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GROOT dice que el arzobispo Almansa recibió memoriales secretos, en que se denunciaba al oidor Manrique como pecador público y escandaloso, pues vivía en concubinato; y refiere que una amonestación que el Arzobispo le hizo por escrito fue la causa de la persecución que el Oidor, unido con el presidente Girón, le declararon al Prelado. Año de 1632.

GROOT, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada. [Tomo primero, capítulo XVI].

En 1640 se trató de hacer aquí una información contra la conducta del Oidor; la información o, mejor dicho, representación al Rey debía ser secreta; lo supo el Oidor y pidió a los jesuitas una declaración en su favor, y se la dio el padre Pedro Severino, que era rector del colegio de Quito; en la carta del padre Severino se leen estas palabras; habla de la representación contra el Oidor y continúa: Lo cual me ha ocasionado tanto mayor sentimiento, cuanto más clara es la luz de la rectitud, zelo, frecuencia de Sacramentos y general ejemplo del Oidor Don Antonio, que pretenden anublar y oscurecer con tan falsas como afectadas calumnias. Quito, 28 de mayo de 1640. [Cartas y expedientes de personas eclesiásticas pertenecientes a la Audiencia de Quito. 1634-1676. Inéditos en el Archivo de Indias en Sevilla]. Debemos hacer notar que la carta del padre Severino fue entregada abierta en manos del Oidor, para que él mismo la remitiera al Consejo de Indias. De esta clase de informes no siempre queda satisfecho el historiador.

 

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AZCARAY, Serie cronológica de los presidentes de Quito.

MENDIBURU, Diccionario histórico-biográfico del Perú.

RUIZ DE VERGARA, Historia del colegio viejo de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca. [Tomo primero. Parte primera, capítulo 24.º].

 

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AZCARAY, Serie cronológica de los obispos de Quito.

GIL GONZÁLEZ DÁVILA, Teatro eclesiástico de las iglesias de las Indias Occidentales. [Iglesias de Guatemala, de Arequipa y de Quito].

FUENTES, Recordación florida o Historia de Guatemala. (Tomo segundo. Apéndices).

ODRIOZOLA, Documentos literarios del Perú. [Tomo cuarto. Noticia acerca de los obispos de Quito].

ANÓNIMO, Apuntes para la historia eclesiástica del Perú. Tomo primero.

Los documentos relativos a la toma de posesión del obispo Ugarte y Saravia se hallan en el Libro de Actas del Cabildo eclesiástico de Quito. Vol. 1646 a 1674. (Archivo del Cabildo Metropolitano).

 

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RODRÍGUEZ DE OCAMPO, Descripción histórica del obispado de Quito. [Inédito]. Rodríguez de Ocampo fue contemporáneo del señor Ugarte Saravia y testigo ocular de este acontecimiento; este mismo escritor da muchos pormenores biográficos acerca del obispo Saravia, a quien conoció y trató, y por cuyo encargo compuso su Descripción histórica del obispado de Quito.

Con motivo del sacrilegio cometido en Quito se hicieron funciones de desagravio en Lima y en otros lugares del virreinato del Perú; cuando se celebraban en el pueblo de Eten, sucedió aquel caso maravilloso de que habla el padre Córdoba y Salinas en su Crónica franciscana del Perú. [Capítulo 20.º del Libro primero]. La capilla edificada por el señor Saravia se arruinó con el tiempo; la que ahora existe fue construida por el obispo Cuero y Caycedo el año de 1812, según lo testifica una inscripción puesta en el muro interior al lado derecho.

 

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Por lo que respecta a la fundación del monasterio del Carmen, que llamamos antiguo, nos apoyamos en los siguientes documentos: Escrituras de donación otorgadas por el señor obispo Ugarte Saravia. Testamento de doña María Saravia, prima del Obispo fundador y su albacea. Cédula real en que se da licencia para la fundación; está fechada en Madrid el 2 de abril de 1651. El auto pronunciado por don Martín de Arriola como presidente de la Audiencia, en 27 de enero de 1652. [Todos estos documentos se hallan en el archivo del convento del Carmen antiguo]. Escritura de donación, que de su casa hizo el capitán Juan de Salazar, otorgada en Quito, el 9 de mayo de 1653. (Expediente para la beatificación de Mariana de Jesús. Archivo de la Notaría eclesiástica de Quito). Las primeras monjas salieron de Lima en octubre de 1651; las acompañó hasta Quito el licenciado don Francisco de la Torre y Angulo, cura vicario de Guayaquil. Trajeron dos ornamentos y tres campanas, que se compraron en Lima para el nuevo convento. Consta todo de documentos inéditos que se conservan en los archivos del convento, del Cabildo Metropolitano y de la Curia eclesiástica.

 

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La profecía de Mariana de Jesús, relativa al destino reservado a la casa en que ella moraba, no fue general e indeterminada, sino muy circunstanciada; indicó la santa toda la distribución del futuro edificio, lugar por lugar, oficina por oficina, diciendo, en varias ocasiones, dónde había de quedar cada parte del futuro convento. Sobre el exacto y puntual cumplimiento de esta profecía están unánimes todos los testigos, que declaran en el proceso de la beatificación. Una de las circunstancias anunciadas por Mariana de Jesús fue la de que el aposento en que ella vivía había de ser el coro del monasterio; por esto, nos ha parecido muy conveniente dar a conocer aquí cómo era ese aposento, valiéndonos de la descripción que de él hace un testigo ocular, que lo visitó poco tiempo después de la muerte de la santa.

Este testigo es el presbítero Alonso de Soto, el cual era alumno interno del seminario de San Luis en tiempo de Mariana de Jesús, y tenía de trece a quince años; conoció a la santa y habló con ella algunas veces. He aquí lo que refiere acerca del aposento; éstas son sus textuales palabras: «Después de la muerte de esta señora, un día que estuve en casa del capitán Cosme de Caso, habiendo ido á ver un hijo suyo, que era estudiante y mi amigo, (el cual ha muchos años que murió), me llevó al aposento de esta sierva de Dios, que era en un cuarto alto, que de continuo estaba con llave; y, habiéndolo abierto, me mostró todas las alhajas que allí estaban guardadas, que eran instrumentos de las penitencias que hacía: mostróme una cama de rejas de palo, del tamaño de una mesa, donde dormía algunas noches, que no era posible durmiese, así por los palos esquinados que con el filo la habían de atormentar, como por los pedazos de ladrillos y piedras esquinadas, que estaban derramadas en el plan: mostróme una cruz grande, colgada en la testera, donde se crucificaba amarrándose los cabellos en la parte superior de ella, en unas sogas, que estaban allí amarradas para ese efecto, y otras en los brazos de la cruz, donde metía las manos y quedaba pendiente de ellas. Vi también en un rincón juntas y amontonadas muchas sogas gruesas y delgadas, unas tejidas á modo de fajas, y otras delgadas, que servían de silicios; asimismo muchos silicios, anchos y grandes, de cardas de hierro para la espalda, y otros pequeños para los muslos y brazos, que se conocía por el tamaño de ellos: otros de cardas de cardar, otros de cadenillas de hierro: un azote de dos ramales de hierro, y otros azotes de disciplinas ensangrentadas, y una con rodajas pequeñas, y todo junto y amontonado, que causaba miedo y admiración el verlo; y asimismo el aposento, que era blanqueado, estaba todo él por los bajos salpicado de sangre. Otra cruz, también grande, vi arrimada, y me dijo el amigo, que era con la que caminaba las estaciones en su cuarto, de que quedé admirado y compungido». Carta escrita por el presbítero Alonso de Soto al padre Morán de Butrón; Sicchos, 14 de octubre de 1696. El doctor Soto era entonces cura de la parroquia de Sicchos.

El autógrafo original de esta carta, escrita toda de puño y letra del mismo Soto, se halla en uno de los cuadernos o cuerpos del proceso de beatificación. (Archivo de la Notaría eclesiástica en la Curia Metropolitana).

 

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Carta del Cabildo secular al Rey en elogio del oidor don Juan Morales de Arámburu; 30 de agosto de 1655. [Archivo de la Municipalidad de Quito. Colección de cartas del antiguo Cabildo y de cédulas reales. 1602-1673]. MENDIBURU, Diccionario histórico-biográfico del Perú.

 

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AZCARAY, Serie cronológica de los obispos de Quito.

ODRIOZOLA, Documentos literarios del Perú. (Tomo cuarto).

RUIZ Y VERGARA, Historia del Colegio viejo de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca. (Tomo primero. Parte primera, capítulo 24.º). Las noticias de Gil González Dávila no alcanzan más que hasta el obispo Ugarte y Saravia; con este mismo Obispo concluyen las de Rodríguez de Ocampo; las del deán Sánchez Solmirón terminan en el señor Oviedo. Todo cuanto dijéremos acerca del señor Montenegro se apoyará en documentos inéditos contemporáneos. El mismo Obispo, en una representación que el año de 1675 dirigió al Consejo de Indias, nos proporciona varios datos relativos a su persona, y a sus ocupaciones y ministerios hasta aquella época.

 

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De algunos de nuestros presidentes de la antigua Real Audiencia hay tan pocos datos, que sabemos apenas la ocupación en que se hallaban antes de venir a Quito; por esto, en nuestra obra hay partes considerables que son muy imperfectas; pues, a pesar de nuestra diligencia, no hemos podido encontrar más noticias que las que damos en la narración. Esta advertencia era indispensable y la exigía la misma imparcialidad histórica.

 

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Autos sobre la excomunión fulminada contra los oidores que entraron en el convento de la Concepción de Quito. 1656. [Archivo de la Notaría eclesiástica de la Curia Metropolitana]. Acebos recibió el subdiaconado, a título de suficiencia, el 21 de diciembre de 1658; en septiembre de 1660, salió para Cartagena. Seis años después, estando de regreso en Quito, se ordenó de diácono y de sacerdote; de diácono, el 18 de septiembre, y de sacerdote el 18 de diciembre de 1666.

Cédula expedida en Balsain el 25 de octubre de 1662; condena en ella el procedimiento de la Audiencia contra el Provisor. Otra de la misma fecha y lugar relativa a la entrada de los dos oidores al convento. [Cedulario de la antigua Real Audiencia. Vol. 1661-1680. Archivo de la Corte Suprema de Justicia].

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