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ArribaAbajo Capítulo XXIII

La Casa de la Cultura ecuatoriana


La Casa de la Cultura fue creada por el doctor José María Velasco Ibarra, cuando Presidente de la República, mediante el Decreto Ley del 9 de agosto de 1944. Según los artículos 9 y 10 del Decreto, la Casa de la Cultura tenía la misión de apoyar y fomentar las investigaciones y estudios científicos en general y procurar, para los ecuatorianos, el aprovechamiento de la cultura universal, a fin de que el país marchara al ritmo de la vida intelectual moderna.

Los medios para conseguir este ideal serían la organización de conferencias dictadas por nacionales y extranjeros, especializados en las diversas ramas de la Cultura; el establecimiento de una Editorial para la publicación de libros y revistas a cargo de las diversas secciones; el patrocinio de exposiciones científicas y artísticas dentro y fuera de la República; el estímulo con premios a los escritores y artistas nacionales; la orientación del teatro, música y coreografía nacionales; la dirección de las artes populares y el estímulo para la creación de Institutos de altos estudios y de investigaciones científicas.

La Casa de la Cultura debía constar de las siguientes secciones: 1) de Ciencias Jurídicas y Sociales, 2) de Ciencias Filosóficas   —584→   y de Educación, 3) de Literatura y Bellas Artes, 4) de Ciencias Histórico-Geográficas, 5) de Ciencias Biológicas; 6) de Ciencias Exactas, y 7) de Instituciones Culturales Asociadas: total, siete secciones compuestas por miembros representativos de las diversas ramas de la Cultura.

Cada sección debía tener su miembro titular, para componer el Directorio, al que correspondía resolver los problemas ordinarios, de la Institución. El Directorio debía reunirse una vez cada semana y una vez por año la Junta General, integrada por todos los miembros Titulares de las secciones, para conocer y vigilar la marcha general de la Casa de la Cultura.

Cada sección estaba en el deber de organizarse internamente en la forma que creyera conveniente para mayor eficacia de sus trabajos, de elaborar un plan de acción a realizarse dentro de cada año, de presentar al Directorio la proforma de gastos para la realización de sus labores y de organizar las publicaciones en la Editorial de la Casa de la Cultura.

La Casa de la Cultura fue creada como Institución, Autónoma, con personería jurídica. Al instituirla se hizo el nombramiento de los miembros titulares de cada sección. Pero en el mismo Decreto creador se autorizaba a que la Junta de los miembros, por esta única vez nombrados, redactase los Estatutos, que debían regir a la Casa de la Cultura, como así se hizo de inmediato, quedando la Institución con Estatutos aprobados desde el 2 de diciembre de 1944.

El artículo 34 de los Estatutos Generales prevenía la creación y funcionamiento de Núcleos Provinciales, para lo cual expidió un Reglamento el 9 de agosto de 1945, que les autorizaba a redactar su Reglamento Interno para su organización y para crear las secciones que fuesen posibles. Los fondos destinados para los gastos de cada Núcleo Provincial debían ser provistos por la Tesorería de la Institución.

Al facilitar la creación de los Núcleos Provinciales, la Casa de la Cultura ha propendido a resolver un problema de alcance   —585→   nacional. La mejor forma de realizar la unidad ecuatoriana es reconocer y respetar las individualidades precisas y bien definidas de las Provincias que componen la Nación. No absorción, sino colaboración: he ahí el lema práctico de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Con este ideal la Casa Matriz de Quito ha demostrado siempre el mayor interés en la organización de los Núcleos Provinciales, a fin de que se multiplicaran, en toda la República, los centros estimuladores de la Cultura. Con la ayuda económica que ha proporcionado la Tesorería de la Casa de la Cultura, los Núcleos del Guayas y del Azuay han construido ya sus edificios propios, con dependencias adecuadas para biblioteca, museo, teatro y editorial. Se han constituido también los Núcleos del Tungurahua, Manabí, Loja, Esmeraldas y del Chimborazo, que realizan sus actividades culturales, de acuerdo con las exigencias del ambiente.

Por principio la Casa de la Cultura ha debido mantenerse al margen de la política de partidos, aspirando a ser únicamente la Casa del Espíritu, con ventanas abiertas a todas las orientaciones de la Cultura del país. Quien ha querido aprender o tenido un mensaje que decir, ha encontrado abiertas las puertas de la Institución.

Este apostolado de cultura ha suscitado una reacción de simpatía y de confianza de parte de los Poderes Públicos. Así se explica que los Cabildos de Quito y Guayaquil y últimamente los de Loja y Ambato, hicieran donación a la Casa de la Cultura de sitios apropiados y costosos, para construcción de sus edificios respectivos. Al cumplirse el séptimo año de la fundación de la Casa de la Cultura, el Congreso de la República aprobó un acuerdo de felicitación, con los considerando de «que dicha Institución que prestigia al país ha contribuido a enaltecer el acervo científico, literario y artístico nacional» y de «que la difusión de nuestra Cultura llevada a cabo por este organismo dentro y fuera de la República ha afirmado el prestigio de nuestros valores en dos diversos ramos del saber».

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ArribaAbajo La Casa de la Cultura y el Patrimonio Artístico

La sección de Ciencias Histórico-Geográficas está compuesta de cuatro miembros titulares, que representan a la Arqueología, a la Investigación Histórica, a la Historia propiamente dicha y a la Geografía. La primera preocupación de la sección fue redactar un Proyecto de Ley sobre Protección del Patrimonio Artístico, para someter al estudio y aprobación de la Asamblea Nacional, reunida en el Congreso desde el 10 de agosto de 1944. Efectivamente ese Proyecto fue aceptado, estudiado y discutido en sesiones sucesivas y aprobado y publicado como Decreto de Ley el 22 de febrero de 1945.

La Ley del Patrimonio Artístico comienza por concretar los objetos que se consideran como tesoros artísticos y son: los objetos arqueológicos, ruinas de fortificaciones, templos, conventos y otros edificios prehispánicos y coloniales (a. 1). Los propietarios de esos objetos están en el deber de dar a conocer su existencia a la Casa de la Cultura, a fin de que forrase el Inventario del Patrimonio Artístico (a. 2). La vigilancia de la Casa de la Cultura no priva al propietario de su derecho sobre el objeto artístico; pero controla la enajenación, traslado, reparación, restauración o modificación que se pretendiera hacer del monumento histórico (as. 3, 5 y 6). Los Municipios y Organismos Estatales no pueden autorizar la reparación de edificios comprendidos en el Patrimonio Artístico, sin permiso previo de la Casa de la Cultura (a. 7). Se prohíbe la exportación de objetos pertenecientes al Patrimonio Artístico Nacional (a. 10). La Casa de la Cultura tiene la facultad de proceder a la restauración de las obras de Arte deterioradas y tomar todas las medidas para evitar el posterior deterioro de las existentes (a. 11). «Ninguna persona o entidad puede realizar en el Ecuador trabajos de excavación arqueológica o paleontológica sin conocimiento de la Casa de la Cultura, la misma que puede suspenderlas cuando crea que peligran objetos de valor   —587→   artístico e histórico» (a. 13). La Casa de la Cultura Ecuatoriana, de acuerdo con la Academia Nacional de Historia y las Instituciones Indigenistas, debe levantar el Mapa Arqueológico Nacional y dar el apoyo posible a quienes se dediquen a las investigaciones arqueológicas (a. 15). La Casa de la Cultura está en el deber de organizar, por medio de expertos, la formación de Museos, y enviar al Exterior becados que adquieran los conocimientos técnicos necesarios para la mejor organización de cursos sobre cuidado y conservación de los Museos (a. 25).

En cumplimiento de estas disposiciones, la Casa de la Cultura ha hecho la adquisición de colecciones privadas de objetos de arte para incrementar los tesoros del Museo de Arte Colonial y ha organizado el Museo de Instrumentos Musicales, con la valiosa colección de don Pedro Trasversari, que se exhibe en el mismo edificio de la Casa Matriz.

La Ley de Patrimonio Artístico propendió también a la conservación de fiestas, costumbres y tradiciones folklóricas, para incorporarlas al acervo de la Cultura Ecuatoriana. Con este fin la Casa de la Cultura propició la fundación del Instituto de Folklore. Al respecto, es de justicia mencionar la colaboración eficaz que ha prestado a la Casa de la Cultura el Asesor del Instituto Ecuatoriano de Folklore, Paulo de Carvalho Neto, cuyo Diccionario del Folklore Ecuatoriano, editó la Casa en 1964.

Finalmente el artículo 10 de la Ley del Patrimonio Artístico determina: «Ningún objeto perteneciente al Patrimonio Artístico Nacional puede salir del país, excepto en los casos en que se trate de Exposiciones o para otros fines de divulgación y en este caso, con permiso del Presidente de la República, previo informe técnico de la Casa de la Cultura».

Previo cumplimiento de esta ley se han verificado Exposiciones de Arte Ecuatoriano en Montevideo (1953), Buenos Aires (1956), Lima (1959) y en algunas ciudades de España (1965).



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ArribaEconomía de la Casa de la Cultura

El artículo 11 del Decreto de fundación de la Casa de la Cultura decía textualmente: «Como fondos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana se asignan el 20 % del producto ya recaudado y del que se recaudaría en lo sucesivo del impuesto de tres cuartos por ciento ad valorem sobre las exportaciones que se hicieren del Ecuador, creado en el artículo 89 del Decreto n.º 1755 del 11 de noviembre de 1943, y el manto actual y el que en lo sucesivo se señalare en las partidas respectivas del presupuesto del Estado para el sostenimiento de la Biblioteca Nacional y del Museo y del Archivo Nacionales». Por el artículo 7.º se adscribía a la Casa de la Cultura Ecuatoriana la Biblioteca Nacional y el Museo y Archivo Nacionales.

El fondo inicial con que fue creada la Institución era de 568627,4 sucres. La recaudación en los dos primeros años ascendió a más del millón y medro anuales. De 1945 a 1949 pasó de dos millones y medio. A partir de 1950 subió a cuatro millones y medio anuales. En 1953, en virtud de un Decreto Ley de Emergencia del 11 de julio del 52, se señaló a la Casa de la Cultura el 3,42 % para fondos de operación y el 1,46 % de Capital, del cual se asignaba el 40 % para el Núcleo del Guayas, el 40 % para el Núcleo del Azuay y el 20 % para la Matriz. Del fondo de Operación se debía asignar a los demás núcleos. La asignación provenía de la recaudación por impuestos arancelarios aduaneros.

La nitidez de la administración de los fondos ha estado garantizada por el examen anual de la Contraloría del Estado. En setiembre de 1951 la Junta General acordó la creación de una oficina Interventora propia, que vigilara la marcha administrativa, examinando los ingresos e inversiones, coordinando los gastos dentro de un plan de conjunto, distribuyendo los fondos de acuerdo con el interés de las obras y, en general, asesorando a la Tesorería.

La honradez administrativa, puesta a servicio de la cultura   —589→   nacional, explica la amplitud de labor realizada por la Casa de la Cultura en beneficio del país.

Como obras permanentes se deben destacar La Editorial de Quito, en que se editan de ordinario los libros de autores nacionales y extranjeros, revistas especializadas y catálogos de Exposiciones y Programas de Actos de Cultura: la Radioemisora con un Boletín mensual que consulta programas culturales, educativos y artísticos, radiodifundidos en la mañana, a mediodía y por la noche: la Biblioteca General con libros modernos al alcance del público lector, con la Exposición permanente del Libro Ecuatoriano; el Museo Etno-Organográfico, con más de mil instrumentos musicales, único en su género por la selección y número de ejemplares y por fin el patrocinio a Exposiciones, Congresos, Conciertos y Conferencias de nacionales y extranjeros. Mención especial merece el Coro de la Casa de la Cultura, que se ha prestigiado dentro y fuera del país.

Los Núcleos del Guayas y el Azuay se adelantaron a la Casa Matriz en las construcciones necesarias para la promoción de la cultura regional. La Casa del Núcleo del Azuay inauguró sus servicios en 1957 con motivo del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Cuenca, en donde se llevó a cabo el Congreso del Instituto Panamericano de Historia y Geografía. La Casa Matriz confiaba en tener su edificio definitivo con ocasión de la Undécima Conferencia Interamericana. Con el objeto de contar con una edificación moderna y funcional, promovió un concurso de proyectos, en que salió triunfador el del ingeniero señor René Denis. La celebración del vigésimo aniversario de la fundación de la Casa de la Cultura ha puesto en marcha el viejo anhelo de la Matriz. En el acto solemne de conmemoración, la Junta Militar de Gobierno, en gesto digno de encomio, asignó la cantidad de cuatro millones de sucres, para que se llevase a cabo la construcción del edificio, que ha reiniciado ya sus trabajos. En no lejano día la Casa Matriz tendrá su casa propia y definitiva, para servicio de la cultura del país.







 
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