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Historia de la Corona de Aragón la más antigua de que se tiene noticia conocida generalmente con el nombre de Crónica de San Juan de la Peña, impresa ahora por primera vez y publicada por la Excelentísima Diputación Provincial de Zaragoza1


[Nota prèvia: a l'original de la Crònica trobem dues columnes acarades on en una hi ha la part llatina i en l'altra l'aragonesa. Per motius tècnics l'edició que ací presentem està estructurada en dues parts. Pel que fa a les notes, a l'edició original aquestes apareixen separades per pàgines. Cada pàgina té les seues notes corresponents. A la nostra edició les hem marcades de la forma següent: (N. 3, p. 98), és a dir, en aquest cas remet a la nota 3 de la pàgina 98.]

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Excma. Diputacion de la provincia de Zaragoza

El acuerdo tomado por V. E. en la sesion celebrada el dia 14 de Mayo de este año, no solo correspondió á una necesidad generalmente reconocida, sino que á la vez reanudó, por decirlo así, las grandes y gloriosas tradiciones de la antigua Diputacion del Reino.

Con efecto, Excmo. Sr.: la proposicion objeto de este acuerdo habia sido ya presentada anteriormente á V. E. en los años de 1871 y 74, logrando merecer iguales demostraciones de unánime asentimiento por parte de las dignísimas personas que entónces componian esta ilustrada Corporacion; y como si tales antecedentes no fueran ya una sólida garantía y una elocuente prueba de cuán extendido y generalizado se hallaba el pensamiento de realzar nuestras glorias históricas y literarias por medio de la imprenta, vino á corroborarlo más y más la aprobacion y aplauso general que mereció á toda clase de personas la resolucion acordada, desde el momento que de ella se tuvo noticia, dando lugar al espectáculo tan extraordinario en nuestra Pátria, de reunirse y asociarse, institutos, corporaciones é individualidades de tan diversos antecedentes políticos, estudios y profesiones, animados y poseidos todos, sin embargo, del mismo buen deseo y patriótico fin de llevar á feliz término tan digna y levantada empresa.

A tristes reflexiones se presta, Excmo. Sr., el estado presente de la actividad literaria y movimiento intelectual del reino de Aragon; yo no sé si su historia registra un período de postracion y decaimiento semejante: cuán conveniente, cuán necesario sea por tanto en la actualidad, iniciar una empresa grande y generosa que, aunando el comun esfuerzo de todos, provoque una reaccion saludable   -IV-   que sea como el principio de una nueva era de próspero y brillante renacimiento, no creo necesita demostrarse: el impulso está dado; á nosotros toca ahora llevarla á cabo bajo la poderosa egida de V. E. Espero, Excmo. Sr., que ni las dificultades, ni los sacrificios, han de ser parte alguna á separarnos del compromiso contraido, porque siempre fué en los árduos empeños, la perseverancia, el carácter distintivo de los aragoneses.

Al inspirarse V. E. en los altos ejemplos del antiguo Consistorio del Reino, no dudo tendrá presente la asidua solicitud y delicado esmero con que siempre cuidó de la publicacion de nuestras obras históricas y colecciones legales; no es preciso aducir citas ni pruebas, pues que todo esto ha sido ya objeto de una obra harto estimable, á que daremos cabida en esta coleccion.

La Crónica que hoy ofrezco á la consideracion de V. E. , no se recomienda en verdad por la crítica ni por el estilo; no obstante en una publicacion de esta naturaleza y bajo el ámplio criterio que la preside, he creido que no solo debia dársele lugar, sino que de derecho correspondia ocupar el primero á la más antigua y famosa cuanto ménos conocida de nuestras historias: réstame, Excmo. Sr., suplicarle, acoja benignamente el breve y desaliñado trabajo que la acompaña; á la falta de conocimientos indispensables para el buen desempeño de mi cometido, se ha unido en esta ocasion la excesiva premura con que ha sido llevado á efecto por haberme designado en órden á la publicacion el primer lugar; no he creido, sin embargo, debía rehuir este puesto que me proporcionaba ocasion de ofrecer á V. E. , ya que no pruebas de aptitud, al ménos del sincero propósito con que procuro corresponder en alguna manera, al llamamiento con que se dignó honrarme. Ruego á Dios guarde á V. E. muchos años; de Zaragoza á veinte de Diciembre de mil ochocientos setenta y cinco.

Tomás Ximenez de Embun



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Estudio Preliminar


Capítulo I

Crónica de San Juan de la Peña. —Consideracion y crédito que gozó entre nuestros historiadores. —Concepto que en el dia merece, y razones que nos mueven á comprenderla en esta publicación


El Pueblo aragonés, que á semejanza del romano, habia cuidado más bien de ejecutar hazañas que de narrarlas, carecía á mediados del siglo XIV de una verdadera historia nacional; cuando un monje desconocido del monasterio de San Juan de la Peña, vino en algun modo á llenar este vacío, escribiendo la que Zurita calificó de la más antigua historia general del Reino.

Por sus antecedentes históricos y por la fama de antigüedad que se atribuia, era considerado este monasterio en aquellos tiempos, como el depósito más rico de nuestras memorias y documentos, y á la vez, como el intérprete fiel de nuestras tradiciones más respetables; no es de maravillar por tanto, que procediendo de tan autorizadas fuentes y encaminada á satisfacer una aspiracion tan legítima, fuera esta Crónica objeto, ya desde un principio, no solamente de la más favorable acogida, sino hasta de cierta veneracion respetuosa.

Bien presto comenzó á divulgarse por medio de copias, y no tardó mucho tiempo en romancearse á las lenguas vulgares del pueblo, notándose su influencia en los cronistas del siglo XV2 que tomaron de ella no pocas especies; fué entre estos el más conocido Fray Gauberto Fabricio de Vagad, monje de Santa Fé y cronista mayor de los Reyes Católicos, cuya Crónica de Aragon, fué la primera que vió la luz pública por medio de la imprenta.

En el siglo XVI, Gerónimo Zurita, príncipe de nuestros historiadores y primero de nuestros cronistas, repetidas veces se refirió á ella en sus   -VI-   Anales3, empero tan sólo para tributarle prudente cuanto discreta prueba de distincion y deferencia, como pudiera hacerlo con un sencillo y crédulo á la par que venerable anciano. Distinto rumbo tomó su sucesor Gerónimo de Blancas, que siguiendo las pisadas de Fabricio y haciéndose eco de todas las leyendas é invenciones romancescas que entónces pululaban sobre los orígenes del reino, invocó cautelosamente su autoridad en apoyo de sus opiniones, citándola y aun copiando de ella largos párrafos, siempre que á sus intentos convenia.

Don Juan Briz Martinez, en su Historia de San Juan de la Peña y del Renio de Aragon, que publicó en 1620, más bien se mostró celoso y entusiasta abad de este monasterio, que verídico historiador de Aragon; ya desde la primera página y por todo el discurso de su obra, alegó el testimonio de la que él llamaba Antiquísima historia primitiva de su real casa, la cual versando sobre el mismo asunto y objeto que se proponia explanar, no podía ménos de servirle de principal fundamento y apoyo; si bien, en la historia del abad, el primitivo relato adquirió mayor ensanche, se exornó con nuevas fábulas, y se amplificó con gran copia de erudicion diplomática procedente del archivo pinatense.

La discusion y la controversia comenzaban por aquel tiempo á agitar fuertemente, el hasta entónces tranquilo mar de la historia; Arnaldo Ohienart, y más particularmente el cronista de Navarra, el P. José Moret, dejaron con sus reparos y observaciones harto mal paradas, la autoridad, no sólo de la obra del P. Briz Martinez, si que tambien de la primitiva historia de su real casa: en defensa de tan caros objetos y en son de mantener la precedencia de origen del Reino aragonés sobre el navarro, un nuevo benedictino, Fray Domingo La Ripa, publicó en 1675 su Defensa de Sobrarbe; infeliz máquina que sólo sirvió para ofrecer al autor del Bodoque, nuevo asunto y materia á sus punzantes burlas y sarcasmos4. En vano el cronista honorario de Aragon llenó su nuevo y voluminoso alegato de amargas recriminaciones y violentos desahogos; todo aquel farragoso é indigesto aparato, vino á resolverse en tardías concesiones, cuyas fatales consecuencias y únicos resultados, echáronse de ver harto pronto en la manera dura y desdeñosa con que los más famosos historiadores de aquellos tiempos, calificaron la veracidad del anónimo5.

El movimiento llevado á cabo á fines del pasado siglo, en pró de la civilizacion y del progreso, no fué perdido en verdad para la erudicion ni para la crítica.

Al ocuparse de nuevo nuestros historiadores de la presente Crónica, dejaron ya de considerarla como el misterioso libro sibilino que encerraba los arcanos de nuestra historia, y confesando paladinamente la escasa   -VII-   fé que merecia6 y los muchos desconciertos é ignorancias que contiene7, apreciáronla sin embargo sobremanera, aunque bajo distinto aspecto; y hé aquí por qué entónces surgió, segun creemos por primera vez, el pensamiento de publicarla, y como este objeto el ilustrado arzobispo de Selimbria D. Manuel Abad y Lasierra, se hizo sacar un fiel traslado del códice que con gran cuidado guardaba el monasterio de San Juan, preparando además una erudita disertación que por vía de prólogo habia de precederla; pero desgraciadamente este proyecto no llegó á ralizarse. Más activo ó afortunado el insigne D. Iganacio de Asso, incluyó un largo fragmento de ella, en su opúsculo titulado De libris quibusdam Hispanorum rarioribus disquisitio8. Abundando nosotros en los mismos deseos y participando de las opiniones de tan eminentes patricios, no hemos dudado en realizar sus própositos; no sólo por su antigüedad y nombradía que la constituyen en el más respetable monumento de nuestra historia literaria, sino además, por las peregrinas noticias que encierra acerca de la época inmediata, á la en que vivió su autor, y por la verdad y animación con que revela el espiritu público de aquel interesantísimo período de nuestra historia; motivos á nuestro parecer harto poderosos, para que no obstante nuestra poca aficion á antiguas crónicas de esta especie, nos hayamos decidido á darle en la presente Biblioteca, el lugar que de derecho le correponde.



  -VIII-  
Capítulo II

Autor, lugar y época en que se escribió


En el tiempo que Zurita tuvo en su poder el manuscrito pinatense que contenía la Crónica de este nombre, puso en él de su puño y letra algunas notas: y entre ellas, la siguiente en que consignó su opinion respecto de su autor. Esta es la historia más antigua que se halla del reino de Aragon, que parece ser ordenada por algun monje de San Juan de la Peña.

A continuacion, Gerónimo de Blancas, manifestó tambien la suya en esta otra que sigue á la anterior: Quídam Frater Petrus Marfillus istius Libri auctor putatur. Fué suficiente este simple aserto, á pesar de la forma dubitativa en que está expuesto, para que los eruditos y bibliógrafos posteriores9, atribuyeran su paternidad á un Fr. Pedro Marsilio, Marfilo, ó Marculfo, que con entera confianza aseguraban habia sido monje de San Juan. No sabemos que se haya presentado todavía prueba alguna en abono de la indicacion de Blancas, y creemos que Briz Martinez y La Ripa, monjes de la Peña, y buenos conocedores de su archivo, no hubieran dejado de exhibirlas, á haber existido. En la república de las letras, tan solo se acuerda la memoria de un Fr. Pedro Marsilio, dominico del convento de Santa Catalina de Barcelona, que vertió al latin la historia del rey Jaime I; el cuál, ni fué aragonés, ni benedictino, ni pinatense, ni escribió, ni pudo escribir, la crónica de este monasterio, pues murió ántes de la época en que termina su relato.

A fines del siglo pasado, D. Ignacio de Asso, en el opúsculo anteriorment citado, decia: «Anonymus nobis est, qui a Hieronymo Blanca nemine sponsore, Petrus Marfillus apellatur, et a Cl. Surita; la historia general de Aragon, et la Historia antigua de San Juan de la Peña, rectius dicitur.» Poco despues D. Joaquin Traggia, en la Ilustracion de D. Ramiro II, no solamente desestimó la opinion que señalaba á un F. Pedro Marfilo como autor de la presente historia, sino que negando que en San Juan de la Peña ó por monje alguno de esta casa hubiera sido escrita, pretendió probar ademas, que debía reputarse como original y primitivo el texto catalan de un códice, que en su tiempo se hallaba tambien en el citado monasterio, no siendo á su modo de ver, el latino, hasta entónces por tal considerado, sino una mera é infiel traduccion bastante posterior. No sabemos   -IX-   cómo el erudito Escolapio pudo desentenderse, no solo de la autoridad de tódos los historiadores y memorias que á partir desde el mismo siglo XIV en que se escribió, abonan su orígen pinatense, sino tambien de las pruebas, para nosotros evidentes, que la simple lectura de la crónica arroja, ora sea por el espíritu que en ella domina, ó ya también por la conexion íntima que se advierte entre muchos de los hechos que menciona, y el contenido de escrituras y documentos del archivo monasterial, que á no dudar tuvo su autor presente, y á las que más de una vez se refiere, como tendremos ocasion de notar más adelante.

Respecto del tiempo en que se escribió, creen algunos que debió ser poco despues del año 133610, y otros, con mejor acuerdo, que por el 137011; de todos modos la diferencia entre estas dos opiniones es tan poca, que pueden perfectamente conciliarse, señalando el promedio del siglo XIV, como época de su composicion; sin descender por eso á fijar un periodo demasiado concreto ni mucho ménos una fecha, puesto que, no existiendo datos exactos que la determinen, sería proceder de un modo aventurado.



  -XI-  
Capítulo III

Fuentes históricas


Al hacer algunas someras y breves consideraciones, sobre la clase de materiales de que echó mano el Anónimo para tejer la burda y tosca tela de su narracion, no nos proponemos hacer gala de conocimientos que no poseemos, y sí únicamente poner más de relieve el origen, que con todos nuestros antiguos escritores, atribuimos al autor de la presente Crónica.

Las historias generales de España más conocidas en su época, tal vez algunas particulares, ciertas tradiciones legendarias de carácter religioso-popular, y finalmente documentos del archivo de San Juan, fueron los principales depósitos que suministraron á este desconocido escritor las primeras materias, para la ejecucion de su trabajo.

Entre las historias generales, la del arzobispo D. Rodrigo Ximenez de Rada, fué la que á no dudar, siguió con marcada preferencia.

De las crónicas particulares, tal vez tuvo presente, las de Alfonso VII, Pedro Bernardo Desclot y Ramon Muntaner.

Las tradiciones populares, especialmente las que tenian un carácter monástico, enriquecieron tal cual vez su relacion, como sucedió v. gr., con la leyenda semi-clásica de la campana de Huesca, y con las prácticas y devociones religiosas que atribuye al rey D. Jaime I, y milagros con que fué favorecido.

Finalmente, de las memorias y documentos del archivo pinatense, sacó no pocos recursos, ya para historiar todo lo que se refería á los primeros tiempos de la reconquista, como para esclarecer los reinados de algunos monarcas posteriores: de la escritura llamada por algunos «Privilegio del monte Abetito,» y por otros «Actas terceras de San Voto y San Félix,» se aprovechó grandemente, en algunos de los reinados primeros, pudiendo decirse que la ingirió toda ella, en diversos capítulos de su obra; tambien á las actas, primera y segunda de estos Santos Anacoretas, alude, cuando al ocuparse de ellos, dice: «prout in eorum vita scribitur mage latius»12: las condiciones del convenio entre los reyes Ramiro II el Monje y García Ramirez de Navarra, y los hechos y circunstancias que se sucedieron, las tomó asimismo de un documento archivado en su monasterio, y del cual añade, «ubi est temporibus hodiernis:» igualmente, los pactos y condiciones   -XII-   con que fué entregada la reina Petronila, por su padre Ramiro el Monje, al Conde de Barcelona, se hallan copiadas cuasi al pié de la letra, de cierto notable diploma, cuyo original debía conservarse por aquel tiempo13 en el mismo archivo; y del que se sirvió más adelante Lucio Marineo Sículo en su tratado De las cosas memorables de España, y despues produjo, Francisco Diego de Ainsa, en la Historia de Huesca14. Fácilmente podriamos aumentar el catálogo de las escrituras y cartas públicas, perteneciente á la abadía de San Juan, cuyas noticias forman una parte principal del contexto de esta Historia, pero creemos suficientes las alegadas para probar, cuán cómodamente supo utilizar el Anónimo el precioso tesoro que le brindaba el archivo de su propia casa, pues tan solo una vez que recordemos, cita un instrumento de distinta procedencia, á saber, la donacion de Ramiro el Monje á la catedral de Lérida, en el año 1137, notable memoria por cierto, de carácter histórico, que ha sido ya publicada íntegra más de una vez15.

De lo que acabamos de decir se desprende, cuánto se adelantó nuestro autor, á los Morales, Garibay y otros historiadores del siglo XVI, que pasan por ser los primeros que fundaron la historia, sobre los datos suministrados por los archivos; y no debe sorprendernos tampoco, si alguna vez hizo uso de ellos, con la poca crítica que era de esperar, atendida la época y circunstancias en que escribió.



  -XIII-  
Capítulo IV

Original. —Códices más notables que se mencionan y copias que se han conservado


Por más que el abad Briz aseguraba existir en su monasterio el manuscrito original, es lo cierto, que ya no se conocia éste en el siglo XVI; el que en tiempo de Zurita y Blancas y posteriormente ha hecho las veces de tal, no lo era, y así lo prueba una nota de mano de este último, en que asegura lo habia compulsado con otro más antiguo, que existía en la Biblioteca de la Seu de Valencia; tambien lo fué y por este mismo cronista, con otro códice antiquísimo que perteneció al cardenal Domingo Ram, y que por lo ménos debía ser de la primera mitad del siglo XV; otro tuvo Micer Jaime de Arenes, que con diversas notas de su mano, vió el cronista Andrés de Ustarroz, en poder de José Villaba.

El que procedente de San Juan de la Peña, tuvieron Zurita y Blancas, correspondía á fines del siglo XIV ó principios del XV, y ha sido descrito diversas veces, entre otros, por Abad16 y por Traggia17; el año 1603, despues de haber peregrinado largo tiempo por los gabinetes de los literatos, consiguió recobrarlo el abad D. Diego Juarez, no sin gran trabajo, de los herederos de Blancas: mas pocos años despúes, en 1626, valiéndose del alto puesto que ocupaba en los destinos de la Nacion, se apoderó de él, el Conde-duque de Olivares, por medio de D. Juan de Fonseca, su agente y sumiller de cortina; y aunque diversas veces lo reclamó el monasterio, y áun los Diputados del Reino esforzaron su peticion en un memorial dirigido al Rey, no fué devuelto hasta el año 1682, permaneciendo constantemente en su casa nativa, desde entónces, hasta la extincion de las órdenes monásticas; en cuya época desapareció, sin que hasta el presente hayamos podido dar con su paradero. Previendo sin duda la referida entrega, el cronista mayor de Castilla D. Juan Baños de Velasco, tuvo en 1681, la precaucion de sacar una esmerada copia de este famoso manuscrito, la cual en el dia se halla en la Biblioteca de Madrid, y es la que,   -XIV-   á nosotros, nos ha servido de original para la edicion presente. Á fines del pasado siglo, se procuraron diversos traslados, la Academia de la Historia18, Traggia, Lezaun y otros particulares.

Los códices que contienen las versiones castellana y catalana, se conservan tambien en la actualidad, en la Biblioteca Nacional; los dos pertenecieron al cronista D. Francisco Ximenez de Urrea; el segundo, al que Traggia dió tanta importancia, se titula: Croniques de les Reys darago e Comtes de Barchinona; es un tomo en cuarto, escrito en vitela, y cubierto con tapas de madera forradas de becerrillo; consta de ochenta y dos fólios útiles. Menos notable que éste como monumento diplomático, pero mucho más importante bajo el punto de vista literario, es el que contiene la version castellana; es un tomo en fólio, encuadernado modernamente en pasta, y se compone de noventa y tres hojas útiles contando las grandes lagunas, que con harto sentimiento nuestro hemos tenido que llenar: el carácter de letra parece del siglo XVI, pero su lenguaje y otras circunstancias, acusan dos siglos al ménos de mayor antigüedad; por lo cual tampoco podemos conceptuarle como original: el autor de esta version, no es tan desconocido como el del texto primitivo.



  -XV-  
Capítulo V

¿La Crónica de San Juan de la Peña es en efecto la historia general de Aragon más antigua que se conoce?


Como corolario de las materias tratadas anteriormente, se presenta la cuestion, con que encabezamos el último capítulo de este breve estudio.

Hay que tener presente, que aun dado caso que los minuciosos inventarios de nuestros archivos y las indagaciones diligentes de nuestros paleógrafos, por los rincones y senos más recónditos, dieran por resultado el hallazgo de alguna crónica aragonesa de mayor antigüedad que la pinatense, siempre sucedería, que, ésta tendria que ser mirada como tal en nuestra historia literaria, porque habiéndolo así creido nuestros más famosos historiadores, ejerció bajo este punto de vista una influencia omnímoda y exclusiva.

Pero prescindiendo de esta circunstancia, y juzgando la cuestion con la más extricta crítica, todavía podemos asegurarle, hasta el presente, la condicion de más antigua con que la calificó Gerónimo Zurita: y para demostrarlo, vamos á tratar de las historias que han disputado ó podrian disputarle la prioridad.

Fray Gauberto Fabricio de Vagad19, fué el primero, que citó La Crónica de San Victorian como la más antigua de nuestro Reino, y aunque de nuevo la nombra El libro primero de las Antigüedades de España, de D. Lorenzo de Padilla20, y la alega Traggia en el Diccionario geagráfico-histórico de la Academia de la Historia21, nosotros, sin embargo, nos permitimos dudar de su existencia, miéntras que con mejores títulos no se nos demuestre; pues ni Vagad nos merece fe, dadas sus cualidades anticríticas, ni la obra de Padilla puede inspirarnos confianza, habiendo sido su editor el famoso embaidor Pellicer; ni finalmente, tampoco podemos pasar por la simple asercion de Traggia22, tanto más que, cuantas diligencias hemos practicado para encontrarla ó al ménos convencernos de su realidad, han sido hasta de ahora infructuosas.

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El mismo P. Traggia, en la citada obra, enumera tambien como crónica de Aragon, una que él apellida «del Regente Villar» y cuyo orígen remonta al siglo XII. Por las breves indicaciones que insinúa, creemos, que la que él llama Crónica del Regente Villar es el mismo documento que otros designan con el nombre de Libro de los linajes de los Reyes, ó Liber Regum, ó Liber generatione Regum23, que de todas estas maneras se ha llamado, y que no viene á ser otra cosa, sino una descarnada genealogía de los reyes de Navarra y Aragon y de Rodrigo de Vivar el Campeador, con diversos datos necrológicos y noticias sueltas, y de ningun modo una historia general del Reino.

Lo mismo podemos decir de las memorias contenidas en cierto famoso códice de San Isidro de Leon24, copiadas segun nuestro juicio por otro de la iglesia de Roda25, las cuales, á pesar de la grande importancia que se les ha concedido en estos últimos tiempos, tampoco merecen otra consideracion, sino la de un informe conjunto genealógico, y de ningun modo la de una verdadera historia.

Para terminar diremos, que últimamente y por un entendido paleógrafo26, ha sido citada como del siglo XII, otra crónica de los reyes de Aragon, existente en la Biblioteca del Escorial, cuyo contenido no hemos podido comprobar, á consecuencia de las vicisitudes que ha sufrido aquel emporio de nuestras antigüedades, en estos últimos años.





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Catálogo

De las obras á que nos referimos en el estudio preliminar, y que conviene tener presente para la comprobación de los extremos asentados


Mossen Pere Tomich.—Conquestes é histories dels Reys d' Aragon é contes de Barcelona, per J. Rossembach, 1496. 4.º, Barcelona.

Príncipe Cárlos de Viana.—Crónica del [...] 1843, Pamplona, T. de Ochoa, 4.º

Fray Gauberto Fabricio de Vagad.—Crónica de Aragon, Zaragoza, Paulo Hurus, 1499, f.º

Gerónimo Zurita.—Los cinco libros primeros de la primera parte de los anales de Aragon, por [...] 1562, Zaragoza, P. Bernuz, f.º (y otras tres ediciones).

Idem.Indice rerum ab Aragoniæ Regibus gestarum, etc., 1578, Zaragoza, Portonariis, f.º

Fray Juan Briz Martinez.—Historia de la fundacion y antigüedades de San Juan de la Peña y de los reyes de Sobrarbe, Aragon y Navarra, 1620, Zaragoza, J. de Lanaja, f.º

Arnaldo Ohienart.—Notitia utriusque Vasconiæ, 1638, París, Cramoisy, 4.º

P. José Moret.—Investigaciones históricas de las antigüedades del reino de Navarra, por el P[...] 1665, Pamplona, Gas. Martinez, f.º

Idem.Congresiones apologéticas sobre la verdad de las investigaciones, Pamplona, 1678, Martin G. de Zabala, 4.º

Idem.Anales del reino de Navarra, Pamplona, 1684-1704, tres volúmenes, Martin Gregorio de Zabala, f.º

Fray Domingo La Ripa.—Defensa histórica por la antigüedad del reino de Sobrarbe, 1675, Zaragoza, herederos de P. Lanaja, f.º

Idem.Corona real del Pirineo, establecida y disputada, 1685-88, dos tomos f.º, Zaragoza, herederos de D.º Dormer y Pascual Bueno.

D. Félix Latassa.—Biblioteca antigua de los escritores aragoneses, Zaragoza, M.º Heras, 1796, tomo I, 4.º

D. Juan Francisco Andrés de Ustarroz y D. Diego Dormer.—Progresos de la historia en el reino de Aragon, etc., 1680, Zaragoza, herederos de D.º Dormer, f.º

D. Félix Torres Amat.—Memorias para ayudar á formar un Diccionario de escritores catalanes, 1836, Barcelona, Verdaguer, 4.º

D. Jaime Caresmar.—Apuntamientos para ayudar á formar un diccionario, etc., m. s. G. 224, Biblioteca Nacional.

D. Nicolás Antonio.—Biblioteca hispana vetus, Madrid, Ibarra, 1788, tomo II.

Lúcio Marineo Sículo.—De las cosas ilustres y excelentes de España (traduccion española). Alcalá de Henares, Juan de Brocar, 1539, f.º

Francisco Diego de Aynsa.—Fundacion, excelencias, grnadezas y cosas memorables, etc., Huesca, P.º Cabarte, 1619, f.º

D. J. F. Andrés de Ustarroz.— Adiciones á Las Coronaciones de Blancas, 1641, Zaragoza, Diego Dormer, 4.º

Idem.Borrador del Museo aragonés, M. S. Biblioteca Nacional, B. b. 126.

D. José Amador de los Rios.—Historia crítica de literatura española, tomo V, 1864, José Fernandez Cancela, 4.º, P. 247.

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P. Pedro Abarca.—Los Reyes de Aragon en anales históricos, dos volúmenes, 1682-4. Madrid, I.ª Imperial. y Sala.ª, Lúcas Perez, f.º

D. Tomás Muñoz y Romero.—Diccionario bibiliográfico-histórico de los antiguos reinos, etcétera, 1858, Madrid, Rivadeneyra, 8.º

Diccionario geográfico-histórico de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1802, viuda de Ibarra, 4.º

El libro primero de las antigüedades de España, que escribió D. Lorenzo de Padilla. Valencia, año 1669, 12.º

Fueros deNavarra, 1686, Pamplona, Martin Gregorio de Zabala, f.º

Memorias de las Reinas Católica, por el P. Fr. Enrique Florez, 1761, Madrid, Antonio Marin, en 4.º, tomo I.

Academia de la Historia, A. 189.

Idem.Coleccion Abad y L.ª, tomo VII.



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Descripcion paleográfica

De los códices que han servido para la edición presente


Historia Pinnatensis de Aragonum Regibvs prœ cæteris, vetustior scripta a Petro Marfillo Regalis Monasterij Sancti Ioannis de la Penna coenobita post annñ M.CCC.LX. VIIII.

Marfillus (Petrus)                


Manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional, F. 72. —Consta de 106 Hojas en fólio, con recuadros en rojo y negro en todas las páginas. —Tiene los títulos en rojo y las letras capitales en oro ó plata sobre fondos variados en rojo, azul ó verde. —La hoja primera contiene la portada en oro, rojo y negro, rodeada de una orla en colores con cuatro escudos con las Armas de Aragon en los ángulos. —El fólio 2.º está en blanco. —El 3.º, contiene el índice. —El 4.º, várias noticias acerca del manuscrito original que sirvió para sacar esta copia y que principian: «Sciendvm sit tibi lector [...]» —Principia el texto en el fólio 5.º, con numeracion 1, y termina en el 104 vuelto, con numeracion 100, línea 9.ª —Sigue desde la línea 10.ª, una nota del copista, D. Juan Baños de Velasco, cronista del Reino, en la que afirma haber hecho la copia enteramente conforme al manuscrito original; nota fechada en Madrid el año 1681, llevando al pié grabados, la firma y escudo de armas de D. Juan Baños de Velasco. —Siguen al texto otras dos hojas en blanco, con las que se completan las 106 del manuscrito. —Se hallan además otras doce hojas tambien en blanco, siete al principio y cinco al fin, que fueron añadidas en la encuadernacion. —Esta es en vitela verde con hierros dorados, semejante á la de otros muchos de los volúmenes que sirvieron de base para la fundacion de la Biblioteca Nacional en tiempo de Felipe V.

El manuscrito original, era un volúmen en fólio menor, letra del siglo XIV, que existía en el monasterio de San Juan de la Peña. Desapareció este precioso códice al suprimirse las órdenes monásticas, pero se conservan varias copias además de esta de la Biblioteca Nacional, y entre ellas una en facsimile que mandó sacar el Señor Abad y Lasierra, prior de Meyá, y se guarda en la Academia de la Historia A 17: es un volúmen en   -XX-   fólio de 55 hojas, escrito en pergamino, habiéndose imitado con bastante propiedad la letra y hasta las roturas que tenian algunas hojas.

De esta Crónica se hizo una traduccion catalana á fines del siglo XIV, ó principios del XV, que se conserva en la Biblioteca Nacional, G. 120.

Hízose tambien la siguiente traduccion castellana, que se halla en la misma Biblioteca Nacional, G. 119.


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Aragon (Crónica de los Reyes de) y Condes de Barcelona

Bajo este título figura en los índices de manuscritos de la Biblioteca Nacional, un volúmen colocado en el estante G. 119. que consta de 136 hojas en fólio numeradas, mas otra sin numeracion al principio, y encuadernado modernamente en pasta.

Contiene en los fólios 1.º á 93 vuelto, una traduccion castellana de la obra de Pedro Marfilo anteriormente descrita, acaso hecha por algun aragonés, y conservando multitud de palabras lemosinas. Está escrita á renglon seguido en letra del siglo XVI. —Principia desde luego el texto en el fólio 1.º, sin que le preceda título alguno, con las siguientes palabras: «Segvnt qve havemos leydo [...]» y termina en el fólio 93 v.º, línea 25, habiéndose dejado vários espacios y aun algunas páginas en blanco en diversos lugares, para párrafos que sin duda faltaban en el manuscrito que sirvió para sacar esta copia.

En el fólio que precede al texto, hay una nota de D. Francisco Ximenez de Urrea, cronista de Aragon, en la que dice compró este libro en 30 de Mayo de 1634 en 24 reales de plata, y que antes habia pertenecido á la librería del Duque de Hixar, en la que Alberto de Cuebas, criado y ayo del Conde de Galbe su hijo, debió de sacarlo de algunos que se custodiaban en los archivos de la casa de Hixar. Lleva esta nota al pié las iniciales de Ximenez de Urrea.

Los fólios 94 á 115 están en blanco. —En los 116 á 117 v.º hay una noticia del orígen y linaje de los Albert ó Albertos, la que lleva al pié la firma de Alberto de Cuebas al parecer autógrafa. —La letra de esta noticia, es diferente y de época posterior á la de la Crónica.

Siguen dos fólios en blanco y en el 120 v.º, una «Respuesta del Duque de Ixar» expresando las condiciones con que acudirá al servicio de S. M. con la gente que pueda sacar de sus tierras, fechada en Zaragoza á 12 de Julio de 1601.

Los fólios 121 v.º y 122 recto, están en blanco, y en el 122 v.º, principia una lista de santos de España con las fechas en que fueron martirizados.

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A esta lista, que termina en el fólio 127 v.º, sigue en el 128 otra de los Concilios de España, desde el 1.º Toledano celebrado en Setiembre del año 400, hasta el que se reunió en Oviedo á 5 de Mayo del año 900.

Los fólios 131 á 135 están en blanco y al verso del fólio 136 y último, se han apuntado las fechas en que murieron vários P. P. españoles de la Orden de Santo Domingo.

Todas estas listas y apuntes son de una misma mano, escritas en muy mala letra diferente de la de la Crónica y de la en que lo está el orígen de los Albertos27.





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Advertencia preliminar

Al publicar la presente Crónica, segun el texto de los manuscritos de la Biblioteca Nacional, hemos preferido su reproduccion paleográfica, impulsados por las razones alegadas por tantos distinguidos literatos que nos han precedido en trabajos análogos, autorizados además con el ejemplo de las Academias de la Historia y de la Lengua.

Entre obviar las pequeñas dificultades que su escritura podia ofrecer á algun reducido núnero de nuestros lectores, por las irregularidades que presenta, y tambien por el uso de algunas letras con distinto valor del que tienen en la actualidad28, y dar á conocer con la mayor exactitud posible la lengua aragonesa tal cual era á mediados del siglo XIV, no hemos titubeado.

Modernizar la ortografia reduciéndola á su estado presente, seria una tarea tal vez brillante y cómoda para algunos; pero realizar este trabajo, sin alterar el lenguaje, sin destruir los datos preciosos que la reproduccion gráfica de los manuscritos suministra, para el conocimiento del desarrollo de nuestra lengua, no es empresa fácil para nosotros, lo confesamos: por estas razones, nos hemos decidido á la impresion de esta obra en la presente forma, sin que por eso se entienda, que una nimiedad rigurosa, nos haya privado de alterar ó añadir aquellos signos ortográficos que hemos juzgado indispensables para la inteligencia del contexto.



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Advertencias29

Sciendum sit tibi lector quod in calce M. S. originalis (cuius exemplar hoc sequens a me exaratum videbis) ex Hieronymo Zuricta sic se habent hæc verba: Has de saber, lector, que al fin del M. S. original (el cual verás aquí copiado exactamente por mí), se encuentra, la siguiente nota de Gerónimo Zurita:
Esta es la Historia más antigua que se halla del Reino de Aragon, que parece ser ordenada por algun monje del Monasterio de San Juan de la Peña. «Esta es la Historia más antigua que se halla del Reino de Aragon, que parece ser ordenada por algun monje del Monasterio de San Juan de la Peña.»
A latere verborum horum ex Hieronymi Blancas manu sic erat scriptum: Al lado de estas palabras se encuentran las siguientes de mano de Gerónimo de Blancas:
«Quidam frater Petrus Marcillus istius libri auctor putatur.» «Quidam frater Petrus Marcillus istius libri auctor putatur.»
Et postea ex eadem Zuritæ manu: Síguese despues de mano de Zurita:
«In Registro Gratiarum Regis Alfonsi MCCCXXXI. f.º XX dicitur in quodam priuilegio S. Saluatoris Legeriensis facto, Era DCCCCXVIII quod Fortunius rex Aragonum fuit F. Garciæ filij Enneconis, filij Eximini regum Aragonum. —Cum legendum sit. Quod Fortunius, rex Aragonum fuit F. Garciæ Enneconis filij Garciæ Eximini regum Aragonum.» «En el registro de gracias del rey Alfonso, del año 1331, al fólio 20, se dice en cierto privilegio de San Salvador de Leire, hecho en la era 918, que Fortun, rey de Aragón, fué hijo de García, y éste de Iñigo y á su vez éste, de Jimeno rey de Aragon30. Lo que ha de entenderse que Fortun rey de Aragon, fué hijo de García Iñiguez y éste hijo de Garcia Ximenez rey de Aragon
Iuxta hoc ex Blanca manu sic appositum: Sobre esto se halla de Blancas lo siguiente:
«Ex hoc priuilegio, quod ego Hieronimi Blancas Barcinonæ vidi et legi et in Commentarijs intexui, non eruitur Eximinum patrem Enneconis regem Aragonum fuisse quicquid Hieronymus Surita dicat cuius manu hæc notata sunt. Sed tantum Enneconis, id est Aristæ patrem fuisse.» «En este privilegio que yo Jerónimo de Blancas ví y leí en Barcelona é incluí en los Comentarios, no se encuentra que Jimeno, padre de Iñigo, fuese rey de Aragon, segun asegura Gerónimo Zurita y de su mano lo dejó notado, sino tan solo que Jimeno fué padre de Iñigo, á saber, de Arista.»   -XIV-  
Vt intelligatur facilius quid sibi vult dicere sub caractere seu littera B (quod sonat Blancas auctoris) quoties in margine libri inueniuntur notiunculæ hæc V. C. et V. C. Car, animaduertendum est quod sic se habe earum explanatio ex Hieronimi Blancas dictione in fine M. S. originalis taliter: Para, que se entienda más fácilmente qué quieren decir cuando se encuentren bajo la letra B (que equivale á escrito por Blancas), los siguientes signos ó abreviaturas V. C. y V. C. Car, hay que advertir que tienen fácil explicacion con la siguiente nota que de mano del mismo Blancas se halla al fin del M. S., á saber:
«Habetur vetustior codex manuscriptus in pergamenis chartis, cum quo hunc contulimus, in Biblioteca Sedis Valentiæ. «Existe otro códice más antiguo en la Biblioteca de la Seu de Valencia, con el cual hemos compulsado el presente.
Postea contuli cum altero pervetusto codice Petri Fagiardi Marchionis Velezensis, ad quinquagesimam chartam, quem codicem apparet fuisse. Do. Ram. Cardinalis S. Clementis» Despues lo compulsé tambien con otro antiquísimo códice del Marqués de los Velez, D. Pedro Fajardo, hasta el fólio 50: este códice parece que perteneció al cardenal de San Clemente, Domingo Ram.»


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