Esta
era tal que en su testamento no pudo declarar bienes de ninguna
especie. Su imprenta y «trastes caseros» eran tan míseros,
que todos juntos no alcanzaban a responder por la dote de
su mujer.
Los hijos que dejó fueron ocho mujeres,
una sola de ellas casada, y tres hombres. ¡Nada menos de
once!
En el archivo de escribanos de Guatemala hallamos
la noticia de haber testado ante Nicolás de Lorenzana,
el alférez Nicolás de Pineda, fallecido a la
edad de 38 años, en 15 de Agosto de 1692, que, al
parecer, no pertenecía a la familia de José
o de Antonio.
En un libro impreso en México en 1728,
figuran ciertos versos de José Miguel de Pineda, que
probablemente se halla en idéntico caso.
Por fin,
en la misma Guatemala se graduó de maestro en filosofía,
1742, don Manuel de Pineda y Moya, (cuya tesis describimos
bajo el número 186) que es posible fuera nieto de
nuestro impresor161.1.
A esa familia,
acaso, perteneciera también el célebre naturalista
don Antonio Pineda que acompañó en su viaje
a Malaspina y que era natural de Guatemala. (N. del A.)
161.1
(El autor se refiere a su obra La Imprenta
en Guatemala. Santiago, 1910.) (N. del E.)
162
García
Peláez, en la página 282 del tomo II de sus
Memorias, da noticia del hecho con vista, sin duda alguna,
de ese auto, cuyo texto insertamos a continuación:
«En la ciudad de Santiago de Guatemala, en trece días
del mes de enero de mil setecientos y catorce años,
estando en la sala de el Real Acuerdo de Justicia los señores
Presidente y oidores de esta Real Audiencia, su señoría
el señor D. Toribio de Cosío, caballero del
orden de Calatrava, presidente; doctor D. Pedro de Ozaeta
y Oro, licenciado D. Juan Jerónimo Duardo, doctor
D. Gregorio Cabello y Escudero, licenciado D. Diego Antonio
de Oviedo y Baños, D. José Rodezno Mansolo
y Rebolledo, doctor D. Felipe de Lugo y licenciado D. Antonio
Tomás Santaella Melgarejo, oidores, dijeron: que siendo
noticiados que en la oficina o imprenta de Antonio de Pineda
Ibarra, vecino de esta ciudad, se imprimen frecuentemente
cuadernillos de diferentes materias, sermones, libros y otros
papeles de importancia, para lo cual, aunque precedan (como
se supone) las licencias necesarias, todavía, por
el respeto, autoridad y representación inseparables
de esta Real Audiencia, debe dicho impresor, en consecuencia
de la precisa obligación con que se considera, a imitación
de lo que se practica en todas las demás Reales Audiencias
de las Indias, repartir tantos de todo lo que en dicha su
oficina se imprimiese entre los señores ministros
de que esta Real Audiencia se compone; para que a tan inexcusable
atención no se falte por el susodicho ni otro alguno,
por tanto, mandaban y mandaron se notifique al dicho Antonio
de Pineda Ibarra que de todo cuanto diere a la estampa en
dicha su imprenta, distribuya y dé un tanto a cada
uno de los señores ministros de esta Real Audiencia,
sin la más leve omisión, ni falta, pena de
cien pesos, aplicados por tercias partes, denunciador, penas
de cámara y gastos de justicia y estrados, y de quedar,
por el mismo hecho, suspenso y privado de ejercer su oficio
por tiempo de cuatro meses; y que este auto se ponga entre
los acordados de esta Real Audiencia para que, como tal,
se obedezca y practique perpetuamente por todos los impresores
que son y en lo de adelante fueren de esta dicha ciudad;
y así lo proveyeron, mandaron y señalaron.- (Hay siete rúbricas).- Ante mí.- Isidro Despinosa».
«En Guatemala, en diez y seis de enero de mil setecientos
y catorce años, yo el escribano de cámara,
notifiqué el auto antecedente al alférez Antonio
de Pineda Ibarra, impresor de libros en esta ciudad, que,
habiéndolo oído y entendido, dijo que cumpliría
con lo que se le manda: esto responde, de que doy fe.- Isidro
Despinosa».
(Hoja 100 del Libro de Autos Acordados de la
Real Audiencia de Guatemala de los años 1691-1781).
(N. del A.)
163
Véanse entre
los documentos los autos de la materia. (N. del A.)
164
En
una cláusula de su testamento declara que para hacer
uno de esos libros «de coro» había recibido ochenta
pesos de los indios de San Juan Zacatepeques, pero que no
ejecutó el trabajo, pidiendo que por el amor de Dios
le perdonasen esa deuda. (N. del A.)
165
Se
halla entre los preliminares de la Crónica mencionada.
(N. del A.)
166
El libro a que aludimos
es el Manual de ejercicios, de fray Francisco de Soria, descrito
bajo el número 367 de la presente obra166.1. (N. del A.)
166.1
(Medina, La
Imprenta en Guatemala. Santiago, 1910.) (N. del E.)
167
Véase su fe de
defunción que insertamos más abajo. (N. del A.)
168
Constan
estos hechos del poder para testar de Velasco. (N. del A.)
169
Hojas
1013 y siguientes del protocolo de Mateo Hurtado, año
1723. (N. del A.)
170
Hoja 178,
protocolo de Mateo Ruiz Hurtado, año citado. (N. del A.)