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Apenas seria creible tan insolente veleidad, si no se hallara consignada en las relaciones mas fidedignas, á no ser que los primeros tratos movidos por los sarracenos hubieran empezado sin noticia ó aprobacion de su valí. Dice la crónica real que don Nuño, antes de referir en presencia del consejo el éxito de su embajada, se puso á reir, como si el agravio procedente de un contrario débil provocara su buen humor antes que su enojo.
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He aquí uno de los mas misteriosos personajes de esta épica historia. ¿Qué aventuras habian traido á la isla sarracena como cautivo ó como refugiado á un noble de la esclarecida estirpe de Alagon? Qué peligros, qué venganzas, qué crímenes ó pasiones le precipitaron en vergonzosa apostasía, hollando su fé de cristiano y sus blasones de caballero? Sus tratos con Pedro Cornel indican que no habia olvidado del todo los recuerdos de su cuna y las amistades primeras; pero lo mezquino é inadmisible de las condiciones por él ofrecidas, á las cuales dió el rey tan digna y enérgica respuesta, muestran hasta que punto habia identificado su causa con la de su nueva ley y de su nueva patria. Despues de tomada la ciudad reaparece para colmo de estrañeza Gil de Alagon, reconciliado sin duda con el rey y con la iglesia, como uno de los barones mas favorecidos en la distribucion del botin; puesto que su casa fué saqueada ante todas por el pueblo y los caballeros quejosos de la desigualdad del reparto, é indignados tal vez de que se prodigaran á un renegado semejantes recompensas.
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Formaban estos el senado ó consejo donde se ventilaban los negocios de estado, ora tuviesen derecho á esta dignidad por su propia riqueza y alcurnia, ora por nombramiento del valí, ora en representacion de los pueblos, como indica la circunstancia de haberlos tambien forenses ó avecindados en varios puntos de la isla. De una espresion del cap. XLVI se desprende que existia asimismo en Menorca un gobierno semejante.
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Parece que el conde Nuño se distinguia por su destreza de negociador y por la confianza que sabia inspirar á los infieles, segun se demuestra en el curso de estas entrevistas, y en la singular amistad que con él contrajo Benahabet hasta el punto de querer llevarle consigo á Pollensa para regalarle durante las fiestas de navidad.
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Recuérdese que la ciudad estaba ceñida de doble muro en derredor y de foso ancho y profundo, aun prescindiendo del fuerte recinto de la Almudaina, y que cuando se desplomaba un muro aparecia otro improvisado mas adentro.
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Debe aquí recordarse que con este nombre era entonces conocida la célebre victoria de las Navas de Tolosa que hirió de muerte en España el poder musulman, y que á ella concurrió con veinte mil peones y tres mil caballos Pedro II el padre de nuestro conquistador.
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Desclot en el S. II atribuye el mal éxito de esta embajada al pérfido consejo que dieron al valí de Mallorca los mercaderes genoveses y pisanos deprimiendo el poder del rey aragonés, y exhortándole á que le negara satisfaccion, por el interés de escluir á los catalanes del comercio de la isla.
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Valia el besante tres sueldos y cuatro dineros barceloneses, ó real y medio segun la historia del rey; Desclot añade que debian ser de plata, y que este rescate solo se ofrecia por 80,000 personas que habitaban dentro la ciudad, las cuales nada sacarían consigo sino los víveres necesarios, pero con la condicion de no ser registradas. Así el total de estos rescates formaba la suma de 400,000 besantes.
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«Estos tratos, dice el rey en su crónica, nadie los sabia sino don Nuño y el alfaquí intérprete, y díjonos al oido que nos traia buenas nuevas, y entanto que se reunian los nobles y obispos convocados, contónos todo el hecho».
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Este rasgo de sombrío retraimiento y de firme perseverancia delinea por sí solo el carácter del conde de Ampurias. Su mina, tantas veces nombrada en las crónicas, estaba construida á manera de casa de donde no salian él y su gente de noche ni de dia, pudiendo albergar hasta 200 caballeros: tenia dos puertas que daban al foso, y colocados allí los ballesteros desalojaban del muro á los sitiados, consiguiendo de esta suerte derribar por los cimientos un lienzo entero.