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Historia miniatural. Historia de una lágrima

Mihai Eminescu

Traducción de Ricardo Alcantarilla

Y las flores de hielo de las ventanas

me parecían un bosque verde

con hadas buenas de cuentos

como la trompeta pastoril que se pierde

a su voz blanda de sol

en ay y en gravedad

y mientras yo contaba

lo que veo en las flores de hielo

se acercó también él a la ventana

con una ahondada cara

se acercó y dijo: ves

allí entre los matorrales un peón

pasea tras un hada

gallinas y barcas yo hacía

gallos grandes de papel

sobre la escena de la mesa los ponía

para representar comedia

y a casa traje un ganso

enamorado y siempre capullo

para que haga de apuntador.

Iconos vivos me parecen

los de San Nicolás

una mosca en la barba nueva le puse

para ver si no pone freno

pero él está triste y ensombrecido

en su cuadro entristecido

con ojos redondos y calvo.

El santo parece serio

y mudo en sus pensamientos

a nuestro juego ruidoso

ni riñe ni sonríe

y nos parece así extraño

por qué está mudo e inmóvil

parece tememos que un día

le oigamos gritar.



Y parece que, repitiéndose tan a menudo como que el icono este es un santo, me parece natural el hecho de que aquel santo piensa, de modo que estuviera tan serio en su cuadro con la frente despejada, con los ojos redondos y con la barba rizada y blanca. Él era desde hace mucho amigo de él... y extraño, cuando se queda completamente solo en casa, habla al anciano y le cuenta todo, todo lo que le pasa por la cabeza y el anciano parece que sonríe para reír. Pero hablar no habla nada. De este modo, como que el icono está vivo, de esto no duda en absoluto. Sabía que un icono desgastado y viejo no se quema para que arda, sino cabe en las paredes, lo deja, como mucho, sobre el arroyo en el valle... porque al santo al que lo hace, si le deja libre en el mundo. Encuentra por el camino alguna iglesia vacía y entra en ella y hace de sacerdote... o entra en un árbol y, después de mucho tiempo, los pastores lo encuentran bajo la corteza y hacen en aquel lugar monasterios dedicados a... y el icono hace milagros, la gente se asombra. «Por eso se habrá borrado el icono, pensó él, porque quiere ir por el mundo haciendo milagros. ¿Eso es, san Nicolás?». Él no respondía. «Luego es cierto... como a un niño pobre, a mí no me respondes. Pero si le torturo, puede que me diga algo» le puso una mosca sobre la barba, el anciano parecía abrir y cerrar los ojos... «Le molesta, pero no responde». Pero qué le tenía que responder, solo escucharle. Y el icono le escuchaba y le hubiera escuchado todo lo que le hubiera dicho. Él le contaba cuentos, planes que se le pasaban por la cabeza.

Hay ojos en este mundo, que tienen especial gusto por todo lo que es miniatura. Si en invierno te imaginas que los árboles de hielo del cristal de la ventana son un bosque verde y en él se encuentran hadas de cuentos, él se acerca con la cara ahondada y dice: mira, bajo el matorral aquel hay un enano que se ha enamorado pasionalmente de un hada, mira cómo levanta sus talones y la mira. Y si te parece que oyes un canto de la trompeta pastoril y un silbido de aquel bosque verde, él escuchará cómo zumban las orejas y te dirá qué aria se oye. Semejante hombre hace gallos de papel y se pone a representar comedia sobre la mesa, es capaz de decirte si una mosca sonríe, qué planes diplomáticos pasan por la cabeza de una araña, qué ideas sobre el mundo tiene un ganso. Y si te cuenta alguna anécdota o alguna historia, ella sucede siempre en el terreno de la naturaleza mínima. Si un pétalo de rosa ha caído por una cantárida, esmaltado, fue con intención... la reina ha tirado un pañuelo, en secreto, a su humilde servidor... si arañas rodean con un velo adiamantado la cabeza de una flor, por la que caen después las perlas del rocío, él dice: mira qué hermosa novia. Y arañas tejen de un matorral de flores a otro un puente de diamante a los novios que están lejos -en otro matorral- y reúne a los invitados, un grupo entero de mosquitos azules como el acero... las hormigas son sirvientes, porque llevan sacos blancos con miel y harina, y tienen alguna hierba en la boca, con la que aparece por los rayos del sol la cabeza de la novia. Las campanas azules de las flores suenan litúrgicas, las avispas cantan como músicos, el abejorro en indumentaria de terciopelo murmura por la nariz como un sacerdote anciano, mariposas, donjuanes de los jardines, vienen en manadas a la boda -y lo que nadie ha oído lo oyó mi miniaturista, una boda en el secreto de la naturaleza.

Si mira al icono, dice que ha reído por la noche y que ha quedado todavía un rastro de la sonrisa. Pero ¿dónde?... ¿Dónde? No lo puedes ver, pero yo lo veo. Entonces ¿el icono vive?... Se entiende. Acaso el pintor no ha puesto en él un trozo de alma y cuando el icono le mira, ¿no se mira él mismo a él mismo? ¿Por qué un violín viejo es mejor que uno nuevo? Porque decenas de maestros han puesto su alma entera en él -y los oyes después, una armonía de almas. Porque la madera es inhóspita de vida.

Pero ¿una aria? Crees que un aria nace solo así. Piensa primero que el artista es un anillo dentro de una fila de hombres que le han precedido, después que está en una sociedad. Él resume en una aria el dolor de los que le han precedido, sin la cual él no habría estado, junto con los que son. ¿Por qué lloran los hombres oyéndole? Porque sienten que él es su resurrección. Quien no es comprendido en esta resurrección no llora... no tiene sentido para él esta aria.

Imaginad una niña rica. Los padres y los antepasados han sido ricos, es decir, han recogido en su mano el sudor, mejor dicho, el sudor de otros. De esta tierra de cansancio, mojada con sudor y lágrimas, sale un lirio frágil y blanco -ella-. Un aria en su boca, como el olor de un clavel. ¿No es cualquier nota la quintaesencia de la tierra de la que ella ha crecido? Pero puede que no cante... demasiado bien... y la flor puede que no huela, esto sin embargo no borra el origen del olor, que es la circunstancia de la que ha crecido. Y cada hermosura es la cristalización de los sufrimientos del universo, por tanto también cada pensamiento delicado suyo, cada palabra, cada canción. Perdona mi teoría panteísta. Como se nace un organismo también con tanto es él más perfecto. Los elementos entran en lucha. Su lucha es movimiento... Se reconcilian... la reconciliación es una forma cualquiera... cristal, flor, hombre... Es una convención suya. Cuantos más elementos se reconcilian por su hervor en un organismo, tanto más perfecto es. La es toda la naturaleza orgánica. Es la reconciliación completa... entonces ves armonía, hermosura... e imperfección, entonces te encuentras con una nariz aplastada, con una mente deformada, con ojos cruzados... la fealdad y la enfermedad son el signo de una reconciliación imperfecta, en el que, un elemento tiene la hegemonía, se nace un natural inarmónico, contradictorio... ¿Por qué la hermosura es frágil, dices tú? Porque la reconciliación una multitud de elementos pide armonía y paz, porque si las circunstancias de afuera enturbian esta armonía de los elementos ya no puede rehacer lo que hizo una vez, es decir, la hermosura, pero desde dentro destruye esta su convención turbada. Por eso el rol en los géneros descontentos de la hermosura, ella entra armónica en un mundo turbio, en el que los elementos y organismos están siempre en lucha. Ella es la cristalización de los dolores del medio del que salieron, una armonía de orden superior, pero no cesa de contener en ella los elementos de los que se nació... A menudo quiero escribir la vida de un hilo de polvo, de un olor de flores o del origen de una canción, pero me temo que no lo terminaría nunca. Y sin embargo, creo que, desde el comienzo hasta el final y por todos los episodios, sería muy interesante... Mira a Irimie: un granuja fue su padre, un granuja su abuelo, y el mismo granuja que hace mil años hacía glose (glosas) sobre una escudilla con lentejas; mira a Veniamin: un tonto por siglos de los siglos, y con el mismo tonto nos encontraremos dentro de mil años puede en el lugar donde estuvo una vez este café... habrá un lago aquí y nosotros seremos estalactitas... ¡Oh lágrima! ¡Qué cristal precioso! Exprime la tierra -ah, ¡qué! Exprime todo el sistema solar, no recibes una lagrima... tiene que pasar por mil fases los elementos de que se compone este líquido caro... Ah, ¿quién me cuenta la historia de una lágrima?

¡Bravo! Historia de una lágrima -¡cuéntanosla tú!

Toda su vida le pasó en cuadros ante sus ojos... y una lágrima le cayó de su ojo derecho, una... ella era un cristal hermoso, cayó sobre una carta, la carta fue cerrada y el alma... el aroma de lágrima fue conservada. Desde entonces aquel hombre ya no ha llorado. Bastante que cerró el libro con tranquilidad e hizo lo que veis... porque aquel hombre -soy yo.

Vivía una vez un hombre con los ojos secos... ¡Raro! Por qué estaban ellos secos, porque los ojos de los hombres jóvenes están humedecidos en general -flotantes-. Tiene que ser una naturaleza extrema que solo conocía alegría o desesperación. Pensamiento intermedio, tranquilidad, sonrisa, melancolía, dolor que ha pasado.

Y entonces una lágrima cayó... una... Era su vida perdida en vano. La vida de un hombre... del padre puede de una fila infinita de hombres... en una lágrima.

... pero cayó escurrida en el café y en lloriqueos. Qué romance canta, ¡dijo él! En esta noche, la luz dulce de mi cigarro. Es un romance italiano... me acuerdo de ella di... di... ehe:

Sul mare luccia l'astro d'argento...

Entonces hará glosas sobre una mujer, porque será adelantado el hombre de nada que es.

No creáis que hay en la vida del hombre momentos que rezuman en su suerte entera... y te digo como si... oyes, así, un zumbido en la oreja: ¡Soy yo! ¡Soy yo!... que, ¿desde cuándo entonces?... Y entonces si has señalado bien... cualquier palabra de tu alrededor es significativa, porque te parece extraña. O... no te ha parecido alguna vez que una palabra cualquiera, ¿su sonido es ridículo? A menudo tu nombre propio tiene esta suerte... Te parece también ahora extraño y ridículo... Pues bien, hay horas enteras así extrañas... parece que te llama alguien por detrás por el nombre... miras y no hay nadie. ¡Hm! Hay algo en todo esto... ¿Quién te llama? Ríes, granuja, demonios... pero no rías... ¿quién te llama?

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