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300.       Defiende bien su autenticidad JUAN GARNER, Dissert. VI de Scriptoribus adversus haeresim pelagianam c. 3.

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301.       La primera edición de la Confessio fidei fue hecha en Milán por MURATORI (1698). La segunda, por FLORI en Roma (1748). La tercera, por el P. FLÓREZ en el tomo 15 de la España Sagrada (apéndices), juntamente con el De reparatione lapsi, que anda en la Biblioteca Veterum Patrum.

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302.       Alzog. Arrianismo. Doctrina.

     SAN ATANAS10 (Orat. 2 contra Arian. n. 24 ad finem; n. 25, 28, 29).

     Según San Atanasio, se encontraba en Arrio y los suyos esta proposición: «Queriendo Dios producir la naturaleza creada, vio que su mano era demasiado pura y su acto inmediato demasiado divino para esta creación; por tanto, produjo desde luego un Ser único, a quien llamó su Hijo, su Palabra, y el cual, llegando a ser mediador entre Dios y el mundo, debía crear todas las cosas.» Según esta doctrina, contraria a [223] las expresiones de la Escritura, contradictoria consigo misma, puesto que, al paso que pretende que el acto creador es incompatible con la idea de un Dios absoluto, admite también que Dios produce una criatura y aún le concede a esta criatura un poder creador; según esta doctrina, decimos, Arrio confundió en su razón la creación divina con la procreación humana, pensó que existía contradicción en la misteriosa doctrina de la Iglesia sobre la Trinidad y creyó, por último, que la divinidad de Cristo no podía subsistir en la unidad de Dios (t. 2 p. 39).

     «El espíritu humano se había fatigado y agotado en las locuras de los gnósticos durante los dos últimos siglos. Arrio apeló a la razón pura, desconocida y violada por ellos; pero, exaltando la razón humana, se extravió en una nueva vía» (t. 2 p. 40).

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303.       Véase sobre el arrianismo la obra de MOELHER, Atanasio el Magno y la Iglesia de su tiempo en lid con el arrianismo (Maguncia 1827).b

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     b Revue des Questions Historiques, 1.º de julio de 1910: «Un point qui ni peut manquer de frapper quand on étude l'histoire des invasions germaniques, c'est qu'à la exception des Francs, toutes les populations qui y ont pris part ont commencé leur conversion au christianisme en embrassant l'arianisme. M, Hans von Schubert voit dans cert arianisme des Germains une sorte de précurseur du lutheranisme, un christianisme strictement biblique, qui aurait créé chez ses adherents une moralité supérieure a celle du catholicisme, et développé chez eux la tendance au particularisme» (Das älteste germamische Christentum oder das sogenante Arianismus der Germanen, Tübingen, J. C. B. MOHR, 1909). «Ces conclusions ont été vigoureusement combattues par M. Ulrich Stutz dans une série d'articles de l'International Wochenschrift", de 11, 18 y 23 de diciembre de 1909, que han sido tirados aparte (Germanismus und Arianismus).

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304.       Cf. el c. 1.

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305.       Historia persecutionis Vandalicae in Africa, cum notis Theodorici Ruinart (París 1694). Cf. además SAN ISIDORO, Vandalorum historia, y por incidencia otros.

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306.       Qui ex Catholico effectus Apostata in Arianam haeresim primus effertur transiisse.

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307.       Traducción de MASDÉU. (Ilustración 11 del t. 11 de su Historia crítica de España.)

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308.       «Quia sunt hic quidam qui dicunt non debere dici Deum natum; nam et haec est fides eorum, hominem purum natum fuisse de Maria Virgine, et post haec Deum habitasse in eo. Quorum nos, humiles servi tui..., resistimus affirmationem... Exoramus ut informetis parvitatem nostram in his, quod rectum habet fides catholica...» (Bibliotheca Vet. Pat. t. 7 fol. 5, ed. lugdunense).

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309.       Véase en el t. 7 de la Bibliotheca Vet. Pat.

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310.       De haeresibus l. 4 tít. Christus p. 136 del t. 1, ed. de 1773 (Opera Alphonsi a Castro Zamorensis).

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311.       Nestorianismo. Alzog, II 77.

     «Ya sea que la humanidad hubiese sido enteramente absorbida en la divinidad de Cristo, según la opinión de Eutiques, o ya no estuviesen originariamente unidas en él las dos naturalezas, según Nestorio, en uno y otro caso, los cristianos veían desvanecerse la virtud, humana y divina a la vez, de la obra de Jesucristo, necesaria para la redención perfecta y real de los hombres.»

     «Según Nestorio, ya no era la Encarnación otra cosa más que una mera inhabitación del Logos en Cristo, y el Verbo eterno no se había hecho hombre. Las explicaciones que más adelante dio Nestorio pusieron su error todavía más descubierto. No veía en Cristo más que dos personas colocadas la una al lado de la otra, unidas exterior y moralmente, mientras que los Padres ortodoxos alejandrinos sostenían una unidad física y hablaban de la naturaleza del Logos hecho carne, de tal manera que los atributos de las dos naturalezas humana y divina podían ser recíprocamente conmutados (communicatio idiomatum seu proprietatum).»

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312.       San Cirilo contra los nestorianos.

     «Parece como que Dios suscitó a Cirilo para sostener la verdad contra el nestorianismo, así como Atanasio y Agustín la habían defendido contra el arrianismo y el pelagianismo. El Patriarca decía a los monjes: 'Vosotros llamáis madre a la que concibe y engendra según el orden de la naturaleza; no madre del cuerpo, sino del hombre entero, que se compone de cuerpo y alma, aunque sólo el cuerpo y no el alma del hijo se haya formado de la sustancia de la madre; así pues, decid de Cristo. Habiendo tomado naturaleza humana el Verbo, eternamente engendrado por el Padre, ha sido engendrado por María según la carne'»

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313.       «Non quia divina ipsius natura de Sacra Virgine sumpsit exordium, nec propter seipsam opus habuit secundo nasci post illam nativitatem quam habebat ex patre (est enim ineptum et stultum hoc dicere, quod is qui ante omnia saecula est et cumsempiternus patri, secundae generationis eguerit), sed quia propter nostram salutem naturam sibi copulavit humanam, et processit ex muliere. Nec enim primum natus est homo communis de Sancta Virgine et tunc demum inhabitavit in eo Verbum, sed in ipsa vulva atque utero virginali secum carnem coniunxit» (Summa Conciliorum de CARRANZA, ed. de 1570, fol. 134v).

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314.       «In Asturicensi urbe Gallaeciae quidam ante aliquot annos latentes Manichaei gestis Episcopalibus, deteguntur, quae ab Idatio et Turibio Episcopis, qui eos audierant, ad Antoninum Emeritensem Episcopum directa sunt... Pascentium quemdam urbis Romae, qui de Asturica diffugerat, Manichaeum, Antonius Episcopus Emeritae comprehendit, auditumque etiam de provincia Lusitaniae facit expelli» (t. 4 de la España Sagrada).

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315.       Cf. estas cartas en el t. 1 de los Padres toledanos, en el 5 de Flórez o en Ambrosii Morales Opuscula Historica... (t. 3, Madrid 1793). Las cartas de Montano están desde la p. 82-89, entre los Excerpta del códice Vigilano y del Emilianense.

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316.       «Ac primum de his quos Priscillianae haeresis indicasti vitiis inquinari, sancta et convenienti religione catholicae detestatione iudicas arguendos, qui ita, se sub abstinentiae simulatae praetextu, ab escis videntur carnium submovere, ut hoc execrationis potius animo quam devotionis, probantur efficere» (Collectio Canonum, ed. de la Biblioteca Real, p. 154).

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317.       En el t. 3 de la Colección de Concilios de CATALANI está la carta de Vigilio, más [229] completa que en la edición de Aguirre. En éste falta el pasaje relativo a la trina mersión en el bautismo. Algunos no la practicaban en Galicia.

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318.       Suevorum Historia (t. 6 de la España Sagrada p. 504).

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319.       El reino suevo abrazaba, además de Galicia, Asturias, las actuales provincias portuguesas de Tras os Montes y Entre Douro e Minho, buena parte del reino de León y de Castilla la Vieja.

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320.       «Huius tempore Aiax, natione Galata, effectus Apostata Arianus inter Suevos Regis sui auxilio, hostis catholicae fidei et divinae Trinitatis emergit. De Gallicana Gothorum regione hoc pestiferum virus afferens, et totam gentem Suevorum Iethalis perfidiae tabe inficiens» (S. Isidori Chronicon).

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321.       Suevos. -Eurico.

     «Entre los primeros conquistadores de España, vándalos, alanos y suevos, fueron estos últimos desde luego católicos; mas se hicieron arrianos cuando su rey Remismundo se casó con la hija del visigodo Teodorico (464). Devastaron las ciudades del mismo modo que las iglesias, pasaron a degüello a los sacerdotes y a los obispos católicos, muchos de los cuales, como Pancraciano de Braga y Potamio, llenaron de gloria la Iglesia española con su valor heroico. No fue luego menos deplorable la suerte de la Iglesia católica bajo el rey visigodo Eurico († 476). Según refiere Sidonio Apollinario, obispo de Clermont, desterró Eurico un gran número de obispos y prohibió nuevas elecciones. Quedaron así muchas iglesias, tanto en España como en las Galias, huérfanas de pastores y se hundieron entre sus propias ruinas; creció la yerba alrededor de los santuarios y hasta en los altares habitaban las fieras entre los escombros de los templos derruidos» (ALZOG, II 185).

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322.       De miraculis Sancti Martini Turonensis c. 11 l.1 en la ed. del Turonense hecha por RUINART (París 1699).

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323.       Entiéndase sólo de los suevos. Los hispanorromanos eran o católicos o priscilianistas.

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324.       España Sagrada t 15 fol 111 ss.

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325.       Cf. el capítulo siguiente.

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326.       La mejor edición de la obra de San Martín Bracarense es la que forma parte del t. 15 de la España Sagrada.

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327.       «Non ignoro, clementissime Rex, flagrantissimam animi tui sitim sapientiae insatiabiliter poculis inhiare, eaque te ardenter quibus moralis scientiae rivuli manant, fluenta requirere.» (Prólogo de la Formula Vitae Honestae, de SAN MARTÍN.)

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328.       Contra la supuesta barbarie de los godos hay un curioso texto de San Jerónimo (ep. 106) cuando en su gruta de Belén recibió una carta en que los dos godos Sunnia y Fretella le consultaban sobre las discordancias entre las tradiciones latinas y las grecoalejandrinas: «Quis hoc crederet ut barbara getarum lingua hebraicam quaereret veritatem, et dormitantibus, immo contendentibus graecis, ipsa Germania Spiritus Sancti eloquia scrutaretur?» (Opp. I 641). ALZOG, II 184.

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329.       Algunos suponen intercaladas en el Chronicon estas palabras, que faltan en muchos manuscritos.

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330.       Ley de Teodosio el Grande contra los arrianos (380). Cód. Theod. XVI 1, 2.

     «Cunctos populos quos clementiae nostrae regit, temperamentum, in tali volumus religione versari, quam divinum Petrum apostolum tradidisse Romanis religio usque nunc ab ipso insinuata declarat, quamque pontificem Damasum sequi declarat, et Petrum Alexandriae episcopum, virum apostolicae sanctitatis: hoc est ut secundum apostolicam disciplinam evangelicamque doctrinam Patris et Filii et Spiritus Sancti unam Deitatem sub parili maiestate et sub pia Trinitate credamus. Hanc legem sequentes christianorum catholicorum nomen iubemus amplecti; reliquos vero dementes vesanosque iudicantes, haeretici dogmatis infamiam sustinere nec conciliabula eorum ecclesiarum nomen accipere, divina primum vindicta, post etiam motus nostri, quem ex coelesti arbitrio sumpserimus, ultione plectendos

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331.       «Leovigildus Rex exercitum ad expugnandum tyrannum filium colligit... Leovigildus Rex civitatem Hispalensem congregato exercitu obsidet, et rebellem filium gravi obsidione concludit» (Chronicon del Biclarense, t. 6 de la España Sagrada p. 383).

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332.       «Anno primo Mauricii Imperatoris, qui est Leovigildi regis XV an. Leovigildus Rex civitatem Hispalensem congregato exercitu obsidet, et rebellem filium gravi obsidione concludit; in cuius solatio Miro Suevorum Rex ad expugnandam Hispalim advenit, ibique diem clausit extremum...» (Biclarense).

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333.       «Interea Leovigildus Rex supradictam civitatem nunc fame, nunc ferro, nunc Baetis conclusione, omnino conturbat... Leovigildus muros Ithalicae antiquae civitatis restaurat: quae res maximum impedimentum Hispalensi populo exhibuit» (Bielarense, ut supra).

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334.       Además del Biclarense, véanse sobre el martirio de Hermenegildo: SAN GREGORIO EL MAGNO en el l. 3 de sus Diálogos c. 31; el TUROLENSE en los l. 5 y 6 de su Historia eclesiástica y en los Milagros, etc., l. 3 c. 12, y por incidencia otros. Todos estos sucesos, así como los referidos en el párrafo anterior, son de los más conocidos de nuestra historia, y por eso no hago hincapié en ellos.

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335.       Cf. carta de Vigilio a Profuturo.

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336.       Vitae Patrum Emeritensium, en el t. 13 de. la España Sagrada pp. 335 ss. c. 10-15.

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337.       Sin embargo, acaba su historia en Renovato, prelado del siglo VII.

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338.       «Vincentium Caesaraugustanum de Episcopo Apostatam factum et tanquam e caelo in infernum proiectum» (S. Isidori Chronicon, era 606).

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339.       «Edidit libellum unum adversus Vincentium...» (SAN ISIDORO, De viris illustribus).

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340.       «Licinianus Carthaginis Spartariae Episcopus...», dice expresamente San Isidoro, único escritor antiguo que habla de él.

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341.       «Veneno, ut ferunt, extinctus ab aemulis» (SAN ISIDORO, De scriptoribus ecclesiasticis).

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342.       Véase la carta de Liciniano en el t. 5 ap. 4 p. 425 de la España Sagrada, y lo especial de ella en el apéndice de este capítulo.

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343.       Cf. en FLÓREZ, t. 5 ap. 4 p. 421, y en nuestro ap. a

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     a Nota del colector.-Ni ésta ni la carta a la que alude la nota anterior se insertaron en el apéndice.

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344.       TERTULIANO afirma resueltamente la corporeidad del alma (De anima).

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345.       Au)to\ ge to\ sw/matoj a)/rxon w(mologh/samen a)/qrwpon ei)=nai...

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346.       «Non incognitum reor esse vobis, reverendissimi Sacerdotes, quod propter instaurandam disciplinae ecclesiasticae formam, ad nostrae vos serenitatis praesentiam evocaverim, et quia decursis retro temporibus haeresis inminens in tota Ecclesia catholica agere synodica negotia denegavit, Deus cui placuit per nos eiusdem haeresis obicem depellere, admonuit instituta de more ecclesiastica reparare. Ergo sit vobis iucunditatis, sit gaudii quod mos canonicus prospectu Dei per nostram gloriam ad paternos reducitur terminos. Prius admoneo pariter et exhortor, ieiuniis vos et vigiliis atque orationibus operam dare, ut ordo canonicus, quem a sacerdotalibus sensibus detraxerat longa ac diuturna oblivio quam aetas nostra se nescire fatetur, divino dono vobis rursum patefiat» (Aguirre, Collectio, etc., t. 2).

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347.       «Non credimus vestram latere sanctitatem, quanto tempore in errore Arianorum laborasset Hispania et non multos post decessum genitoris nostri dies, quibus nos nostra beatitudo fidei catholicae cognovit esse sociatos, credimus generaliter magnum et aeternum gaudium vos habuisse; et ideo, venerandi Patres, ad hanc vos peragendam congregari decrevimus Synodum, ut de omnibus nuper advenientibus ad Christum, ipsi aeternas Deo gratias deferatis. Quidquid vero verbis apud sacerdotium vestrum nobis agendum erat de fide atque spe vestra, quam gessimus, in hoc tomo, conscripta atque allegata, nota facimus. Relegatur ergo in medio vestri, et in iudicio synodali examinatur, per omne successivum tempus gloria nostra, eiusdem fidei testimonio, declarata clarescat».

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348.       Collectio Canonum Ecclesiae Hispanae, ed. de la Biblioteca Real, p. 359. Alguno ha manifestado dudas sobre la autenticidad de este precioso documento, pero por afán de negar y sin ninguna sospecha plausible.

     El cardenal Baronio escribe a propósito de esta homilía: *Stylo inculto, veluti rudi rastro vertit auri fodinam... simplici enim et impolito stylo (ut saeculi huius barbari silvescentis conditio ferebat) sed divina scientia valde referto et sapientia mirifice exornato, instar arboris, licet cortice durioris tamen pomorum pendulorum foecunditate pulcherrimae. Pero (con paz de Baronio) lo inculto en la oración de San Leandro no es el estilo, sino el lenguaje, ni puede llamarse bárbaro al siglo VII, y menos en España.

     Mariana refundió esta homilía, conservando los pensamientos, pero haciendo más clásica y elegante la frase. Puede verse en su Historia latina, y también en la castellana.

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349.       S. Gregorii Magni opera omnia ad manuscriptos codices emendata et illustrata, studio et labore Monachorum ordinis S. Benedicti e Congregatione S. Mauri (Lutetiae Parisiorum 1705) l. 1 ep. 43, y l. 7 ep. 26.

     La carta de Recaredo a San Gregorio fue publicada la primera vez en 1700 por BALUZIO (Miscellaneorum libri... t. 5).

     Así estas epístolas como otra más breve y un fragmento pueden leerse en los apéndices al t. 10 de MASDÉU (ilustraciones 6 y 7).

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