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221

La voz común de que el corazón no es traidor, carece de fundamento: después de ocurrido un mal se dice que lo anunciaba el corazón, pero antes de suceder no lo adivina. Los presentimientos que anuncian desgracia o felicidad son casi siempre vanos, y si tal vez aciertan, es casualidad no más. La prudencia es la única luz que en tal obscuridad nos guía, y esta nos abandona a lo mejor, y nos engaña. Nuestro destino es ignorar lo que sucederá después, y cuando nos obstinamos en penetrarlo, pasamos de la ignorancia al error. Dispóngase el ánimo a cualquier fortuna, hágase fuerte para sufrir los golpes de la adversidad, aparte de si al temor que anuncia desdichas que no vendrán, o si vienen, nos hace incapaces de tolerarlas; y pues vivimos bajo la mano de una Providencia irresistible, sólo nuestra fortaleza hará menor el número de los males. Tal es la opinión de Hamlet.

 

222

 Hace que HAMLET y LAERTES se den la mano. 

 

223

Al acercarse la catástrofe, hace el autor más amable al protagonista. Hamlet, reconociendo el exceso que cometió, pide perdón a Laertes de haberle ofendido. Su candor y su generoso proceder hacen saltar más la perfidia de sus enemigos que le preparan una muerte tan alevosa.

 

224

 Traen los criados una mesa, y en ella cuando lo manda CLAUDIO, ponen jarros y copas de oro que llenan de vino. CLAUDIO, y GERTRUDIS se sientan junto a la mesa, y todos los demás según su clase ocupan los asientos restantes. Quedan en pie los criados que sirven las copas, HAMLET y LAERTES que se disponen para batallar, y HORACIO y ENRIQUE en calidad de jueces o padrinos.  

 

225

 ENRIQUE presenta varios floretes. HAMLET toma uno, y LAERTES escoge otro. 

 

226

Habiendo visto ya la escena de la sepultura y los mojicones, no parecerá tan extravagante como lo es en efecto, el haber introducido un desafío de espada para desenlazar una tragedia. La reina muere por una equivocación, tomando la copa del veneno que estaba prevenido para Hamlet; y es de admirar en esto la falta de precaución de Claudio, y el poco esfuerzo que hace para impedir que beba la reina, a quien ciertamente no quería matar, Laertes muerte también por otra casualidad: ni se alcanza cómo pudo verificarse naturalmente el trueque de las espadas, lo cual (como observa Johnson) más parece un recurso de la necesidad, que un rasgo de arte.

 

227

 Batallan HAMLET y LAERTES

 

228

 CLAUDIO echa una perla en la copa y bebe, alarga después la copa a HAMLET, y él rehúsa tomarla. Suena a lo lejos ruido de trompetas y cañonazos. 

 

229

 Vuelven a batallar. 

 

230

 Toma la copa y bebe; CLAUDIO lo quiere estorbar, y GERTRUDIS bebe segunda vez.