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Imágenes masculinas y femeninas en el refranero.

FERNANDEZ PONCELA, Anna M.

Vivimos en un mundo y un tiempo mecanizado, vertiginoso y a veces hostil, donde queda poco lugar para la poesía y la reflexión, para la observación o la introyección. Nos movemos en el espacio mercantilizado y racionalizado donde el detenerse a oír un refrán es considerado una pérdida, una burla o un arcaísmo, cuando menos una sonrisa sorpresiva o irónica se esboza en nuestros labios. Sin embargo, querámoslo o no, muchos de ellos siguen vivos en el lenguaje que nos rodea y se enseñorea con insistencia en las expresiones de algunos sectores. Los refranes no son remanentes para los amantes de la sabiduría popular y los melancólicos de otras épocas, sin por ello desconocer que esta expresión de la cultura popular ha reducido su radio de influencia y su peso específico como mensaje funcional a la sociedad.

Y es que ya lo decía Martínez Kleiser hace algunos años: "Los refranes no gozan de la estimación que merecen. Para unos, son mercadería intelectual de baratillo; para otros, pasatiempo banal; según éstos, erudición plebeya; a los ojos de aquéllos, guisote literario de figón; muchos sólo conocen, de oídas y de lejos, media docena de expresiones folklóricas, cuñas inevitables de la conversación corriente; y los más mantienen desterrado su empleo allende las fronteras del lenguaje culto" (1993:XIII). Sin embargo, y cayendo en la redundancia de como dice el refrán, "Saber de refranes poco cuesta y mucho vale" o "Quien no sabe de refranes, ¿qué es lo que sabe?", nos hemos adentrado en un breve recorrido por sus palabras y frases. Y hurgando entre sus consejos y recomendaciones hemos elegido aquéllas que tienen que ver con ser hombre y ser mujer, caracterizar lo masculino y femenino según el saber popular y la tradición cultural del refranero.

Cabe destacar algo que salta a primera vista en este análisis, mientras el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (1) dedica dieciocho líneas a la palabra mujer y casi una página completa al vocablo hombre, en el refranero popular, consultemos la fuente que consultemos, la mayoría de sentencias son dedicadas a las mujeres. Sólo para dar un ejemplo, el Refranero General Ideológico Español de Martínez Kleiser (2) recoge setenta y tres líneas de expresiones populares en torno al hombre, por su parte la mujer ocupa diecisiete páginas en total.

Ya entrados en el tema que ocupa esta reflexión, citaremos de nuevo al autor anterior: "También es dable conocer el sexo de sus autores más de una vez. Al oír: «En caso de duda, la mujer la viuda. = Al marido, ámale como amigo y témele como enemigo», adivinamos la vena folklórica de una mujer. En cambio, se dice: «Cuando Dios se hizo hombre, el diablo ya se había hecho mujer. = Dios nos dio mujeres para amarlas, y paciencia para aguantarlas», adivinamos, detrás de ambas diatribas, la inspiración de un hombre. Confirma esta hipótesis el gran número de refranes acopiados acerca del sexo débil y la escasez de los que se relacionan con el sexo fuerte, si se considera más probable autor de sus sentencias al segundo que al primero" (1993: XXVII).

Hay una gran diferencia en cuanto a extensión y dedicación de esos dos vocablos en las dos fuentes citadas anteriormente, sin embargo, en lo que sí coinciden es en su tratamiento, esto es el mensaje o su intención. El DRALE y los refraneros populares de lengua española, de cualquier época y lugar, señalan a la mujer con características negativas, mientras el hombre por el contrario es adjetivado usualmente de manera positiva (3).

Mostraremos aquí un breve análisis del discurso que contiene el refranero popular acerca de los hombres y las mujeres, las intenciones de sus mensajes y la construcción de lo masculino y femenino en aras de esta fuente que ha sido catalogada como del saber popular (4).

HOMBRES Y MUJERES

En primer lugar, encontramos refranes en términos comparativos, esto es, que contienen un cotejo entre hombres y mujeres, en el cual muchas veces sale perdiendo la segunda y ganando el primero, ella es mala y él bueno: - Un hombre de diez maravedís, vale más que una mujer de diez mil.

- Un hombre de plomo vale más que una mujer de oro.

- Más vale un hombre de paja que una mujer de plata.

- Tal queda la casa de la dueña ido el escudero, como el fuego sin trashoguero.

- El hombre haga ciento; y a la mujer no la toque el viento.

- Todo hombre tiene un pero, y toda mujer un ciento.

- Los hombres tienen mesura; las mujeres, no ninguna.

- Dios, que, como Dios, pudo escoger, quiso hacerse hombre, y no mujer.

Hay, no obstante, un segundo grupo de refranes que contrasta a hombres y mujeres y los iguala en lo negativo, siempre claro está, otorgándole peculiaridades diversas en función de la identidad de cada sexo a la hora de adjetivarlas como algo malo:

- De mujer que fuma y de hombre que gasta corsé, libéranos, Domine.

- Con hombre que llora y mujer que no llora, ni una hora.

- La mujer con las telas y el hombre con el jarro, todo es despilfarro.

Y hay los que señalan cosas positivas, o el deber ser y comportarse de ambos sexos, éste es el consejo de cuál es la conducta ideal y por lo tanto la que se espera de ellos:

- Los hombres ganan y las mujeres guardan.

- Los hombres ganan la hacienda y las mujeres la conservan.

- Al hombre, en el brazo del escudo, y a la mujer, en el huso.

- Al hombre, la espada; a la mujer, la rueca.

- La mujer hilando; y el hombre cavando.

- El hombre en la plaza, y la mujer en casa.

- La mujer en casa, y el hombre en la arada.

- La casa es de la mujer, y la calle, del hombre.

HOMBRES NO SIEMPRE BUENOS

Luego están los que resaltan las características positivas de los hombres, que son buena parte de los dedicados a su persona:

- Vale a millón la vara de calzón.

- Un hombre vale por dos; y si muy esforzado es, por tres.

Finalmente, también existen los críticos hacia la población masculina que son también abundantes, si bien no tantos como los dedicados a la crítica tenaz contra la población femenina, como veremos más adelante. Y no se descarta que sean propuestas y estrategias femeninas en el sentido de aconsejarse entre mujeres, advertir las mayores a las jóvenes, las madres a las hijas o simplemente ponerse en guardia entre ellas, seguramente éste es su origen:

- No fíes de los hombres, niña; mal haya quien de ellos fía.

- De santo que come y bebe no fiéis, mujeres.

- De santo que mea en pared, libera nos, Domine.

- Cuando nos aman, señoras nos llaman; cuando nos tienen, ya no nos quieren.

- La que al hombre cree al jurar, al no gana de llorar.

- Aparte el alma, que es de Dios, el hombre no vale un caracol.

- Cien hombres, cien puercos, uno más o menos.

- ¡Ay, señores, qué malos sois los hombres!

- Los hombres son mal ganado: el mejor el menos malo.

En todo caso, ésto muestra la diversidad de autoría del refranero, pero más allá del contenido es evidente que la mayoría aplastante de la descripción de cómo son las mujeres o de cómo deberían ser, señala una impronta más importante, numéricamente hablando, por parte de los hombres, como probaremos a continuación.

MUJERES POR REGLA GENERAL MALAS

Como decíamos, unas características marcadamente negativas son las que dominan la ideología del refranero cuando describe la imagen y la conducta femenina. El menosprecio y la maldad se ven resarcidas, en ocasiones, con el reconocimiento del poder y cierta devoción hacia las mujeres, pero su fragilidad, liviandad, volubilidad, terquedad, vanidad, imperfección, falsedad, enojo, peligrosidad y charlatanería dominan el escenario de las ocurrencias y acciones femeninas (5).

La mujer, en parte y hasta cierto punto parece querida y estimada, pero sin embargo, se denota resignación a veces, sorpresa en ocasiones, o en todo caso, la mujer es algo útil y necesario más que un ser amado por ella misma:

- La mujer es un mal necesario.

- La mujer buena y leal es tesoro real.

- Hombre sin mujer al lado, nunca bienaventurado.

- Sin una mujer al lado, el hombre es un descuidado.

- El hombre ha de tener tres cosas codiciadas: su mujer, su caballo y su espada.

- La casa sin mujer, es como mesa sin pan.

- La mujer y la viña dan al hombre alegría.

- Los fundamentos de la casa son la mujer y el buey.

- La alpargata y la mujer a todo hombre le van bien.

Como se ve hay aprecio, pero a veces éste es de tipo funcional e instrumental, más que amor o cariño, respeto o valoración. Son al parecer como la viña, el buey y la alpargata. O esto es muy preciado por el hombre, y por lo tanto, la mujer también aparece valorada en la comparación; o bien, se trata de un objeto más, valioso por su posesión, producto y utilización. En todo caso, parece clara la cosificación femenina y su consideración en función de su servicio y necesidad, como parte de la hacienda o la casa.

Pero en general la mujer parece despreciada:- No hay cosa más liviana que la mujer.

- La mujer, el fuego y los mares, son tres males.

- Si una es buena, es por ventura; y si es mala, es de natura.

- La mujer es buena cuando claramente es mala.

Por todo lo cual, el maltrato hacia las mujeres es asumido por el refranero e incluso aconsejado y fomentado, ya que las mujeres son tontas y malas, y hay que hacerlas obedecer y que se enderecen, todo parece bien justificado en este discurso:- La mujer y la candela, tuércele el cuello si la quieres buena.

- El asno y la mujer a palos se han de vencer.

- La burra y la mujer apaleadas quieren ser.

-A la mujer y a la burra, cada día una zurra.

- Al papel y a la mujer, sin miedo de romper.

- La mujer es animal que gusta de castigo.

La mujer, como los animales, debe ser domesticada a golpes si es preciso, y como los objetos, no importa el trato duro que se les dispense si es para un buen fin. Esta línea de pensamiento se profundiza y agudiza en ocasiones, donde al parecer la vida de la mujer no sólo no vale nada, sino que a veces es menester acabar con ella:

- Mujer muerta y olla quebrada se sienten poco o nada.

Y en ese punto, se parece acordar que la mejor mujer es la mujer muerta:

- Muchas hay muy buenas mujeres; es verdad: las que están enterradas.

- Esa es buena y honrada, que es muerta y sepultada.

- Mujer buena y segura, búscala en la sepultura.

Pero además, las mujeres son muchas y abundan, quizás por eso no hay preocupación por valorarlas y cuidarlas:

- Cinta, mujer y cama fácilmente se hallan.

- Mujeres y malos años nunca faltaron.

- Siete mujeres en cada rincón hay para cada varón.

Hay siempre que vigilarlas y guardarlas, por si acaso y para no darles ocasión de desviarse, pues ésta parece ser una natural tendencia en ellas, siempre hacia la maldad o la tontería:

- Más fácil es guardar un saco de pulgas que mujer alguna.

-A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión.

- La mala, a la sombra de la espada.

- La mujer y la estopa con poco fuego arden.

- La mujer y el vidrio, siempre están en peligro.

- De mujer libre, Dios nos libre.

La liviandad, fragilidad y locura son algunos de sus atributos más reiterados para el sexo femenino:- La mujer y la gaviota, mientras más viejas, más locas.

- Las mujeres, o bobas o locas; cuerdas, pocas.

- Cada mujer piensa hoy lo contrario que ayer.

- A mudar de pareceres, nadie gana a las mujeres.

Otra característica adjudicada por el refranero a la población femenina es su falsedad:- Palabra de mujer no vale un alfiler.

- Mujer sin enredo, bolsa sin dinero.

- La mujer estudió con el diablo, y mil veces lo ha engañado.

- En palabras de mujer nadie fe debe poner.

- Si de mujer te fiaste, la erraste.

Hasta el punto que su llanto es considerado una argucia falsa:

- Lágrimas de mujer y cojera de perro, no las creo.

- Las mujeres sin maestro saben llorar, mentir y bailar.

- Llanto de mujer, engañoso es.

La estupidez viene de la mano de la ignorancia, las mujeres no saben, o en todo caso, eso dicen algunos refranes:

- La mujer que más sabe, sólo sirve para gobernar doce gallinas y un gallo.

- Mujer con letras, dos veces necia.

- Mujeres y libros, siempre mal avenidos.

Eso sí, de lo que saben es de murmurar y parlotear, lo cual se critica y es objeto de burla, pero así como se señala que las mujeres son indiscretas, se dice que hablan mucho y que lo que dicen no vale la pena:

- Secreto a mujer confiado, en la calle lo has echado.

- Mujer, niño y loco no guardan el secreto de otro.

- La moza parlera nunca acaba la tarea.

- Croar de ranas y hablar de damas, ruido sin substancia.

Cierta contradicción se percibe en los refranes, si realmente son tonterías lo que hablan, para qué temerlas, para qué invitarlas u obligarlas al silencio:

- La mujer lista y callada, de todos es alabada (o estimada).

- Las buenas, callan.

- Aquélla es buena que no suena.

La estrategia es clara, primero se critica lo malo y luego se invita o señala lo bueno. Pero siempre la duda resurge:

- No te fíes de mujer que no hable, ni de perro que no ladre.

También la adjudicación de puta es uno de los insultos que las mujeres reciben:

- Moza risera, o puta o parlera.

- La mujer que toma, su cuerpo dona.

- Moza ventanera, o puta o pedera.

Aparece un reconocimiento de su poder, entre el miedo y la burla, desde la visión masculina del refranero, en este caso:

- El hombre propone, Dios dispone y la mujer lo descompone.

- La mujer y el oro, lo pueden todo.

- Adonde quiera que fueres, ten de tu parte a las mujeres.

- Deseo de mujer, todo lo llega a vencer.

- Lo que el diablo no puede, lógranlo las mujeres.

Recordemos que antes se aseguraba no sólo que la mujer era tonta y loca, sino ignorante y que no sabía, mientras aquí se la reconoce poder. Quizás lo anterior tenga que ver con los libros y las letras, como veíamos, y ahora se centra en la astucia y la ocurrencia. Se aborda la astucia de la mujer, comparándola en este punto con el mismo demonio. Así si se muestra inteligente es por cuestión diabólica:

- Antes que Dios se hiciese hombre, el diablo se había hecho mujer.

- La mayor parte de su saber, lo aprendió el diablo de la mujer.

- La mujer sabe un punto más que Satanás.

- Hay jovencitas que parecen bobas, y le cuentan los pelos a una mosca.

Comparaciones con animales, con frutas, con objetos, en general en sentido más que nada peyorativo, así como con el diablo en persona, como ya hemos señalado en su momento. Siempre la mujer es igual o peor que el animal y que el diablo en persona, es el sumum de la negatividad:

- La mujer es animal imperfecto.

- Llorando engañó la mujer al diablo.

Se la teme también por su enojo, y se la da fama de enfadarse a menudo y de dureza e irritabilidad cuando lo hace:

- En el mundo no hay peor cosa que una mujer contenciosa.

E incluso se la considera un peligro, en vez de respetarla o admirarla por el poder y astucia que se la asigna, hay que evitarla y guardarse de ella:

- De la mala mujer, guárdate por ella; y por ti, de la buena.

- La mujer es dulce veneno.

- Por la mujer entró el mal en el mundo.

- El temor a la mujer es el principio de la salud.

El consejo de trato a la mujer, va desde la suavidad, para su conservación, hasta el cuidado como precaución, además y como hemos visto, el maltrato:

- Mujeres y guitarras, es menester mucho tino para templarlas.

- Naranjas y mujeres, lo que ellas buenamente dieren.

- La mujer, bien tratada, y sujetada.

- A la mujer brava, soga larga.

Pero también hay mujeres buenas, son excepciones, y la sombra de la duda parece presentarse siempre, y hay que estar en guardia:- Mujer recatada, mujer codiciada.

- A la buena mujer, poco freno basta.

- La mujer buena es a la vez perlas, plata y oro; pero ¿dónde se encuentra tal tesoro?

Para ser buena hay que seguir unos determinados moldes que el refranero recuerda de forma abundante, es el consejo del deber ser que se da en paralelo al ejemplo de lo que no se debe ser y la crítica o amenaza del castigo que comporta, como hemos visto anteriormente, así todo está muy ligado:

- No sólo ha de ser casta la mujer, mas débelo parecer.

- En la vida la mujer, tres salidas ha de hacer: al bautismo, al casamiento, a la sepultura o monumento.

- La mujer honesta, en su casa y no en la fiesta.

- La mujer, en el hogar, sin salir ni a trabajar.

- La mujer buena no tiene ojos ni orejas.

Total, la conclusión es que la mujer es la responsable, tanto de lo bueno a veces, como de lo malo casi siempre, lo que muestra una suerte de chivo expiatorio de la sociedad, que por otro lado impregna otras narraciones de la cultura popular, tales como la canción o los cuentos y leyendas.

- De todo mal y de todo bien es compendio la mujer.

- Quien mujer no tiene carece de mil males y mil bienes.

- Donde hay mujeres, hay pesares y placeres.

- La mujer es la salud y la calamidad de la casa.

Queda bien claro en esta aseveración que refleja la dualidad presente en el pensamiento occidental entre lo bueno y lo malo:- La mujer, o es Eva, o es María.

De alguna manera aquí observamos una de las características más notorias de la cultura popular: su ambivalencia y ambigüedad. Pero se reitera el signo de la maldad, e incluso la resignación ante la misma:- Ni con malas, ni sin malas.

- Ni con ellas, ni sin ellas.

ALGUNAS CONCLUSIONES

"Los refranes tienen un cuerpo y un alma; una forma externa y un espíritu que la vivifica. Ambos están hechos a imagen y semejanza de su creador y contienen todas las múltiples facetas de su complejo viviente. Estudiar el cuerpo y el alma de los refranes es bucear en el conocimiento del pueblo; procurar que nuestro entendimiento sostenga un diálogo con el suyo; hacerle oír la voz de muchos tiempos y de muchas costumbres; hablar, a la vez, con miles de hombres que supieron pensar, casi siempre con acierto, y que consiguieron, además, dar forma expresiva, concreta, donosa y convincente a cuanto pensaron" (Martínez Kleiser 1993:XVIII).

Como decíamos, en la comparación entre los refranes dedicados a los hombres y a las mujeres aparece un saldo cuantitativo favorable a éstas últimas, pero indudablemente el balance cualitativo, esto es, el estereotipo adjudicado a ésta, si bien es diverso, en general es muy crítico y menosprecia a la población femenina, cuando no es objeto de crueldad y escarnio. Todo lo cual nos lleva a pensar que el discurso del refranero, si bien contiene la autoría de hombres y mujeres, como hemos visto en los consejos existentes entre las segundas acerca de los primeros, domina la masculina sobre la femenina, esto es, refleja unos mensajes dominantes en el modelo cultural hegemónico en el cual se inscribe el refranero, con una preponderancia de significados claramente machistas.

Hemos visto, en primer lugar, comparaciones entre ambos sexos, los iguala en lo bueno y en lo malo, pero se observa una clara tendencia a valorar a los hombres y a subvalorar a las mujeres, en la mayoría de las ocasiones ellas son el término negativo de la comparación.

En segundo lugar, se ha observado la visión positiva que se dibuja en torno a la imagen y quehacer de la población masculina. Si bien existe un considerable número de sentencias, nada menospreciable, en las cuales se critica abiertamente a los hombres, especialmente en el sentido de aconsejarse entre mujeres y advertir que hay que mantenerse alertas y en guardia y no dejarse engañar por ellos, cuando no directamente menospreciarlos.

En tercer lugar, los roles y estereotipos sobre las mujeres son muy abundantes cuantitativamente, y lo que es más importante, muestran una mirada negativa y despreciativa en extremo hacia la población femenina en su conjunto. A las mujeres se las enjuicia por varias razones, pudiéndose destacar su maldad, lo cual justifica la violencia sobre ellas ejercida, y el maltrato con objeto de domesticarlas, que aparece explícitamente en el refranero.

Las mujeres son inconscientes, como menores de edad en el sentido peyorativo, carecen de conocimiento o entendimiento, son tontas, locas, falsas, estúpidas, charlatanas, indiscretas, enojonas y putas, por citar algunas de las características reincidentes en los mensajes revisados. Son comparadas con frutas, objetos y animales, entre la burla, el menosprecio y la crueldad.

Hay algunas valoraciones positivas cuando una mujer es buena, si bien no es lo común, por lo que se aconseja guardarlas porque son escasas y valiosas como tesoro, y guardarlas también en el sentido de que no se vayan a echar a perder.

Se les adjudica también poder y astucia, siendo peligrosas por ello. Se las teme. Pero si son tan tontas, por qué hay que tenerles miedo, si son estúpidas, para qué cuidarse. Así cuando son listas son más malas todavía de lo usual, normalmente gracias a un pacto diabólico adquieren la astucia, y hay que vigilarlas, evitarlas y si se puede reprimirlas.

La mujer o las mujeres aparecen también, en el sumum de la contradicción y la ambigüedad, características por otro lado de todas las expresiones de la cultura popular, como culpables de todo mal y de todo bien, con relación siempre a la población masculina. Lo cual podría llevar a pensar aquello de "ni contigo ni sin tí tienen mis males remedio", por lo que el problema habría que buscarlo en los propios hombres y su incapacidad de mirarse hacia dentro, siguiendo la estrategia más fácil de acusar a las otras, de buscar chivos expiatorios afuera, porque la introyección es difícil y duele.

En todo caso los mensajes ahí están, misivas de un discurso tradicional socialmente dominante que ha impregnado nuestra cultura, se reproduce en la sociedad en general y permea la construcción de las estructuras psíquicas de las personas de carne y hueso, de los hombres y mujeres.

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NOTAS

(1) Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 1970, Madrid.

(2) MARTINEZ KLEISER, Luis: Refranero General Ideológico Español, 1993, Madrid, Hernando.

(3) Según el DRALE en el vocablo mujer además de señalar "persona de sexo femenino", relaciona a la mujer con la criada, de vida airada, de mala vida, de mal vivir, mundana, ramera, perdida o pública, y en su acepción positiva es la que ejecuta las tareas domésticas, cuida la hacienda y la familia con diligencia. Por su parte, el hombre además de ser la designación del género humano en general, cuando es masculino sobresale por el honor, el valor, la bondad, la sabiduría, el talento, la decencia, la ciudadanía, la ciencia, la autoridad, generosidad, etc..., todo ello en el mismo sentido de positivar sus actitudes y comportamientos. No expondremos aquí la valorización de los refranes sobre la cuestión, pues si bien es cierto que van en el mismo sentido, todo ésto lo trataremos ampliamente a lo largo de este artículo.

(4) Debido a la extensión del tema, en este caso nos hemos ceñido para el análisis a la consulta del refranero de Martínez Kleiser, citado con anterioridad.

(5) Unicamente seleccionaremos un pequeño grupo de refranes para ilustrar dicho apartado, pues como hemos señalado es vasto e inabarcable para un artículo con límites de extensión.