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31

Juan Valera: Pepita Jiménez (ed. de Leonardo Romero Tobar), Madrid, 19999, p. 144. En adelante citaremos por esta edición.

 

32

Pepita Jiménez, op. cit., p. 149.

 

33

Pepita Jiménez, op. cit., p. 149.

 

34

Pepita Jiménez, op. cit., p. 150.

 

35

El motivo de las manos bien cuidadas se repite en la obra de Valera; en este caso y refiriéndose a Pepita, el joven protagonista informa en una de las cartas a su tío el deán: «En la única cosa que noté por parte de Pepita cierto esmero, en que se apartaba de los usos aldeanos, era en llevar guantes. Se conoce que cuida mucho sus manos y que tal vez pone alguna vanidad en tenerlas muy blancas y bonitas, con uñas lustrosas y sonrosadas»; sin embargo lo justifica: «¡Es tan distinguido, tan aristocrático, tener una linda mano! Hasta se me figura a veces que tiene algo de simbólico. La mano es el instrumento de nuestras obras, el signo de nuestra nobleza [...]», Pepita Jiménez, op. cit., p. 175-176.

 

36

«En resolución, no hay más recurso que hacer lo que me aconseja el padre Vicario. Lo haré aunque me cueste la vida. Si muero por él, él me amará, él guardará mi imagen en su memoria, mi amor en su corazón», Pepita Jiménez, op. cit., p. 263.

 

37

Pepita Jiménez, op. cit., p. 294.

 

38

Pepita Jiménez, op. cit., p. 252.

 

39

Pepita Jiménez, op. cit., p. 262.

 

40

I. Calero Secall: Consejeras, confidentes, cómplices: la servidumbre femenina en la literatura griega antigua, Madrid, 1999, p. 59.

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