Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



  —[129]→  

ArribaAbajo Capítulo XVI

Religión de los Tlaxcaltecas. Creencia en un Dios Creador. Politeísmo. Inmortalidad del alma. Enterramientos. Sepultaban con los cadáveres a personas vivas y sus mejores galas. Genios. Dios del fuego. Terremotos, su explicación. Ideas físicas sobre la forma de la tierra y causas de los meteoros. Volcanes. Ideas relativas a la creación del Sol y la Luna. Eclipses. Cometas. Vientos cardinales. División del tiempo. Años, meses y semanas. Fiestas. Adivinos, Imbuidores. Templanza. Penas de la embriaguez. Instrumentos músicos. Bailes. Atavíos. Fuegos. El Vlli. El Patol. Caza. Otras diversiones. Baños, Comidas. Bebidas. Poligamia. Sucesión hereditaria. Veneración y respeto a los Caciques. Leyes penales. Trajes. Tributos.


Antes de que prosigamos más adelante, será razón que trate del conocimiento que tuvieron de un solo Dios y una sola causa, que fue aquel decir que era sustancia y principio de todas las cosas236; y es así, que como todos los Dioses que adoraban, eran los dioses de las fuentes, ríos, campos y otros dioses de engaños, que a cada cosa atribuían su dios, concluían con decir, Oh Dios aquel en quien están todas las cosas, que es   —130→   decir el Teotloquenahuaque237, como si dijéramos ahora, aquella persona en quien asisten todas las cosas, aquella causa de todas las cosas acompañadas, que es sólo una esencia. Finalmente este rastro tuvieron, de que había un solo Dios, que era sobre todos los dioses. *Asimismo tuvieron en su antigüedad rastro de la eternidad238, porque después de esta vida sabían y entendían los naturales de esta tierra haber otra vida, que era aquella en donde tenían su habitación y morada los dioses en* donde estaban en continuos placeres y pasatiempos y descanso. Tuvieron asimismo noticia de que había nueve cielos que los llamaban Chicuhnauhnepaniuhcan Ilhuica, donde hay perpetua holganza, porque cuando algunos Caciques de suerte o personas de calidad morían, los enterraban en bóvedas acompañados de doncellas de servicio y con alguna de sus mujeres, y con ellos se enterraban vivos hombres corcovados y enanos, con mucha comida y riqueza de ropa, plumería y oro, para el camino que llevaban hasta llegar a la gloria y lugar de los dioses. También tenía por cierto que había pena y gloria, premio para los buenos y castigo para los malos. Nunca conocieron *ni entendieron* el engaño en que vivían, hasta que se bautizaron y fueron cristianos. Asimismo alcanzaron confusamente que había ángeles que habitaban en los cielos, y les atribuían ser dioses de los aires, y por tales les adoraban: a ellos atribuían los rayos, relámpagos, y truenos, y que cuando se enojaban con los hombres les enviaban grandes terremotos, lluvias y granizos, y otras   —131→   tempestades que en la tierra se causaban por pecados de los hombres; cuando esto sucedía les hacían festividades muy solemnes239. Al fuego llamaban Dios de la senectud240, porque le pintaban muy viejo y muy antiguo. Los temblores y terremotos que en la tierra había, los atribuían a que los dioses que tenían en peso el mundo se cansaban, y entonces se mudaban, y que aquella era causa de los temblores. No alcanzaron que el mundo era esférico ni redondo, sino llano, y que tenía su fin y remate hasta las costas de la mar, y ésta y el cielo era todo uno y de su propia materia, sino que el mar era *más* cuajado, y que las aguas que llovían no procedían de las nubes sino del cielo: que aquellos dioses de los cielos las derramaban a sus tiempos para regar la tierra del mundo, y aprovechar a las gentes y animales de ella.

La Sierra Nevada de Huexotzinco y el volcán, los tenían por dioses, y que el volcán y la Sierra Nevada eran marido y mujer. Llamaban al volcán Popocatepetl y a la Sierra Nevada Iztacihuatl, que quiere decir la sierra que humea y la blanca mujer.

Tenían asimismo este engaño, de decir que el sol cuando se ponía y venía la noche, dormía y descansaba del trabajo del día que había pasado: y lo mismo decían de la luna cuando menguaba y no daba luz ni claridad, asimismo decían que dormía; y que el sol y la luna eran marido y mujer241. Tienen por cierto, que cuando el sol fue criado no anduvo hasta el cuarto día: dice la fábula que el sol fue un dios muy desechado, porque fue   —132→   leproso o muy buboso, de modo que no se podía rodear ni parecer ante gentes; y visto por los demás dioses tan gran lástima, mandaron fabricar un horno de mucha grandeza, a manera de horno de cal, y haciendo una muy gran foguera en él, le echaron dentro, y que estando así ardiendo, entendiendo que se quemara y consumiera o se purificara más que los dioses, hubieron con él tanta piedad y virtud, que le convirtieron en luz y le llamaron sol242. Al cuarto día le hicieron mover y andar y hacer su curso como lo hace Naullin243 que quiere decir Naollin, cuarto movimiento, porque al cuarto día comenzó a andar y moverse; y este principio dicen que tuvo el sol, y así le tuvieron por dios y Señor del día, y a la luna por diosa de la noche: y a estos dos planetas dicen que obedecían las estrellas.

Tenían asimismo este engaño, cuando el sol y la luna eclipsaban, que reñían y peleaban, y lo tenían por grande agüero y mala señal, a cuya causa en estos tiempos hacían grandes sacrificios, y daban grandes gritos y voces y lloros, porque entendían que se llegaba el fin del mundo, y sacrificaban al demonio hombres bermejos si se eclipsaba el sol, y si la luna, sacrificaban hombres blancos y mujeres blancas, las que llamaban adivinas, las que no veían de blancas, y así de los muy bermejos, retintos.

  —133→  

Los cometas del cielo los tenían por malas señales, de mortandades, guerras, hambres y otros trabajos y calamidades de la tierra. De los cometas que corren y se encienden en la región del fuego, que corren de una parte a otra con grandes colas de humo o centellas de fuego, como algunas veces suele acaecer. Asimismo las tenían por malas señales, porque decían que eran saetas de las estrellas, y que mataban las cazas de los campos y de los montes.

Tuvieron repartidas las cuatro partes del mundo en esta manera. Tlapco244 llamaron al Mediodía, que quiere decir en la grada o poyo. El Norte llamaban Mictlan, que quiere decir Infierno significado por muerte. Tonatiuhxico llamaban al Oriente: Icalaquian al Poniente. A estas cuatro partes incensaban los sacerdotes de los templos con perfumadores e incensarios.

Asimismo tuvieron cuenta del año, así por el sol como por la luna, y sus bisiestos para conformar sus años: tuvieron cuenta de los meses y de las semanas. Los meses solamente contaban   —134→   veinte días de luna, y las semanas de trece días, y de ocho lunas245 de a veinte días hacían un año, como adelante veremos.

Se entendían por caracteres, pintura y figuras de animales. Hubo asimismo entre estas gentes muchos embaidores, hechiceros, brujos y encantadores que se transformaban en leones, tigres y otras animalías fieras con embaimientos que hacían: tuvieron semana mayor y semana menor246 por su cuenta y reglas: tenían sus fiestas repartidas por todo el año; y de las ceremonias que en cada fiesta se hacían, usaban de adivinanzas y suertes, y se creían en sueños, prodigios y agüeros, porque el demonio se los hacía creer, y les cumplía muchas cosas de las que soñaban. Asimismo tomaban cosas y las comían y bebían para con ellas adivinar, con que se adormecían y perdían el sentido, y con ellas veían visiones espantables, y visiblemente al demonio con estas cosas que tomaban, que la una cosa se llamaba Peyotl, y otra yerba que se llama Tlapatl y otro grano que llaman Mixitl, y la carne de un pájaro que llaman Pito en nuestra lengua, ellos lo llaman Oconenetl, que comida la carne de esta pájaro, provoca u ver toda estas visiones. La misma propiedad tiene un hongo pequeño y zancudo que llaman los naturales Nanacatl. De estas cosas usaban más los Señores que   —135→   la gente plebeya: dejando aparte los vinos que tenían, que cuando se embriagaban, en sus borracheras veían asimismo grandes visiones y muy extrañas, aunque las borracheras eran muy prohibidas entre ellos, y no bebían vino sino los muy viejos y ancianos; y cuando un mozo lo bebía y se emborrachaba247 moría por ello, y así se daba solamente a los más viejos de la República, o cuando se hacía alguna fiesta muy señalada se daba con mucha templanza a los hombres calificados, viejos honrados y en las cosas de la guerra jubilados.

Tras esto tenían instrumentos de música que los cuadraban según su modo. Tenían tambores hechos de mucho primor, altos, de más de medio estado; con otro instrumento que llamaban Teponaxtle, que es de un trozo de madera concavado y de una pieza, rollizo y como decimos, hueco por dentro, que suenan algunos más de media legua, y con el tambor hace extraña y muy suave consonancia; y con estos tambores acompañados de unas trompas de palo y otros instrumentos *a manera de flautas y jabebas*248, acompañados con estas cosas hacen un extraño y admirable ruido, y tan a compás sus cantares y danzas y bailes, que es cosa muy de ver. En estos bailes y cantares sacan las divisas, insignias y libreas que quieren, con mucha plumería, y ropa muy rica de muy extraños atavíos y composturas, joyas de oro y piedras preciosas puestas en los cuellos y muñecas de los brazos, y brazaletes de oro fino en las brazos, los cuales vi, y conocí a muchos caciques que los usaron: con ellos se ataviaban y componían, así en los brazos como en las pantorrillas, y cascabeles de oro en las gargantillas de las piernas. Asimismo salían las mujeres en estas danzas, maravillosamente ataviadas que no había en el mundo más que ver, lo cual todo se ha vedado por la honestidad de nuestra religión.

Tenían juegos de pelota de un modo extrañísimo que llamaban   —136→   el juego de Ulli. Es un pelota hecha de cierta leche249 que destila un árbol llamado Vlquahuitl que se convierte en duros nervios, que salta tanto, que no hay cosa en esta vida con que compararlo. Son las pelotas del tamaño de las de viento de las que se usan en España, y saltan tanto, que si no se ve parece increíble que dando con la pelota en el suelo, salta más de tres estados en lo alto. Esta pelota se jugaba con los cuadriles o con las nalgas, porque pesa tanto que con las manos no se podía jugar; y así los jugadores de esta pelota tenían hechos de cuero cinchos muy anchos de gamuza, para las nalgas con que jugaban250. Tenían juegos de pelota251 dedicados en la República para estos pasatiempos: jugaban para tener ejercicio los hijos de los Señores, y jugaban por apuestas muchas preseas, ropas, oro, esclavos, divisas, plumería y otras riquezas. Habían en estos juegos grandes apuestas y desafíos: eran juegos de República muy solemnizados; no los jugaban sino Señores y no gente plebeya: tenían para esto juego diputados.

Había otros juegos como de dados que llaman Patol, a manera del juego de las tablas al vencer, el que más presto se volvía a su casa con las tablas252 este ganaba el juego. Asimismo había otros juegos de diversos modos que sería gastar mucho tiempo en tratarlos, y no se tratan porque son juegos de poco momento. Tenían otros entretenimientos y recreaciones de   —137→   florestas253 con cerbatanas, con que mataban aves, codornices, tórtolas y plumas torcazas.

Tenían cazas de liebres y conejos, y monterías de venados y puercos jabalíes, con redes, arcos y flechas. Tenían vergeles, arboledas extrañas y peregrinas, traídas de extrañas tierras por grandeza.

Usaban de baños y fuentes, deleitosos bosques y sotos hechos a mano, truhanes decidores y chocarreros, enanos y corcovados hombres defectuosos de naturaleza, de los cuales se pagaban los grandes Señores; tenían sus pasatiempos ocultos y generales, según las estaciones de los tiempos: toda su felicidad estaba en el mandar y ser Señores. Lo mismo tenían en el comer y beber: adoraban al Dios Baco y le tenían por Dios del vino y de las bebidas que embriagaban, porque le hacían fiesta una vez en el año, y le llamaban Ometochtle254.

Se preciaban de tener muchas mujeres, todas aquellas que podían sustentar; antiguamente no tenían más de una, y después el demonio les indujo a que tuviesen todas las que pudiesen sustentar; y aunque estas fuesen sus mujeres, tenían todos una legítima con quien casaban según sus ritos para la sucesiva generación, y estas mujeres legítimas eran Señoras de las demás que eran sus mancebas, a las cuales mandaban como criadas en una o dos casas, según las tenían repartidas, y las propias mujeres legítimas mandaban a las demás que fuesen a dormir y regalar y sestear con el Señor, las cuales iban ricamente ataviadas, limpias y lavadas para que fuesen a dormir con él, y era cuando el Señor apetecía alguna de ellas, que decía a la mujer legítima... Deseo que fulana duerma conmigo, o es mi voluntad que vaya fulana a tal recreación conmigo; y la mujer legítima la ataviaba, aunque era tenida y reputada como a Señora255, y de ordinario las mujeres legítimas dormían con sus maridos.

  —138→  

De las ceremonias de los casamientos hemos ya tratado atrás, y no las referimos aquí. Cuando algún Señor moría, como tuviese hermano, este heredaba las mujeres y casaba con sus cuñadas, asimismo heredaba los bienes del hermano y no los hijos, que así era costumbre, mas no se casaban con hermanas y hermanos. Estimaban en mucho el linaje de donde venían: aborrecían en gran manera a los hombres cobardes, pues eran menospreciados y abatidos.

Esta nación de indios, en extremo son envidiosos. Los Caciques y Señores se hacían temer y adorar, y eran temidos de todo punto. Trataban a sus Señores con muy grande humildad, y no osaban mirarles a la cara; ni alzar los ojos al rostro de sus Señores y mayores al tiempo que les hablaban: y así cuando algún Señor pasaba por algún camino, se apartaban de él y bajaban los ojos y las cabezas, so pena de la vida. Les trataban tanta verdad, que el que mentía moría por ello. Tenían por grande abominación el pecado nefando, y los sodomitas eran abatidos y tenidos en poco y por mujeres *tratados*; mas no los castigaban y les decían... Hombres malditos y desventurados, hay (acaso) falta de mujeres en el mundo, y vosotros que sois bardajas que tomáis el oficio de mujeres ¿no os fuera mejor ser hombres? Finalmente, aunque no había castigo para los tales pecados contra natura, eran de grande abominación y lo tenían por agüero y abusión256. Ni menos casaban con madre ni con *tía, ni con* madrastra.

Había entre estas gentes bárbaras, muchas costumbres buenas y muchas malas y tiránicas, guiadas con sin razón: como ningún plebeyo vestía ropa de algodón con franja ni guarnición, ni otra ropa que fuese rozagante, sino muy sencilla y llana, corta y sin ribete ni labor alguna, sino eran aquellos que por muchos   —139→   méritos lo hubiesen ganado, por manera que en el traje que cada uno traía era conocida la calidad de su persona.

Los tributos y pechos que daban eran de aquellas cosas que la tierra producía, oro, plata, cobre, algodón, sal, plumería, resinas y otras cosas de precio y valor, maíz, cera, miel y pepitas de calabaza; finalmente, todas aquellas cosas que en cada tierra y Provincia había, de todas ellas tributaban a sus Señores por los tercios del año, conforme a la longitud de sus tierras: de seis a seis meses y de año a año traían pescados, conchas marinas aquellos que las alzaban, cacao, pita y frutas de extrañas maneras, animalías, fieras, tigres, leones y águilas, lobos, monas, papagayos, diversidad de géneros de animales y aves que no se pueden explicar. El que más pobre era que no tenía que dar de tributo, tributaba piojos; y esto se usó más en la provincia de Michoacán en el reino de Catzonzi, que mandó que ninguno quedase sin pagarle tributo, aunque no tuviese sino piojos; y no fue fábula ni la es, porque en efecto pasaba así257.



  —[140-141]→  

ArribaAbajo Capítulo XVII

Origen de la idolatría. Culto a los difuntos. Antropofagia. Sacrificios humanos. Penitencias. Educación. Oratoria. Carácter y costumbres. Cambio perjudicial que sufrieron con la Conquista. Templos. Rentas. Fuego perpetuo. Sacerdotes. Origen del nombre Papa, dado a éstos. Sumo sacerdote. Altares. Ídolos.


La idolatría universal y comer carne humana ha muy pocos tiempos que comenzó en esta tierra, como atrás dejamos dicho. Las personas de mucho valor comenzaron a hacer estatuas a los hombres de cuenta que morían, y como dejaban casos y hechos memorables en pro de la República, les hacían estatuas en memoria de sus buenos y famosos hechos; después los adoraban por dioses, y así fue tomando fuerza el demonio para más de veras arraigarse entre gentes tan simples y de poco talento; y después las pasiones que entre los unos y los otros hubo, comenzaron a comerse sus propias carnes *por vengarse de sus enemigos, y así rabiosamente entraron poco a poco*, hasta que se convirtió en costumbre comerse unos a otros *como demonios; y así había carnicerías públicas* de carne humana, como si fueran de vaca y carnero como *el día de* hoy las hay258. Quieren decir que este error y cruel uso vino de   —142→   la provincia de Charco a ésta, y lo mismo los sacrificios de la idolatría y el sacarse sangre de sus miembros y ofrecerla al demonio. Las carnes que se sacrificaban y comían *eran carnes* de los hombres que prendían en la guerra y de esclavos o prisioneros. Asimismo vendían niños nacidos y de dos años para arriba para este cruel e infernal sacrificio, y para cumplir sus promesas y ofrecer en los templos de los ídolos, como se ofrecen las candelas de cera en nuestras iglesias. Se sacaban sangre de la lengua si habían ofendido con ella hablando, y de los párpados de los ojos por haber mirado, y de los brazos por haber pecado de flojedad, de las piernas, muslos, orejas y narices según las culpas en que habían errado y caído, disculpándose con el demonio; y al cabo le ofrecían el corazón por lo mejor de su cuerpo que no tenía otra cosa que le dar, prometiendo de darle tantos corazones de hombres y niños para aplacar la ira de sus dioses, o para alcanzar o conseguir otras pretensiones que deseaban; y esto les servía de confusión vocal para con el perverso enemigo del género humano.

Asimismo tenían gran cuenta de criar sus hijos con muy buenas costumbres y doctrina: como los hijos de los Señores tenían años que criaban y doctrinaban: tenían sus frases y modo de hablar con los mayores, y éstos con los menores y con sus   —143→   iguales y Supremos Señores de mayor a menor, y en esto gran primor y pulicia en su modo. Eran muy oradores, y había entre ellos personas hábiles y de gran memoria. En sus razonamientos estaban asentados en cuclillas, y sin asentarse en el suelo y sin mirar, ni alzar los ojos al Señor, ni escupir ni hacer meneos, y sin mirar a la cara: al despedirse levantaba (el orador) bajando su cabeza y retirándose hacia atrás sin volver las espaldas, con mucha modestia. En todo al demonio hablaba con estas gentes en oráculos y fantasmas, y en estos lugares les manifestaba muchas cosas.

El desmentirse unos a otros no lo tenían en nada, ni por punto de honra, ni lo recibían por afrenta. Esta nación es muy vanagloriosa y muy celosa de sus mujeres, que por el caso se matan muchos, y las mujeres muy más celosas que los hombres: es gente cobarde a solas, pusilánime y cruel, y acompañada con los españoles son demonios, atrevidos y osados. Es la mayor parte de ella simplísima, muy recia, carecen de razón y de honra, según nuestro modo, tienen los términos de su honra por otro modo muy apartado del nuestro: no tienen por afrenta el embeodarse ni comer por las calles, aunque ya van entrando en pulida de razón, y van tomando grandemente costumbres y buenos usos que les parecen muy bien. En su antigüedad se trataba mucha verdad, mayormente a sus señores, y mucha más entre los principales; se guardaban las palabras unos a otros, y no la quebrantaban so pena de la vida, aunque ahora con la libertad son grandes mentirosos y tramposos, aunque hay de todo, que muchos de ellos que son mercaderes tratan verdad y son de muy gran crédito, y como atrás decimos, han tomado mucho de nosotros. Tenían por afrenta vender casas o arrendarlas, o pedir prestado, lo cual en su antigüedad no se usaba, ni se debían unos a otros cosa alguna. Sus promesas y posturas259 las cumplían luego y no faltaban.

Los modos de sus templos atrás lo dejamos referido, que son   —144→   a manera de pirámides, excepto que se subía por gradas hasta la cumbre, y en lo más alto había *una o* dos capillas pequeñas, y delante de ellas dos grandes columnas de piedra en donde perpetuamente estaban con lumbre y grandes perfumes de noche y de día, que jamás cesaba desde los templos pequeños hasta los mayores. Los servidores de éstos eran aquellos que prometieron serlo hasta la muerte, y algunos por tiempo limitado. Estos se sustentaban de las primicias de los frutos que cogían; tenían sacerdotes mayores que llamaban Achcautzin Teopixque Teopannenque Tlamacazque260, que eran como ahora son los religiosos que tenían aquella religión. Tlamacazque, se llamaban porque servían a los dioses con sacrificios y sahumerios; y así todos *aquellos* que sirven a los españoles el día de hoy los llaman Tlamacazque, porque como los españoles fueron a los principios tenidos por dioses, así todos aquellos que los servían eran llamados Tlamacazque porque así llamaban a los que estaban en los templos de los dioses, y hasta hoy ha quedado este nombre tan arraigado, que llaman a los criados de los españoles Tlamacazque o Tlamacaz.

Por segunda persona había Papas, no porque el nombre de Papa fuese de sumo sacerdote; sino como los más viejos sacerdotes, aquellos que sacrificaban a los hombres, quedaban tan ensangrentados, y ellos eran tan pésimos y sucios, criaban gran suma de cabellos, que los tenían tan largos que les daban casi hasta las nalgas, y ellos estaban tan sucios y percudidos de la sangre y tan afieltrados; que por estas crines les llamaban Papas261 y no por sacerdotes supremos, que al sacerdotes   —145→   mayores los llamaban Texpanachcauhtzin Teopixque, que interpretado en nuestro romance quiere decir... Los mayores del templo o los guardas de los dioses, o guardas de los templos. Los ornatos de sus altares donde se inmolaban los cuerpos humanos, no los tenían con atavíos de seda, ni brocados, sino en rústico modo. Sólo algunos ídolos tenían de piedras ricas de mármoles, cristal, o de piedras verdes Chalchiuites o de Turquesas y amatistas, y algunos de preseas de oro.



  —[146-147]→  

ArribaAbajoCapítulo XVIII

Enterramientos. Funerales. Incineración. Víctimas voluntarias. Estatuas formadas de las cenizas. Inhumación. Banquete funerario. Matrimonios. Donas. Festejos. Nacimiento. Ritos y fiestas. Ritos para el estreno de casa nueva. Para catar los vinos nuevos. Ideas sobre la creación del mundo. Augurios. Visiones diabólicas. Historia de un hermafrodita.


Habiendo tratado de estas costumbres, trataremos del modo de sus entierros. Cuando algún Cacique o Señor moría, le ponían en unas andas asentado y muy ataviado, y el rostro descubierto con sus orejeras262 y bezotes263 de oro, plata, o de esmeraldas, o de otro género de piedras preciosas, y muy compuesto y afeitado, sus cabellos muy puestos en orden como si fuese vivo, y si era rey lo mismo, excepto que le ponían la corona real a manera de mitra, y por este orden le llevaban en unas andas de mucha riqueza y plumería, y llevándolo en sus hombros los más principales de la República, lo llevaban hasta una gran foguera que estaba hecha, acompañado de sus hijos y mujer, lamentando su fin y acabamiento, e iban otros pregoneros de la República pregonando sus grandes hechos y hazañas, trayendo a la memoria sus grandes trofeos, y allí públicamente le echaban en la foguera, y con él se arrojaban sus criados y criadas   —148→   y los que le querían seguir y acompañar hasta la muerte. Allí llevaban grandes comidas y bebidas para el pasaje de la otra vida de descansos, y después de quemado recogían sus cenizas y las guardaban amasadas con sangre humana, y les hacían estatuas e imágenes para memoria y recordación de quién fue. Otros, aunque264 eran Señores, eran llevados con la misma solemnidad y pompa, y no los quemaban, sino que los enterraban en bóvedas y sepulturas que les hacían, y allí se enterraban vivas con ellos doncellas y criados, enanos y corcovados, y otras cosas que el tal Señor mucho amaba, y con muchedumbre de matalotaje y comida *para aquella jornada* que se hacía para la otra vida; y este error usaban pobres y ricos y cada uno se enterraba según su cualidad.

Después de este entierro iban a la casa del difunto, en la cual hacían grandes fiestas y comidas muy espléndidas, y grandes bailes y cantares, y gastaban veinte o treinta días en comidas y bebidas sus haciendas después de muertos, cuya costumbre en muchas partes de esta tierra ha quedado muy arraigada. Lo mismo se hace en los casamientos, pues gastan todas las parentelas cuanto tienen, en esta forma; que cuando se celebra un casamiento, de parte del desposado toda su parentela ofrecía para el ajuar y casamiento, cada uno lo que tenía para la desposada; joyas de oro o plata, esclavos y esclavas, hilo y algodón, cacao, cofres de madera y de diferentes cosas, esteras según su usanza; de parte de la desposada ofrecían ropas muy ricas labradas, mantas para el desposado, esclavos y mucha plumería: por manera que con estos presentes había que gastar grandes tiempos, y después de esto daban grandes y muy espléndidas y suntuosas comidas y bebidas de grandes diversidades de extrañezas, de aves, venados y otras cazas de montería, que sería detenernos mucho tratar de estas menudencias. Duraban estas fiestas muchos días en juegos, bailes y pasatiempos, según la   —149→   calidad de las personas que se casaban y contraían estos matrimonios.

Estos mismos ritos tenían cuando paría una mujer de alguna persona grave y de cuenta, pues que así como se sabía haber parido, a la hora venían todas las parentelas de la una parte y otra, y todos traían presentes de ropa, de aves, de cualquiera cosa que tenían, y si era varón el recién nacido, entraba el saludador y le decía que fuese bien nacido y venido al mundo a padecer trabajos y adversidades, y ahí le traía a la memoria los hechos de sus antepasados, y que recibiese aquel mísero presente para con que se criase y holgase en su infancia, y a este tiempo le ofrecía de las cosas que le traía. Acabado esto, le respondía un viejo que para esto estaba dedicado, dándole las gracias de todo; luego lo llevaban a su asiento, allí le daban de comer y beber y a toda la parentela que había traído, que para todos había y en esto se tenía particular cuenta. Duraba esta ceremonia más de cuarenta o cincuenta días, hasta que la parida se levantaba, y lo mismo hacían con las hijas hembras, aunque con más solemnidad se celebraba el nacimiento de los hijos. El padre del que nacía era obligado a hacer saber a sus amigos, cómo le había nacido un hijo o hija, y a los que no les avisaban, pariente o amigo, no acudían a la visita ni a la fiesta, y se tenían por afrentados *y se corrían de ello*265.

Este mismo rito se tenía cuando uno acababa de labrar una casa y nuevamente entraba a vivir en ella, porque decían que cuando se entraba a habitar en las casas recién acabadas, si antes no las encomendaban al Dios de las casas, que gozaban poco de ellas los que las habitaban *y que se morían; y por este respeto, al tiempo que las acababan y queriéndolas habitar*266,   —150→   aquel día hacían grandes bailes y banquetes, y convidaban gran copia de gentes conforme a la calidad de la persona que hacía la fiesta, y por esta orden se guardaba este rito desde el mayor hasta el menor y duraban las fiestas siete u ocho días.

Este mismo modo de engaño tenían cuando nuevamente probaban los nuevos vinos, y antes que los dueños usasen de ellos convidaban gran muchedumbre de gentes a ello, porque el Dios Baco no les fuese contrario y que en sus borracheras les favoreciese en que no les sucediesen algunos desastres, y con estos engaños servían al demonio a banderas desplegadas, diciendo que con hacer esto los dioses habrían piedad de ellos en todas las cosas que se hacían y obraban en la tierra; que ellos *no habían de ser guiados* por su voluntad, sin primero invocar a los dioses de cada cosa, porque no se haría nada sin voluntad de ellos, y ellos como dioses y Señores Supremos, habían de enviar a la tierra lo que les fuese conveniente para los hombres del mundo y a las cosas en ellas creadas.

Entendieron que no había sido creado el mundo, sino que acaso ello se estaba hecho, y llamaban al Dios del mundo y de la tierra Tlaltecuhtli; lo mismo tuvieron que los cielos no fueron creados, sino que eran sin principio. No tuvieron conocimiento de los cuatro elementos ni de los movimientos celestes267.

Se cargaban los naturales como bestias, y esta costumbre de cargarse fue muy antigua, y servían personalmente a sus mayores sin paga ninguna, y sin más interés que de que los tuviesen debajo de su amparo. Ya dejamos tratado el cómo antes que gozasen de los frutos pagaban primicia de ellos *a los templos*, de lo cual comían los templarios y de ello se sustentaban.

En las ceremonias, ritos y supersticiones que hacían en los tiempos del estío del año, en las cazas generales, y aun disimuladamente   —151→   las hacen el día de hoy entre los Otomíes, es en esta manera, que cuando hacen grandes secas y esterilidad en la tierra, hacen llamamiento general en algunos montes conocidos para un día señalado, y reúnen muchedumbre de gentes para cazar: llevan muchos arcos, flechas, redes y otros instrumentos de caza, para lo cual se juntaban dos o tres mil indios, e iban por su orden echando sus redes y cercos hasta que topaban con la caza de venados o jabalíes u otro cualquier género de animal indoméstico, y alcanzado con gran ceremonia y solemnidad le sacaban el corazón, luego la panza, y si en ella le hallaban yerbas verdes o algún grano de maíz o frijol nacido dentro del buche, porque el demonio siempre lo procuraba para hacerse adorar de estas gentes por estas apariencias, decían que aquel año había de ser abundantísimo de panes, y que no habría hambre: si le hallaban el vientre con yerbas secas, decían que era señal de mal año y de hambre, y se volvían tristes y sin ningún contento. Si era de yerbas verdes hacían grande alegría, y bailes y otros regocijos, y de esta manera prosiguen sus cazas generales, y tienen todavía estas costumbres de supersticiones que aún na se les acaba de desarraigar.

Tornando a tratar del demonio y de la manera que lo veían, no lo veían visiblemente sino por voz, o porque en algún oráculo respondía... Algunos le veían transformado en león o tigre, o en otro cuerpo fantástico. Era tan conocido entre estos miserables, que luego sabían cuando hablaba con ellos. Asimismo le conocían porque se mostraba en cuerpo fantástico, y sin tener sombras, y sin chocozuelas en las coyunturas, y sin cejas y sin pestañas, los ojos redondos y sin niñas o niñetas, y sin blancos: todas estas señales tenían para conocerle aquellos a quienes se revelaba, mostraba y aparecía.

Trataremos ahora de una hermafrodita que tuvo dos sexos, y lo que de este caso acaeció fue, que como los Caciques tenían muchas mujeres, se aficionó un hijo de Xicotencatl de una mozuela de bajos padres, que le pareció bien, la cual pidió se la diesen *sus padres* por mujer, que así se acostumbraba, aunque   —152→   fuesen para sus mancebas; la cual fue traída, que era hermosa y de buena disposición, y puesta entre sus mujeres y encerrada entre las demás, y habiendo mucho tiempo que en esta reputación estaba con él, y tratando y conversando con las otras mujeres sus compañeras, comenzó a enamorarse de ellas y a usar del sexo varonil en tanta manera, que con el mucho ejercicio vino a empreñar más de veinte mujeres, estando ausente su Señor más de un año fuera de su casa: y como viniese y viese a sus mujeres preñadas recibió pena y gran alteración, y procuró saber quién había hecho negocio de tamaño atrevimiento en su casa, y entrando las pesquisas se vino a saber que aquella mujer compañera de ellas las había empreñado, porque era hombre y mujer; y visto tan gran desconcierto y que la culpa no había sido sino suya, habiéndola él metido entre sus mujeres, le pareció no ser tan culpadas como si ellas le hubieran procurado, y así las reservó de que muriesen, aunque las casó y repartió repudiándolas, que no fue poco castigo para ellas; mas al miserable hermafrodita lo mandaron sacar en público en un sacrificadero que estaba dedicado al castigo de los malhechores, manifestando la gran traición que había cometido contra su Señor amo y marido, y así vivo y desnudo en vivas carnes, le abrieron el costado siniestro con un pedernal muy agudo, y herido y abierto le soltaron para que fuese donde quisiese y su ventura le guiase, y de esta manera se fue huyendo y desangrando por las calles y caminos, y los muchachos le fueron corriendo y apedreando más de un cuarto de legua, hasta que el desventurado cayó muerto y las aves del cielo le comieron, y este fue el castigo que se le dio, y así después andaba el refrán entre los principales Señores: Guardaos del que empreñó las mujeres de Xicotencatl y mirad vuestras mujeres; si usan de los dos sexos, guardaos de ellas no os empreñen.



  —[153]→  

ArribaAbajo Capítulo XIX

Períodos cíclicos. Destrucción del globo terrestre por inundaciones y huracanes. Catástrofe futura por el fuego. La Venus Tlaxcalteca. Esposa de Tlaloc. Su fiesta. Otras divinidades. Procesión de perros pelones. Sacrificio que se hacía de ellos a los dioses del agua. Expendio de sus carnes. Ceremonia con las pieles de las víctimas humanas. Penitencias y mandas. Escritores franciscanos de la historia de México. Ayunos comunes y para armarse caballero.


Habiendo un error muy grande entre estos naturales y muy general en toda esta Nueva España, pues decían que este mundo había tenido dos acabamientos y fines, y que el uno había sido por diluvios y aguas tempestuosas y que se había vuelto la tierra de abajo a arriba, y que los que en aquellos tiempos vivían habían sido gigantes, cuyos huesos se hallaban por las quebradas como atrás dejamos tratado, no tuvieron conocimiento de los cuatro elementos, ni de sus operaciones, más de que era aire, fuego, tierra y agua, confusamente; asimismo, por consiguiente, dicen que hubo otro fin y acabamiento del mundo por aires y huracanes que fueron tan grandes, que cuanto había en él se asoló, hasta las plantas y árboles de las muy altas montañas, y que arrebató los hombres de aquellos tiempos y que fueron levantados del suelo hasta que se perdieron de vista, y que al caer se hicieron pedazos, y que algunas gentes de estas que escaparon, quedaron enredadas en algunas montañas y riscos escondidos, y que se convirtieron en monas y micos, y que olvidaron   —154→   el uso de la red, perdieron la habla y quedaron de la manera que ahora los vemos, que no les falta otra cosa sino la habla y quedaron mudos para ser hombres perfectos. Esto tenían tan creído como si fuera de fe, y que todas las cosas que tratamos y haremos que las alcanzan y entienden; mas que como pasó el tiempo de su edad, los dioses, movidos de piedad que de ellos tuvieron, aunque les habían privado de razón, les habían hecho merced de las vidas. Tienen por muy cierto que ha de haber otro fin y que ha de ser por fuego, y que la tierra ha de tragarse a los hombres, que todo el universo *mundo* se ha de abrasar, y que han de bajar del cielo los dioses y las estrellas, y que personalmente han de destruir a los hombres del mundo y acabarlos, y que las estrellas han de venir en figuras de salvajes, y este es el último fin que ha de haber en el mundo268. Cuando los nuestros269 llegaron a esta provincia como atrás lo dejamos tratado, entendieron que era llegado el fin del mundo según las señales y apariencias tan claras que veían.

Tenían estas naciones a una diosa que llamaban la diosa de los enamorados, como antiguamente tenían los gentiles la diosa Venus. La llamaban Xochiquetzatl270, la cual decían que habitaba sobre todos los aires y sobre los nueve cielos, y que vivía en lugares muy deleitables y de muchos pasatiempos, acompañada y guardada de muchas gentes, siendo servida de otras mujeres como diosas, en grandes deleites y regalos de fuentes, ríos, florestas de grandes recreaciones, sin que le faltase cosa alguna, y que donde ella estaba era tan guardada y encerrada que hombres no la podían ver, y que en su servicio había un gran número de   —155→   enanos y corcovados, truhanes y chocarreros que la daban salaz con grandes músicos y bailes y danzas, y de estas gentes se fiaba y eran sus secretarios para ir con embajadas a los dioses a quien ella cuidaba, y que su entretenimiento era hilar, y tejer cosas primorosas y muy curiosas, y la pintaban tan linda y tan hermosa que en lo humano no se podía más encarecer. Llamaban el cielo donde esta diosa estaba Tamohuanichan Xochitlihcacan *Chitamohuan y (en asiento del árbol florido)* Chicuhnauhuepaniuhcan Itzehecayan, que quiere decir... El lugar de Tamohuan, y en asiento del árbol florido. De este árbol Xochitlicacan, dicen que el que alcanzaba de esta flor o de ella era tocado, que era dichoso y fiel enamorado271, donde los aires son muy fríos, delicados y helados, sobre los nueve cielos. A esta diosa Xochiquetzatl celebraban fiestas cada año con mucha solemnidad, y a ella concurrían muchas gentes donde tenía su templo dedicado. Dicen que fue mujer del dios Tlaloc, dios de las aguas, y que se la hurtó Tezcatlipuca, y que la llevó a los nueve cielos y la convirtió en diosa del bien querer.

Había otra diosa que llamaban Matlacueye atribuida a las hechiceras y adivinas, con ésta casó Tlaloc después que Tezcatlipuca le hurtó a Xochiquetzalt su mujer. Hubo otra diosa que se llamó Xochitecacihuatl, diosa de la mezquindad y avaricia, y fue mujer de Quiahuiztecatl. Estas diosas y dioses para eternizar sus memorias, dejaron puestos sus nombres en sierras muy conocidas llamándose de sus propios nombres, y así muchos cerros y sierras hoy en día se llaman con estos nombres.

Cuando había falta de aguas y hacía grande seca y no llovía, hacían grandes procesiones, y ayunos y penitencias, y sacaban en procesión gran cantidad de perros pelones que son de su naturaleza pelados sin ningún género de pelo, de los cuales había antiguamente en su gentilidad muchos que los tenían para comer, y los comían. Yo tengo al presente casta de ellos que son por cierto muy extraños y muy de ver, y de este género   —156→   de perros como referido tenemos, sacaban en procesión y andas muy adornadas, y los llevaban a sacrificar a un templo que les tenías dedicado que lo llamaban Xoloteupan; y llegados allí los sacrificaban, y les sacaban los corazones y los ofrecían al dios de las aguas, y cuando volvían de este sacrificio, antes que llegasen al templo mayor llovía y relampagueaba de tal manera, que no podían llegar a sus casas con la mucha agua que llovía, y después de muertos los perros se los comían. Yo me acuerdo que ha menos de treinta años había carnicería de perros en gran muchedumbre, sacrificados y sacados los corazones por el lado izquierdo a manera de sacrificio... y dimos noticia de ellos, y orden para que se quitase, y así se desarraigó este error. Ya dejamos referido cómo tenían otras carnes que comer de cazas y monterías, y de cómo antiguamente había cantidad de ellas.

Hacían otra ceremonia y superstición infernal y diabólica, y era que cuando prendían algún prisionero en la guerra, prometían los que iban a ella que al *primer* prisionero que cautivaban le habían de desollar el cuero cerrado272, y meterse en él tantos días en servicio de sus ídolos o del dios de las batallas, el cual rito o ceremonia llamaban exquinan; y era así que desollado, cerrado y entero el miserable cautivo, se metía dentro de él el que lo había prendido, y se andaba con aquella piel de templo en templo corriendo, y a este tiempo los muchachos y hombres andaban tras este exquinan con gran regocijo a manera de quien corre un toro, hasta que de puro cansado lo dejaban y huían de él porque no le alcanzase alguno, porque le aporreaba de tal manera, que lo dejaba casi muerto, y a veces se   —157→   juntaban dos o tres de estos que regocijaban todo el pueblo. Así llamaban este rito el juego del exquinan.

Había otros penitentes que andaban de noche, que los llamaban en su lengua Tlamaceuhque, los cuales tomaban un bracero pequeño sobre su cabeza, el cual llevaban encendido desde que anochecía hasta que amanecía: andaban de noche de templo en templo solos y con mucho silencio, visitando sus dioses en sus templos y ermitas. Duraban en esta penitencia y pobreza un año o dos, dándose a la pobreza y miseria por alcanzar algo, por humildad sirviendo a los dioses. Estos servían de día y de noche en los templos; mas tomaban estas romerías y andar estas estaciones por haber salido y escapado de algún peligro, o porque los dioses se doliesen de él, o los encaminase en algunas pretensiones o fines que deseaban. No comían carnes ni legumbres al tiempo en que hacían estas penitencias, sino pan sin levadura273 ni otra mixtura alguna, que llaman los naturales Yoltan274. Allí todas estas cosas como al principio prometimos, pasamos sucintamente a causa de que las han escrito los religiosos muy copiosamente por extirpar las idolatrías de esta tierra, especialmente Fray Andrés de Olmos, Fray Bernardino de Sahagún, Fray Toribio de Motolinía, Fray Jerónimo de Mendieta y Fray Alonso de Santiago: por esta causa nos vamos acortando lo más que podemos.

Los ayunos de estas gentes duraban según se les antojaba, y las promesas que hacían: así por promesas o por armarse   —158→   caballeros, que cuando esto era, ayunaban ochenta días, velaban las armas como atrás dejamos referido, cuando hablamos de las ceremonias de armarse, del vejamen que sufrían, de las propinas que daban, y de cómo abofeteaban y daban una coz, y cómo todo lo habían de sufrir según su costumbre, y que aquel que más sufría y pasaba, aquel era muy buen caballero.



  —[159]→  

ArribaAbajoCapítulo XX

Distribución de las horas del día. Modo de señalarlas al público. Marcha triunfal de los vencedores, cantares y estatuas. Administración de justicia. Lengua mexicana. Su riqueza. Adagios, proverbios, metáforas, etc. Culto de Tlaloc. Solemnidades y sacrificios humanos. Anécdota relativa a ellos. Ofrenda de Picietl. Augurios. Teofanía de Tlaloc. Rogativas por la lluvia. Arribo de los tres primeros religiosos franciscanos.


Las hora y momentos para el Gobierno de la República eran desde la prima noche en que se tocaban desde los templos grandes bocinas, caracoles y trompetas de palo que hacían terrible espanto y estruendo. Encendían lumbres en dichos templos los sacerdotes y Tlamacazques, y luego que esto pasaba se sosegaba todo. Siendo media noche que llamaban los naturales Yohualnepantlaticatla, tornaban a sonar las bocinas, trompetas de palo y caracoles marinos, y se hacía muy gran ruido y estruendo a voces y sonido de todas estas cosas, para dar a entender que era la media noche; lo propio se hacía al cuarto del alba y al salir del lucero, y a las ocho *del día*, al mediodía y a la tarde; de esto servían los templarios: este era su oficio, y a todos estos tiempos y horas sahumaban e incensaban los altares e ídolos donde perpetuamente no faltaba la lumbre.

Los grandes recibimientos que hacían a los capitanes que venían y alcanzaban victoria en las guerras, las fiestas y solemnidades con que se solemnizaban a manera de triunfo, eran que   —160→   los metían en andas en su pueblo, trayendo consigo a los vencidos; y para eternizar sus hazañas, se las cantaban públicamente, y así quedaban memoradas, y también con estatuas que les ponían en los templos.

Los pleitos que trataban y contingencias que tenían, se figuraban275 de plano por algunos viejos ancianos que estaban para ello diputados en la República.

Ya dejamos referido como la lengua mexicana es la más amplia que se halla en estas partes, y la más casta y pura, porque no se aprovecha de ninguna extraña, y como las otras extrañas se aprovechan de ella y muchos vocablos. Tenían los naturales en su antigüedad adagios, proverbios y preguntas a manera de enigmas y adivinanzas muy compuestas en su lengua; hablaban en jerigonza: usan de cuentos risueños, son muy grandes fabuladores, y tienen sus fines y sentidos para doctrinarse y otros muchos entretenimientos.

Entre muchas celebraciones de fiestas que hacían a sus ídolos, celebraban la de Tlaloc a que atribuían ser el dios de las aguas y de los relámpagos, rayos y truenos. Le tenían un suntuosísimo templo donde estaba dedicado, y se le celebraban dos fiestas en el año, una llamaban fiesta mayor y la otra fiesta menor, a las cuales concurrían muchas gentes, a donde ofrecían gran suma de ofrendas, promesas y devociones que se cumplían, sin los demás crueles y sanguinolentos sacrificios de hombres humanos que sacrificaban con crueles cuchillos de pedernales agudísimos y afilados para abrirles aquellos pechos miserables, y arrancarles los vivos corazones con las manos de los rabiosos carniceros y pésimos sacerdotes, los cuales apretaban con entre ambas manos cuanto podían, y se volvían al nacimiento del sol a la parte del Oriente, alzando las manos en alto, y volviéndose al Poniente haciendo lo mismo y lo propio al mediodía y a la parle del Norte. En todo este tiempo los demás Papas Tlamazques incensaban con gran reverencia al demonio. Acabado   —161→   esto, echaban el corazón en el fuego hasta que se quemaba y consumía. Me contaba uno que había sido sacerdote del demonio, que después se había convertido a Dios y a su santa fe católica, y bautizado, conociendo el gran bien que tenía, que cuando arrancaban el corazón de las entrañas y costado del miserable sacrificado, que era tan grande la fuerza con que pulsaba y palpitaba, que le alzaba del suelo tres o cuatro veces, hasta que se había el corazón enfriado, y acabado esto echaba a rodar el cuerpo muerto, palpitando, por las gradas del templo abajo, y por esta orden iban sacrificando y ofreciendo corazones al infernal demonio.

Entre estos sacrificios y supersticiosas crueldades, usaban de una para conocer si el demonio se aplacaba o condescendía con las cosas que le pedían y si venía en ello. Le hacían una ofrenda de Picietl276 molido y hecho harina y en polvo, que es una yerba a manera de beleño, y estas hojas dicen que es yerba de grandes virtudes para muchas enfermedades, y como yerba tan preciada, la ofrecían hecha harina, puesta en unos vasos grandes en los altares y poyos del templo entre las demás ofrendas, y de estas del Picietl guardaban particularmente, porque si algún milagro había de haber, aquí más que (en) otro alguno lugar se veía, y era, y así era, que cuando acudían los sacerdotes a ver otros vasos, hallaban en ellos huella o pisadas señaladas de alguna criatura particularmente, y a las más veces pisadas de águila. Cuando esto acaecía y en aquella hora y sazón, la manifestaban los sacerdotes al pueblo, y luego con muy gran regocijo y solemnidad, haciendo gran ruido de trompetas y atabales, bocinas y caracoles, con todos los demás instrumentos de música que tenía todo el pueblo, se regocijaba con esta gran festividad que el demonio les manifestaba, y a este tiempo el oráculo de Tlaloc, si alguien insolentemente con algún atrevimiento blasfemaba, decían que moría despedazado de rayos o muerte arrebatada, porque también decían que este lugar era   —162→   tan inviolable, que si no eran sacerdotes, a este templo no podían llegar otras personas sin gran riesgo de sus vidas, y estos rayos y fuego que caían del cielo eran sin nublados y en tiempo sereno. Cuando había falta de lluvias y había gran seca en la tierra y no llovía, se hacían rogativas y sacrificios a este ídolo Tlaloc. Decían los sacerdotes que aunque no lloviese, en porfiando había de llover, y entonces hacían sus ceremonias supersticiosas con mayor eficacia y fervor. Luego que la conquista de esta tierra pasó y se pacificó, vinieron tres religiosos277 como atrás dejamos referido de la orden de San Francisco, y como los dos fueron sacerdotes y uno lego, el que era de misa se llamó Fray   —163→   Juan, del otro no se tiene noticia de su nombre, y de los dos que quedaron, el que era lego se llamó Fray Pedro de Gante, flamenco, el Fray Juan murió en la jornada de las Higueras *cuando Cortés fue a ellas* y el otro en la ciudad de México, *y Fray Pedro de Gante el lego* que vivió muchos años en *la ciudad de México en* la capilla de Señor San José, en el convento de San Francisco, donde asimismo falleció después de haber doctrinado a los naturales con gran espíritu y fervor en muchas partes de esta Nueva España, enseñándoles a leer, escribir, tañer flautas, trompetas, ministriles y otras muchas cosas *del ejercicio católico cristiano y virtuosas, porque lo tuvieron por padre* todos los Mexicanos por haberles criado en tanta doctrina y pulicia cristiana *humana*278. Y así pasando adelante con nuestra relación, diremos de la grande admiración que los naturales tuvieron cuando vinieron estos religiosos, y cómo comenzaron a predicar el *Santísimo y sagrado Evangelio de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo*. Como no sabían la lengua,   —164→   no decían sino que en el infierno, señalando la parte baja de la tierra con la mano, había fuego, sapos y culebras; y acabando de decir esto, elevaban los ojos al cielo, diciendo que un solo Dios estaba arriba, asimismo apuntando con la mano, lo cual decían siempre en los mercados y donde había junta y congregación de gentes, y no sabían decir otras palabras que los naturales les entendiesen sino era por señas; y cuando estas cosas decían y predicaban, el uno de ellos, que era un venerable viejo calvo, estaba en la fuerza del sol de mediodía con espíritu de Dios enseñando, y con celo de caridad diciendo estas cosas, y a media noche en muy altas voces que se convirtiesen a Dios y dejasen las idolatrías. Cuando predicaban estas cosas decían los Señores Caciques ¿qué han estos pobres miserables? mirad si tienen hambre, y si han menester algo, dadles de comer; otros decían... Estos pobres deben de ser enfermos o estar locos, dejadlos vocear a los miserables, tomándoles a su mal de locura; dejadlos estar, que pasen su enfermedad como pudieren: no les hagáis mal, que al cabo estos y los demás han   —165→   de morir de esta enfermedad de locura, y mirad si habéis notado cómo a mediodía, a media noche y al cuarto del alba, cuando todos se regocijan, éstos dan voces y lloran; sin duda ninguna es mal grande el que deben de tener, porque son hombres sin sentido, pues no buscan placer ni contento, sino tristeza y soledad.





Anterior Indice Siguiente