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Informe acerca de la declaración de monumento nacional del palacio llamado de Sada, en la villa de Sos (Zaragoza), donde nació el monarca Don Fernando II de Aragón y V de Castilla, llamado El Católico

Eduardo Ibarra Rodríguez





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Tuvo la bondad el excelentísimo señor Conde de Cedillo, director accidental de la Academia, de designarme para someter a ésta el proyecto de informe arriba indicado y he de declarar sinceramente que si siempre acepto con gusto y procuro dar cima a cuantas labores la Academia o sus directores me encomiendan, poniendo en tales empresas cuanto esfuerzo y atención mi buen deseo me sugiere, en este caso se acrecientan, por tratarse de asunto relacionado con un personaje histórico hacia el cual, desde los principios ya un poco lejanos de mi vida y actuación docentes, sentí admiración extremada y constante propósito de aquilatar y difundir sus gloriosas hazañas.

Cuantos hechos contribuyen a lograrlo tienen a mi juicio un alto interés patriótico e histórico, pues la nacionalidad española, en la amplia acepción de esta palabra, trae su origen de aquella afortunada unión de las dos Coronas, establecida en las Capitulaciones de Cervera de 7 de enero de 1469 y de la boda celebrada por los entonces príncipes, en Valladolid, en las casas de Juan de Vivero, el 19 de octubre del mismo año.

Quede ya sosegado el indiscreto y baldío debate respecto de la superioridad o primacía de las más sobresalientes cualidades   —432→   morales e intelectuales entre los soberanos cónyuges; con ser excelsas en ambos y extraordinarias en la reina Isabel, son más notorias y plausibles en ella; pero no es buena traza la del historiador que intente rebajar al marido para que resalte más la grandeza de la esposa.

Cuanto atañe o toca de cerca a alguno de ellos se agiganta y cobra importancia extremada: por eso, el edificio en que nació el monarca, aunque fuera casual su nacimiento en él, tiene que ser considerado como lugar venerado, no sólo por cuantos viven en el solar hispánico, sino por todos los que, procediendo de él, fueron a crear allende los mares provincias españolas, que no recibieron el nombre de colonias, sino cuando este vocablo, traído del extranjero, tomó carta de naturaleza en nuestro léxico administrativo.

Revuelta era la época en que nació el futuro Rey Católico y grandes las turbulencias de los reyes y reinos. El segundo matrimonio de don Juan II, rey de Aragón y Navarra, con la hija del Almirante castellano, a hurto del Príncipe de Viana, heredero del trono navarro, ahondó más la separación entre ambos, agrandada por el carácter de la Reina castellana, odiada, más que por el Príncipe, de natural apacible, por sus partidarios, quienes no veían con buenos ojos los actos despectivos de que hacía objeto, públicamente, a su hijastro1.

  —[Fotografía I]→  

SOS. PILA BAUTISMAL DE LA PARROQUIA. LA TRADICIÓN LOCAL LA CONSIDERA COMO LUGAR DEL BAUTISMO DE DON FERNANDO.

SOS. PILA BAUTISMAL DE LA PARROQUIA. LA TRADICIÓN LOCAL
LA CONSIDERA COMO LUGAR DEL BAUTISMO DE DON FERNANDO.

  —[Fotografía II]→  

SOS. CHIMENEA DE LA CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

SOS. CHIMENEA DE LA CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

  —[Fotografía III]→  

SOS. HABITACIÓN DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO, EN EL PAVIMENTO ESTÁ SEÑALADO EL LUGAR QUE OCUPÓ EL LECHO.

SOS. HABITACIÓN DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO,
EN EL PAVIMENTO ESTÁ SEÑALADO EL LUGAR QUE OCUPÓ EL LECHO.

  —[Fotografía IV]→  

SOS. CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

SOS. CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

  —[Fotografía V]→  

SOS. CAPILLA DE LA CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

SOS. CAPILLA DE LA CASA DONDE NACIÓ FERNANDO EL CATÓLICO.

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En situación de gran tirantez entre los dos, residiendo en Sangüesa, donde estaba la Corte, para compartir entre ambos el Gobierno de Navarra, según había dispuesto en el año anterior don Juan II, vióse la Reina acometida de los dolores del parto, y con entereza y energía extraordinaria hízose conducir en andas hasta Sos, desde Sangüesa, a fin de que en esta villa aragonesa fronteriza, naciera su descendiente. Discuten los autores el año en que tuvo lugar el fausto suceso2

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Alojóse en el palacio de los Sada, adonde los Reyes, sus antecesores, se habían alojado en otras ocasiones3, y allí tuve, lugar el parto.

Era esta familia de origen navarro, y según afirma Piferrer4 tuvo muy antiguo solar con el nombre de Palacio de Sada en el calle de Valdeimar, merindad de Sangüesa, siendo conocidas por los heraldistas sus armas, que trae ya el becerro de Castilla y son: en campo de gules, menguante y punta de plata, todo ajedrezado.

Fueron los Sadas señores de Camporreal, término inmediato a Sos y de esta posesión tomaron más tarde el título de Marqueses. Llamábase, al decir de Labaña5, Martín de Sada el dueño   —435→   del palacio adonde hubo de alojarse la Reina parturienta, y allí, en reducida estancia, conservada en ella la noticia por un azulejo y dos líneas de ladrillos, que marcan el sitio ocupado por el lecho, según se ve por la fotografía aneja a este informe, vino al mundo el Príncipe ilustre que había de ser llamado Rey Católico.

Tuvo lugar el nacimiento, tras acerbos dolores, «a las dos horas y un tercio después del mediodía», según atestigua el padre Moret6; y don Emiliano Ladrero, erudito historiador de la villa de Sos, donde reside, afirma que se conserva en ésta la tradición de que la puerta por donde fué sacado el Príncipe para llevarlo a bautizar a la Iglesia fué cerrada después de traído de ésta y más tarde tapiada, quedando como muestra el escudo, con las barras de Aragón, usado entonces por los monarcas aragoneses como blasón personal de ellos; a la puerta ha sustituído más tarde una ventana y en su clave se conserva aún.

El recuerdo de hecho histórico tan importante repercutió en la misma familia dueña del palacio; desde entonces, tradicionalmente, el primogénito de los Sadas se llamó Fernando, y así ha venido ocurriendo hasta la extinción de la familia7.

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No puede afirmarse en absoluto que el Palacio de Sada carezca de mérito artístico, según muestran las fotografías adjuntas y las noticias fehacientes llegadas al firmante, aunque obras realizadas en los siglos XVI y XVII han modificado la traza primitiva en el edificio, de piedra de sillería, almenado, con el escudo de Sada entre dos pilastras y cornisa, y es muestra muy interesante de la arquitectura civil del siglo XV y de las mansiones señoriales aragonesas.

El valor arqueológico es mucho mayor, pues hay restos de una capilla románica adosada al Palacio, a la que dan entrada desde la calle dos arcos en gradación, y en el interior, según la descripción que de ella traza nuestro correspondiente en Zaragoza don Mariano de Pano, arqueólogo eruditísimo y presidente de la Real Academia de San Luis de dicha ciudad, hay una nave, sin ábside, de arcos apuntados, que sostienen la techumbre de madera; en opinión de dicho señor, esta parte del edificio es del siglo XII ; también es muy notable el patio de donde arrancan la escalera principal y la de servicio. Hay también restos, en el interior del Palacio, de una antigua torre, con saeteras, que forma parte del edificio actual, y trozos de antiguas murallas, de las que sólo quedan los cimientos, los cuales se extienden a las calles y casas vecinas.

El interés histórico del edificio es grande; su antigüedad sobrepasa quizá al siglo XI, pues en opinión del respetable erudito don Emiliano Ladrero, está edificado sobre el castillo antiguo de Sos y éste, según consigna Briz Martínez, fué fundado en 907 por Sancho Garcés Abarca8. Consta por el mismo   —437→   autor que fué el castillo ampliado por don Alfonso el Batallador y Ramiro II el Monje y que en él estuvieron éstos y su hermano Pedro I, el vencedor de Alcoraz. Todas estas afirmaciones pueden ser probadas documentalmente9; hasta se conoce el nombre del alarife o arquitecto que dirigió las obras: se llamaba Jordán10.

Antes del feliz nacimiento del Católico Rey habían tenido lugar algunos hechos históricos en el castillo, solar antiguo del Palacio; en 1363 reuniéronse en Sos, para celebrar importante conferencia, don Pedro IV de Aragón, don Carlos el Malo de Navarra y el futuro don Enrique II, rey de Castilla, conde de Trastamara, a la sazón, según nos refiere Moret11; y Argensola afirma12 que los Reyes consortes don Juan II y doña Juana Enríquez, antes del parto de ésta, cuando andaban sosegando los ánimos de sus súbditos, también estuvieron en Sos en varias ocasiones y hubieron de alojarse en el Palacio de Sada, por ser éste el único edificio de la villa adecuado para servir de hospedaje a los Reyes. La circunstancia de haber sido en este reinado, canciller de Navarra don Pedro de Sada y de haber tratado de lograr la avenencia entre el Rey y su hijo rebelde, el Príncipe de Viana, da más consistencia a esta afirmación, por demostrar la buena amistad entre los Monarcas y tan calificado y leal súbdito13.

El recuerdo del lugar en que hubo de nacer el Rey y de la casa en que vino al mundo no se apartó de él, y hay la tradición en Sos de que con el primer oro que vino de América, no sólo se doró el salón del trono en la Aljafería de Zaragoza, hecho que parece sólidamente comprobado, sino que parte de él fué enviado a Sos en recuerdo del nacimiento del Monarca, y allí se conservaba   —438→   hasta hace poco tiempo14, prueba indirecta de la participación que el Rey y los aragoneses tuvieron en la preparación del descubrimiento del que fué llamado Nuevo Mundo.

La reunión de estos hechos, indicios y circunstancias no pemiten ver impasibles el derrumbamiento inminente, y ya iniciado en estos últimos días, del edificio: cuando se vigorizan los sentimientos del más acendrado patriotismo en nuestra común Patria española y la unidad de ésta se afirma y fortalece, sin que venga en menoscabo del amor que cada cual puede lícitamente consagrar a la región en donde nació, a sus gloriosas tradiciones y a sus peculiaridades típicas, y cuando junto a estos sentimientos se considera como ideal hispánico el acercamiento, cada vez más intenso, felizmente correspondido, hacia los países de América, descubiertos, explorados y civilizados por los españoles, sería verdadera mengua para nuestra Patria y para la docta Corporación a quien se entrega, como sagrado depósito, la custodia, conservación y acrecentamiento de nuestros monumentos y gloriosas tradiciones históricas, que no aconsejase al Gobierno de Su Majestad que, mediante la declaración de monumento nacional del Palacio de Sada, en Sos, solicitada por la muy docta y celosa Comisión de Monumentos de Zaragoza, fuese reparado y se conservara este edificio donde vió la primera luz aquel Rey por tantos títulos ilustre, a quien sus contemporáneos consideraron superior a los otros Reyes, que tomó parte tan activa en la preparación del descubrimiento de América y en la formación de la nacionalidad española.





La Academia, no obstante, resolverá lo más acertado.

Aprobado por la Academia en sesión de 20 de febrero de 1925.



 
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