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Capítulo XXII

Don Alonso el Sabio rey de Castilla. -Segovianos heredados en la campaña de Sevilla. -Don Raimundo promovido a su arzobispado. -Don fray Martín obispo de Segovia. -Rayo que amenazó al rey don Alonso. -Elección de don Fernando Velázquez obispo de Segovia. -Don Rodrigo Tello su sucesor.

     I. Sucedió al santo Fernando su primogénito don Alonso, en edad de treinta años y medio, príncipe de gran nombre y desigual fortuna. Comenzó a reinar liberal, alargando los tributos al rey de Granada, y repartiendo la campaña de Sevilla entre sus conquistadores, nombrando cuatro estaderos, y por principal a nuestro obispo, que haciéndola medir, hizo el repartimiento, confirmándole el rey jueves primero día de mayo de mil y docientos y cincuenta y tres; y este es el heredamiento que dio el rey al obispo de Segovia:

     Diol Burga bezino har, á que puso el rey nonbre Segovia, que es en termino de San Lucar: é auie en ella veinte mil pies de oliuar, é de figueral: E por medida dos mil é quinientas aranzadas de sano: E veinte yugadas de pan año é vez en Quinchimat Abesahat. E las cinco yugadas destas diolas el Rey á Gonzalo Dominguez, cuñado del Obispo, é á su muger, por ruego del Obispo. Tanbien en Cultullena: Dio hi á Garcia Dominguez, Cuñado del Obispo de Segovia, é á su muger treinta aranzadas, e seis yugadas á cada uno año é vez en Haznalcazar.

     En confirmación de esta merced, y la que su padre le había hecho, despachó el rey el siguiente privilegio rodado, que autorizado, en pergamino y letra de aquel tiempo, se guarda en el archivo Catedral de Segovia:

     Conocida cosa sea á todos los homes que esta carta vieren, como yo Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de León, de Galicia, de Seuilla, de Cordoba, de Murcia, é de Iaén, en uno con la Reyna, Doña Yolant mi muger, Do é otorgo á vos Don Remondo, por la gracia de Dios, Obispo de Segovia, la torre que decien en tiempo de Moros Bonabenzohar, á que puse nombre Segoviola, con su olivar, é con su figueral, é con las viñas que ha de los moyones adentro por ó D. Gonzaluo Garcia de Torquemada, é Roy Lopez de Mendoza lo moyonaron por mio mandado. Et douosla con sus casas, é con sus molinos, é con todos sus terminos con cuanto á, é quanto deue auer, é quanto pertenece á esta torre. Et douos los molinos del aceite, que son hi: libres, é quitos, que non dedes dellos derecho ninguno. Et douos veinte yugadas de bueyes á año et vez, de heredad para pan: las circo que son á derredor de la Torre en termino de la torre, é las diz é cinco en Quinchimat Abenzohar. Et douos este heredamiento sobredicho, que lo ayades libre, é quito por juro de heredad, pora dar, pora vender, pora enpeñar, pora cambiar, pora enagenar dello, ó todo. Quier á la Iglesia de Segovia, quier á otra, quier ó Orden, quier á otra parte, ó vos quisieredes. E que fagades dello todo lo que vos quisieredes, cuemo de lo vuestro. Et mando que por este heredamiento que vos yo do, que me tengades un home guisado de cavallo, é de fuste, é de fierro, mientras fuere vuestro. Et mando, et defiendo firmemente, que ninguno non sea osado, etc. Fecha la carta en Sevilla por mandado del Rey veinte y dos días andados del mes de Iunio en era de mil é docientos é noventa é un años. E yo sobredicho Rey Don Alfonso regnante en uno con la Reyna Doña Yolant mi moger en Castiella, en Toledo, en Leon, en Galicia, en Sevilla, en Cordoba, en Murcia, en Iaén, en Baeza, en Badalloz, et en el Algarbe, la otorgo, et la confirmo.

        

Rueda. Signo del Rey Don Alfonso.

D. Diego Lopez de Faro, Alferez del Rey, la conf.
D. Juan Garcia, Mayordomo de la Corte del Rey, la conf.
D. Alfonso de Molina, la conf.
D. Fedric, la conf.
D. Mahomat Aben Mahomat Abenhuc, Rey de Murcia, vasallo del Rey, la conf.
D. Aboabdile Aben-hazar, Rey de Granada, vasallo del Rey, la conf.
D. Aben Mahfot, Rey de Niebla, vasallo del Rey, la conf.
D. Sancho electo de Toledo, la conf.
D. Felipe electo de Sevilla, la conf.
D. Aparicio Obispo de Burgos, la conf.
D. Rodrigo Obispo de Pal. la conf.
D. Remond Obispo de Seg. la conf.
D. Pedro Obispo de Siguen. la conf.
D. Gil Obispo de Osma la conf.
D. Mateo Obispo de Cuenca, la conf.
D. Benito Obispo de Avila, la conf.
D. Aznar Obispo de Calaforra, la conf.
D. Lope Obispo de Cord. la conf.
D. Adan Obispo de Plasenc. la conf.
D. Pascual Obispo de Jaen, la conf.
D. Frai Pedro Obispo de Cartagena, la conf.
D. Ferrand Ordoñez Maestre de Calatrava, la conf.
D. Nuño Gonzalez, la conf.
D. Alfonso Lopez, la conf.
D. Rodrigo Gonzalu, la conf.
D. Alfonso Tellez, la conf.
D. Ferrand Royz de Castillo, conf.
D. Pedro Nuñez, la conf.
D. Nuño Guillen, la conf.
D. Pedro Guzman, la conf.
D. Rodrigo Gonzalu el niño, la conf.
D. Ferrand Garcia, la conf.
D. Alfonso Gardia, la conf.
D. Diego Gomez, la conf.
D. Gomez Royz, la conf.
D. Simon Roiz, la conf.
D. Juan Arzobispo de Santiag. la conf.
La Eglesia de Leon vaga
D. Pedro Obispo de Ovied. la conf.
D. Pedro Obispo de Zam. la conf.
D. Pedro Obispo de Salam. la conf.
D. Pedro Obispo de Astorg. la conf.
D. Leandro Obispo de Ciudad, la conf.
D. Miguel Obispo de Lug. la conf.
D. Juan Obispo de Orens. la conf.
D. Gil, Obispo de Tuy, la conf.
D. Juan Obispo de Mondoza, la conf.
D. Pelay Perez Maestre de la Orden de Santiago, la conf.
D. Rodrigo Alfonso, la conf.
D. Martín Alfonso, la conf.
D. Rodrigo Gomez, la conf.
D. Rodrigo Froláz, la conf.
D. Ferrant Yuañez, la conf.
D. Martín Gil, la conf.
D. Ioan Perez, la conf.
D. Andreo. Pertiguero de Santiago, la conf.
D. Gonzalo Ramirez, la conf.
D. Rodrigo Rodriguez, la conf.
D. Ramir Rodriguez, la conf.
D. Ramir Díaz, la conf.
D. Aluar Díaz, la conf.
D. Pelay Perez, la conf.
Ferrand Gonzaluez: Merino mayor de Castiella, la conf.
Gonzalo Morant, Merino mayor de Leon, la conf.
Roy Suarez, Merino mayor de Galicia, la conf.
Garci Suarez, Merino mayor del reino de Murcia, la conf.
Maestre Ferrant Notario en Castiella, la conf.
Martin Ferrandez Notario en Leon, la conf.
Sancho Martinez de Xodar, Adelantado de la frontera, la conf.

Aluar Garcia de Fromesta, la escrivió.

     II. Esta es la primera noticia que hasta ahora hemos descubierto de intitularse rey del Algarbe: que acaso le dejó conquistado el rey don Fernando; aunque en nuestros coronistas no se halla. También son las primeras confirmaciones que hemos visto del Infante Don Felipe, electo Arzobispo de Sevilla, y del Obispo de Cartagena.

     Asimismo se dió repartimiento en la campaña de Sevilla (por haberse hallado en su conquista) en Rauz o Criada, a Juan Perez de Segovia veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Pedro Caro veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Garci Domínguez veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Garci Sancho veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Pedro Ferrandez veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Maestre Gonzalo veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Gonzalo Diez de la Copa veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Ruy Perez treinta aranzadas y cinco yugadas.

     En Alcalá a Ruy Gil veinte aranzadas y cinco yugadas: a Pedro Iusta veinte aranzadas y cinco yugadas.

     En Genis-Leuit a Fernan Perez de Segovia veinte y cinco aranzadas y cinco yugadas: a Fernan Ferrandez veinte aranzadas y cinco yugadas: a Juan Perez hierno de Gonzalo Martinez veinte aranzadas y cuatro yugadas: a Ferran Garcia diez aranzadas y cuatro yugadas a Pero Perez de la reina Doña Berenguela quince aranzadas y tres yugadas: a Garci Estevan quince aranzadas y cuatro yugadas: a Roelin quince aranzadas y cuatro yugadas.

     En Sietmalos o Algacila, a Domingo Muñoz la torre con las casas y ciento y cincuenta aranzadas y quince yugadas de tierra para pan, año e vez, e otras seis yugadas que le dio el rey don Ferrando en Tálica: e diole una yugada de tierra para hacer viñas en Algecira que tenia Alfonso Ferrandez en ribera de Guadalquivir. A Ferran Nuñez su hijo treinta aranzadas y seis yugadas: (era sin duda Fernan Nuñez su hierno, no hijo, sino marido de doña Gila su hija, como escribimos en la conquista de Córdoba año mil y docientos y treinta y seis): a Ruy Perez, fijo de Pedro Ruy Perez, treinta aranzadas y seis yugadas: a Diego Gil e su fijo, cien aranzadas y seis yugadas: a Pedro Blanco el Adalid cincuenta aranzadas y seis yugadas.

     En Guesna: a Blanco Pedro e su fijo veinte aranzadas y seis yugadas.

     De estos segovianos ilustres hay memoria en el repartimiento de Sevilla. Los cuales sin duda eran capitanes de gran nombre y reputación; que otros muchos asistieron en el ejército, pues entre los almocadenes (estos eran capitanes de infanteria según la ley cinco, del título veinte y dos en la Partida segunda) heredados por el rey don Fernando, se nombran Domingo Esteban y Domingo Martin de Segovia. Y sin esto se repartieron tres aranzadas de huerta a la puerta del Sol a nuestro obispo don Raimundo; y dos aranzadas a la puerta de Macarena a Maestro Martín de Segovia. El cual, según entendemos, sucedió a don Raimundo en nuestro obispado. Nómbranse también de Sepúlveda, Juliano Yñigo, Pedro Ferrandez y Martin Yvañez; de Cuéllar don Gomez; de Fuentidueña Gonzalo y Domingo Perez.

     III. En veinte y cinco de otubre, fiesta de nuestro patrón San Frutos, de este mismo año mil y docientos y cincuenta y tres, don Raimundo nuestro obispo estando en Sevilla, fundó en su iglesia de Segovia dos capellanías de misa cada día: una, por el santo, e noble Rey Don Ferrando (así lo dice añadiendo) por las grandes mercedes que fizo a nos, fiando en nos el cuerpo, e la alma: otra por el rey don Alonso. Y así mismo fundó cinco aniversarios: dos por los mismos reyes, y dos por las reinas Berenguela y Beatriz, madre y mujer primera de Fernando; y el quinto por sí mismo con palabras de mucha religión y piedad. Situó para estipendio de estos sacrificios la mitad de cuanto heredamiento los reyes le habían dado en la torre de Aben-zohar, nombrada nuevamente Segoviola, como consta de muchos instrumentos de esta fundación que autorizados están en el archivo Catedral del Cabildo de Segovia, el cual poseyó la heredad hasta que el rey don Sancho, hijo de este rey don Alonso, la tomó para las monjas de San Clemente de Sevilla, prometiendo satisfacerlo. Murió sin hacerlo; y después de muchos pleitos el rey don Fernando su hijo en Segovia en cuatro de octubre de mil y trecientos y un años mandó por sentencia que fuese vuelta al Cabildo que ultimamente la trocó a Martín Fernández Portocarrero, por las heredades de Valseca, Bohones y Aldea, nombrada hoy los Huertos, año mil y trecientos y treinta y cinco, como entonces diremos.

     IV. El rey para suplir los empeños de la guerra y gastos de su pródiga condición, decretó año mil y docientos y cincuenta y cuatro labrar moneda de baja ley en Burgos, de donde se nombraron Burgaleses, llenando el cuerpo de la república de mala sangre, de que en breve enfermó: subiendo los precios de las cosas tanto, que para reparar este daño se cayó en otro mayor como veremos a pocos lances. Resuelto también a repudiar su mujer doña Violante, por estéril, envió por la infanta Cristina a Dinamarca, causa de muchas alteraciones. Nuestro obispo don Raimundo en veinte y dos de noviembre del año siguiente mil y docientos y cincuenta y cinco dio leyes y fuero a su villa de Luguillas, que como dijimos, compró el obispo don Gonzalo año mil y docientos y nueve. Y deseando aumentar su población, alivió sus vecinos de tributos, y a cuantos viniesen a poblar de nuevo prometió solar y heredades, y exención de todos tributos por cinco años; cuidado de gobernador prudente, pero la continua saca de gente ha yermado este y otro pueblos mayores. El rey, deseando visitar sus pueblos y vasallos, partió de Andalucía acompañado de muchos príncipes extranjeros atraídos a la fama de su grandeza y estudios, y en Sigüenza en seis de mayo de mil y docientos y cincuenta y seis años concedió privilegio rodado, que original permanece en nuestro archivo Catedral, para que ni los canónigos ni racioneros (esta es la primera noticia que hasta ahora hemos hallado de racioneros en nuestra iglesia) ni capellán, ni aun clérigo del coro, pagasen moneda de tributo. Entre los demás prelados confirman, Don Felipe electo de Sevilla y don Remondo obispo de Segovia: y admira ver en este privilegio y otros de este rey (pondremos algunos) tantos reyes, príncipes y señores, cual nunca se vieron en corte de rey alguno, advirtiendo bien su historia antigua, que había voluntad de haber reyes por vasallos.

     V. Los pueblos se quejaban del gobierno en baja de moneda y subida de precios. Para tratar del remedio convocó Cortes en nuestra ciudad, donde llegó a los principios de julio, y abiertas las Cortes en veinte y uno de este mes dio a nuestra villa de Cuéllar fuero y leyes para su gobierno, como consta de un privilegio rodado, que original permanece, y le vimos en el archivo de aquella villa. Para remediar los daños y quejas del pueblo se pregonaron precios y tasas a todas las cosas, remedio más dañoso que el daño, pues lo que antes se hallaba a comprar por precio, aunque alto, después no se hallaba por ninguno: Que comprar y vender es contrato libre, y el príncipe no puede valorar contra este derecho de las gentes: causa de abrogarse luego la ley, como advierte su Historia.

     La nobleza de nuestra ciudad le suplicó confirmase los privilegios antiguos, y concediese otros conformes al tiempo y a su servicio real, como lo hizo por un célebre privilegio rodado, despachado en Segovia en doce de septiembre de este año, que autorizado se guarda en los archivos de Ciudad y Tierra, diciendo en él después del principio ordinario: En uno con la Reina Doña Violante mi muger, é con mio fijo el Infante Don Ferrando, por darles galardon por los muchos servicios que ficieron al mucho noble, é mucho alto, é mucho hondrado Rey Don Alfonso mio bisabuelo, é al mucho noble, é mucho alto, é mucho hondrado Rey Don Ferrando, mio Padre, é á mi ante que Regnase, é despues que Regne. Mando que los cavalleros que tobieren las mayores casas pobladas en la villa con muger, é con fijos desde ocho dias antes de cinquesma fasta ocho dias despues de San Miguel, é tovieren cavallos, é armas, é el cavallo de treinta maravedis arriba: é escudo, é lanza, é loriga, é brafoneras, é perpunte, é capiello de fierro, é espada, que non pechen, etc., prosiguiendo muchas franquezas. Y es la primera noticia que, hasta ahora, hemos hallado del príncipe don Fernando; sin que escritor alguno haya escrito año, día ni lugar de su nacimiento. Porque nuestra ciudad y los pueblos de su gran jurisdicción estaban desavenidos en el modo de contribuir en gastos comunes y tributos reales, deseoso el rey de su concordia estableció el modo que en eso se había de guardar, despachando su privilegio en veinte y dos de septiembre de este año, el cual autorizado se guarda en los archivos de Ciudad y Tierra. No sabemos lo demás procedido en estas Cortes.

     VI. Con este ejemplo martes primero día de mayo del año siguiente mil y docientos y cincuenta y siete, nuestro obispo don Raimundo, Cabildo, Ciudad y Tierra se conformaron en que los pastos de sus villas y jurisdicciones fuesen comunes entre sí.

     El rey, que de nuestras Cortes volvió a Andalucía, cercó a Niebla y la ganó, y volviendo a la guerra de Teobaldo, rey de Navarra, con quien estaba desavenido, en Burgos en doce de octubre del mismo año dio privilegio al hospital de Sancti Spíritus de nuestra ciudad, diciendo: Por quanto fallamos que la casa del Hospital de Santi Spiritus de la Ciudad de Segovia está muy pobre, é muy menguada: é por que es lugar do es Dios servido, le dimos siete escusados de pecho, como son escusados los Cavalleros de Segovia: assi como el nuestro privilegio dize que sean escusados de pecho, é vecinos al fuero de Segovia. Parece referirse al privilegio que el año anterior dio a nuestra ciudad. Y esta es la noticia primera que hasta ahora hemos hallado de este hospital, ignorando el tiempo y modo de su fundación. Si bien sabemos, fue encomienda de esta religión, cuya insignia es cruz azul sobre hábito negro, y su instituto amparar y criar niños desamparados de sus padres, que comúnmente nombran Espósitos. Su sitio es al lado meridional de nuestra ciudad, en el valle y orilla del arroyo Clamores. Permaneció encomienda de Santi Spíritus hasta año mil y quinientos y setenta y tres, que quedó en patronazgo y administración de nuestra Ciudad, como allí escribiremos.

     VII. Vivían nuestro obispo y Cabildo en tanta concordia, que juntos y conformes, en Cabildo pleno, primero día de octubre de mil y docientos y cincuenta y ocho, estatuyeron que cualquier dignidad o prebendado que muriese de Navidad a Todos Santos gozase el año entero, una mitad para su funeral, y otra para pagar sus criados; y que el obispo llevase en reconocimiento de superior de cada dignidad la mula o treinta maravedís (aquí también se reconoce el valor grande de estos maravedís), del canónigo un marco de plata, del racionero medio marco, del medio racionero la cuarta parte del marco. Estatuyendo así mismo que el número de prebendados fuese cierto y señalado de cuarenta canónigos, diez racioneros, y veinte medios racioneros, como consta del acto capitular que autorizado en pergamino y letra de aquel tiempo permanece en el archivo Catedral.

     El rey que en desear sosiego y no gozarle fue infeliz, volvió de Navarra a Sevilla, de allí a Toledo y a nuestra ciudad, donde viernes primero día de noviembre de este mismo año dio su privilegio rodado al Cabildo de la clerecía de Cuéllar, confirmando todos los privilegios antecedentes, como consta del original que permanece y vimos en su archivo. En él confirma Don Felipe entre los infantes; indicio de que ya estaba casado: la iglesia de Sevilla vaca: Don Remondo obispo de Segovia. Entre nuestra ciudad y villa de Coca había pesadas desavenencias sobre los términos de tierra y jurisdicción temporal, remitiendo la justicia a las manos con muertes y escándalos. Para componerlos fue el rey de nuestra ciudad a Navas de Olfo, aldea que hoy nombran Navas de Oro. Donde convocadas y oídas las partes, señaló el mismo rey los términos y cotos desde el camino de los hornos, donde concurren los términos de Cuéllar, Coca y Segovia, atravesando los pinares con cien cotos o señales que los antiguos nombran límites y términos, hasta el río Voltoya. Y volviendo a nuestra ciudad viernes ocho de noviembre despachó de esto su privilegio rodado que original con las mismas confirmaciones que el antecedente permanece en el archivo de nuestra Ciudad. Y de él consta haber nacido ya el infante don Sancho, siendo esta la primera noticia que hasta ahora hemos hallado de su nacimiento.

     VIII. Acostumbraban nuestros obispos comer con su Cabildo en algunas fiestas señaladas; costumbre conveniente para conservar la concordia necesaria entre cabeza y cuerpo. Para esto estaban situadas cuatro raciones o medios préstamos en Valde-Lobingos y otras rentas. Mas considerando que aquellos gastos se podían emplear mejor juntos y conformes, en veinte y nueve de noviembre de este año estatuyeron que reteniendo la costumbre de comer juntos sólo el día de Pascua de Resurrección, lo demás se distribuyese entre los asistentes a la misa mayor de aquellas festividades. Faltaba que a la asistencia de vísperas en las mismas fiestas se aumentase estipendio, y dando nuestro generoso obispo la mitad que le había quedado de su heredamiento de Sevilla, y el tributo de dos sueldos y medio por cabeza al año que a la silla obispal pagaban los judíos de Sepúlveda y Cuéllar, estatuyeron que se distribuyesen cinco sueldos de pepiones, moneda, como dejamos advertido, muy menuda entre los asistentes a aquellas vísperas. Y porque la memoria de las comidas en comunidad, que nombraban Yantares, no se acabase, antes se continuase en mas piadoso empleo, estatuyeron que en las festividades de Navidad, Espíritu Santo, Asunción y otras, se diese de comer en el mismo refitorio a cuarenta pobres, y comiesen con ellos el semanero de misa mayor, el mayordomo del mismo Hospital y capellanes de la Iglesia: estatutos todos dignos de memoria y ejemplo, conmutados hoy en criar los niños espósitos.

     IX. Martes primero día de julio del año siguiente mil y docientos y cincuenta y nueve, estando el rey en Toledo; dio a nuestra iglesia catedral y su cabildo el siguiente privilegio que original permanece en su archivo:

     Conocida cosa sea á todos los omes que esta carta vieren, cuemo nos Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, é de Toledo, de Leon, de Galicia, de Sevilla, de Cordoba, de Murcia, é de Iaen, en uno con la Reyna Doña Yolant mia moger, é con nuestro fijo el Infante Don Ferrando, Primero é heredero é con nuestro fijo el Infante don Sancho, entendiendo que todos los bienes vienen de Dios, é mayormente a los Reyes, é a los poderosos. Ca los bienes de los Reyes en manos de Dios son: et la gran merced que Dios siempre fizo al nuestro linage, dond nos venimos, é sennaladamientre á nos ante que regnassemos: porque somos tenudos de ondrar los logares, é las sus casas de la oracion, ó á el ruegan de noche é de dia, é sennaladamientre á la Eglesia Catredal de Segovia: á la qual ondraron, é amaron mucho los de nuestro linage, é dieron donadiós, é franquezas. Et nos por acrescer en la su ondra, et por fazer bien, é merced al Cabillo, á las personas, é á los Canonigos, é á los companneros, é á los servidores de la Eglesia Catredal de Segovia; damosles é otorgamosles que los que ovieren heredamiento, porque, que escusen sus paniaguados, é sus yugeros, é sus pastores, é sus ortolanos, é sus alcavaleros, é todos los otros sus escusados: assi como los escusan los Cavalleros de Segovia, é desa quantia. Et mandamos, et defendemos, &c. Fecha la Carta en Toledo por mandado del Rey, Martes primero dia del mes de Iulio en era de mil é docientos é noventa é siete años. Et nos el sobredicho Rey Don Alfonso regnant en uno con la Reyna Domna Yolant mia muger, é con nuestro fijo el Infante Don Ferrando primero, é heredero, é con nuestro fijo el Infante Don Sancho en Castiella, en Toledo, en Leon, en Galicia, en Sevilla, en Cordoba, en Murcia, en Iaen, en Baeza, en Badalloz, é en el Algarbe confirmamos é otorgamos este privillejo.

Rueda. Signo del Rey don Alfonso

El Infante Don Manuel, hermano del Rey, e su Alferez, la confirma.

            La Mayordomía del Rey, vaga
D. Alonso de Medina, conf.
D. Frederic, conf.
D. Felipp, conf.
D. Ferrand, conf.
D. Loys, conf.
D. Aboabdille Abenhazar, Rey de Granada, vasallo del Rey, conf.
D. Aben Iachoch Rey de Niebla, vasallo del Rey, conf.
D. Hugo Duc de Borgona, vasallo del Rey, conf.
D. Ruy Conde de Flandes, vasallo del Rey, conf.
D. Henric Duc de Loregne, vasallo del Rey, conf.
D. Alfonso fijo del Rey Iuan Dacre, Emperador de Constantinopla,

e de la Enperatriz. D. Berenguela, conde de Do, vasallo del Rey,

conf.
D. Loys fijo del Emperador, e de la Enperatriz, sobredichos Conde

de Belmont, vasallo del Rey,

conf.
D. Ioan fijo del Enperador e de la Enperatriz, sobre dichos Conde

de Monfort, vasallo del Rey

conf.
D. Mahomat Aben Mahomat Abenhuc, Rey de Murcia, vasallo del Rey, conf.
D. Gaston Vizconde de Bearne, vasallo del Rey, conf.
D. Ruy Vizconde de Limoges, vasallo del Rey, conf.
D. Sancho electo de Toledo, Canciller del Rey, conf.
La Eglesia de Sevilla. vaga
D. Mathe Obispo de Burgos, conf.
D. Ferrando Obispo de Pal. conf
D. Remondo Obispo de Seg. conf.
D. Pedro Obispo de Sig. conf.
D. Gil Obispo de Osma, conf.
D. Rodrigo Obispo de Cuenc. conf.
D. Benito Obispo de Avila, conf.
D. Aznar Obispo de Calaf. conf.
D. Adan Obispo de Placenc. conf.
D. Pascual Obispo de Iaen, conf.
D. Frai Pedro Obispo de Cart. conf.
D. Pelay Perez Maestre de la Orden de Santiago, conf.
D. Pedro Yuañez Mastre de la orden de Calatrava, conf.
D. Nuño Gonzalez, conf.
D. Alonso Lopez, conf.
D. Simon Roíz, conf.
D. Alfonso Tellez, conf.
D. Ferrand Royz de Castro, conf.
D. Gomez Royz, conf.
D. Gutier Suarez, conf.
D. Diago Gomez, conf.
D. Rodrigo Alvarez, conf.
D. Suer Tellez, conf.
D. Ferrand Garcia, conf.
D. Ioan Arzobispo de Santiago Canciller del Rey, conf.
D. Martin Obispo de Leon, conf.
D. Pedro Obispo de Oviedo, conf.
D. Suero Obispo de Zamora, conf.
D. Pedro Obispo de Salam conf.
D. Pedro Obispo de Astor. conf.
La Eglesia de Cibdad-Rodr. vaga
D. Miguel Obispo de Lugo, conf.
D. Ioan Obispo de Orens. conf
D. Gil Obispo de Tuy, conf.
D. Ioan Obispo de Mand. conf.
D. Frey Robert Obispo de Silues, conf.
D. Frey D. Pedro Obispo de Badalloz, conf.
D. Garci Fernandez Maestre de la Orden de Alcantara, conf.
D. Martin Nuñez Maestre de la Orden del Temple, conf.
D. Alfonso Ferrandez fijo del Rey, conf.
D. Rodrigo Alfonso, conf.
D. Martin Alfonso, conf.
D. Rodrigo Gomez, conf.
D. Rodrigo Frolaz, conf.
D. Ioan Perez, conf.
D. Ferrant Yuañez, conf.
D. Martin Gil, conf.
D. Ramiir Rodriguez, conf.
D. Ramir Diaz, conf.
D. Pelay Perez, conf.
D. Pedro Guzmán Adelantado mayor de Castiella, conf.
D. Diago Sanchez de Funes Adelantado mayor de la Frontera, conf.
D. Gonzaluo Gil Adelantado mayor de Leon, conf.
D. Alfonso Garcia Adelantado mayor de tierra de Murcia, conf.
D. Roy Lopez de Mendoza Almirage de la mar, conf.
D. Roy Gacia Trejo, Merino mayor de Galicia, conf.
D. Garci Martinez de Toledo, Protonotario del Rey en Castiella, conf.
D. Garci Perez de Toledo, Notario del Rey en Andalucia, conf.
Maestre Ioan Alfonso, Arcediano de Santiago, e Notario del Rey en Leon, conf.

Ioan Perez de Cuenca la escrivió el año octavo que el Rey D. Alfonso regnó.

     X. Nunca Corte de rey se vio más adornada de reyes y príncipes extranjeros y vasallos ni la Corte de Castilla con más ricos hombres, que hoy se llaman Grandes, ni con más títulos ilustres de oficios preeminentes en paz y guerra, continuados hasta hoy. Confirma el infante don Felipe entre los infantes: la Iglesia de Sevilla vaca, como en los privilegios antecedentes, y nuestro don Raimundo confirma obispo de Segovia. El cual fue promovido por estos días al arzobispado de Sevilla que había gobernado desde su restauración: causa, como dejamos advertido, de que muchos escritores le pongan por primer arzobispo de Sevilla, porque el infante don Felipe no pasó de electo ni llegó a orden sacro.

     Como don Raimundo conocía ya la disposición de aquel gobierno, al principio del año mil y docientos y sesenta y uno ordenó constituciones de aquella Iglesia que hasta hoy duran con su nombre. Sus grandes acciones, muerte y trasladación de su cuerpo a nuestra iglesia de San Gil, donde yace escribiremos adelante.

     Por su promoción sucedió en nuestro obispado don fray Martín: así le nombran privilegios y memorias de estos años. El gobierno y crédito del rey corrían varios; su fama desigual; la especulación o vanidad de sus estudios astronómicos le traía en indignación del cielo, aborrecido ya de sus vasallos, y, atendido de sus vecinos y enemigos para acometerle; si bien tan celebrado en las naciones remotas, que vacando el imperio de Alemania, tres de los seis electores le habían elegido emperador y enviado embajadores para que fuese a recibir la corona. Pero embarazado con las cosas propias, sólo sirvió de inquietarle esta grandeza; porque cuidadoso de llegar dineros y gente para acometer a los moros antes que le acometiesen año de mil y docientos y sesenta y dos, vino de Andalucía a Toledo, y a nuestra ciudad donde sucedió lo siguiente.

     XI. Murmurábase que el rey se había dejado decir en secreto y en público, que si asistiera a la creación del mundo, algunas cosas se hicieran diferentes (gracejo parece del Momo de los gentiles). Nuestras historias escriben, que en Burgos Pedro Martínez de Pampliega, ayo del infante don Manuel su hermano, por divina revelación, le había avisado aplacarse con penitencia aDios, que ofendido de tan grande impiedad, le amenazaba con pérdida de reino y vida; y que despreciando la amonestación había porfiado en el desatino.

     Estando, pues, en nuestra ciudad, quiso Dios, detenido siempre en el castigo, reducirle con nuevos avisos. Llegó al alcázar, donde el rey se hospedaba, un religioso franciscano, varón de la santa vida: algunos dicen que era fray Antonio nombrado de Segovia, por natural de nuestra ciudad, de cuya santidad escriben las historias franciscanas y escribiremos en nuestros claros varones. Este pues con modestia religiosa habló al rey en esta sustancia:

     No hubiera, señor, venido de mis claustros á vuestros reales pies con menos impulso y motivo que de Dios, á quien teneis ofendido con presunciones inconsideradas: pues habiendoos criado aventajado en bienes temporales de tantos reinos, y espirituales de tan alto entendimiento, usando mal de tantos favores, os revelais contra vuestro criador, presumiendo que sus obras pudieran ser más perfectas con vuestra asistencia. No imiteis al más bello de los ángeles, hoy por su soberbia el peor de los demonios. Emendad en vos mismo, pues ahora podeis, y os importa tanto, lo que presumiades emendar en la fábrica del mundo perfectísima obra, en fin, de la perfección divina. Reconoced culpa tan sacrílega y con penitencia inclinad la misericordia de Dios al perdón; y no irriteis su inmenso poder al castigo: pues sabeis que no es este el aviso primero y podria ser el último.

     El rey se alteró demasiado y respondió airado: y el religioso, cumplida su embajada, aunque no su deseo, volvió a su convento. Aquella misma noche cargó sobre el alcázar tan terrible tempestad de agua, truenos y relámpagos tan pavorosos, que el más animoso via la muerte. Un rayo en la misma pieza en que los reyes estaban rajó las techumbres, que son bóvedas de fortísima cantería; y abrasando el tocado a la reina, consumió otras cosas de la cuadra. No alcanzaba el rey esta tempestad con su astrología y saber, porque la causaba su ignorancia.

     Despavoridos ambos, salieron voceando. El rey instaba le trajesen aquel religioso. Veneía el temor a la obediencia y ninguno se atrevía al peligro. En fin uno de la guardia en un buen caballo llegó a San Francisco y trajo al religioso instado de su guardián. La tempestad y pavor crecían, hasta que comenzando el rey a confesar la culpa, con el arrepentimiento menguaba la tempestad milagrosamente; y al siguiente día abjuró en público la blasfemia.

     XII. Muchas historias nuestras dejan de escribir este caso, como otros muchos. Pero escritores advertidos le escribieron para confusión de sabios presumidos. Fray Alonso de Espina en su Fortalicio de la Fe aunque diferencia el modo. Una historia muy antigua, manuscrita en papel, y letra de aquel tiempo, que tenemos en nuestra librería, le refiere como dejamos escrito. Don Rodrigo Sánchez, obispo de Palencia en su Historia latina de España, señalando que fue antes que partiese a coronarse emperador. El autor del Valerio de Historias escolásticas, Diego Rodriguez de Almela, arcipreste de Val de Santibáñez, que publicó Fernán Perez de Guzmán. El maestro Pedro Sánchez de Arce en su Historia moral y filosófica. Jerónimo de Zurita en sus Anales de Aragón. Juan de Mariana en su Historia de España; y Pisa en la de Toledo; y Juan Cuspiniano en sus Cesares. Y sobre todo la tradición constante de nuestra ciudad, y señales del suceso: estas son las roturas que hizo el rayo, y se ven hoy en la parte interior de la bóveda que es de fortísima cantería, en la sala nombrada del Pabellón por semejarle su fábrica: y se mostraba por la parte de fuera en la media naranja hasta que se empizarró por los años mil y quinientos y noventa. Y aunque no hemos visto autor que señale el año del suceso, le ponemos en este mil y docientos y sesenta y dos porque todos escriben que desde este caso descaeció la grandeza del rey, y su buen gobierno, sucediéndole todo mal; y su corónica refierese que estando en nuestra ciudad en este mismo año le llegaron avisos de tropel: Que el rey de Granada había quebrantado la tregua: que el rey de Murcia su vasallo negaba el tributo y la obediencia: que los moros de Jerez rebelados habían ocupado el alcázar y prendido a García Gomez Carrillo, esforzado capitán: y tenían apretados los castillos de la campaña de Sevilla. Fatigado de estos avisos, juntó cuanta gente pudo, partió de nuestra ciudad a Toledo, y de allí a Sevilla: y en el camino fundó un pueblo que nombró Villa Real, (hoy Ciudad Real).

     XIII. El rey de Granada, ayudado del de Túnez con muchos soldados y pertrechos, reforzó la guerra, animando el rebelión de los moros vasallos del rey don Alonso. El cual apretado mandó publicar la bula y gracias de la cruzada, despachando en Sevilla en veinte de junio de mil y docientos y sesenta y cuatro años su real carta a nuestro obispo don fray Martín, así le nombra, para que luego hiciese predicar en su obispado dos bulas, una de Inocencio cuarto dada año mil y docientos y cuarenta y seis en favor de Alfonso, entonces príncipe, y otra de Alejandro cuarto dada año mil y docientos y cincuenta y nueve, que ambas están insertas en la carta real que original con tres sellos de cera, uno del rey, otro de don Raimundo, arzobispo de Sevilla, y otro de don Fernando, obispo de Coria, permanece en nuestro archivo Catredal. El obispo don fray Martin murió al fin de este año o muy al principio del siguiente mil y docientos y sesenta y cinco; habiendo tenido con su Cabildo desavenencias tan pesadas que sentidos y escarmentados de los encuentros, domingo veinte y cinco de enero estatuyeron y juraron la unión y defensa común. Y el siguiente día juntándose a elegir obispo, dieron poder a Gonzalo Gil arcediano de Sepúlveda, y a Miguel arcediano de Cuéllar, y a Peregrino Bricio y al maestro Guzberto, canónigos, para que eligiesen; y conformes los cuatro, convinieron en que el maestro Guzberto eligiese a don Fernando Blazquez o Belázquez, como hoy pronunciamos, canónigo de Segovia y maestrescuela de Toledo por obispo, como se hizo y así consta del instrumento original que permanece en el archivo Catredal con cinco sellos de cera pendientes, cuatro de los electores y el del cabildo, cuya copia ponemos por su importancia y brevedad:

     Noverint Universi quod Nos Gundisaluus Aegidij Septempublicensis, et Michael Collarensis Archidiaconi in Ecclesia Segoviensis, Peregrinus Britius, et Magister Guzbertus, canonici eiusdem Ecclesiae tradita potestate totaliter á Decano, et Capitulo Segoviensi, et translata providendi Segoviensi Ecclesiae vacanti: Nos omnes praedicti in reverendum virum Ferrandum Belasci Canonicum Segoviensem, Magistrum scholarum Ecclesiae Toletanae unanimiter consentimus. Et rogamus, et mandamus dicto Magistro Guzberto, ut ipso vice nostra, et sua praefatum Ferrandum Belasci eligat in Ecclesiae Segoviensis Episcopum, et pastorem. Ego vero praefatus Magister Guzbertus, vice inea, et mandato in hac parte meorum sociorum, et coelectorum memoratum Ferrandum Belasci eligo in Ecclesiae Segoviensis Episcopum, et Pastorem. In cuius rei testimonium praesentem Cartam sigillorum nostrorum munimine fecimus sigillari. Acta sunt haec in Capitulo VII Kalend, Februarij, Anno Domini M.CC.LXV.

     Y en dos de octubre, Pedro Fernández, tesorero de nuestra Iglesia y el elector Peregrino Bricio con orden y poder de su cabildo se presentaron en el de Toledo, cuya silla vacaba, a pedir confirmación, que dieron luego, y juntamente licencia para que cualquier obispo sufragáneo de Toledo pudiese ordenar al electo de diácono y preste.

     XIV. Cobró el rey don Alonso a Murcia despojando a su rey por rebelde; y el de Granada vino a pedir al castellano dejase el amparo de unos sus alcaides rebeldes como lo habla prometido, pero el castellano receloso dilataba el cumplimiento de la promesa para refrenar al granadino. Al cual de secreto acudieron algunos cristianos nobles y los principales don Nuño de Lara y don Lope de Haro, mal contentos de su rey a incitar al moro tomase las armas, que hallaría a su lado muchos principales castellanos forzados de la ambición y codicia de su rey a seguir su intento. Mucho de esto se rugía pero nada se averiguaba, porque se trataba con mucho secreto. El rey volvió a Castilla, y en Toledo tuvo las fiestas de Navidad fin del año mil y docientos y sesenta y ocho con don Jaime su suegro rey de Aragón, asistiendo ambos con la reina doña Violante y el príncipe don Fernando a la misa nueva de don Sancho infante de Aragón, ya arzobispo de Toledo. Por este tiempo llegó a Burgos, donde estaba el rey don Alonso, Marta Emperatriz y mujer de Balduino emperador de Constantinopla, que despojado del imperio por Miguel Paleólogo y preso por el Soldan de Egipto (así lo escriben nuestras historias) concertado su rescate en treinta mil marcos de plata; habiendo recibido del pontífice romano y rey de Francia los dos tercios de esta suma, venía a pedir el tercio restante al castellano que ambicioso mas que liberal, pues sin prudencia no hay liberalidad, ofreció y pagó la suma entera; empobreciendo sus vasallos por dar a extranjeros lo que ni le pedían, ni ya habían menester.

     El año siguiente mil y docientos y sesenta y nueve, según la cuenta más ajustada, se celebraron en la misma ciudad de Burgos las bodas del príncipe don Fernando con la infanta doña Blanca, hija del santo Luis rey de Francia, dispensado el parentesco por el pontífice romano, con el mayor concurso de príncipes y señores, aparato de galas y fiestas que hasta entonces se había visto.

     XV. Del gasto y revolución de estas grandezas se engendraba en Castilla un apostema dañoso. El infante don Felipe, don Nuño de Lara y don Lope Diaz de Haro, con otros señores mal contentos del rey y su gobierno, maquinaban un desasosiego grande. El rey desde Murcia donde se hallaba, avisado de los tratos deseaba averiguarlos, enviando mensajeros a los mismos conjurados, que habiendo tentado a los reyes de Navarra, Portugal y Granada para que tomasen las armas contra el castellano, después de muchos lances le respondieron: que sus quejas nacían de que con ambiciosa prodigalidad empobrecía a sus vasallos para enriquecer extranjeros, desaforando a los nobles con leyes nuevas nacidas de estudios especulativos, igualándoles con el común en los tributos y pechos, particularmente en uno recién impuesto que nombraban alcabala, y esta es la primera noticia que hay de este nombre en las historias de Castilla. La justificación de las quejas y resolución de los quejosos trajeron al rey presuroso de Murcia a Burgos, donde juntó Cortes prometiendo satisfacer a los mal contentos. Acudió a estas Cortes lo mejor de los reinos deseosos de sosiego y entre los demás prelados nuestro don Fernando Belázquez, estimado del rey por su caudal, como se verá en las ocasiones siguientes; acompañábale el arcediano de Cuéllar que aunque no se nombra presumimos sería Miguel, el que concurrió a la elección del obispo, como allí escribimos. Fueron procuradores por nuestra ciudad en estas Cortes Ruy Pérez y Gómez Cerra.

     XVI. Procuraba el rey con incidencias de su autoridad sosegar los desasosegados; cuyos ánimos, ya rebeldes, se ensoberbecían, cuanto el rey se humillaba. No querían entrar en la junta de reino sino armados. Sobre esto les envió el rey componedores y entre ellos a Gómez Cerra, nuestro segoviano. Nada se compuso; antes creciendo las desavenencias se nombraron árbitros, y entre ellos, por parte del rey, nuestro arcediano de Cuéllar, sin asentarse cosa alguna. En fin los mal contentos se desnaturalizaron al modo de aquel tiempo pidiendo por mensajeros al rey los tres términos; el primero de treinta días, el segundo de nueve, el tercero de tres; los cuales el fuero antiguo de Castilla daba a los nobles para salir del reino. Arrancaron destruyendo cuanto topaban, porque la gente era mucha y disoluta. Cuidadoso el rey partió a Toledo y envió a su arzobispo y a nuestro obispo y a don Pedro obispo de Plasencia, los cuales con los infantes don Fernando y don Manuel procuraron reducirlos, aunque sin provecho. Segunda vez los despachó al principio del año mil y docientos y setenta y dos con asientos por escrito a instancia de la reina y prelados, que deseaban mucho la paz. Alcanzáronlos junto a Úbeda con un robo excesivo y lastimoso, con que sin responder a los asientos, se entraron en Granada, cuyo rey Aben Alamar muró al principio del año mil y docientos y setenta y tres. Por cuya muerte muchos de ellos trataron de reconciliarse con su rey, que por sosegarlos y partir a Alemania a coronarse emperador los recibió apacible en Ávila donde celebraba Cortes. Aquí tuvo aviso que los electores del imperio sentidos de su mucha dilación, habían elegido nuevo emperador a Rodolfo, conde de Ausburg. Sintió el castellano vivamente la novedad, porque deseaba mucho verse emperador. Y viniendo a nuestra ciudad, despachó a Alemania a nuestro obispo don Fernando Belázquez, a quien Nauclero nombra Bernardo, para reducir a los electores y procurar que repusiesen lo atentado. En estos días jueves quince de junio confirmó la concordia de los obispos de Segovia y Palencia sobre Peñafiel y Portillo que se hizo año mil y ciento y noventa como allí escribimos; y en los demás días hallamos haber confirmado casi cuantos privilegios tenía nuestra Iglesia y Ciudad. Y en veinte y seis del mismo mes, estando ya en Guadalajara, para animar que las ventas de estas sierras estuviesen habitadas, dio a sus habitadores un privilegio que autorizado se guarda en el archivo de nuestra Ciudad en pergamino y letra de aquel tiempo diciendo en él: Por fazer bien, e merced a los que moran e moraren dende en adelante en las alberguerías que son en los puertos Valathome, Fuenfría e de Manzanares, e de Maragosto: que an nombres Alberguerías: Quitolos de todo pecho, e de todo pedido e de todo servicio, e de fonsado e de fonsadera, et de toda fazendera, etcétera. Fecha la carta en Guadalfajara veinte e seis días de Iunio, Era de mil e trecientos e once años. Reconócese aquí el puerto Valathome, punto oriental en la demarcación y términos de nuestro obispado, como dejamos escrito año seiscientos y setenta y cinco, y parece el mismo que hoy se nombra puerto de la Tablada y venta de la Campanilla, entre los puertos de Guadarrama y Fuenfría.

     XVII. El pontífice Gregorio décimo a quien don Alonso había enviado embajadores poniendo la elección del imperio en su determinación, pronunció por legítima la elección de Rodolfo en veinte de septiembre de mil y docientos y setenta y cuatro años. Sintiólo mucho el castellano: y llevado del deseo de coronarse emperador, dejando por goberrador de estos reinos al príncipe don Fernando, partió de Toledo por marzo de mil y docientos y setenta y cinco años con aparato imperial, más con hado infeliz; y por Aragón y Francia llegó a Belcaire en la Proenza: donde le esperaba el pontífice con muchos padres del concilio Lugdunense, recién disuelto.

     Los africanos, advirtiendo tan divididas estas fuerzas, pasaron a juntarse con los moros españoles, y robaron la tierra, muriendo a sus manos don Nuño de Lara por mayo, y don Sancho de Aragón arzobispo de Toledo en otra refriega por octubre, y acudiendo a remediar el daño, murió en Villareal el príncipe don Fernando esperanza mal lograda de Castilla. En sabiendo su muerte don Sancho su hermano, mancebo de valientes bríos, se abalanzó a la corona, atropellados los sobrinos don Alonso de la Cerda y don Fernando hijos del primogénito difunto y su mujer doña Blanca, con pretexto de que el hijo heredaba al padre antes que los nietos al abuelo, disponiendo sus cosas don Lope Díaz de Haro, su confidente. El aviso de tantas desdichas recibió el rey en Belcaire, donde aún estaba con el pontífice, de quien se despidió poco gustoso sin haber negociado más que las décimas eclesiásticas de sus reinos por seis años, para la guerra de los moros.

     XVIII. Vuelto a Castilla y hallándola tan revuelta, convocó Cortes para rruestra ciudad año de mil y docientos y setenta y seis. Concurrieron los estados; ventilóse la duda, como si hubiera alguna. Don Sancho tenía granjeados los ánimos de los vasallos y dispuesto el de su padre, de modo que por amor o temor le declaró heredero; y él hizo que los tres estados del reino le jurasen sucesor de su padre, dando principio a este homenaje en Castilla que se continúa hasta hoy, previniendo y asegurando la sucesión. El reino celebró la jura, y nuestra ciudad sus fiestas con la ostentación y grandeza que siempre.

     Desde que nuestro obispo don Fernando fue embajador a los electores del imperio, año mil y docientos y setenta y tres, no hallamos memoria de él. El catálogo de nuestros obispos dice que murió en Roma en veinte de enero de mil y docientos y setenta y siete años. Ya en este tiempo era obispo de Segovia don Rodrigo Tello, electo acaso en ausencia de don Fernando; y esto pudo ser ocasión de ir a Roma donde dicen que murió. La verdad ocultó el tiempo dejándonos las conjeturas. Cierto es que este mismo mes de enero la reina doña Violante, sentida de que a sus nietos se hubiese quitado la corona y recelosa de que don Sancho los persiguiese por legítimos enemigos, con ellos y su nuera doña Blanca, inducida y ayudada de nuestro obispo don Rodrigo, fingiendo ir a Guadalajara, ciudad suya por arras, se fue a Aragón con su hermano el rey don Pedro recién heredado por muerte de don Jaime, padre de ambos. Mucho sintieron el rey y príncipe don Sancho esta fuga, quedando, nuestro obispo don Rodrigo indiciado de parcial de Aragón, que después le costó desasosiego; y por lo mismo murieron el infante don Fadrique y Simón Ruiz de los Cameros. El rey don Alonso en Burgos concedió el privilegio siguiente, que original permanece en el archivo Catedral.

     Sepan quantos esta carta vieren, como Nos Don Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galicia, de Sevilla, de Cordoba, de Murcia, de Iaen, é del Algarbe, por fazer bien, é merced á los Concejos de Turegano, é de Fuente Pelayo, é de Baguilafuente, é de Sotos Aluos, é de Cavallar, é de Riaza, é de Navares, é de Laguniellas, villas del Obispo de Segovia é del Cabildo, otorgamosles que por este servicio que nos agora prometieron, ellos, é las otras villas de Estremadura, é dallén sierra cada año por en toda nuestra vida, que es tanto como una moneda de cinco maravedis, é tercia de los dineros que fueron fechos en tiempo de la guerra; de nuestros pechos foreros, que nos deven dar cada año, quales nos demandamos, mas desto que dicho es, que cada año nos deven dar, nin enprestado, nin pedido, nin otra cosa ninguna por razon de pecho en nuestra vida. Et porque esto sea firme, et non venga en duda mandamosles dar ende esta nuestra carta abierta, sellada con nuestro sello de cera colgado. Dada en Burgos siete dias de julio, Era de M. CCC.XV. Yo Pedro Gomez la fize escrivir por mandado del rey.

     XIX. Reconócese aquí cuán distinto permanecía el nombre de nuestra Extremadura.

     Partió el rey don Alonso a Andalucía quedando don Sancho en el gobierno de Castilla, procurando con embajadas y cartas, que la reina su madre volviese a sus reinos, como lo hizo después. El año siguiente mil y docientos y setenta y ocho volvió el rey a Castilla y a nuestra ciudad, y aunque no lo refieren nuestras historias, consta de nuestros archivos, que estando en ella en veinte y dos de julio de mil y docientos y setenta y ocho años, mandó por su carta ejecutoria, la cual está en el archivo Catedral, que se ejecutase en el modo de dezmar lo decretado por el obispo don Fernando. Y en veinte y cuatro de septiembre confirmó al Cabildo un privilegio de quince mil maravedís de juro. Y en veinte y siete del mismo mes dio a nuestra ciudad el privilegio siguiente, que original permanece en su archivo.

     Sepan quantos este privilegio vieren, é oyeren, como Nos Don Alfonso por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galicia, de Sevilla, de Cordoba, de Murcia, de Iaen, é del Algarve, en uno con nuestros fijos el Infante Don Sancho, fijo mayor, é heredero, é con Don Pedro, é Don Juan, é Don Yaymes, por gran favor que auemos, que la ciudad de Segovia sea bien poblada, é los moradores en ella sean mas ricos, é abondados, é nos puedan mejor servir á nos, é á los que regnaren despues de nos. E por fazer bien, é merced: tambien á los que agora son moradores dentro de los muros de la Cibdad, como á los que seran de aquí adelante, para siempre jamas, quitamosles todo pecho; salvo ende moneda, é yantar, é que nos vayan en hueste cada que menester ouieremos su seruicio; asi como lo deven facer ellos, é los otros Concejos de nuestro señorío. Et este bien, é esta merced fazemos á todos aquellos que tovieren las mayores casas pobradas dentro de los muros de la Ciudad con las mugieres, é con los fijos, ó con la otra compaña que ouieren. Et defendemos etc. Fecho el privilegio en Segovia Martes veinte y siete días andados del mes de Setiembre, en Era de mil é trecientos é diez é seis años. E nos el sobredicho Rey, etc.

Rueda. Signo del Rey don Alfonso

Señor de Castiella, de Toledo, de Leon, de Galicia, de Sevilla, de Cordoba,

de Murcia, de Jaen, del Algarbe.

                El infante Don Manuel, hermano del Rey, e su mayordomo, conf
D. Ferrando electo de Tol. conf
D. Remondo, Arzob. de Sev. conf.
D. Gonzaluo Obispo de Burg. conf.
D. Ioan Alfonso Obispo de Pal. conf.
La Eglesia de Segovia, vaga
D. Gonzaluo Obispo de Sig. conf.
D. Agostin Obispo de Osma, conf.
D. Diego Obispo de Cuenca, conf.
La Eglesia de Avila, vaga
D. Ferrando Obispo de Calah. conf.
D. Pascual Obispo de Cord. conf.
D. Pedro Obispo de Plac. conf.
D. Martin Obispo de Iaen, conf.
La Eglesia de Cartagena, vaga
D. Fray Ioan Obispo de Cadiz, conf.
D. Ioan Gonzaluez Maestre de la Orden de Calatrava, conf.
D. Lope Diez de Vizcaya, conf.
D. Alfonso fijo del Infante D. Alfonso de Molina, conf.
D. Ioan Alfonso de Haro, conf.
D. Roy Gonzalvez de Cisner. conf.
D. Gutier Suarez de Menes. conf.
D. Diego Lopez de Haro, conf.
D. Gomez Royz de Manzaned. conf.
D. Diego Garcia de Villamay. conf.
D. Ferrant Perez de Guzman, conf.
D. Ioan Perez de Guzman, conf.
D. Ioan Perez de Guzman, conf.
D. Gomez Gil de Villalobos, conf.
D. Ioan Diaz de Finojosa, conf.
D. Royz Diaz de Finojosa, conf.
D. Enrique Perez Repostero mayor del Rey, conf.
D. Pedro Diaz de Castañeda, conf.
D. Muño Diaz, conf.
D. Yeñego Lopez de Mendoza, conf.
D. Pedro Malrique, conf.
D. Rodrigo Rodriguez Malrique, conf.
D. Diego Lopez de Salcedo Adelantado en Alava, é en Guipuzcoa, conf.
Don Gonzaluo Obispo de Burgos, notario del Rey en Castiella, conf.
La Notaria de Leon, vaga
La Notaria de Andalucia, vaga
D. Gonzaluo Arzob. de Santiag. conf.
D. Martin Obispo de Leon, conf.
D. Fredolo Obispo de Ovied. conf.
D. Suero Obispo de Zam. conf.
La Eglesia de Salamanca, vaga
D. Melendo Obispo de Ast. conf.
D. Pedro Obispo de Cibdad, conf.
La Eglesia de Lugo, vaga
La Eglesia de Orens. vaga
D. Ferrando Obispo de Tui, conf.
D. Muño Obispo de Mond. conf.
D. Frey Suero electo de Coria conf.
D. Frey Bart. Obispo de Silue conf.
D. Frey Lor, Obispo de Bad. conf.
D. Gonzaluo Royz Maestre de la Orden de Santiago, conf.
D. Garci Fernandez Maestre de la Orden de Alcántara, conf.
D. Alfonso Fernandez fijo del Rey, señor de Molina, conf.
Don Estevan Ferrandez Merino mayor en Galicia, conf.
D. Manrique Gil Merino mayor en tierra de Leon é en Astur. conf.
D. Ioan Ferrandez Batistela, conf.
D. Ramiro Diaz de Cifuen. conf.
D. Roy Gil de Villalobos, conf.
D. Ioan Ferrandez sobrino del Rey, conf.
D. Ferrant Ferrandez, conf.
D. Alvar Díaz, conf.
D. Anas Diaz, conf.
D. Garci Ferrandez Maestre de la Orden del Temple, conf.

Yo Millan Perez de Aellon la fize escrivir por mandado del Rey en veinte

e siete años que el sobredicho Rey regnó.

     XX. La más importante noticia de este privilegio para nuestra historia es cuanto permanecían nuestros ciudadanos en la antigua habitación baja del río, pues con tantas franquezas les anima el rey a que habiten dentro de los muros en lo alto; y aun permanecieron, en lo bajo muchos años después como se muestra hoy en epitafios y sepulcros en los cementerios y portales de las iglesias de San Marcos, San Blas, San Gil y Santiago. Muéstrase también cuán revuelto estaba el reino y desautorizado el rey, pues sin hacer memoria según costumbre y requisito de los privilegios reales, de la reina su mujer ni de sus nietos, nombra a don Sancho por hijo mayor y heredero; y de tantos príncipes como antes seguían su corte y confirmaban sus privilegios, en este solo confirma el infante don Manuel su hermano y mayordomo; que aun no tiene alferez. Nuestro obispado se da por vaco, siendo cierto que don Rodrigo Tello le poseía, pero el odio y la persecución le quitaban el título, como debía de pasar en otros de los muchos obispados que en este instrumento se refieren vacos. Es esta la primera noticicia de obispo de Cádiz y de Silves, hoy Elvas, en Portugal, que entonces parece ser del reino de León. Noticias todas importantes para la historia de Castilla y conocimiento de la humana inconstancia. Tratábanse concordias entre los reves castellano y aragonés, que para esto se vieron en el Campillo, pueblo intermedio, en veinte y siete de marzo de mil y docientos y ochenta y uno años. Hallóse en la junta don Sancho que con sagacidad encaminó las cosas a su provecho y desautoridad de su padre; que conociendo aunque tarde estas sagacidades, sentía vivamente verse menos estimado de sus vasallos que requería la magestad real, y que menguase con los años la autoridad que con ellos debiera aumentarse.

     XXI. Con pretexto de sosegar la nobleza alborotada con las muertes del infante don Fadrique y don Simón Ruiz, convocó el rey Cortes en Toledo y don Sancho declarándose del todo, las convocó para Valladolid; así divide el imperio hijos y padres. Acudieron pocos señores a Toledo, y muchos a Valladolid, donde don Sancho casó con doña María de Molina y Meneses, hija de don Alonso Fernández, señor de Molina y doña María Alfonso de Meneses, eran los novios parientes en tercero grado. En estas Cortes con liberalidad y agrado adelantó don Sancho sus intentos hasta aclamarle rey; y reforzarlo él con estorbarlo. Y el infante don Manuel su tío, desviado también del rey su hermano, leyó en las Cortes sentencia, en que el reino privaba de la corona al rey don Alonso; tanto se vio abatida la grandeza de este rey. ¿Quién podrá negar que el cielo humillaba así sus presunciones?

     En tiempo tan inquieto todos procuraban unir sus fuerzas para la defensa común. Viernes diez de julio de mil y docientos y ochenta y dos años, en la misma villa de Valladolid, don Juan González maestre de Calatrava, con toda su orden asentó hermandad y confederación con nuestra ciudad y su obispado, como consta del instrumento autorizado en pergamino y letra de aquel tiempo, con sello de cera pendiente que se guarda en el archivo Catedral. Conociendo el rey don Alonso la mala disposición de sus cosas, procuró que el rey de Marruecos pasase otra vez en España y cercase a Córdoba como lo hizo; defendiéndola don Sancho con industria y valor tanto, que el moro sin hacer efecto volvió a África. También procuró que el francés ofendido en el despojo de los sobrinos, entrase en Castilla, pero resistido de los castellanos volvió atrás. En fin, el rey don Alonso quebrantado de años y disgustos enfermó de muerte, y otorgó testamento en Sevilla domingo ocho de noviembre de mil y docientos y ochenta y tres años, nombrando entre los demás testamentarios a nuestro don Raimundo de Losana arzobispo de Sevilla; y murió en veinte y uno de abril de mil y docientos y ochenta y cuatro, en sesenta y dos años y ciento y cuarenta y nueve días de edad, y de reino treinta y dos años, menos treinta y nueve días, desengañado sin duda con tantas adversidades de que en Dios consiste el acierto de los reyes. Acabáronse en su tiempo y publicáronse las siete partidas de las leyes de Castilla y León. Mandó también compilar el Fuero nombrado Real de leyes que sus antecesores habían promulgado. Fue también el primero que en nuestro alcázar puso las estatuas de los reyes de Oviedo, León y Castilla, hasta su padre, en la sala nombrada por esto de los Reyes, que continuaron sus sucesores.

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