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Homenaje y recuerdo a José Antonio Maravall en «Coloquio internacional sobre el teatro español del siglo XVIII: Bolonia, 15-18 de octubre de 1985»

Rinaldo Froldi





En recuerdo de José Antonio Maravall.

Pasado un año del día triste en que nos dejara, y en el momento de concluir el presente volumen de las actas de un convenio en que él mismo participó con la agudeza, con el entusiasmo que caracterizaba siempre sus intervenciones culturales, es mi deseo dedicarlo a su memoria también en nombre de todos quienes colaboran y sostienen el «Centro di Studi sul Settecento Spagnolo».

Creemos que el valor excepcional de la vastísima producción historiográfica de José Antonio Maravall, ha de aparecer cada vez más significativo y esclarecedor a quienes, con atención profunda, sepan volver a sus páginas. Y es que él, abarcando diversos campos disciplinares, ha sabido afrontar la realidad y el pensamiento humano (en Maravall ambos unidos indisolublemente ante su convencimiento de que dato y elaboración mental son inseparables) para recoger sus múltiples conexiones. De este modo llega a alcanzar profundas y significativas síntesis en la elaboración de un material ingente, referido no sólo al mundo hispánico.

Aunque no le fuera posible recoger en un volumen, como para otros períodos históricos, escritos dedicados al setecientos, no cabe duda que tanto sus ensayos como sus artículos nos ofrecen una interpretación personal de ese siglo, con particular atención a su momento cultural dominante, protagonizado por la Ilustración. Por otra parte, las tendencias de José Antonio Maravall le acercaron particularmente al Iluminismo. Esto, tanto a causa de su culto a la inteligencia, vigoroso y lúcido, como por el profundo sentido de la libertad que acompañaron su actividad de estudioso y su propia vida.

Caballero a la antigua, moderno por su espíritu inquieto y problemático, bien le cuadra el adjetivo «sabio». Y es que en él la generosa disponibilidad intelectual se aúna con el gusto sutil por la crítica, al tiempo que nos llena de admiración su capacidad, constante y certera, de saber transferir a la realidad de hoy -particularmente a la difícil convivencia de la comunidad hispánica- el conocimiento adquirido por medio del análisis histórico.

Es justo, pues, que lo recordemos no sólo por su doctrina, sino también por los valores éticos y civiles que nos ha dejado en sus obras y con el ejemplo de su vida.

Siempre José Antonio Maravall tornaba a Bolonia con júbilo, sensible ante el encanto de la ciudad antigua, pletórica de arte, y atraído por la inquieta actividad del centro de saber que sigue siendo hoy. Mi recuerdo se tiñe de nostalgia cuando me trae su presencia y viva participación en el Coloquio sobre el teatro del setecientos, en octubre de 1985 -cuyas actas se recogen aquí, encabezadas legítimamente por su contribución-, así como en la espléndida charla sostenida en la recepción que, concluido el Coloquio, le ofreció la Editorial Il Mulino, donde se han publicado en italiano dos de sus obras más importantes: La cultura del barroco y Poder, honor y élites en el siglo XVII.

Nunca podré olvidar nuestro último encuentro, durante la cena que él, junto con su esposa, la exquisita y simpática María Teresa, quiso ofrecernos a mi mujer y a mí, en Madrid, precisamente dos días antes de su muerte. Para siempre guardaré en mi memoria la amabilidad de su trato, su mirada penetrante y su extraordinaria capacidad de alternar en la conversación temas de empeño cultural elevado con los de la humana realidad familiar de todos los días. Feliz circunstancia aquella, pues me permite conservar del entrañable amigo su imagen espléndidamente intensa y llena de vida. Un recuerdo, en fin, alivio del dolor ante la ausencia de J. A. Maravall.

Bolonia, 19 de diciembre de 1987.





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