la Guerra del Pacífico (1879-1883), México, UNAM, 2003.

 

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No asistió la República Dominicana, dice Martí, pues Estados Unidos le requería insistentemente con violencia que le cediera la Bahía de Samaná y los dominicanos no lo complacieron: «No puede venir a sentarse a la mesa de los que le piden a mano armada su Bahía de Samaná, y en castigo de su resistencia le imponen derechos subidos a la caoba» (José Martí, Crónica, La Nación (Buenos Aires), 28 de septiembre de 1889).

 

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Este buró se convirtió en un brazo del State Department y una oficina de inteligencia hemisférica. Cf. Manuel Galich, «Martí y el panamericanismo: propósito de un siglo», Anuario del Centro de Estudios Martianos (La Habana), núm. 3, 1980, p. 308.

 

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Walter La Faber, The New Empire. An interpretation of American Expansion (1860-1898), Ithaca, Cornell University Press, 1963, pp. 119-120.

 

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Lo juzgan porque lo conocen y saben de su voracidad para la riqueza y la política imperial expansiva.

 

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Ya hemos visto la interpretación del licenciado José de Diego sobre las concepciones estadounidenses de su Derecho de Gentes que mampara su imperialismo.

 

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Hostos, Madre Isla, Obras completas, tomo V, San Juan, ICP, 1969, pp. 149-150.