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Historia de Tlaxcala

Diego Muñoz Camargo

Alfredo Chavero (ed. lit.)



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La Historia de Tlaxcala escrita por Diego Muñoz Camargo es la única monografía que tenemos de esa nacionalidad1; pues aun errando los bibliófilos se refieren a alguna otra crónica en mexicano, se tiene por perdida, y acaso yo solamente poseo algunos capítulos de ese manuscrito.

La obra de Muñoz Camargo puede considerarse inédita. De ella publicó Ternaux Compans una traducción parafrástica. Mala es la traducción y rarísimos los ejemplares. En un periódico de Tlaxcala, se hizo   —4→   también una edición de esta Historia; pero salió muy incorrecta, y no se encuentra un ejemplar de ella. En el año de 1871, cuando fui Gobernador del Distrito, dispuse que en el Periódico del Gobierno se imprimiera esta importante obra, para lo cual sirvió un manuscrito corregido por el Sr. D. Joaquín García Icazbalceta. Se publicó con el título de Fragmentos de la Historia de Tlaxcala por Diego Muñoz Camargo; y abraza la impresión, desde el principio de la obra hasta la muerte de Tlahuicole y primeras noticias de la teogonía tlaxcalteca. Cuando me separé del Gobierno, mis sucesores suspendieron la publicación.

Corre esta obra en los manuscritos con el título de Pedazo de Historia, por faltarle el principio; aunque según mi parecer, falta muy poco; acaso solamente lo relativo a los toltecas. El original es una relación corrida, sin división alguna. Aquí se divide en dos libros: el primero trata de la Historia antigua; y el segundo de la Conquista, hasta el 5º virrey D. Álvaro Manrique. A su vez cada libro se divide en capítulos con sus correspondientes sumarios. Al fin se pone el índice respectivo, para facilitar la consulta de la obra.

El Sr. Orozco y Berra me permitió que copiase yo algunas notas escritas por el Sr. D. José Fernando Ramírez, y éstas van marcadas con su inicial R.

Mérito ninguno hay en mi trabajo propio, si no es el afán de salvar nuestros viejos manuscritos, antes que la incuria y el tiempo los destruya.

Alfredo Chavero





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ArribaAbajo Libro I

Historia antigua



ArribaAbajoCapítulo I

Tezcatlipoca Huemac persigue a Quetzalcoatl. Matanzas que hace en los pueblos donde éste se había refugiado. Separación de los Tarascos de las otras tribus pobladoras. Trajes y costumbres bárbaras. Motivos de la separación. Adelántanse, dejando atrás a los Mexicanos, Tepanecas y otras tribus. Origen de los nombres Tarasco y Michhuaque.


...Linaje de los Tlaxcaltecas y que pasó con ellos por aquel estrecho *de que tienen noticia que vinieron*2 o que viniendo por el camino nacieran el Camaxtle3, Dios de los Tlaxcaltecas, sino que éste atravesó de la mar del Norte a la del Sur y que después vino a salir por las partes de Pánuco, como tenemos referido y adelante diremos; mas en efecto, después que Tezcatlipoca Huemac vino en demanda de Quetzalcohuatl, se hizo tanto de temer de las gentes, como no les hubiese hallado,   —6→   hizo matanzas a toda la tierra, de suerte que se hizo temer y adorar por dios, tanto y de tal manera, que pretendió oscurecer la fama de Quetzalcohuatl, que vino a señorear la provincia de Cholula y Quauhquecholla, Izúcar y Atlixco, y todas las provincias de Tepeyacae, Tecamachalco, Quecholac, Teohuacan; de tal manera que no había provincia de éstas que no le adorasen por dios; y así no fue menos en la provincia de Tlaxcala, que entre todos los dioses lo ponían por el primero y más valiente, así en ánimo como en fuerzas, industrias y mañas, otro no se le igualaba, y así en la mayor parte de esta Nueva España fue muy conocido y por Dios adorado, y porque hemos tratado largamente desde Tezcatlipuca y de Quetzalcohuatl, no será razón pasar debajo de silencio ni de paso la causa y razón que hubo de la división y apartamiento de los Tarascos Michuacanenses, según dejamos atrás declarado.

Como los Tarascos se adelantaron luego que pasaron el estrecho de mar, en los troncos de árboles y balsas, y otros instrumentos de pasaje, y se metieron a vivir y a habitar en las siete cuevas4, espeluncas y cavernas de la tierra, hasta que hicieron   —7→   habitaciones y moradas, y como desde allí fueron creciendo y tomando el tiento de la tierra y disposiciones de ella para poblarla; ya tenemos noticia cómo la mayor parte de estas Naciones es gente desnuda y desarrapada, y de cómo la mayor parte no alcanzaban ropa con que cobijarse aunque algunas   —8→   naciones vestían cueros y pieles de animales, o por no tener industria para eso o por haberles faltado instrumentos para poder beneficiar algodón o lana, o porque totalmente carecían de todo lo necesario para vestirse, por cuya causa vinieron en demanda de tas tierras más templadas que pudieran hallar, para   —9→   mejor poder conservar su desnudez y modo de vivir, convertida ya en un uso de naturaleza; la causa que dice que fue de su despojo y desnudez, es a saber que los Tarascos no acostumbraban traer bragueros, calzones ni zaragüelles5, ni otras maneras de coberturas para las partes deshonestas, sino como brutos animales inestados6 de la venérea honestidad de hombres de razón, solamente tenían unas ropetas cortas a manera de saltambarcas que aún no les llegaban a las rodillas y sin mangas, como unos coseletes sueltos y sin cuellos y abiertos para meter la cabeza, y lo demás todo cerrado, el cual hábito y traje en esta tierra es de mujeres; y el día de hoy usan en toda esta Nueva España y los llaman huipilli y los españoles llaman camisas, y sobre esta ropeta se ponían encima una mantilla delgada de algodón a manera de sobre ropa que los mismos Tarascos llaman tzanatzi y los Mexicanos ayatl, y este fue su traje antiguo; la cual sobre ropa, manta o sábana era labrada de labores tejidas muy curiosamente de colores muy vivos y diferentes imitativas a labores de seda, que se hacían de pelos de liebres y conejo, y el día de hoy se usan y estiman en mucho entre los naturales, y estas mantas o sábanas anudaban sobre un hombro que les llegaban al tobillo más o menos cortas o largas. Las más cortas traían los mozos pulidos, y las largas los hombres viejos y ancianos, y este fue el uso antiguo de la gente Tarasca y el modo de su traje. Aunque usaban de otros géneros de ropa de plumas que llaman Pellones, de diferentes   —10→   colores y géneros de aves; aunque los Mexicanos, Culhuas, Tepanecas, Ulmecas y Xicalancas y demás naciones no usaron las camisas de los Tarascos ni de estas saltambarcas, mas usaron de unos bragueros y coberturas para las partes genitales y posteriores por gran honestidad, aunque todo lo demás de su cuerpo quedaba desnudo y descubierto: usaban de muy ricas mantas de la manera y modo que atrás dejamos tratado, anudadas sobre un hombro.

La variedad que dicen haber habido entre los Mexicanos y Tarascos y demás naciones en el modo de vestir, fue que siendo todos de una prosapia, descendencia y generación, y todos venidos por una vía y derrota y camino y parte, y que al pasar de un estrecho de mar de una parte a otra, o de algún río caudaloso, aunque algunos quieren decir que es el río de Toluca y que la tierra dentro por donde van, cuando se va acercando a la mar, que es muy grande y caudalosísimo, finalmente, que en esto no hay más claridad de esta de que si fue estrecho de mar o si fue río el de Toluca, otra cualquiera; y al fin y al cabo estos Tarascos al pasarse quisieron adelantar y pasar primero, aunque les iban a la mano no consintiéndoselo las otras cuadrillas, estorbándoselos, diciéndoles que no pasasen así ni se pusiesen en tan grande peligro, porque en aquellos tiempos se tenía por gran hazaña y atrevimiento pasar la mar, mayormente aquellas gentes que perfectamente7 supieron de navegación, en especial faltándoles barcos e instrumentos para semejante ocasión y pasaje; mas con todas estas persuasiones y porfías, entretanto que salieron con su comenzado propósito en que se hubieron de adelantar como se adelantaron, y así fueron éstos los primeros de que se tiene noticia que pasaron aquel estrecho que ha de estar hacia la parte del Poniente en cuanto a nuestro centro. Finalmente, que al tiempo de pasar buscaron modos y maneras inauditas, que fueron por unos troncos de árboles y balsas y otras cosas que la necesidad les enseñaba, y así que para hacer maromas y sogas compelidos de la   —11→   necesidad, se quitaron los bragueros y maxtles8 (que así se llamaban en la lengua mexicana), los cuales son largos de más de cuatro brazas, a manera de almaizales labrados a los cabos de muy primas9 labores de varias y diversas colores, de más de un palmo de labrado y tejido, y de ancho tendrán el que más palmo y medio de más y de meros; de manera que con esta necesidad se despojaron de sus bragueros para atar sus balsas y maderos, con que pasaron su naufragio hasta que se pusieron de la otra parte con sus hijos y mujeres, que debieron de ser gran muchedumbre de gentes.

Como quedasen tan desnudos, como en efecto quedaron y desabrigados, les fue necesario quitar las camisas de sus mujeres, y huipiles, y vestirse ellos10, dejándoles tan solamente las enaguas cubiertas y abrigadas de la cinta abajo, aunque adelante usaron echarse otra manta encima de los hombros con que se cubrían todo el cuerpo a manera de almalafas moriscas; y así quedaron con esta costumbre en memoria de aquel pasaje, donde jamás perpetuamente los dichos Tarascos se pusieron bragueros, ni dejaron de traer los huipiles de sus mujeres, ni menos sus mujeres los traían ni ponían, en recordación y memoria de su peregrinación y pasaje, ni menos las mujeres jamás se pusieron para ceñirse las enaguas, faja ni cinta, mas de las enaguas puestas y con una vuelta a manera de nudo; y así como estos fuesen los primeros que pasaron, vinieron a poblar las provincias de Mechoacan11, donde después de muy cansados pararon hallando aquellas tierras muy a su propósito y   —12→   conforme a su calidad y costumbres; y así los que se quedan atrás que fueron los Mexicanos y Tepanecas con todas las demás legiones y cuadrillas, como no perdieron ninguna pieza de sus trajes y siempre ellos y sus mujeres fueron gentes vestidas y adornadas de ropas de algodón, y de palmas y de maguey que llaman ixtli los mexicanos y de pieles de animales y *pelos* de conejos y liebres, como atrás dejamos declarado, llamaron los mexicanos Tarascos a estos de la provincia y reino de Michoacan, porque traían los miembros genitales de pierna a pierna y sonando, especialmente cuando corrían. Llamáronse los Michoacanenses Michhuaques, porque las tierras que poblaron eran abundantes de pescado; y así se llama la provincia, del pescado, Michhuacan.



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ArribaAbajoCapítulo II

Arte militar. Armas ofensivas y defensivas. Prisioneros de guerra. Sacrificios humanos.


Y para que mejor nos demos a entender, será razón se haga mención de su arte y ejercicio militar, que aunque bárbaros, y no guiados enteramente por razón, los tuvieron en su ser y modo de gobierno, en sus reencuentros y peleas, acometiendo y retirándose a sus tiempos, conforme a las ocasiones que se ofrecían: diremos ante todas cosas de la manera de sus armas ofensivas y defensivas que generalmente usaban, con las cuales peleaban y combatían a sus enemigos.

La primera arma que usaron fueron arcos y flechas, con que mataban las cazas con que se sustentaban. Usaron asimismo hondas en las guerras y vardaseos12, todos de más de una braza y media, arrojados con amientos de palo, que son a manera de gorguces y azagayas o dardos, los cuales tiraban con tan gran fuerza que hacían notable daño, porque tenían por hierros puntas de varantos todos, que son tan fuertes como si fueran de acero, o puntas de espinas de pescado, o puntas de cobre o pedernal, y lo mismo era de las saetas y flechas que los arcos despedían13. Usaban porras de palo muy fuertes y pesadas   —14→   que llamaban Macanas14, y espadas de pedernal agudas y cortadoras: usaban de rodelas recias con que se escudaban, y de fosas y cabos con que se aprovechaban y de albarradas: para su defensa buscaban lugares fuertes, aguajes15. Usaban de emboscadas muy sutiles y engañosas para sus enemigos y otras celadas, y si podían, por los pasajes forzosos cavaban la tierra, y ponían estacas puntiagudas hacia arriba dentro, y las tornaban a cubrir con tierra a manera de trampas; con el cual engaño mataban innumerables gentes cuando salían con ello16. Emponzoñaban las aguas de los ríos y fuentes para que los contrarios bebieran de ellas y muriesen; hacían sus asaltos de noche a deshora en los Reales de sus enemigos: peleaban desnudos, y embijados la mayor parte de ellos con tiznes y otras colores; y algunos gentes de estas de más posibilidad, así Mexicanos y Acolhuaques y Tlaxcaltecas, usaban de unos sacos estofados de algodón y pasados, de nudillo a manera de cueros17: usaban divisas de animalías fieras, de tigre y leones, de osos y lobos y de águilas cabdales, guarnecidas de oro y plumería verde de mucha estima y valor; todo labrado y compuesto con mucha sutileza y primor18.

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Solían llevar a las guerras muchas riquezas de joyas de oro y plumería muy preciada y muy ricos atavíos19: según su modo, peleaban por sus escuadrones apesgados20, y no por la orden nuestra; salía una cuadrilla de un puesto, contra otro que salía el contrario, en medio del campo; de suerte que se encontraban uno contra otro con el mayor furor e ímpetu que podían, llevando de encuentro el batallón que menos fuerte era: y así como unos y los otros bandos conocían la flaqueza de los suyos, salía otro escuadrón de refresco al socorro, contra los que más podían, hasta que los hacían retraer; y de este modo sobresalían otros escuadrones de nuevo21 hasta que se trababa gran batalla, aunque siempre había gente de socorro de todas partes según la orden de los generales y más astutos capitanes en la guerra: hasta que conocidamente iba la guerra de tropel vencida o desbaratada, y conocidamente se veía el vencimiento, porque a este tiempo se conocía la ventaja de alguna de las partes; y cuando este rompimiento había, unas veces iban tras los unos y otras tras los otros, hasta que se iba ganando tierra;   —16→   y aquellos que más ganaban apellidaban victoria a grandes voces, invocando a sus dioses con más ánimo y fuerza los vencedores, y seguían los alcances, y entonces prendían y cautivaban los que podían, y este era su principal despojo y victoria, prender a muchos para sacrificar a sus ídolos, que era su principal intento, y por comerse unos a otros como se comían, y tenían por mayor hazaña prender que matar; y esto era en las continuas guerras, aunque sucedían escaramuzas de mucha ventura muchas veces, fingiendo alguna huida de industria y ardid de guerra, se salían de través algunas celadas que hacían en él mortal daño a sus enemigos.

Mas cuando iban a ganar o conquistar algunas provincias, o les venían a entrar por algunas partes de la tierra que poseían y señoreaban, peleaban de otra manera y con otra resistencia, hasta que escalaban a viva fuerza; y saqueaban las tales provincias y pueblos quemando y mutando, y asolando las casas si no se les querían buenamente dar; y22 esta orden que tenían de guerra, como antes hemos referido, siempre iban ganando tierra sin volver atrás, si no era cuando hallaban gran pujanza de fuerza y resistencia, que por esta ocasión volvían las espaldas al enemigo; aunque atrás puse por figura que no llevaban orden en sus guerras, se ha de entender según nuestro nodo; que entre ellas orden era, pues tenían sus caudillos que los gobernaban en las casas de guerra, cómo y de qué manera habían de salir y entrar en ellas y con qué orden y concierto, y llevando esta orden por escuadrones de ciento en ciento y de más o de menos, haciendo grande alarido los unos escuadrones en seguimiento de los otros, teniendo23 bocinas y trompetas hechas de madera, bailando y cantando cantares de guerra, y animando a sus comilitones24 con grande gritería y más y mayores voces y gritos en el tiempo en que se daba el combate, tocando sus tambores y caracoles y trompetas, que hacían extraño   —17→   ruido y estruendo, y no poco espanto en sus corazones frágiles e inusitados de esta milicia con los golpes de las rodelas y macanas, acompañados de la inmensa gritería.

Este era el modo de sus peleas y combates con tiros de piedras y saetas y dardos, hasta que venían a las manos y a los porrazos y macanazos, y con las espadas de pedernal que daban mortales heridas y cuchilladas, aunque el día de hoy no han quedado más armas de arcos y flechas, las cuales usan los Chichimecas, y toda la tierra nueva de Cíbola y Gran Quivira25, y Señora26 y las demás provincias que llamaron de las siete ciudades que fue la entrada que hizo Francisco Vázquez Coronado, y toda la tierra que llaman de la Florida, los cuales arcos y flechas es la más terrible arma que las gentes bárbaras pueden usar; y esta debió de ser la primera y más antigua arma que hubo en el mundo y la que los primeros hombres homicidas inventaron, que tan cruel y mortal daño hace y ha hecho, y así lo asaron los Turcos desde su origen hasta estos nuestros tiempos, y también sé que lo usaron los Griegos y Troyanos; por donde se debe colegir que no debió de ser en solas estas naciones habitadoras de este nuevo mundo donde la usaron.



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