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311

Obra citada, pág. 8. (N. del A.)

 

312

Noticia de algunas publicaciones ecuatorianas, pág. 5. Por nuestra parte debemos declarar que hemos registrado el expediente a que aludía nuestro difunto amigo, sin lograr tropezar con la anotación a que nos referimos. Puede que se nos escapase. (N. del A.)

 

313

«Así consta del Catálogo de los religiosos que componían la Provincia Quitense de la Compañía de Jesús el año 1760». Obra cit., pág. 8. (N. del A.)

 

314

Lug. cit., p. 10. (N. del A.)

 

315

Véase lo que a este respecto hemos dicho en nuestras Notas bibliográficas al tratar de la Imprenta en Ambato315.1. (N. del A.)

 

315.1

(Publicadas en este mismo volumen.) (N. del E.)

 

316

El señor González Suárez expresa que «hasta ahora nos ha sido imposible descubrir si esta imprenta de Salazar fue la misma de los jesuitas u otra nueva» Bibl. ecuatoriana, pág. 16. Si bien añade a renglón seguido «que los tipos hacen presumir fuera la misma». Si este hecho no lo indicase claramente, no es de creer que Salazar llevase otra, habiéndola allí, y cuando tan caro debía costarle una nueva, sin esperanza alguna de hacer negocio, por el escaso movimiento literario de la ciudad en aquellos años. Para nosotros no cabe duda al respecto. (N. del A.)

 

317

La historia de la Imprenta en el Ecuador ha dado tema a tres estudios: el de don Nicolás Anrique, escrito con ocasión de una exposición de artes e industrias que tuvo lugar en Quito, en cuyo programa se había indicado la conveniencia de presentar muestras del arte tipográfico ecuatoriano desde 1792, época en que se creía entonces haberse hecho la primera impresión. Anrique escribió con ese motivo su Noticia de algunas publicaciones ecuatorianas anteriores a 1792, que salió primeramente a luz en las columnas del Diario Oficial de 1891, y en ese mismo año en un folleto de 23 páginas en 8.º, adornado con un facsímil. El trabajo de Anrique, que significaba un verdadero progreso en la materia, fue criticado con cierta dureza por don Enrique Torres Saldamando, sobre todo por haber dado cabida en él a un libro de origen limeño.

Posteriormente, en el número 48 de los Anales de la Universidad de Quito, don Federico González Suárez insertó su «Bibliografía ecuatoriana», en la que adelanta, naturalmente, los datos consignados por el escritor chileno respecto de las publicaciones de Ambato y Quito, cuidando de imitar, por medio de la tipografía, las portadas de los impresos que enumera, todos vistos por él, pero sin las descripciones bibliográficas exigidas hoy en estudios de esa índole.

La vasta ilustración del señor González Suárez, su amor al estudio, el alto puesto que desempeña en la jerarquía eclesiástica del Ecuador y su residencia en aquellos sitios, le indican como llamado a desarrollar sus noticias, completando las que ahora damos nosotros, que las publicamos sólo como aditamento indispensable para nuestro plan de historiar la Imprenta en la América española.

Hemos sentido no haber hallado en Santiago un solo ejemplar de la Revista de la escuela de literatura de Quito, en cuyo número segundo insertó don Pablo Herrera su estudio sobre «La imprenta y los periódicos en el Ecuador».

No debemos terminar esta nota sin decir siquiera dos palabras acerca del grabado en Quito, por supuesto, dentro de los límites de este estudio. La primera muestra que se conoce es tan singular, que constituye un hecho verdaderamente anómalo y curioso. Nos referimos al plano del curso del río Marañón, hecho por el jesuita Samuel Fritz y grabado en Quito por el padre Juan de Narváez en 1707, o sea con más de medio siglo de anterioridad al primer impreso de aquella ciudad. Un ejemplar de ese mapa existe en la Biblioteca Nacional de París y otro se conservaba, según Anrique, en la de Santiago, el cual hoy no aparece. Por esta circunstancia nos vemos privados de describirlo. No hace mucho, el librero Quaritch de Londres, anunció otro ejemplar que se había agregado a El Marañón y Amazonas, del padre Manuel Rodríguez.

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Fue reproducido en 1717 en el tomo XV de las Lettres édifiantes, París, 1717, y en el VIII de la segunda edición de la misma obra con el extracto de una Memoria de Fritz. En el tomo VIII de las Cartas edificantes y curiosas, traducidas por el padre Diego Davin, Madrid, 1765, 4.º, páginas 42-50, se publicó sólo la «Descripción abreviada del Río Marañón y de las misiones establecidas en sus contornos, sacada de una Memoria española de Fritz».

González de Barcia, Epítome de la Biblioteca Oriental y Occidental, t. II, col. 688, lo cita en los términos siguientes:

«Padre Samuel Fritz, El gran río Marañón o Amazonas, con la misión de la Compañía de Jesús, geográficamente delineado, dedicado al Rey por mano de la Real Audiencia de Quito, 1707, con una brevísima relación del río y misión.

»Padre Carlos Le Gobien, repitió la edición de este mapa en el tomo 12 de las Cartas edificativas y en el Prólogo hace memoria de esta misión y su estado y de la muerte del padre Enrique Richter y del licenciado don Josef Vásquez, presbítero, misioneros».



La Condamine, cuando estuvo en Quito, logró encontrar el mapa original del padre Fritz, en el cual los grados del círculo alcanzaban a cerca de una pulgada, y al dar a luz su mapa del Marañón, marcó con líneas de puntos los errores en que había incurrido el padre Fritz.

No es de nuestra incumbencia ocuparnos de historiar la vida de este famoso jesuita, pero no resistimos el deseo de dar a conocer la relación, hasta ahora desconocida, que presentó en Lima al Conde de la Monclova acerca de sus viajes por aquellas regiones y el oficio con que aquel Virrey del Perú lo envió a la Corte, que el lector hallará entre los Documentos.

Algunos otros pueden verse en la colección del padre Stöcklein, intitulada Welt Bolt., t. I, ns. 24 y 25, y tomo V, n. 111. Véase también el tomo XVI, pp. 85-87 de la Biographie universelle, de Eyriés; las pp. 216-217 del tomo V de la Bibliothèque des écrivains de la Compagnie de Jésus, de los padres Backer; El Oyopoc y Amazonas, de Caetano da Silva, y Jiménez de la Espada, etc.

Hemos dicho que el mapa de que tratamos es la primera muestra de grabado antiguo que se conocía del Ecuador hasta hoy, y esta afirmación necesita algunas aclaraciones.

El señor González Suárez, al describir algunos edictos del obispo Pérez Calama, dice que el escudo de armas del prelado estaba grabado en «plancha metálica», «en acero». Esto último, desde luego, es inexacto, porque entonces sólo se grababa en cobre. Y añade que esos grabados están firmados por Soria. Sobre lo cual debemos decir que el verdadero apellido del grabador era Suria, artista que trabajaba en México, donde el obispo, cuando estuvo allí, sin duda, le mandó grabar el sello de sus armas, que después salió en los Edictos que publicó en Quito. Conste pues, que en esos casos no se trató de grabados ecuatorianos.

Como se verá más adelante, nosotros describimos igualmente dos impresos quiteños, de unas pocas líneas, que figuran al pie de preciosos grabados en cobre. Estos están firmados por Rea, también artista de México. Es indudable, asimismo, que esos grabados fueron llevados a Quito, seguramente por el mismo Pérez Calama, y que la parte del pie se llenó en Quito con unas cuantas líneas compuestas ahí, en la imprenta.

Resulta, de este modo, que no se conocía grabador alguno de Quito durante la colonia, si exceptuamos al padre Narváez, en una época muy anterior a la Introducción de la Imprenta.

Nosotros hemos podido comprobar, como se verá de la hoja descrita bajo el número 22 de esta bibliografía317.1, que en 1785 había en Quito un grabador, llamado Joaquín Cruz. La muestra que nos ha dejado -única conocida, por desgracia- de su ingenio y pericia como dibujante y artista, es notable, si se considera el tiempo y lugar en que trabajaba y si se compara con las de los grabadores de otros países hispano-americanos de aquella época. ¿Dónde había estudiado? ¿De dónde procedía? Problemas son estos que señalamos a la investigación de los eruditos ecuatorianos, que bien valen la pena de estudiarse para complemento de las noticias de artistas de un país que tan adelantado estuvo en la pintura durante la colonia. (N. del A.)

 

317.1

(J. T. Medina, La Imprenta en Quito, Santiago de Chile, 1904) (N. del E.)

 

318

A causa de hallarnos aquí sin nuestros elementos de trabajo, no nos es posible dar alguna noticia biográfica del padre Matías Boza. Si no recordamos mal, era hermano de don Jerónimo Boza, natural de Santiago, autor de la Laurea teológica, publicada en Venecia, en defensa del culto del Sagrado Corazón. Véase Gómez de Vidaurre, Historiadores de Chile, t. XV, pág. 296. (N. del A.)

 

319

Constan los antecedentes que nos han servido para redactar estas páginas de una copia autorizada de la época que existe en la rica biblioteca que fue del doctor don Andrés Lamas, que insertamos entre los documentos y cuya última página damos en facsímile.

Los demás detalles referentes a la Imprenta, como ser su material, tipos, etc., los encontrará el lector en la parte en que tratamos de su translación a Buenos Aires. (N. del A.)

 

320

Pueden verse en Garro algunos de sus antecedentes biográficos. (N. del A.)