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Llamábase Guillermo de Cabanellas, y ocupó la silla episcopal desde 1227 hasta 1245 en que murió, legando á su iglesia los bienes que le cupieron en Mallorca.

 

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Desclot le añade trecientos peones.

 

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El abad del monasterio de San Felio llamábase Bernardo, y fué el primero presentado por el rey en 1232 para obispo de Mallorca. Ignórase si por su muerte ó por otra causa recayó ácia 1235 la presentacion en el paborde de Tarragona Ferrarío de Sant Martí, que tampoco llegó á ocupar la silla episcopal donde se sentó por primera vez en 1239 D. Raimundo de Torrella. Obtuvieron el abad y el paborde pingües propiedades en esta isla que dieron en establecimiento, y tuvieron aquí por muchos siglos su curia particular. A ninguno de los dos menciona Desclot, que pone los ofrecimientos de otras varias dignidades, tales como Bernardo de Villagrana arcediano de Barcelona que prometió diez caballeros y docientos peones, el sacrista de la misma catedral Pedro de Centellas quince caballeros y muchos ballesteros, el sacrista de Gerona Guillermo de Montgrí diez caballeros y muchos infantes, y así otros canónigos, clérigos, abades y priores, algunos de los cuales se hallan continuados en el repartimiento. Entre los personajes del brazo eclesiástico figura el templario fray Bernardo de Champans comendador de Miravete, que á nombre de su orden ofreció para lid empresa treinta caballeros. El rey por su parte se obligó a llevar consigo docientos caballeros de Aragon, quinientos donceles con la infantería necesaria, y máquinas de guerra con los correspondientes ingenieros.

 

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Este bello discurso del diputado barcelonés que no respira sino pundonor y lealtad la mas acendrada, es obra casi esclusiva de Marsilio; los demás los tomó casi literalmente de la crónica real, si bien amplificándolos un poco.

 

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Muchas otras ciudades y villas del principado imitaron el ejemplo de estas tres primeras, á saber Lérida, Gerona, Manresa, Cervera, Tárraga, Villafranca, Caldes, Montblanch, Prades, Apiera y alguna otra. Hubo ciudades de la Provenza y del Languedoc que enviaron tambien ausilios, especialmente navales. Marsella obtuvo en el repartimento la mayor porcion despues de Barcelona; háblase asimismo de los hombres de Narbona y de la galera de Mompeller.

 

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Los socorros de gente y armas aprestados en esta ocasion por los prelados y barones de Cataluña, no deben confundirse con los servicios debidos ordinariamente en razon de los feudos y honores que á nombre del rey tenían; fué un ofrecimiento gratuito y espontáneo sin el carácter de carga obligatoria, una especulacion arriesgada y gloriosa sin mas sueldo que el botín ni mas recompensa que la esperanza. No así las milicias aragonesas, de las cuales unas tomaron estipendio del rey, otras fueron reclamadas á sus señores feudales en virtud de obligacion, como en el capítulo XXXVI de esta crónica se indica: y los ricos hombres de aquel reino, que arrastrados por el entusiasmo general acudieron á una espedicion de escaso interés para sus miras, parece que no trajeron á ella sino su nombre y su espada, reservando sus gentes y caudales para cuando se verificase la tan deseada de Valencia. Por esto sus ilustres apellidos no suenan en el repartimiento sino para recibir de manos del rey alguna casa en la ciudad ú otra muestra de gratitud por sus hazañas. Respecto al brazo eclesiástico, sus ofrecimientos no procedian de obligacion sino de mera liberalidad, como reconoció el rey en solemne escritura otorgada en las mismas cortes, mandando que no irrogasen perjuicio á sus privilegios. La fuerza del contrato no solo alcanzó á los magnates, sí que tambien a los particulares que siguieran al rey á pié ó á caballo; así que la subdivision que hizo el monarca de su parte territorial procede no tanto de liberal munificencia como de convenio establecido. La traba indicada en la crónica de que nadie condujera á la isla sino un número de hombres determinado, tuvo sin duda por objeto el impedir la acumulacion de propiedad ó la escesiva preponderancia de algun baron en la reciente conquista. De esto no hace mencion la escritura de concordia, en la cual el rey promete heredar á todos en la isla en proporcion de lo que contribuyan, se reserva los alcázares y aposentos reales, ofrece indemnizacion de los gastos hechos caso de no llevarse á cabo la empresa, y prohibe guerrear entre sí á los nuevos pobladores; para el reparto de tierras y muebles designa al obispo de Barcelona, á los condes de Rosellon y de Ampurias, á los vizcondes de Bearne y de Cardona , y á Guillermo de Cervera. Otorgóse dicha concordia á 23 de diciembre de 1228 un dia antes de disolver las cortes; y á 28 de agosto del siguiente año poco antes del embarque fué repetida en Tarragona, sin mas añadidura que la de algunas firmas; y todavía se echan menos las de varios magnates que concurrieron con sus gentes á la espedicion. Véase el tenor de ella en el apéndice núm. 3.

 

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Desclot dice que se dieron cita para Santa María de agosto, y este plazo coincide mejor con la época del embarque; pero la escritura de concordia fija espresamente la partida para la última semana de mayo.

 

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De la asistencia del rey con toda su corte é innumerable concurso á los solemnes maitines de la noche de Navidad en la catedral de Barcelona, de las antorchas y luminarias y regocijo con que velaron, de los banquetes y torneos del siguiente dia, y otros pormenores referidos por Desclot, lástima que no se ocupe la brillante pluma de Marsilio. En la crónica de este y en la del rey hay un vacío que llenan los § 21, 22, 23, y 24 de Desclot, refiriendo la ida del rey Jaime á Lérida, su entrevista con el legado cardenal de Santa Sabina, la asamblea á que fueron convocados los de la ciudad y los ricoshombres aragoneses, la repugnancia de ellos á emprender la conquista de Mallorca y su predileccion por la de Valencia , la decidida voluntad del monarca cruzado solemnemente por el cardenal, los aprestos de los Moncadas y del conde Nuño, y los nombres de sus principales caudillos. Desde Lérida, cuyas cortes se tuvieron ácia febrero de 1229, entró el rey en Aragon, y estando en Calatayud recibió bajo su proteccion al desposeido rey de Valencia Zeyt Abuzeyt: de allí pasó a Tarazona donde reunidos en concilio los arzobispos de Toledo y Tarragona con nueve obispos mas bajo la presidencia del legado, declararon haber lugar por razon de parentesco al divorcio que el rey solicitaba de su esposa Leonor de Castilla , sin perjuicio de la legitimidad de su comun hijo Alfonso. Publicada la declaracion en los últimos días de abril, pudo todavía Jaime I hallarse en Tarragona el primer dia de mayo, testimonio de incansable actividad en un mozo de 21 años cercado de tantos y tan árduos negocios.

 

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Este cuadro es inimitable, los rasgos tan nuevos como delicados. Desclot añade que el apresto de las naves y la provisión de vituallas y pertrecho de guerra corrió bajo la direccion de Raimundo de Plegamans rico barcelonés, de quien se habla mas adelante en el capítulo XL. El celo que en esta ocasion desplegó la capital del principado, recompensólo el rey apenas tomada la ciudad de Mallorca, concediendo á los barceloneses en 10 de enero de 1230 el franco y libre comercio en las islas, segun documento que inserta Capmany en el tomo 2º. de sus memorias sobre la marina de Barcelona.

 

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Si este retardo de cuatro meses, ocasionado por las dificultades de la empresa y la importancia de los preparativos, hizo perder á los espedicionarios la estacion mas á propósito para el viaje y campaña, les dió lugar á reforzarse de cada dia con nuevas reclutas de gente, acostumbrándose entretanto á la vista del mar y á los ejercicios militares. El número de combatientes no es fácil de saber, ni acaso se sabria entonces, como que formaban una gran parte los aventureros y allegadizos. Sumando las fuerzas ofrecidas por los magnates y prelados, resultan segun la crónica del rey 639 caballeros, segun Desclot 754 y 530 segun las escrituras de concordia, sin contar los 200 caballeros y 500 donceles puestos por parte del rey. Calculados pues en 1500, ron dos escuderos ó sirvientes por cada uno, tenemos ya 1300 hombres; y contando por caballero diez peones, que es la relacion comunmente guardada en dichos ofrecimientos, dán un total de 15000 infantes. No incluimos en él las milicias de las ciudades y villas, por las cuales no puede menos de añadirse un tercio mas. Así pues nos parece incompleto el cómputo que hacen Miedes y Mariana de 15000 infantes y 1500 caballos, pues en él no se toman en cuenta los sirvientes de los caballeros ni las tropas de los concejos.

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