Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Honor y honra en las comedias de Sor Juana Inés de la Cruz

Jesús Cañas Murillo






El tema del honor en las comedias de Sor Juana

En los argumentos de las comedias conservadas de Sor Juana Inés de la Cruz1, Los empeños de una casa2, -estrenada el cuatro de octubre de 1683-, y Amor es más laberinto3, -por vez primera representada el once de enero de 16894-, no es muy elevado el número de temas que se insertan. Las dos obras mencionadas5 son piezas de enredo, en las que la trama amorosa tiene una importancia básica. En sus argumentos se incluyen acciones en las que el tema de las relaciones amorosas es ampliamente desarrollado. Todo gira en torno al amor6. El triángulo amoroso, tremendamente complicado, es el recurso básico al que se acude. En la intriga se insertan todo un conjunto de oposiciones entre diferentes personajes que buscan encontrar la pareja escogida por su corazón. Es todo natural si tenemos en cuenta el subgénero de la comedia nueva en el que los textos de Sor Juana se clasifican, la comedia de capa y espada.

Junto al tema del amor, el fundamental, insistimos, en esas creaciones, otros son identificables. Entre ellos se cuenta, por citar algún otro diferente, el tema de las relaciones paterno-filiales, al que se le da cierta relevancia en ambas piezas. Entre ellos se cuenta, también, el tema del honor. En sus dos vertientes, de honor y de honra. Del análisis de este último, del tratamiento que recibe, de la importancia que se le concede, de la funcionalidad que se le encomienda, nos vamos a ocupar en las páginas de este trabajo.

No ha sido un asunto al que los críticos que se han dedicado al estudio de la producción literaria de Sor Juana7, y, en particular, al análisis de su teatro8, hayan prestado especial atención. En los comentarios generales sobre sus escritos dramáticos, y particulares sobre sus comedias, es difícil rastrear menciones siquiera, ya que no, -mucho menos-, estudios pormenorizados, del tema del honor. Casi tan sólo en un comentario global de Los empeños de una casa debido a Ricardo Doménech e incluido hace ya bastantes años en las páginas de Cuadernos Hispanoamericanos9, se halla una rápida, aunque directa, alusión al tratamiento de dicho contenido, del mencionado tema del honor, en esa comedia de Sor Juana.




Código y funcionamiento del tema del honor

No descubrimos ningún misterio si afirmamos ahora que el tema del honor es uno de los esenciales de la comedia nueva. Él entra a formar parte fundamental de la poética del género. Es uno de los constituyentes básicos, al que con más insistencia e intensidad acuden los autores para componer sus propias creaciones. Tiene un código -y entendemos por tal un conjunto de rasgos recurrentes, con funciones y tratamiento similares en todas las obras en las que se inserta- que le es propio10.

Según dicho código11, es necesario distinguir entre honor y honra. El honor, como afirmaba Calderón en El alcalde de Zalamea12, es «patrimonio del alma», se une a la forma interna de ser de un individuo, a la bondad de sus cualidades interiores. La honra es el reconocimiento oficial, público, que otorga la sociedad a ese honor personal. Dos concepciones de honor y honra se contraponen en los textos. Según la primera, presentada como la aceptable, la correcta, cualquier persona puede poseerlos, tiene derecho a ellos y la posibilidad de exigir su preservación, dado que se ligan al individuo, a la forma de ser, a la manera de comportarse. Según la segunda, juzgada errónea y rechazada por ello, se ligan a la cuna, a la familia en la que se nace, a la posición social y al dinero. Ambas visiones chocan, incluso duramente, en los argumentos y el enfrentamiento produce momentos repletos de dramatismo, de tensión, si bien el desenlace pone de manifiesto la victoria de la postura positiva frente a la negativa, entrando este mensaje a formar parte del significado, didáctico, de las comedias.

Otros tópicos se integran en el código. Se resalta la necesidad de cuidar la honra, la buena fama, social, de una persona. Se destaca la importancia de guardar las apariencias, de mantener el decoro, de desempeñar correctamente el papel que se supone un individuo debe asumir en su sociedad, condiciones todas válidas siempre, pero especialmente exigibles en el caso de que el obligado a su cumplimiento sea una mujer. El honor es concebido como un bien superior, que debe ser especialmente preservado y guardado de agresiones externas. Los ataques contra él exigen una venganza, que puede ser pública o privada según haya sido, a su vez, el carácter de la ofensa. Para alcanzarla el agresor debe ser retado por el ofendido, quien, con la muerte de aquél en el duelo correspondiente, obtiene la pertinente reparación. Si la ofendida es una mujer soltera, corresponde a su padre la venganza, o a su hermano, caso de que el padre sea anciano. Si es mujer casada, la obligación de buscar la reparación debe ser asumida por el marido. La muerte del ofendido masculino, o del vengador obligado de la mujer, implica a los familiares inmediatos (hermanos, padre...) en la susodicha reparación.

No todos los rasgos, los motivos, los tópicos, que conforman el código del tema del honor son identificables en las comedias de Sor Juana Inés de la Cruz. Tan sólo algunos de ellos. Más aislados. Sí encontramos los que reseñamos a continuación. Así, la distinción entre honor y honra, aunque ambos conceptos se mezclan en muchas ocasiones13. La preocupación en las damas por su honor, por la fama y por la opinión14 propias. La necesidad de cuidar tales bienes, que puede ser recordada, si hay olvido momentáneo, por otro personaje, como la confidente criada15. El interés del galán porque quede a salvo el decoro de la dama16, y su honor:

«ocultóme, que el honor
de doña Ana es lo primero,»

(Los empeños de una casa17)                


La preocupación de los galanes por la fama y el decoro de la mujer18. El orgullo del hombre por su honor19. El galán luchará por la honra de la dama20. Es positivo que el galán honre a la dama21. Las mujeres deben ser desatentas con los hombres, pues, de lo contrario, no se tienen por honradas22. El galán debe tomar la iniciativa en las relaciones amorosas, dado que, si lo hace la dama, sufre el decoro23. Las damas también se preocupan por la honra de otras damas24. Hay obligación de llevar una determinada línea de actuación con el fin de eludir el riego de quebrar el honor25. La simple sospecha puede ser motivo de ofensa para el honor26. La dama se preocupa de su honra y quiere mostrar a sus pretendientes que la posee27. Amor puede obligar a una dama a seguir a un hombre y abandonar su honor28. Huir con el amado genera deshonor en la mujer29. Si el hermano de la dama ve a los galanes en su casa, peligra su honor30. La dama que ha atentado contra su honra siente vergüenza31. El honor es concebido como frágil cristal:

«[...] es un cristal tan terso,
que, si no le quiebra el golpe,
le empaña sólo el aliento».

(Los empeños de una casa32)                


El peligro de perder el honor, justifica el abandono de la propia casa33. Una mancha en el honor exige venganza34. Y el ofensor debe morir:

«¡Quien mi honor agravia, muera!»

(Los empeños de una casa35)                


El cómplice debe sufrir el mismo castigo que el ofensor36. La publicidad de la ofensa crea más deshonra37. Los asuntos de honor hacen palidecer al afectado38. El galán que se cree correspondido asume como ataques contra el propio honor los requerimientos de amor que otro galán puede hacer a su propia o supuesta dama39. El galán cuya dama es requerida de amores por otro galán puede quedar deshonrado40. La mujer debe ser defendida, -ella no se puede defender directamente-, de los ataques contra su honor41. La dama puede agraviar al galán que se ha deshonrado a sí mismo, no tiene obligación de respetarle42. Los atentados contra el honor deben tener reparación inmediata43. El noble honrado, cuando ve la afrenta, no puede remediarla:

«Que al que es noble y nació honrado,
cuando se le representa
la afrenta, por más que sienta,
le impide, aunque ése es el medio,
la vergüenza del remedio
el remedio de la afrenta».

(Los empeños de una casa44)                


El padre es el más afectado por la mancha en el honor que pueda sufrir la hija45. El padre debe cuidar del honor del hijo, incluso si éste es hijo político46, pues afecta a su buen nombre47. La venganza es la solución natural de una ofensa de honor48. El padre debe vengar la afrenta infringida por su hija, causada por ella misma49. En ausencia de padre, si éste faltare, el hermano es el encargado de reparar el honor50. La venganza es necesaria, pero el matrimonio, celebrado con el consentimiento del padre, pedido a él, evita la necesidad de aquélla, al eliminar la afrenta causada al progenitor, que es quien puede aparecer como ofendido y manchado, en lugar de la hija51. El padre puede buscar la solución pacífica pidiendo al ofensor que se case con su hija52. Si la hija no acepta la boda reparadora del honor, debe morir a manos de su padre53. El galán acepta el matrimonio para guardar el honor de la dama54. Este tipo de solución salvaguarda, también, el decoro del galán55. El casamiento limpia el honor del padre y se ha de celebrar aun en contra de la voluntad de la hija56. Si la dama no acepta el matrimonio, pierde la honra:

«que, si dejas de casarte,
pierdes honra y conveniencia»

(Los empeños de una casa57)                


La ofensa puede también ser vengada por el amigo del esposo de una dama58. La muerte de una persona a manos de otra implica, como venganza, la muerte del matador59. Pero cabe también otra solución, más pacífica, el perdón del agresor, habida cuenta que acabar con su vida no conseguirá resucitar al difunto60. No obstante, hay personajes que defienden la venganza61. Pero el perdón de las ofensas es presentado como la solución positiva y preferible:

«que tiene más valor quien
perdona, que quien castiga»

(Amor es más laberinto62)                


En las dos piezas del género comedia nueva escritas por Sor Juana y de las que nos estamos ocupando, el tema del honor no tiene la misma intervención. Figura más claramente en Los empeños de una casa. En ella el contenido es detectable a lo largo de todo el argumento, si bien con algunas diferencias. En la primera jornada se tiende más a traer a colación el problema de la honra. El tema del honor hace más acto de presencia en momentos posteriores, especialmente en la jornada final. Pero no hay un verdadero desarrollo del mismo. Figuran motivos, pero los tópicos, y no se problematiza sobre ellos. Interesa el esquema. Y más cuando nos acercamos al desenlace, en las postrimerías del nudo. Para generar tensión. Para aumentar la intriga.

En Amor es más laberinto el honor se introduce en las jornadas primera y tercera. Precisamente aquellas de la obra que fueron compuestas por Sor Juana Inés de la Cruz (recordemos que la segunda se debió a la pluma de Juan de Guevara, considerado durante mucho tiempo primo de nuestra monja aunque hoy en día se haya puesto en duda tal parentesco63). Su presencia es más tenue que en la pieza anterior, como advertíamos. Se intensifica en la jornada final. Sin desarrollo profundo. Como esquema conocido, que no es necesario explicar. Como generador de incidentes climáticos, repletos de tensión, que hacen incierto, -suscitando expectación-, el advenimiento del final feliz en la comedia

La importancia que posee el tema del honor dentro del plano del contenido de las comedias no es fundamental. Ni grande su intervención. El tema figura, pero no es uno de los principales, uno de los ejes del argumento. No es analizado pormenorizadamente. No aparece en estado puro, con todos sus tópicos, sino fraccionado. De él se escogen aquellos rasgos que resultan pertinentes, funcionales para ayudar a la autora a alcanzar sus objetivos esenciales. Incluso en ocasiones es mezclado con otros temas que interesan más y reciben un mayor desarrollo. Así, en Los empeños de una casa la quiebra del honor aparece relacionada con el intento de imponer a las hijas la voluntad de los padres en el asunto de la elección de marido64. Motivos tópicos característicos del honor, como el duelo, figuran anejos a otros temas, como el amor, y es habitual que sean escenificadas peleas de galanes que se disputan la mano de una misma dama65. Lo mismo acontece con los agravios, ligados, igualmente, en ocasiones, al tema del amor, a las relaciones amorosas66. O con la venganza, unida al amor67. A veces encontramos mezclas más complicadas. Un motivo, como los duelos, puede ser ligado al tema del amor, pero se hace hincapié en el tópico de la ofensa recibida para justificar la pelea, y la necesidad de venganza, con lo cual se enlaza de inmediato, también, con el código del honor68, si bien éste puede quedar, -y, de hecho, queda en muchas ocasiones-, subordinado a aquél, que origina, justifica y enmarca el conflicto.

La explicación que podemos ofrecer para justificar el uso del tema de honor que encontramos en las comedias de Sor Juana es bastante evidente. Las obras de Sor Juana son comedias de capa y espada. En ellas el enredo tiene una intervención fundamental. El tema principal, -ya lo mencionábamos-, es el amor, con sus relaciones amorosas, con los celos, con sus enlaces con las relaciones paternofiliales... El recurso del triángulo amoroso, tremendamente complicado, se convierte en aglutinador de la acción. Las comedias tienen como objetivo fundamental la diversión. Pretenden entretener al espectador. Son concebidas, prácticamente, como un auténtico divertimento. Y en él no caben grandes planteamientos teóricos, magnos análisis profundos, temas importantes tratados con absoluta seriedad, convertidos en base para hacer una indagación sobre el mundo, transmitir una peculiar, amén de, lo reiteramos, profunda, visión de la realidad. Predomina el juego, el deseo de producir diversión, insistimos. Y en ese contexto se introduce el tema del honor.

Ante ello, puede resultar justificable que el tema del honor no se erija en centro de los argumentos. Tratado en serio, puede convertirse en medio de plantear problemas de bastante calado. Como sucede en el teatro de Calderón. Pero no es tal el objetivo que las piezas de Sor Juana pretenden alcanzar. Por eso en ellas el tema del honor, con su correspondiente código, no interesa por sí mismo. No hay en estos textos un intento de realizar un análisis profundo del mismo, de problematizar, de debatir sobre él, como puede acontecer, insistimos, en algunas piezas encuadrables, igualmente, en la comedia nueva, como las mencionadas creaciones de Calderón, al estilo de El alcalde de Zalamea, por citar algún ejemplo ya antes recordado, o en las de Rojas Zorrilla, tipo Cada cual lo que le toca69. Interesa como simple instrumento. Como medio de introducir enredo, de generar procesos de tensión. Ligado al tema fundamental, el amor, puesto al servicio de él, de su tratamiento, de su desarrollo. Interesa como simple esquema formal cuyos motivos básicos, convenientemente establecidos por la tradición, por la poética del género, son bien conocidos por el público, resultan aptos para abrir expectación, temor ante la posibilidad de que un desenlace negativo pueda irrumpir en el argumento, para formar un clímax dramático70 y mantener así más interesado al espectador, más pendiente del desarrollo de los hechos71. De ahí que su principal aparición en ambas piezas, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto, se registre, como antes explicábamos, en la tercera jornada, en las proximidades del desenlace, en los instantes en que ese temor por la aparición de un final infausto podía ser inculcado con más fuerza al auditorio.

Debido a todo ello, no es extraño que motivos tópicos del código del honor, como la muerte del ofensor a manos del ofendido, no se consideren aceptables en los textos, y aparezcan sustituidos por soluciones más suaves, más civilizadas, más, digamos, racionales, como es el matrimonio72 o el perdón de la injurias73, -como anteriormente resaltábamos-, posibles dentro del tema, pero rechazadas habitualmente en obras en las que el dramatismo, la tensión, los planteamientos teóricos más profundos, más próximos a la tragedia, son convertidos en objetivos primordiales.




Honor y honra en la trayectoria de la comedia nueva

Al plantearse el problema del encuadramiento de la obra dramática de Sor Juana Inés de la Cruz en la trayectoria de la comedia nueva, la crítica ha hecho tradicionalmente gala de una cierta unanimidad. En la mayoría de los trabajos que se ocuparon de esta cuestión suele detectarse la afirmación de que la producción teatral de nuestra religiosa queda situada, como explica, por ejemplo, Enrique Anderson Imbert74, «en la órbita de Calderón». Y ello es totalmente cierto. Y no sólo por las fechas en las que se desarrolla su creación. Pero es necesario precisar más, ubicarla en el momento exacto de la historia de la comedia nueva en el que le corresponde aparecer clasificada.

No es ocasión ahora de hacer un estudio pormenorizado de la trayectoria de la comedia nueva como género. Limitémonos, para situar correctamente a Sor Juana, a recordar, muy brevemente, sus principales etapas. Dos periodos son escindibles, el de creación protagonizado por Lope, y el de reforma, protagonizado por Calderón. Cada uno de ellos contiene tres fases evolutivas. De creación propiamente dicha, de consolidación y de exageración de los rasgos, el primero. De reforma propiamente dicha, de consolidación de la reforma y de decadencia y desaparición, de epígonos, el segundo.

En esa historia de la comedia nueva el lugar ocupado por Sor Juana Inés de la Cruz parece bastante claro. Por las fechas en las que se desarrolla su creación, -a las que aludíamos-, su obra se ubica en el segundo periodo, el de la reforma calderoniana, en la tercera fase, la de los epígonos, los últimos cultivadores del género, los que van a provocar su evolución más drástica, su transformación en un género histórico diferente, cuyos orígenes hay que situar en la primera mitad del siglo XVIII, y su desarrollo a lo largo de la centuria de la Ilustración y parte del siglo XIX, junto a otros géneros dramáticos populares y neoclásicos del momento, -el sainete, la tonadilla, la comedia de buenas costumbres, la comedia sentimental, la tragedia neoclásica...-, un género al que en otro momento dimos en llamar comedia de espectáculo75. El nombre de Sor Juana se alinearía junto a los de otros ilustres escritores de esos años, como Francisco Antonio de Bances Candamo, Antonio de Zamora o Juan de la Hoz y Mota.

Los caracteres que hallamos en sus piezas teatrales confirman ese encuadramiento. Es ello palpable si nos centramos en el tema del honor. Parte de los rasgos que hemos señalado como propios de su tratamiento coinciden con los típicos del momento evolutivo de la comedia nueva en el que se inserta su producción. Tal sucede con la tendencia a la esquematización. Con el uso instrumental, como puro tópico sin desarrollo real, que se hace del tema en los textos, convirtiéndolo en mera armazón formal, en excusa para hacer surgir momentos climáticos, incidentes llenos de tensión (duelos, venganzas...) y enredo. Con la falta, en consecuencia, de tratamiento profundo, serio, del mismo, y su conversión, en muchos casos, en simple mención retórica. Con la omisión de explicaciones reales pormenorizadas de los motivos del código, un código cuyo conocimiento por el público se presupone, un público bien acostumbrado a él, familiarizado con sus rasgos, por haberlo encontrado en muchas obras, dado que gozaba, ya por entonces, de una larga tradición de tratamiento en piezas anteriores (téngase en cuenta que el género, en esa época, contaba con más de cien años de desarrollo). Con su transformación en contenido muy secundario, subordinado a otros, como el amor.

Algunos críticos, como Orlando Gómez Gil76, tras incluir a Sor Juana entre los seguidores de Calderón, llega a afirmar que también sirve de enlace con la Ilustración:

«la curiosidad intelectual de Sor Juana Inés y su repertorio de ideas [...] por su liberalidad pertenecen más a los inicios de la Ilustración que al barroco».



Tal vez podría pensarse que la defensa de la solución pacífica, más racional, -el matrimonio, el perdón de las injurias-, para acabar con los problemas del honor, con las ofensas infringidas a éste último, confirme esa apreciación, permita situar el teatro de Sor Juana en la línea que a los géneros dramáticos dieciochescos había de conducir. No parece del todo evidente. Sus piezas son típico producto de su época, perfecta muestra de la comedia nueva epigonal. Con su desmesurado interés por el enredo. Con su intensa preocupación formal. Con su concepción como textos de pura diversión.

La explicación de esta defensa de soluciones no violentas la podemos encontrar en otro lugar. Tal vez se deba a un reflejo del propio pensamiento personal de la autora, a cuya conciencia repugnarían soluciones drásticas de esa índole, -las venganzas y muertes de honor-. Pero es seguro que las propias convenciones del subgénero de la comedia nueva en el que Sor Juana ha incluido su creación, la comedia de capa y espada, ha obligado, también, a elegir unos concretos tópicos de composición, desechando otros incluso más consagrados, para determinados temas, como es el honor, por la tradición. La comedia de capa y espada es una comedia de enredo en la cual el desenlace ha de ser necesariamente feliz. Su tema fundamental es el amor y éste ha de concluir con el matrimonio de los enamorados, de damas y galanes. El honor, así, tiene un papel secundario, y puede ser simplemente instrumental. Puede ser usado para intrigar, para generar expectación. Pero a la hora del desenlace sus soluciones sangrientas deben ceder paso a otras más suaves que no pongan en peligro la llegada a una conclusión positiva, a ese final feliz, plasmado en los desposorios, que el público del momento estaba esperando y demandado.

Tópicos de género, costumbres literarias de época justifican la peculiar forma de abordar y presentar un tema que, dentro de su serie, poseía una perfecta codificación, consagrada por la historia. Circunstancias del momento literario contemporáneo, el encuadramiento de su producción, sirven, también, de explicación al uso realizado de y el tratamiento recibido por el tema del honor en las comedias de Sor Juana Inés de la Cruz.





 
Indice