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231

 LAERTES habla con CLAUDIO en voz baja, mientras GERTRUDIS limpia con un lienzo el sudor a HAMLET

 

232

 Batallan. 

 

233

 Vuelven a batallar, se enfurecen, truécanse las espadas, y quedan heridos los dos. HORACIO y ENRIQUE los separan con dificultad. GERTRUDIS cae moribunda en los brazos de CLAUDIO. Todo es terror y confusión. 

 

234

 Queda muerta en la silla. 

 

235

De aquí en adelante hasta la conclusión de la tragedia es natural el estilo sin ser humilde, elegante sin vicioso ornato de metáforas, comparaciones líricas, ni frases huecas y gigantescas: digno de la situación y los personajes.

 

236

 Dirá esto sostenido por ENRIQUE

 

237

 CLAUDIO quiere huir. HAMLET corre a él furioso, y le atraviesa la espada por el cuerpo. Toma la copa envenenada, y se la hace apurar por fuerza. Le deja muerto en el suelo, y vuelve a oír las últimas palabras de LAERTES

 

238

Ve aquí lograda por un accidente la venganza que pidió el muerto al principio del drama, la cual no se verifica sin que en ella perezca también el mismo a quien el cielo encarga la ejecución. Todos los principales personajes de esta tragedia mueren, culpados e inocentes; sin que esta matanza general sirva de aumentar el efecto trágico, pues al contrario te disminuye, dividiendo el interés que deberían concertarse en uno solo. Los cuatro cadáveres que ensangrientan la escena forman un objeto horrendo, no terrible. Parece que el autor hizo la crítica de su obra, cuando dijo por boca de Fortimbrás que tal espectáculo sólo es propio de un campo de batalla.

 

239

 Abrazando el cadáver de GERTRUDIS

 

240

 Empieza a manifestar desfallecimiento y angustias de muerte. Parte de los circunstantes le acompaña y sostiene. HORACIO hace extremos de dolor.