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Desclot hace subir á cincuenta mil el número de los que murieron, incluyendo tal vez por error en esta suma á los fugitivos, y reduce á treinta mil el de los que fueron reducidos á servidumbre: Carbonell dice que entre muertos y cautivos ninguno de los moros escapó. Si no hay exageracion en las cifras, la ciudad sarracena debió contener mas de ochenta mil almas, es decir doble número de ahora; y así parecen confirmarlo varios datos deducidos del libro del repartimiento. La pérdida de los cristianos en esta jornada es del todo desconocida, pues no merece tomarse en cuenta el peregrino aserto de Desclot, de que solo murieron en la entrada cinco peones cuyos cadáveres se encontraron en el foso.

 

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Dijímosles, dice el rey en su crónica que pedían demasiado, pues estando dentro de la ciudad el rey de Mallorca al fin caeria en nuestras manos; pero con el objeto de que no se le ocasionase daño alguno, daríamos gustosos hasta mil besantes».

 

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Esta interesante relacion de la primera entrevista del rey vencedor con el vencido, no solo es la mas auténtica como consignada en la crónica real, sino la mas digna tambien del noble carácter de Jaime I. Desclot dice que los dos hombres de Tortosa le presentaron al rey quien le entregó al conde don Nuño para que se le llevara á su albergue; aquí el monarca vá á buscar cortesmente á su cautivo, respeta su dolor sombrío, alienta su timidez, protege su seguridad. El valiente anciano, habiéndose retirado del combate el postrero, no pudo ya encerrarse en la Almudaina ni volver á su palacio; Desclot dice que fué hallado en un corral, Carbonell en una calle sin salida. Este y Muntaner afirman que el conquistador asió al rey moro de la barba, fundados tal vez en alguna hablilla vulgar ó en el juramento que al principio de su crónica pone Desclot en boca de don Jaime al saber la insolente respuesta dada por el vali á sus embajadores; pero si el monarca se hubiese creido obligado por su palabra á venganza tan ignoble, hubiérase alabado de ella en su crónica y no pasádola en silencio. Dos cosas, segun Desclot, exigió entre otras á su prisionero, que á los defensores de la Almudaina diera órden de rendirse, y que hiciese presentar á los cautivos cristianos, quienes besaron las manos á su libertador, y abrazados con sus compatricios olvidaron en un punto sus pasadas congojas. Nada dicen las antiguas crónicas de la suerte y fin que cupo al desgraciado Abu Yahie, bien que debió ser conforme á la generosidad de don Jaime y á la benévola acogida que le dispensó, si el dolor y la tristeza no abreviaron sus dias en el cautiverio. De su hijo hablamos ya en la nota 111.

 

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Estaba reservada esta para el rey, conforme á la cláusula espresada en la concordia de 23 de diciembre de 1228: retentis nobis alcaceriis et staticis regum in civitatibus. Hallábase además en la Almudaina, como habitacion de la corte del valí y de las familias mas distinguidas, un prodigioso cúmulo de riquezas, y solo el ascendiente del santo religioso podia sustraerlas á la rapacidad de las desmandadas turbas.

 

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Nueva prueba del crédito que merece Marsilio como diligente investigador de las noticias que trascribe: esta respira el mayor interés, y está descrita con esquisito sentimiento. Desclot pinta el cuadro espantoso que psentaba la ciudad en 1.º de enero de 1230: E quant foren dinats, cascuns anaren per la ciutat guardant e mirant tot aquel jorn; e viren tants sarrahins morts per casas e per carreras e per horts e per corrals, que gran feredat era lo veher. Y añade que al otro dia concedieron los prelados mil dias de indulgencia á todo el que sacase un cadáver fuera de los muros, y todos se apresuraron luego al hacerlo arrastrándolos con sus mulas y caballos, y quemándolos á montones en hogueras. Así quedó limpia la ciudad, lo que no impidió que de allí á poco se declarara una terrible pestilencia.

 

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Notable ejemplo de la confusion de aquellos dias, 10 de los singulares contrastes á que se hallaba sujeta entonces la existencia misma del monarca. En la noche que siguió á su principal victoria, hubo de compartir Jaime I la cena y tienda de Oliver de Termens; al dia siguiente de ganada una ciudad y conquistado el reino, se vé precisado á aceptar con gran contento la comida y cama que un súbdito le ofrece.

 

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El objeto de estos barones y eclesiásticos era tal vez fatigar la paciencia de los que aguardaban su parte del botin para volver á sus casas, y dar tiempo para que de Cataluña acudiesen á la almoneda mayor número de concurrentes para subir el precio de los bienes muebles y de los cautivos. Este primer repartimiento del botin no debe confundirse con el que se hizo luego de las tierras y propiedades antes de partir el rey por primera vez de la isla, y que se consignó luego autenticamente en un libro á 1.º de julio de 1232.

 

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Así debian creerlo, segun las palabras de la concordia que les prometia á todos su porcion de rebus mobilibus; y esto confirma lo que dijimos en la nota 29 sobre el carácter espontáneo y gratúito de este servicio, pues en una campaña ordinaria los caballeros hubieran servido por su sueldo, los soldados por obligacion feudal sin derecho á reclamar botin alguno de sus barones. Formaban los caballeros, como no ignora ningun mediano conocedor de la historia de Aragon, una clase del todo distinta política y socialmente de la de los nobles, barones, magnates ó ricos hombres; y por su índole é intereses solian tener mas afinidad con el pueblo, con quien aquí los hallamos reunidos en contra de los magnates.

 

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Véase la nota 101.

 

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Con esto indica que los nobles cedieron al fin de sus cálculos de monopolio. Las palabras del rey son muy enérgicas en su crónica: Varons, vosaltres havents comensada la pus nova cosa que anch fos de barrejar casas, e majorment d'aquels qui no us tenen tort de poch ne de molt; e fas vos á saber que d'aquí avant no us será soffert, ans ne farem tants penjar per las carreras que la vila nos pudirá. El rey no desconocia la justicia de las quejas populares, su lealtad repugnaba las artimañas de los poderosos, y su prudencia habia intentado prevenir en vano el general descontento; pero el órden y la seguridad pública era la primera base requirida para la formacion de la nueva sociedad y para el afianzamiento de la conquista. Así desde luego se ocupó el rey en dar gobierno y leyes á la reciente colonia con su célebre privilegio otorgado en 1.º de marzo á los dos meses de ganada la ciudad, que vá inserto en el apéndice número 4.º

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