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131

El acostumbró firmarse fray Payo de Ribera, simplemente. Algunas veces se le llama Enríquez de Ribera y otras Ribera Enríquez. (N. del A.)

 

132

López de Avilés, Debido recuerdo, etc., pág. 2.

Matute y Gaviria en sus Hijos ilustres de Sevilla menciona a algunos de los Afán de Ribera, de aquella ciudad, pero no a nuestro fray Payo, de quien, sin duda, no tuvo noticia. (N. del A.)

 

133

Ídem, ídem, p. 13. (N. del A.)

 

134

Fray Tomás de Herrera, Historia del Convento de S. Agustín de Salamanca, Madrid, 1652, folio 287 (N. del A.)

 

135

Herrera. Obra y lugar citados. (N. del A.)

 

136

Así se lee en Beristain, t. III, p. 32. Sospechamos que debe leerse Osuna y no Osma, errata en que se comprende era muy fácil de incurrir al que corrigió las pruebas, que no fue el autor, como es sabido. (N. del A.)

 

137

Juarros, Historia de Guatemala, ed. de 1857, t. I, p. 282. (N. del A.)

 

138

Véanse los números 10, 13 y dos del final de esta obra138.1. (N. del A.)

 

138.1

(José Toribio Medina. La Imprenta en Guatemala. Santiago, 1910.) (N. del E.)

 

139

Transcribimos en seguida el testimonio que al respecto da quien le conoció allí:

«A los conventos de Mendoza y San Juan eran sus retiros para darse más estrechamente a Dios, donde estaba como si fuera otro morador los 15 días y a veces mes entero, de vacaciones a los cuidados del palacio y ejercicios de oración, lección y disciplina. Religiosos franciscos le acompañaban, saliendo al campo las pocas veces que tomaba esta recreación con sus comensales y aún escribientes, cariño que experimenté y recibí yo muchas veces, aún siendo corista».


Vázquez, Crónica, t. II, p. 720.                


(N. del A.)

 

140

Palabras del padre Avendaño que reproducimos en La Imprenta en México, t. III, p. 720. (N. del A.)