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Santiago, noviembre 5 de 1835.
Respecto de que don José Domingo Amunátegui, se conviene como representante de su padre don Domingo Amunátegui en vender a la municipalidad de Chillán la extensión de doscientas cuadras de tierra que posee en aquellas inmediaciones al precio de doce pesos cuadra, según consta al pedimento que precede, y deseando el Gobierno abreviar la traslación de aquella ciudad, que reclaman de consuno sus moradores, la expresada municipalidad y el Intendente de la Provincia, viene en acordar y decreta.
Art. 1.º -El Gobernador y Municipalidad de Chillán elegirán en los terrenos de don Domingo Amunátegui el punto que mejor vieren convenirles para mensurar las doscientas cuadras de tierra en que debe ubicarse la nueva población.
Art. 2.º -Esta extensión de terreno será entregada por el propietario vendedor indivisa y en un solo cuerpo.
Art. 3.º -Deberá también dicho propietario dejar en los terrenos sobrantes libres avenidas para la fácil comunicación de la nueva ciudad.
Art. 4.º -La municipalidad deberá precisamente cubrir su valor en moneda corriente al precio de doce pesos cuadra en el perentorio término de cuatro meses después de verificada la entrega.
Art. 5.º -Si así no lo verificase, el Gobierno se constituye responsable al pago de las sumas correspondientes.
Art. 6.º -Tómese razón en las oficinas que corresponda y comúniquese. -José Joaquín Prieto. -Joaquín Tocornal.
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Lozier ganaba $200 al mes mientras durara su trabajo en la nueva ciudad. Además de su renta que le corrió desde el 1.º de diciembre hasta el 21 de enero recibió la cantidad de 109 pesos y 3 reales por gastos «de comisión y trabajos».
En el apéndice N.º 1 damos el «acta» que levantó Lozier de su trabajo en el terreno de la ciudad: en ella encontrará el lector datos curiosos sobre lo que eran los alrededores de la nueva ciudad, y de la configuración de su suelo.
El estero Talquipen, que entraba a la ciudad por la actual calle de la Libertad y salía por la de Cocharcas, fue desviado de su curso y vaciado en el estero de las Toscas, el año 1837; y se le puso como defensa un terraplén -tajamar, como dice el acta de la sesión municipal-, de siete cuadras de largo, de norte a sur: ese nuevo cauce es el que lleva hoy junto al cementerio antiguo. Hemos conversado con varias personas que conocieron el cauce del Talquipen antes que se terraplenara el suelo en que se extendía dentro de la ciudad.
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La capilla la inauguró el cura don José Antonio Vera el 26 de enero de 1837, con solemne bendición. Era sacristán mayor de ella el presbítero don Mateo Jara, que servía desde 25 de noviembre de 1835 ese oficio en la iglesia parroquial: el cargo era rentado por el fisco. La sacristanía mayor era beneficio eclesiástico y tenía rentas propias, las cuales, según entendemos, se habían acensuado en arcas fiscales después de la independencia.
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Parécenos que en este viaje de Alemparte se acordó obligar a los religiosos todos a trasladarse al pueblo nuevo, y que aún se recurrió a la violencia para que se trasladasen, y, para mejor conseguir su objeto, el intendente dio un decreto en que quitaba a los religiosos la propiedad que tenían en el pueblo viejo.
Del atropello se quejó al P. Prior, Fr. Ramón Arce, y la queja la llevó ante el gobierno el provincial Fr. Juan Vargas Machuca.
Obtuvo justicia el reclamante y alcanzó del ministro don Diego Portales un decreto que desautorizaba a Alemparte en lo que había hecho y obligaba a que en todo desagraviara a los dominicanos (Documento del archivo dominicano de Chillán).
105
Galería Nacional de Chile, Vol. 2, pág. 111.
106
Obra antes citada, Vol. 1.º, pág. 114.
Es oportuno advertir que la biografía de Prieto que se halla en el citado volumen, es tal vez la más interesante que se ha escrito de don Joaquín Prieto, y aunque breve y concisa, contiene información suficiente para tomar noticia bastante clara del personaje; tiene todavía el mérito de ser imparcial, pues es escrita por un historiador de ideas, tanto religiosas como políticas, enteramente opuestas a la del biografiado.