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Horas perdidas

Leyenda en verso y en variedad de metros

Eduardo Asquerino





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- I -

                                         En una selva umbría,           
a donde llega perezosamente
la luz del claro día
y de la clara fuente,
no más que el blando susurrar se oía; 5
 
   en medio la espesura
de árboles mil, que en dulce maridaje
enlazan su verdura
hurtando su ramaje
del sol los rayos al la fuente pura, 10 [6]
 
   hay una pobre casa,
pobre no más en mundanal orgullo,
a cuya sombra escasa
se oye sólo el arrullo
de alguna alondra que gimiendo pasa. 15
 
   Y en paz no interrumpida
ocupan ese albergue delicioso
que al retiro convida,
un hijo cariñoso
y la mujer a quien debió su vida. 20
 
   Y entre las gayas flores
que ornan el valle cuando abril empieza
ostenta sus primores.
La flor de una belleza
blanca aurora de cándidos amores. 25
 
   ¡Flor hermosa y lozana
donde alientan los céfiros sutiles,
azucena temprana!
¡Niña de quince abriles,
pura como la luz de la mañana! 30 [7]
 
   Ambos viven dichosos,
que aún no cruzaron de la triste vida,
los mares procelosos
y en ventura cumplida
vivieron ni envidiados ni envidiosos. 35
 
   Casi juntos nacieron,
y con el mismo amor siempre se amaron,
¡siempre unidos gimieron!
¡Juntos siempre cantaron!
¡Tórtolas dulces de la selva fueron! 40
 
   Ella Isabel se llama
y a él le pusieron de David el nombre;
el mismo ardor inflama
el corazón del hombre
que el pecho amante de la tierna dama. 45
 
   Sola y pobre en la tierra,
a la infelice huérfana trajeron
de una cercana sierra,
y el uno al otro fueron
único bien de cuanto el mundo encierra. 50 [8]
 
   ¡Cuántas horas la fuente
retrató sus miradas seductoras!
Que al pasar dulcemente
tan apacibles horas
¡breves minutos las creyó su mente! 55
 
   Cuántas veces la dijo:
«Blanca paloma, de mi vida aliento,
y luz por quien me rijo,
tu amor es mi contento,
y en el mar de mis glorias norte fijo!» 60
 
   Pero, ¡ay! que todo pasa,
y hasta del bien nos fastidiamos luego.
¡Si el amor nos abrasa
con devorante fuego;
también el tiempo sus hogueras tasa! 65
 
   David enamorado
con Isabel en dulce desvarío
vagaba por el prado,
y hoy va solo, sombrío,
¡y en hondos pensamientos abismado! 70 [9]
 
   Todo le causa enojos,
del valle ameno las pintadas flores,
del monte los abrojos,
de Isabel los favores
¡y hasta la luz de sus divinos ojos! 75
 
   ¡De aquel semblante bello
amó las rosas, encendidos labios
y ojos, del sol destello!
¡Y hoy le causan agravios
ojos, mejillas, labios y cabello! 80
 
   A su mal nunca ajenas
Isabel y su madre doloridas
reparan en sus penas,
¡y por él afligidas
lloran las dos de pesadumbre llenas! 85
 
   Mas ninguna se atreve
a preguntar lo que alteró su calma,
aunque un dolor las mueve
¡que si a una debe el alma
a la otra el alma y existencia debe! 90 [10]
 
   Y es que en un viejo estante
algunos libros encontró el mancebo
que desde el mismo instante
en aquel mundo nuevo
la vista ceba ansioso y anhelante. 95
 
   De espíritu elevado
lo que a gusto leyó fácil comprende;
de un pensamiento aislado
un millar se desprende
que al fin despierta el corazón osado. 100
 
   Y cuando está leyendo
dice Isabel sin que a su voz se alarme,
¡de amor estoy muriendo,
y el modo de olvidarme
en los libros, cruel, vas aprendiendo! 105
 
   Leyó historias y cuentos
que después repasó con ansia loca
y ya en sus pensamientos
afanoso provoca
planes sin fin que ayuden sus intentos. 110 [11]
 
   ¡Ya al monte se encumbraba,
ya los vecinos campos recorría,
y al volver sollozaba,
que cuanto más veía
más de su pena el círculo ensanchaba! 115
 
   La causa verdadera
de tan hondo dolor le preguntaron,
y de su pena fiera
el motivo escucharon
lamentándose al fin de esta manera: 120
 
   «¡Madre de mi querer! ¡Dentro del pecho
siento abrasar la devorante llama,
a cuya luz en llanto voy desecho
y a cuyo fuego el corazón se inflama!
¡A su fulgor me lanzo satisfecho 125
sus luces en mi espíritu derrama,
y hora vago al ardor de tanto fuego
con él y mi pesar dos veces ciego! [12]
 
   Sueños serán del pensamiento loco;
mas si otro mundo el pensamiento crea 130
dejad que tenga mi ventura en poco
y dejad madre mía que le vea.
Vivo deseo que jamás sofoco,
encendida ambición a cuya idea
mido el confín del piélago profundo 135
y el eje colosal del ancho mundo!
 
   ¡Quiero ver otra luz! Tierras lejanas,
campos sin fin a mi ambicioso anhelo.
¡Quiero ver otras flores más lozanas
y las estrellas de distinto cielo! 140
Ver del mundo las pompas soberanas,
respirar el ambiente de otro suelo,
y sepultando en ellas mis pesares,
surcar las olas de los anchos mares!
 
   Yo no tengo un instante de solaz, 145
quiero volar en alas del placer,
y alentando mi pecho en dulce paz
los límites del orbe recorrer:
a mi loca ambición giro fugaz
y os deja en estos valles su querer 150
al deciros quizá: ¡por siempre adiós!
¡El alma dividida entre las dos! [13]
 
   ¡Pobre Isabel! Medio muerta
sólo a suspirar acierta;
mientras la madre afligida 155
sollozando su partida
le dijo con voz incierta:
 
   Ves a vengar los enojos
que te robaron la calma,
y nos dejan por despojos 160
dolor amargo en el alma
y acervo llanto a los ojos.
 
   ¡Mi corazón afligido
lamentará tus pesares,
que aunque todo lo he perdido 165
aún me queda su latido
para arrullar mis cantares!
 
   ¡Lloras! ¡Mañana tal vez
de tus lágrimas te rías!
¡Pues alientan a la vez 170
del corazón al doblez
pesadumbres y alegrías! [14]
 
   ¡Tras ilusiones corriendo,
al irte desengañando
del mundo en que estás viviendo, 175
lo que en él vas aprendiendo
después irás enseñando!
 
   ¡Vuela en alas de ese ardor
que tristemente deploro!
¡Y no gimo tu rigor... 180
adivino tu dolor
y de antemano le lloro!
 
   En tu mal mi llanto fundo
que has de sentir el estrago
de un desengaño profundo; 185
¡¡anda, vete por el mundo
que el mundo te dará el pago!! [15]
 
 
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- II -

   ¡Horrible noche! Los vientos
por el ancho espacio zumban,
y las apiñadas nubes 190
arremolinan y empujan;
no se distingue una estrella
entre las sombras confusas,
y únicamente iluminan
las densas nieblas oscuras 195
exhalaciones fugaces
que el negro horizonte cruzan.
Los preñados nubarrones
lanzando sus aguas turbias
en desecho remolino 200
sierras y valles inundan.
¡Triste David! que girando [16]
vaga sin luz y sin ruta
vil juguete a los rigores
de la tempestad sañuda. 205
Salió al despuntar el alba
caminando a la ventura,
que aunque tras ella camine
bien desdichada es la suya,
y se lo revelan harto 210
y con sobrada amargura
las lágrimas de los ojos,
del corazón las angustias.
Salió; y a pocos instantes
el sol sus rayos oculta 215
entre mil nubes sombrías
que la tempestad conjuran
pasa la noche corriendo
tras una luz insegura
cuyos pálidos reflejos 220
siempre lejanos fulguran.
¡Ay! ¡Lo mismo de la vida
allá en la noche confusa
tras la luz de una esperanza
corremos hasta la tumba! 225
El Dios de los desvalidos
no niega su amparo nunca,
y al fin tropezó el mancebo
con una cabaña inculta:
llamó a su puerta, y un viejo 230
le ofreció amparo y ayuda.
Al ofrecerle el anciano
alivio a su desventura [17]
parece que el alto cielo
le dice en su voz oculta: 235
que en la borrasca desecha
que a la vida nos empuja
bogando tras ilusiones
y sin alcanzar ninguna,
al cabo el norte nos fija 240
la vejez cansada y mustia
que mira tranquilamente
como a los otros impulsan
al puerto del desengaño
las olas de la amargura. 245
-«¿Dónde vais, pobre mancebo,
el anciano le pregunta,
atravesando esos campos
con una noche tan cruda?»
-¡Otra tempestad más grande 250
a mi corazón abruma!
-¿Dónde venís? -Del desierto.
-¿Sois peregrino? -Sin duda.
-¿Cómo vinisteis? -No sé.
-¿Dónde vais? -Tras la fortuna. 255
-¡Y a qué correr tras la rueda
que por el mundo circula,
y no alcanza quien la sigue
y encuentra quien no la busca!
Pero con qué fin... -Buen viejo 260
seré lacónico, escucha:
yo he nacido en una aldea,
y allí encontrara mi tumba
a no despertar los libros [18]
mil deseos que me abruman; 265
dejé con mi amor primero
mi madre de edad madura,
y me lanzo a ver el mundo
que esos libros me dibujan
-Por ese mundo a que corres 270
esa verdad no descubras.
¡Que te llamarán mal hijo
y es la peor de las culpas!
-¿Y he de mentir?... -Nada cuesta,
que allí la verdad es muda. 275
Infeliz del que ignorante
su pensar no disimula!
-¡Triste cosa! ¡Apenas salgo
de ese mundo a la llanura,
a su dintel me aconsejan 280
que la verdad lleve oculta!
-Yo soy un pobre labriego
que al vecino campo cuida;
si ningún placer liviano
a mis sentidos ofusca, 285
tampoco pesar ninguno
la paz de mi vida turba,
poco que ofreceros tengo
y mi voluntad es mucha;
pero si os quedáis conmigo 290
a surcar estas llanuras,
fiel hermano, dulce padre
os amaré con ternura.
Acceded por vuestra dicha
de mi cariño a las súplicas, 295 [19]
y no perdáis vuestros años
por esas montañas rudas.
-Quédate, pobre labriego
cavando tu sepultura,
y lo que tu frente riegue 300
con mano cansada surca,
que más altos pensamientos
en mi corazón fecundan;
vegeta cuidando el polvo
que ayer te sirvió de cuna, 305
grano invisible en la arena
que al mísero ser te anuda;
sobre las nubes altivas
¡sólo el águila se encumbra!
Y adiós: que ya el sol naciente 310
iluminó las alturas,
y rasgando de la aurora
los cortinajes de púrpura,
con sus radiantes destellos
montes y valles se inundan. 315
El Cielo mi bien te pague.
-El Cielo te dé su ayuda [20] [21]
 
 
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- III -

   Caminando siguió; después rendido
a la sombra de un álamo frondoso
en dulce calma se quedó dormido, 320
alimento al espíritu angustioso.
A la sombra también un desvalido
vino a alentar el ánimo afanoso;
¡tal cruzamos los males de la vida
del bien hacia la sombra apetecida! 325
 
   Gozó bien poco de la paz dichosa
pues a breves instantes le despierta
el sonido de trompa belicosa
que hiende el aire con su voz incierta;
gente marcial, guerrera y numerosa 330
corre los campos en carrera abierta,
resonando del valle en los confines
el eco de los cóncavos clarines. [22]
 
   Partiendo la vastísima llanura
mil escuadrones de metal vestidos 335
reverberan del sol la lumbre pura
rayos a nueva luz enriquecidos:
ya ostentan de sus armas la espesura,
ya por el campo corren divididos,
o unida la falange se dilata 340
cual línea extensa de brillante plata.
 
   Dos ejércitos son; con alma ardiente
la señal aguardando del combate
quema en sus venas ya la sangre hirviente
del vivo corazón que ansioso late; 345
al brillar el acero refulgente
el brioso alazán la tierra bate,
y al resonar el grito de la guerra,
devora el viento por cruzar la tierra.
 
   Si al estallar del trueno el estampido 350
breves instantes por el orbe zumba,
aún más sus ecos prolongó el sonido
de aquel encuentro que veloz retumba;
en sangre el verde campo enrojecido
¡a cuántos héroes le sirvió de tumba! 355
¡sembrados de cadáveres el suelo!
¡Luto a la humanidad! ¡Almas al cielo! [23]
 
   ¡Ya todo es confusión: con más coraje
el brazo fuerte sin cesar pelea,
rota la malla que del cuerpo ataje. 360
La roja sangre que brotando humea;
primero que rendirse a vasallaje
muere el caudillo cuyo ardor flaquea,
luchando confundidas de esta suerte
con el breve vivir la eterna muerte! 365
 
   Admirando David cuadro tan fiero
con estas voces de entusiasmo estalla:
«¡Pronto una cota y alazán ligero;
vista mi cuerpo la luciente malla,
yo en los combates lidiaré el primero, 370
y veré vencedor en la batalla
adornando el alcázar de mi gloria
el triunfante laurel de la victoria!
 
   »Miro elevarse los pendones varios,
¿a dónde la razón tendrá su asiento? 375
¿A cuáles elegir por mis contrarios,
o voy con todos a luchar sangriento?
¡Quiénes son de la ley los adversarios!
Dónde me arroja mi atrevido aliento
si miro al ondear los estandartes 380
escrita LA RAZÓN en ambas partes!» [24]
 
   Modera ese valor, joven bizarro,
le dijo el hombre que a su lado estaba,
no ayudes a encender el frágil barro
y a convertirlo en devorante lava; 385
de la ambición al ominoso carro
no humilles nunca la cerviz esclava,
por ambas partes la razón se ostenta
y en ambas sólo la ambición alienta.
 
   ¡Bien se defiende la justicia humana! 390
¡Bien de sus leyes la balanza inclina!
¡Ay de la gloria, tras la sombra vana
por un río de sangre se encamina!
¡Por ornar el sepulcro de mañana
hoy provoca la cólera divina!... 395
¡A vengar los ultrajes de la tierra
lanzaron el arcángel de la guerra!
 
   ¿Te dijeron los hombres por ventura
que la justicia y la razón se alcanza
con la sangre que riega esa llanura, 400
o de medrar te alienta la esperanza?
¿Quieres medir de la ambición la altura,
o la fe nada más a ello te lanza?
-¡De la maldad ignoro los amaños!
-¡De la fe sentirás los desengaños! 405 [25]
 
   Si el globo sin cesar gira rodando
por los espacios de la azul esfera,
la humanidad a un círculo girando
nunca rompió su colosal barrera;
revoluciones mil irán pasando 410
y en esa lucha que el ingenio altera,
sólo del mundo el inmortal coloso
podrá romper el círculo vicioso.
 
   ¡Tal de la humanidad es el destino!
Y al dirigir las leyes de la tierra 415
olvida lo que tienen de divino
y al mundo enciende en ominosa guerra.
¡Siempre de la ambición por el camino
en la ambición sus límites encierra,
y derramando sangre y luto y muerte 420
es la razón del que venció más fuerte!
 
   ¡Velos allí! ¡Contempla su agonía!
¡Tales son de esa gloria las grandezas;
ve cuál maldicen la fortuna impía
rodando por el suelo sus cabezas! 425
¡Campos de execración! ¡Funesto día!
¡Al mundo entero fuente de tristezas!
¡Tal vez disputan con furor insano
la negra esclavitud de algún tirano! [26]
 
   -¿Quién es el que me habló de esa manera? 430
-Un hijo de ese pueblo que oprimido
voló al combate y de la lucha fiera
tan sólo trajo el corazón herido;
¡de las leyes alzando la bandera
yo mi sangre por ellas he vertido!... 435
¡Que se ocultaba entonces no sabía
bajo el nombre de ley la tiranía!
 
   Siempre los mismos en el mundo imperan,
que si los pueblos oprimidos gimen
a nombre de la ley, leyes alteran 440
y otros nuevos tiranos los oprimen.
Libres serían cuando justos fueran,
justos, ahogando la traición y el crimen.
¡Cuándo al hacer de su justicia alarde
romper sabrán su esclavitud cobarde! 445
 
-Gracias te da mi corazón rendido
que nunca supo lo que al mundo pasa,
a su dintel apenas he salido
y un desengaño el corazón traspasa.
-¡Huye la gloria! Su fulgor mentido 450
ciega la vista cuando el pecho abrasa,
¿ves el humo cercando la victoria?...
Tal es del hombre la anhelada gloria. [27]
 
   -Me lanzo al mundo por la vez primera.
-¡Huye por Dios y vuélvete conmigo! 455
Todo es en él afanes y quimera...
-Verlo deseo. ¡Por tu bien lo digo!
¡Y cuánto ignoras lo que allí te espera!
-Do quier y siempre me tendrás amigo.
Corro tras él en pos de una esperanza. 460
-¡Un desengaño desde allí me lanza! [28] [29]
 
 
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- IV -

   «¡Arre burro!... ¡que te eztreyas
cuando te mira la gente!...
¡Qué has jecho d' aquel repente!
¿Más velós que las senteyas? 465
 
   »Pues por vía e mi maire
que la causa no adivino
de que así mida el camino
quien se deja atrás el aire. [30]
 
   »Cabayero... güenos días. 470
-Felices.-¿Aónde se va?
¡Y qué larga es la jornáa!
¡Qué tierras tan maldesías!...
 
   »¿Aónde va de esa manera?
¡Irá esmorrungao!... por Dios 475
venga osté aquí, que a los dos
nos pué yevar esta fiera.
 
   »Gracias...-¿Qué?... sin sercunloquio.
¿No ve ayí mis camarás?
Los dejé solos, no más 480
que por su dulse coloquio.
 
   »Alante los he dejao,
no porque no ande mi bestia,
que me tomo esa molestia
por si hay algún resagao.» 485
 
   Ya sospechará el profano
que los que así se explicaban
y que juntos caminaban
eran David y un gitano. [31]
 
   Conversando a troche y moche 490
en el burro caballeros,
si hasta entonces compañeros
los hizo amigos la noche.
 
   Por si alguno lo extrañase
diré una verdad muy rancia: 495
la igualdad de circunstancia
es de la amistad la base.
 
   Juntos pasaron el día
marchando sin rumbo fijo,
hasta llegar a un cortijo 500
que entre montes se escondía.
 
   -Luego allí con los demás
alegres ambos cenaron,
mil canciones entonaron,
beber vino... hasta no más. 505
 
   -De un candil a los destellos
gozan en báquica lid,
y el amigo de David
resalta entre todos ellos. [32]
 
   Ojo audaz, ceja poblada, 510
rostro barbado y pequeño,
ancha boca, torvo ceño,
morena tez y arrugada.
 
   Y aunque en sus riñas feliz
no ha de extrañarnos que ostente 515
algún rasguño en la frente
y algún chirlo en la nariz.
 
   Que por vengar un agravio
de algunas mojáas a trueque
le pintaron un javeque 520
entre la barba y el labio.
 
   Viviendo con bajos seres
usó sus acciones blandas,
dime niña con quién andas
y yo te diré quién eres. 525
 
   -«¡Oyes! Carroñas, le dijo
a un viejo enjuto y canoso
que parece en lo oficioso
ser el dueño del cortijo: [33]
 
   »Di un romanse de memoria. 530
-Estoy pronto a contentaros,
Mas ya podéis presinaros
que vais a escuchar mi historia.
 
   »Quién son mis padres no sé,
que nunca curioso fui: 535
inora dónde nasí,
y con bestias me crié.
 
   Entre bestias y gitanos,
o debí ser hijo de ellos,
o de algún burro de aquellos, 540
que toos son cuerpos humanos.
 
   A la edad de la rasón
vi por casa el ancho suelo,
Teniendo por manta el sielo.
Y la tierra por colchón. 545
 
   Me contaba una mujer,
que nunca faltan comadres
la historia de toos mis padres
que muchos debieron ser. [34]
 
   Uno murió... ¡Probesiyo! 550
En un palo espirrabao,
el otro murió ajorcao,
y el último en un presiyo.
 
   No sé más de mi asendensia,
seguí con aqueya gente 555
que me crió ricamente
entre ayuno y penitensia.
 
   Me criaban delgadiyo
para ayudar a sus fines
saltando por los jardines 560
o colando algún portiyo.
 
   Así mi infansia pasó
y en años y en picardía,
rápidamente cresía
hasta ser hombre de pro. 565
 
   Me cansé de robar pa otros
pues a mí náa me dejaban
y una noche en que roncaban
me largué con toos sus potros. [35]
 
   Sufrí grandes aflisiones 570
pero gané la bataya,
aunque en lo imposible taya
el robar a los ladrones.
 
   Echarla quise e magensia,
con una chay m'achanté, 575
y al instante me queé
a la luna e Valensia.
 
   ¿Qué resolusión tomar?
Vivir en paz no podía
que la jambre me comía, 580
con que... de nuevo a robar.
 
   Proseguí con mi carrera
y... Carroñas, no te asombres
si fui donde van los hombres...
Al peñón de la Grumera. 585
 
   Pa siempre fue mi peyejo
y no sufrí la condena
porque me dijo mi pena
¿qué más prisión que ser viejo? [36]
 
   Por no abandonarme al osio 590
tiré mis planes ligero,
y yo y otro compañero
hisimos un gran negosio.
 
   Como calés no sobraran,
por no andar con partisión 595
le hise al otro una traisión
y ayudé pa que lo ahorcaran.
 
   Dempués no queriendo más
de aquellas tierras traspuse,
y en este ofisio me puse 600
pa servir los camarás.
 
   Esta es mi vía, señores,
sus milagros no los digo,
porque morirán conmigo
como el aroma en las flores.» 605
 
   -¡A la salú e Pilatos!
Brindemos por sus jasañas.
-¿Por qué no canta unas cartas
el compaire Pelagatos? [37]
 
   -Subiose el vino a la parra 610
dijo un hombre rechonchillo;
-pero darme el estribillo
que ya apandé la guitarra.
 
   Venga la pena cumplía,
que no temo 615
de mi desdicha la suerte,
alma y remo
que más serca que la vía
tenemos siempre la muerte.
 
   Venga vino y pesaumbres, 620
las caenas
para los jombres se han hecho,
vengan penas
que en teniendo media asumbre
toas me caben en el pecho. 625
 
-«¡¡Que viva!! Y por él brindaron
y bebían, y cantaban,
y los vasos apuraban
hasta que al fin se cansaron. [38]
 
   Desde los pies a las moñas, 630
todos se arrastran beodos,
y el más sereno de todos
es el compadre Carroñas.
 
   Y es que quizás harto ducho
no está de bebida loco 635
por haber bebido poco,
sino porque bebe mucho.
 
   Cerró la puerta al cortijo
y a David con mansedumbre
llevó al amor de la lumbre, 640
y estas palabras le dijo:
 
   «Me lastima, probe moso,
el que vagues por la tierra
sin saber lo que eya ensierra
cuando aún no te apunta el boso. 645
 
   Si al fin te lo he de desir,
bueno será comensar,
échate amigo a penar
si la suerte has de seguir. [39]
 
   Pero no, que pa remedio 650
de la pena que te aguarda
como el ángel de tu guarda
me puso a mi Dios por medio.
 
   Si no es verdá, no t'aflija
jamás arrugues la cara, 655
que lo que Dios desampara
el demonio lo cobija.
 
   Quisás esto no te cuadre
que eres un probe jilí:
gitano y ladrón nasí, 660
lo jue mi agüelo, y mi padre.
 
   Y no imagines que es visio,
es la mejor de las artes,
porque siempre y en toas partes
estuvo en moda este ofisio. 665
 
   ¿Quién eres? ¡Adónde vas,
si no yevas un calé!
Toos te darán con el pie
como a un piyuelo quisás. [40]
 
   Pero si gastas dinero 670
aunque no sepan de dónde,
te halagarán como a un conde
y serás too un cabayero.
 
   Si en esta rasón me fundo
convénsete, y a vivir, 675
mi refrán debes seguir:
a robar, que ancho es el mundo.
 
   Tendrás cabayos, mujeres,
grandes destinos y honores,
y señor entre señores, 680
podrás gosar mil plaseres.
 
   No lo jusgues disparate,
roba, que aún eres novisio,
y puedes mudar de ofisio,
mientras líe yo el petate. 685
 
   ¡Y si te cansa tal vía
tiempo tienes de variar,
con el parnés, a josar,
gran pecho, y alma cumplía!
 
   ¿T' avienes? -Lo pensaré. 690 [41]
-Ha de ser ahora. -¡Ay de mí!
-Por convenio, que sí,
hoy mesmo te ensayaré.
 
   Ea, al avío muchachos
les dijo a sus compañeros, 695
¡arriba! vamos ligeros,
no os cansáis de estar borrachos.
 
   La ocasión la pintan calva,
ya pronto deben pasar,
con que, ¡presto, a navegar, 700
antes que despunte el alba!»
 
   Y todos se levantaron;
y aparejando afanosos,
unidos y silenciosos
por cien veredas cruzaron. 705
 
   Luego... entre la niebla umbría
se oyeron quejidos mil,
quizás el aura sutil,
que en las flores se mecía... [42]
 
   Nada se vio: solamente 710
ya del sol a los destellos,
con David reparten ellos
caballos, y oro esplendentes.
 
   Y cuando todos se van
con el viejo se quedó 715
que estos consejos le dio
ya montado en su alazán.
 
   «Pa navegar viento en popa
la mujer es mala nave,
no la creas, porque sabe 720
naár y guardar la ropa.
 
   Y no te causa peniya
que como es ave de paso,
si la marras tu flechaso
otro casaor la piya. 725
 
   Que no conosga jamás
que causa tu esventura,
cuando más amor te jura
es cuando te engaña más. [43]
 
   Y no extrañes su interés 730
que toos en el mundo amamos,
ay... lo que nesesitamos...
gloria y vía son parnés.
 
   De too habrá como te sobre,
tendrás honores también; 735
no es a gusto hombre de bien
el que nase feo y pobre.
 
   En la amistad nunca creas,
el mejor amigo un duro,
y has de tener por seguro 740
solamente lo que veas.
 
   Jamás sirvas de peana
q'al verse en la cumbre ya
t'arrian una patá;
quien más sua, menos gana. 745
 
   A naide sirvas de lus,
ni tomes na con calor;
no olvíes que al reentor
lo enclavaron en la crus. [44]
 
   Si te dan las tentasiones 750
jamás robes pa ti solo,
recuerda que el protocolo
lo has de tapar con doblones.
 
   De las jembras los halagos
gósalos, mas no te líen; 755
unos yoran, otros ríen;
y pasar la viá a tragos.
 
   ¡Un secreto no es pa dos,
jabla poco y al revés,
no hay más ley que el interés, 760
y justisia la é Dios!
 
   No te siegue la fortuna
si en sus enrreos te sampas;
el que juega a muchas trampas
es fásil que caiga en una. 765
 
   Te guelves loco te ensierran,
y desde el rey hasta el quián,
cuando se ausenta lo olvían,
cuando se muere lo entierran. [45]
 
   En el mundo náa es verdaá 770
pos toó en el mundo lo ves
con los nombres al revés,
y detrás d' ezto no hay naá.
 
   No olvíes mis vasiedaes
que aunque no son por entero 775
las verdaes del Barquero,
a la proste son verdaes.
 
   ¡Y salú! ¡Y hasta más ver!»
Y aprieta a David la mano,
y como el aire liviano 780
dio su caballo a correr. [46] [47]
 
 
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- V -

   ¿Quién es aquel que por los campos corre
ligero como el aire en su alazán?
David, que altivo la gigante torre
de su ambición empieza a edificar. 785
 
   David, que un tiempo caminó afligido,
solo, sin ruta y mendigando a pie;
David, que dio sus penas al olvido
al despuntar la aurora de su bien.
 
   Vedlo cual cruza la campiña extensa 790
sin ver la tierra que detrás dejó;
tal en los goces venideros piensa
sus males olvidando el corazón. [48]
 
   Va del placer tras la escondida lumbre
y ve dichoso con ardiente afán 795
del alto monte la elevada cumbre,
del ancho campo la extendida faz.
 
   Ve de los ríos las inquietas ondas
que retratan las flores del pensil,
redes de plata sus ligeras blondas 800
en su espejo ostentando otro jardín.
 
   Ve de la noche las calladas horas
cuando la luna su argentada luz,
las ráfagas que cruzan brilladoras
convierte en velos de ligero tul. 805
 
   Y si al cansancio la cabeza inclina
cien ilusiones a halagarle van,
y en sus felices sueños imagina
mirar un ángel que a su lado está.
 
   Quiere tocarle, con afán despierta 810
y ve una sombra de su mano huir
entre las gasas de la aurora incierta,
o en las alas del céfiro sutil. [49]
 
   Cruza caminos, y ciudades pasa; 815
templos grandiosos admirado ve,
y más anhela cuanto más le abrasa
de la ambición la devorante sed.
 
   Por fin un día en el lejano oriente,
a los destellos del primer albor, 820
de una ciudad magnífica y potente
las altas torres dibujarse vio.
 
   Llegó hasta allí; lo que contempla ignora;
¿es de Venecia la ciudad tal vez,
reina del mundo, universal señora, 825
o de la tierra el paraíso es?
 
   Cada edificio vanidoso tiene
un espejo de límpido cristal;
su clara linfa sin cesar sostiene
barcas ligeras que a cruzarse van. 830
 
   Y viendo una mujer a la ventana
la barquilla paró con rapidez,
creyendo de la hermosa veneciana
tener el rostro de su barca al pie. [50]
 
   La luz contempla cuando mira al cielo, 835
si al suelo mira mirará la luz;
o esa ciudad carecerá de suelo,
o habrá dos cielos con el mismo azul.
 
   Si al uno nace la luciente aurora
el otro ostenta su purpúreo albor; 840
si en uno el sol resplandeciente mora
mas en el otro resplandece el sol.
 
   Si tal el día la ciudad retrata
hay más encantos por la noche allí;
tranquilo espejo de brillante plata, 845
cielo bordado de luceros mil.
 
   Si una barquilla con su blanca vela
riza las olas que intentó cruzar,
es cual paloma que en su espacio vuela,
cándido cisne que cruzando va. 850
 
   Tierna armonía que los aires hiende,
y agita el alma su sonora voz;
voz celestial que el ánimo suspende,
músicas dulces de variado son. [51]
 
   ¿De dónde parten los sonidos huecos 855
a cuyas voces se agitó David?
Ved cómo busca los sentidos ecos,
y a ellos se acerca, y los encuentra al fin.
 
   Anchos salones, reluciente plata,
bellas mujeres, trasparente tul, 860
de mil antorchas el fulgor dilata
ricos tesoros de brillante luz.
 
   ¡Pasad, mujeres, del placer destellos;
ángeles puros, cándidos querubes,
rostros divinos, ademanes bellos, 865
a la aurora del bien lucientes nubes!
 
   ¡Corred! ¡Volad! y en caprichosos giros
rápidas id en alas del contento;
no resuenen del alma los suspiros,
del corazón ahogad el sentimiento. 870
 
   Todo es gala y placer, luz y armonía;
al sentido solaz al pecho amores;
y por do quier la plácida alegría
va derramando sus hermosas flores. [52]
 
   David gozoso cuanto ve desea, 875
corre anhelante con delirio loco,
sueña venturas, ilusiones crea;
tanto placer a su ambición es poco.
 
   «¡Ay madre mía!» con dolor exclama;
«¡sólo pesares gozarás! dijiste, 880
¿y esta ventura que mi pecho inflama?
¡Que no hay placer! en tu aflicción mentiste.
 
   Al mirar mi grandeza y regocijo,
¡quién me tendría por ladrón inmundo!
Bien haya aquel que por mi bien me dijo: 885
«¡Ánimo y a robar, que ancho es el mundo!»
 
   Cual leve sombra por su lado gira
cubierta en su disfraz una mujer;
en todas partes ante sí la mira,
cuerpo gentil y blanca palidez. 890
 
   Siempre mirando quién le causa enojos
sin encontrar el ángel que soñó;
do quier le buscan sus inquietos ojos;
tal vez escucha su sonora voz. [53]
 
   «Ven», le decía con amable acento 895
una mujer hermosa, celestial;
«vamos», murmura perfumado el viento,
y pronto lejos del bullicio están.
 
   Ya solitarios en lejana estancia
David gozoso con placer la mira, 900
de su aliento respira la fragancia,
y sólo fuego el corazón respira.
 
   Negro cabello, que en rizadas ondas
vaga sin ley, y al aire va desecho;
lúbrica espalda y trasparentes blondas 905
velando apenas su nevado pecho.
 
   Todo lo ven sus abrasados ojos
cuando hace todo enmudecer sus labios;
labios contempla del carmín enojos,
ojos admira de la luz agravios. 910 [54]
 
   «Llega, hermosa veneciana,
que te adora el alma mía
        desde el día
que crucé por tu ventana!»
Y en tanto una voz lejana 915
        Repetía:
¡Ay! ¡Lo mismo me decía!
 
   «Yo vagaba sin camino
del mal por la niebla umbría;
       ¡luz y guía 920
serás tú de mi destino!»
Y aquel eco peregrino
       Repetía:
¡Ay! ¡Lo mismo me decía!
 
   «¡Dulce ilusión de mi mente 925
y aurora de mi alegría,
        sin falsía
te adoraré eternamente!»
Y aquella voz tristemente
        repetía: 930
¡Ay! ¡Lo mismo me decía! [55]
 
   «Mi corazón suspirando
al sepulcro bajaría
       si tú ¡impía!
¡fueras su amor desdeñando!» 935
Y aquel eco sollozando
       repetía:
¡Ay! ¡Lo mismo me decía!
 
   ¿Quién exhala ese lánguido clamor?
¡Amor!... el eco prolongado exclama. 940
¿De quién, dice David, parte el rumor
que por los aires triste se derrama?
¿Qué me quiere decir en su dolor
la voz oculta que mi pecho inflama?
¡Ama!... vuelve a decir la voz aquella, 945
¿Quién? y los aires murmuraban: ¡ella!...
 
   ¡Mío es, David, el dolorido acento:
y era Isabel que entre los dos se lanza;
ese gemido que repite el viento,
es el último adiós a mi esperanza; 950
de su tierna ilusión fuiste el aliento
y otra las flores de tu amor alcanza!...
¡Infeliz si arrullada a tus amores
creyéndolos se aduerme entre sus flores! [56]
 
   -¡Isabel! ¡Isabel! huye te ruego; 955
tu pobre corazón no me comprende,
yo necesito un corazón de fuego,
sólo tu halago mi desdén enciende.
Ni mi cariño ni amistad te niego
pero el recuerdo de tu amor me ofende; 960
ya mi voz acusaste de perjura,
¡huye sombra fatal de mi ventura!
 
   ¡Sí, responde Isabel: yo soy la sombra
que te siguió desde lejana tierra,
y el eco soy que sin cesar te nombra, 965
y la voz de aquel crimen que te aterra;
voz que la calma de tu dicha asombra,
y hace a tu paz aborrecida guerra;
yo que te sigo en mi dolor profundo
regando con mis lágrimas el mundo! 970
 
   ¡Tu madre un día en su pesar me dijo:
corre tras él por prados y montañas,
dile que vuelva, que aunque fue mal hijo,
un pedazo es al fin de mis entrañas:
más que por mí, por su dolor me aflijo, 975
ya que mi amor y su querer extrañas
dime primero que cruel te crea
lo que la he de decir cuando la vea! [57]
 
   -Di que siempre la amé; si tierna llora
enjuga el llanto de sus tristes ojos; 980
y huye por Dios, que a la que el alma adora
tu presencia tal vez la cause enojos;
no estorbes más mi dicha encantadora
que el alma la he rendido por despojos,
y al oír Isabel su extraño acento 985
tal le dijo con hondo sentimiento:
 
   «Si he de ir de tu amor detrás
sin alcanzarlo jamás,
torno a mis días serenos
con cien esperanzas menos, 990
con cien desengaños más.
 
   ¡Adiós! y quieran los cielos
que cual me tratas te traten,
y tus amantes desvelos,
paguen ingratas con celos 995
y con desdenes te maten. [58]
 
   Y más se acrece mi mal
al mirar que desleal
tanto mi desdicha alientas,
cuanto la ventura aumentas 1000
de aquella feliz rival.
 
   Goza su amor, virgen pura;
tú no sabes la amargura
con que mi vida envenenas;
la fuente de tu ventura 1005
es manantial de mis penas!
 
   Donde tu dicha mirares,
yo desengaños traidores;
y en tan opuestos azares,
es el fin de tus pesares 1010
principio de mis dolores.
 
   Adiós, David; y al perderte
sólo un recuerdo te pido:
¡más quiere un pecho rendido
el sepulcro de la muerte 1015
que la tumba del olvido! [59]
 
   Y no extrañes que llorase
tu desdén y tu falsía,
si en mi dolor extrañase
que quien alma no tenía 1020
así el alma me robase.
 
¡   Si he de ir de tu amor detrás
sin alcanzarlo jamás,
torno a mis días serenos
con cien esperanzas menos, 1025
con cien desengaños más!
 
   ¡Y huyo veloz, y acongojando el viento
si una palabra de cariño oía,
parece murmurar en blando acento!
«¡Triste Isabel! ¡Lo mismo la decía!» 1030
 
   Vuelve David junto a su bien querido,
tierno la abraza, su constancia jura,
y dando sus pesares al olvido
en brazos se durmió de su ventura. [60]
 
   ¡Todo es silencio, misteriosa calma!... 1035
¡Dos corazones al amor suspiran;
de ambos se queja cariñosa el alma,
no cabe en ellas el placer que aspiran!
 
   Del cielo descended, bellos querubes,
y su amor cobijad en vuestras alas, 1040
mientras la aurora sus purpúreas nubes
sale a ostentar entre lucientes galas.
 
   ¡Guarda, Isabel, tu angelical pureza;
y si por otra tu pasión olvida
deja que goce su pasión mentida: 1045
quizás bajo la flor de su belleza
manantial de una fuente corrompida! [61]
 
 
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- VI -

   Ved la densa neblina
como al impulso leve
del aura matinal, en blando vuelo 1050
agitada se mueve.
Ya en medio la campiña
sus trasparentes ráfagas apiña,
o ya eleva hasta el cielo
la inquieta blonda de su oscuro velo. 1055
Ya los espacios hiende,
ya sus fugaces alas
por los campos extiende,
o en giros caprichosos
al columpiarse por el ancho espacio 1060
ligera se divide
dibujando fantásticos colosos. [62]
Ved cual de nuevo crece,
o dejando la tierra
al empuje del céfiro se mece; 1065
mirad cómo aparece
despejando las márgenes del río
la encina de la sierra,
y del jardín la fuente
y del valle el lejano caserío. 1070
Vedla otra vez vagando dividida
de la aurora naciente
en purpúreos celajes convertida;
y ya el oscuro manto
que la luz envolvió de la mañana 1075
es tul luciente de encendida grana.
Cercado de grandiosos edificios
hay un alcázar bello
que se distingue apenas
de la mañana al pálido destello. 1080
Allí el señor descansa
de pueblos mil que enderedor se extienden,
y postrados, sumisos,
sólo por ley su voluntad entienden.
Habita del palacio en una estancia 1085
do compiten el gusto y la elegancia;
cortinajes bordados
en oro recamados,
y grandiosos espejos
que de la luz retratan los reflejos 1090
que en su límpida luna vivifican,
y sombra, y luz, y adornos multiplican. [63]
 
   Todo respira calma;
sólo se oye en un lecho
una voz cariñosa 1095
y es de David que con su bien reposa
contando los latidos de su pecho.
 
   «¡Ven» la dice amoroso,
«ven a mis brazos, cándida María;
no ves cómo despierta 1100
la clara luz iluminando el día,
pues lo mismo del alma medio muerta
los sombríos pesares se ahuyentaron
cuando mis tristes ojos
en la luz de tus ojos se miraron! 1105
 
   ¡Vuelve a mis brazos... mira los fulgores
de la aurora naciente,
mira el cenit iluminarse en ellos,
aduérmete en mi seno, encantadora,
mientras del día el resplandor avanza... 1110
deja que goce al recordar mi mente
que a la luz de la aurora
la aurora vi nacer de mi esperanza!... [64]
 
   Di que me adoras tierna
y de tu amor la llama va creciendo, 1115
pero no, ya no dudo
que me lo está diciendo
con doble acento tu silencio mudo.
Llega, y entre mis brazos
la historia cuéntame de tus amores. 1120
-¡Ay! ¡Qué mujer pudiera
la historia de su amor contar sincera!
¿Lo pasado qué importa? ¡Yo te adoro
más que el primer amor, e inagotable
para ti de querer tengo un tesoro! 1125
   Siempre dudando de mi amor sincero;
¿no te rendí con él mi señorío?
¡No mandas por entero
al rico y al pechero
y eres también señor del pecho mío! 1130
¿En medio la grandeza
que halaga la ambición de tu deseo
no inclina la cabeza
al grandioso trofeo
de tu poder la plebe numerosa? 1135
¿Qué anhelas? ¡Qué te falta,
si a la del Dux se iguala tu grandeza!
-«Gracias, tierna María;
su dicha toda el corazón te debe.»
¡Y loco en su alegría 1140
ya tierno la abrazaba,
ya triste suspiraba
y los halagos de su amor huía,
que delirante bebe [65]
fuego su labio cuando besa nieve! 1145
   -«¿Qué más? Tienes razón, mi loco anhelo
que otros placeres codiciar pudiera
si no cabe más dicha en este suelo...
¡Ay! por mucho que vuele
el águila altanera 1150
nunca sus alas llegarán al cielo.
   ¿Qué más? ¡Tienes razón; ricas orgías,
esplendente grandeza y poderío!
Ya del ivierno helado
en los oscuros días 1155
junto al hogar contigo recostado
miro cómo desciende
la blanca nieve que encapota el prado.
   ¡Ya del placer mintiendo vanidades
en tanto que retumba 1160
el trueno de la tierra en los confines,
los ecos de las recias tempestades
pasan despercibidos,
o cruzan confundidos
con las risas de báquicos festines! 1165
   Llega el abril hermoso,
y en medio de magníficos jardines
mecidos muellemente
en la hamaca ligera
se deslizan las horas dulcemente, 1170
tu mano lisonjera
mi rostro acariciando,
yo tus mejillas con amor libando.
   ¡Cuando falta el ambiente
con abanicos de pintadas plumas 1175 [66]
tú refrescas mi frente;
y si al arroyo miro
buscando de solaz nuevos antojos
mi lánguido suspiro
ahuyenta sus espumas 1180
y en su limpio cristal te ven mis ojos!
   ¿Qué más? ¡Tienes razón; loco deseo!
Límites tiene el sol en su carrera,
de los aires el límite es la esfera
también los tiene el anchuroso mundo, 1185
pero ¡ay! ¡que nunca veo
de mi ambición el limite profundo! [67]
 
 
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- VII -

   «¿Están los espías? -Sí.
-¿Hay algún peligro? -No.
-¿Do acude la gente? -Aquí. 1190
-¿Quién ha de matarle? -Yo.
 
   -¿Y saldremos bien? -Quizás.
-Tienen sospechas. -Ninguna.
-¿Y la voz?... -Tú la darás.
-¿Quién me ampara? -La fortuna. 1195
 
   Entre todos te escogí
y eso que los hay atroces,
porque siempre miré en ti
el mejor para dar voces. [68]
 
   -Con sigilo y con prudencia 1200
¿quién nuestro plan desbarata?
El crimen a la conciencia,
y a los bolsillos la plata.
 
   En la victoria no hay duda,
se grita muera el tirano, 1205
y la plebe nos ayuda
siguiendo puñal en mano.
 
   Yo mismo sembré el dinero
que ha de florecer tan pronto:
los halagué lisonjero, 1210
y no temo, hay mucho tonto.
 
   Y ayudarán mis intentos
a más de los que compré
los ingratos, descontentos
y los traidores sin fe. 1215
 
   Yo les dije que David
contra su bien conspiraba,
y al pueblo en traidora lid
codicioso esclavizaba. [69]
 
   Como me finjo su amigo 1220
pinto de otros la doblez,
y de ese modo consigo
los traté con altivez.
 
   Siendo su impaciencia mucha
se desesperan, se agitan; 1225
el pueblo su voz escucha
y «muera el tirano» gritan.
 
   Que a esa voz siempre se inflama
y dócil a oculta mano,
por libertador proclama 1230
al que es luego su tirano.
 
   Hay tiranos verdaderos
y al engaño lo son otros;
sin su nombre, a los primeros
hemos de imitar nosotros. 1235
 
   De este modo satisfago
dos venganzas a la vez;
de mi pasión el estrago,
de la ambición la altivez. [70]
 
   Que no puedo ver con calma 1240
que el ángel por quien deliro,
rinda a David con el alma
de amor el dulce suspiro.
 
   El que llore mi amargura,
y ella su fiero desdén; 1245
en armas de su hermosura
se hieran los dos también.
 
   Amigo fui, soy rival,
afectos contrarios son;
pero esta balanza igual 1250
viene a inclinar la ambición.
 
   Antes que amanezca el día
tanta arrogancia humillando
en la red de mi falsía
iré sus glorias matando. 1255
 
   Y no ha de salirme mal
que a la astucia no hay valor,
«ni vive más el leal
que lo que quiere el traidor.» [71]
 
   Esto dos hombres decían 1260
de la luna a los destellos,
y tal los aires oían
al ausentarse uno de ellos:
 
   Confundiendo en su balanza
engaños y engañadores, 1265
tanto su poder alcanza
que hay traición para traidores.
 
   Yo voy a venderte a ti
como vendiste a tu amigo,
y algo has de aprender de mí, 1270
cuando tus máximas sigo.
 
   Y no ha de salirme mal
que a la astucia no hay valor,
«ni vive más el leal
que lo que quiere el traidor.» 1275 [72] [73]
 
 
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- VIII -

   Aún gozaba David en su contento
dormido a los halagos de María,
cuando en la estancia lúgubre un acento
vino a nublar la luz de su alegría;
«David despierta» murmuraba el viento, 1280
«oye mi voz...» el eco repetía,
o teme que del sueño te despierte
el último gemido de la muerte.»
 
   «¿De quién parte el acento que inhumano
llega a turbar mi plácida ventura? 1285
-Desprecia de él el misterioso arcano
y piensa en el peligro que te augura.
-¡Quién mi contento con traidora mano
quiere anegar en olas de amargura!
-Aquel que siempre se albergó contigo 1290
y amaste siempre cual mejor amigo. [74]
 
   ¡Julián!... -¡Mentira! con furor exclama
de David una voz aterradora;
«Si agradecido mis favores ama
por qué alentar en rabia vengadora? 1295
¿Yo convenir en tan horrible trama
dudando del amigo que me adora?
-Ven, y pronto David serás testigo
de las traiciones de tu ingrato amigo.
 
   Yo tu gente avisé desprevenida, 1300
yo en contra de su plan, planes previne;
yo redoblé tus guardias, y en seguida
el aviso fatal a darte vine;
y envuelta en tu poder caerá tu vida
como él los planes que dispuse atine... 1305
-Vamos, dijo David, y antes advierte
que tu mentira sellará tu muerte.»
 
   Todos se van en fuga presurosa;
yace la estancia en soledad tranquila;
¿mas quién turba la paz en que reposa? 1310
¿O es que ya el crimen su puñal afila?
¿Dónde cruza esa sombra misteriosa
a la luz escondiendo su pupila?
Es de Julián cuya traición prepara
muerte cruel a quien su vida ampara. 1315 [75]
 
   Desencajado el lívido semblante
mira do quiera con inquietos ojos;
se oye latir su pecho palpitante
del vivo corazón a los enojos;
el paso mide inquieto y anhelante 1320
cual el descalzo pie que pisa abrojos,
y hasta azaroso al divisar su sombra
con espanto la ve, tiembla y se asombra.
 
   Su izquierda mano el corazón cubriendo
cual moribundo sus latidos cuenta, 1325
el aire que respira comprimiendo
que aun el ruido más leve le amedrenta.
La diestra mano su puñal blandiendo
prepara el golpe que medroso intenta,
y decidido al fin, el brazo mueve 1330
en vano el golpe descargando aleve.
 
   «¡Se fueron! dice, maldición, se fueron!»
Y ya el cobarde cual sangrienta hiena
que al devorar las presas se le huyeron
se abandona al furor que le enajena. 1335
«Aquí su lecho está, por ahí salieron.»
Y recorriendo la callada escena,
pues alienta en el crimen su esperanza
en pos del crimen tras David se lanza. [76]
 
   -¡Tente traidor! pues que a mi muerte vuelas 1340
traspase tu cuchillo mi garganta;
yo soy David: pues que mi sangre anhelas
salgo veloz a detener tu planta.
¿Por qué al mirarme tus furores hielas?
¿Por qué mi acento tu valor espanta? 1345
¡Hiere! ¡que siento más tu vil amaño
cuanto miro mayor mi desengaño!
 
   Si ambicioso mi muerte preparabas
de la traición por los senderos fijos,
¿qué te faltaba, di? ¡Qué ambicionabas! 1350
¡Del negro corazón viles alijos!
¡Tú de mi amor, y mi poder gozabas!...
¡Partí mi pan con tus hambrientos hijos!...
¡Y al apagar la sed de tus placeres
nada te basta que mi sangre quieres!... 1355
 
   ¡Sangre se verterá! la sangre impura,
la negra sangre que circula el seno
del que a favor de la tiniebla oscura
mi sangre a derramar viene sereno.
Mi corazón llenaste de amargura, 1360
el tuyo aspirará todo el veneno
con la muerte vengando una esperanza.
¡Si es que tu muerte su valor alcanza! [77]
 
   ¡No aguardes el perdón de tus amaños,
ni tus desdichas ni tus males siento, 1365
que vendavales son los desengaños
que marchitan la flor del sentimiento!
Su hiel derramas en mis tiernos años,
en otros vengaré mi sufrimiento;
al que probó dolores tan fatales 1370
no le lastiman los ajenos males.
 
   Yo malvado seré; no es culpa mía
que puro el corazón al mundo traje;
sigo el impulso de su mar bravía,
sigo el rumbo fatal de su oleaje. 1375
Yo en el amor de la amistad creía...
¡Engaño vil que alienta mi coraje!
¡Si a la amistad el corazón se inclina
el egoísmo al corazón domina!
 
   ¡Triste recuerdo!... ¡La ambición ha sido 1380
quien elevaba contra mí tu brazo,
ella también a un crimen me ha impelido,
víctimas fuimos en su oculto lazo!
Si los dos hacia un fin hemos corrido
aunque desde ahora tu amistad rechazo. 1385
De tu traición olvidaré el encono;
¡huye lejos de mí; yo te perdono! [78]
 
   Y tú, malvado, que a Julián vendiste,
huye también donde jamás te vea;
si al evitar un mal malvado fuiste 1390
poco en tu abono tu saber se emplea;
ganar con él mi voluntad quisiste,
mas de ese crimen desprecié la idea.
¡Infeliz del que fía en los favores
de los que son a la amistad traidores! 1395
 
   ¡Un desengaño más! Triste ventura
la que alcanzan los míseros mortales,
que cruzando caminos de amargura
bienes piensan hallar do encuentran males.
De la grata amistad la antorcha pura 1400
me cegó con sus rayos celestiales
y al cobijarme a su fulgor extraño
¡sólo la sombra vi de un desengaño!
 
   ¡Poco en los brazos del placer dormimos!
¡Poco se goza lo que mucho amamos! 1405
¡Nada de nuestros males aprendimos!
¡Siempre a mañana nuestro bien fiamos!
¡¡Si remotos placeres conseguimos
otros nuevos placeres anhelamos,
y sin lograr jamás lo que queremos 1410
entre ayes a la tumba descendemos!!»
 

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