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El sol y la luna como Cipactli y Oxomoco, es decir, en su representación del día y de la noche, aparecen en los jeroglíficos en el acto de la procreación, o sea el omeycualiztli. Notable es en esto, la figura simbólica del relieve de Tuxpan, en la cual ya podemos distinguir, sin duda alguna, al sol por la máscara de la parte superior de su rostro, y a la luna por el apéndice que tiene en la barba.

El omeycualiztli, por haber formando los nahuas su calendario de la combinación de los períodos del sol y de la luna, simboliza a la creación de la cronología. Así en el Códice Borgiano, del omeycualiztli sale la flecha del tiempo, y en el Dehesa tiene a su lado el alacrán colotl, que representa el primero de los grandes ciclos, coloxihuitl o coxihuitl, del cual hicieron los zapotecas su cocijo de 65 años.

 

242

Esta fábula tuvo por origen la teofanía de la dedicación de las pirámides de Teotihuacan, y de la introducción del culto de los astros por los toltecas.

 

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Así en ambos manuscritos; mas parece que, para el perfecto sentido, falta la frase «el sol llamado, etc.» u otra equivalente. Naullin, es una contracción o síncopa de Nahuiollin, nombre de uno de los días del calendario ritual, dedicado al sol, a quien también se aplica trópicamente. R.

 

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Así en ambos manuscritos; mas las denominaciones que ellos nos dan de los vientos cardinales parecen defectivas y defectuosas, comparadas con las que nos dejaron Fray Bernardino de Sahagún y Fray Alonso de Molina, grandes maestros en la lengua mexicana. Hélas aquí:

Sahagún Molina
Oriente Tlapcopcopa
Tlahuilcopa
Tonatiuhiquizayan
Tonatiuhnemayan
Tonatiuhixco
Poniente Cihuatlampa Icalaquian tonatiuh
Norte Mictlampa Mictlampa
Sur Huitztlampa Cihuatlampa
Cihuatlan
Vitztlan
Vilztlampa

En la edición londinense del P. Sahagún se lee Tlapcopa.

Llamará la atención la grave variante que se advierte en estos escritores respecto de la palabra Cihuatlampa, que el uno aplica al Poniente y el otro al Sur; mas esta es una equivocación del Vocabulario Hispano-Mexicanos del P. Molina, enmendada en el Mexicano-Hispano. Lo mismo debe decirse de la palabra Cihuatlan, ambas equivalentes a la nuestra Poniente.

La traducción que todos los antiguos y aun modernos escritores dan a la palabra Mictlan, interpretándola por Infierno, es absolutamente inexacta y caprichosa. No pudiendo entrar en la mente de los primeros mexicanos cristianos, que las almas del los indios gentiles fueran a otra parte que al infierno, dieron su nombre y destino al Mictlan de los mexicanos. Esta palabra, compuesta de Mic-qui difunto, y de la preposición tlan que, con varias significaciones, sirve para formar los nombres de lugar, denotaba simplemente la estancia o paradero de los difuntos; y como las ideas vulgares lo situaban hacia el Norte, de aquí procedió que de su nombre se formara el del viento o rumbo septentrional. R.

 

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«y diez y ocho lunas, etc.», manuscrito de Panes. La palabra «lunas» es impropia y debe entenderse como equivalente a períodos de a 20 días, pues 18 de estos componían efectivamente uno de 360, que con los 5 intercalares formaban el del año solar. R.

 

246

Se refiere probablemente al período de 20 días, equivalente en el calendario mexicano al que en el nuestro llamamos mes, y al período de 13 días en que se distribuían todos los del año, prosiguiéndose sucesivamente hasta el fin del ciclo. R.

 

247

Hasta aquí llegó la impresión de 1871.

 

248

Nombre de una flauta morisca. R.

 

249

Vulgarmente llamada Vle y conocida en Europa con el nombre de goma elástica. R.

 

250

Todavía hoy se usa en los Estados de Sinaloa y Sonora, siendo una de las diversiones populares más favoritas. Es muy extraño que este juego, así como algunos otros usos y aun palabras de origen mexicano, se conserven en puntos tan distantes, a la vez que han desaparecido enteramente de su principal asiento. R.

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