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1

Historia de la Provincia del Rosario, lib. II, p. 16. Martínez Vigil al citar este pasaje del libro de Aduarte, añade: «tengo a la vista un autógrafo de la misma fecha que afirma lo mismo». Ord. de Pred., p. 247. (N. del A.)

 

2

Es curioso que este pasaje de la obra de Aduarte se haya escapado a la diligencia del señor Pardo Tavera, pues dice que «no le ha sido posible hallar el nombre del chino cristiano de que habla Aduarte..., y quizás fuera su nombre el que falta en el pie de imprenta (del ejemplar del Arte tagalo, de 1610) del que pudieran ser las últimas letras, las "aio" que van antes del año 1610». Noticias sobre la imprenta y el grabado en Filipinas, página 12. (N. del A.)

 

3

Obra citada, pág. 100, ed. de 1693. (N. del A.)

 

4

Historia Eclesiástica, p. 303. (N. del A.)

 

5

Noticias, etc., página 9. Pardo Tavera, negándose a dar crédito a la afirmación que queda expresada, continúa: «es un error, y sin duda tal Doctrina era manuscrita, porque en 1591 (debía decir 1593) no existía ninguna imprenta en Manila ni otro punto del archipiélago, y sabemos hoy cierta y positivamente que el primer libro que vio la luz allá, salió en 1610». He querido citar la opinión de tan distinguido filipinólogo, para que se vea cuán enredadas y confusas andan estas noticias de la primitiva imprenta filipina, aun entre los hombres más entendidos en la materia. (N. del A.)

 

6

Esta carta no está en su original en el Archivo de Indias sino en copia de la época. Después he visto que Retana la ha publicado en el número 97 de La política de España en Filipinas, correspondiente al 23 de octubre de 1894. (N. del A.)

 

7

Estadismo, etc., t. II, p. 94. (N. del A.)

 

8

The Jesuit Mission Press in Japan, London, 1888, 4.º. Un ejemplar de este precioso libro bibliográfico he visto en Sevilla en la biblioteca de mi amigo el excelentísimo señor Duque de T'Serclaes Tilly. (N. del A.)

 

9

Véase mi Nota bibliográfica sobre un libro impreso en Macao en 1590, Sevilla, 1894, 4.º, donde pruebo que el primer libro impreso por los europeos en China no fue, como hasta entonces se había creído, el del padre Sande De Missione, etc., sino el del padre Bonifacio. (N. del A.)

 

10

Como el ejemplar del libro De missione legatorum existe en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y el Arte tagalo de 1610 en la de Ultramar en Madrid, no podemos dar aquí sino la impresión general que el cotejo nos produjo. Si alguien lograse efectuar la misma operación teniendo ambos impresos a la vista, lo que acaso no sería difícil obtener tratándose de resolver tan interesante detalle bibliográfico, la operación sería decisiva. Por nuestra parte deseamos vivamente que se verifique. (N. del A.)