Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Inscripciones romanas inéditas de Añavieja y Oyarzun

Fidel Fita Colomé (S.I.)





  —484→  
1.

En la provincia de Soria, partido de Ágreda. Ara que sirve de término á las villas de Castilruiz y Añavieja.

Inscripción

Marti C(aius) Petronius Maternus Q(uinti) f(ilius) missicius v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito).

Á Marte cumplió gustosa y justamente el voto que le había hecho Cayo Petronio Materno, hijo de Quinto, licenciado del ejército.

D. Nicolás Rabal, antiguo y benemérito correspondiente de la Academia en Soria, ha tomado calcos de esta inscripción, que ha remitido al Sr. Saavedra, declarándole en carta del 17 de Noviembre último algunas circunstancias topográficas é históricas del monumento.

El hogarcillo del ara, en relieve de media caña, tiene 3 cm. de profundidad; la cornisa, 10 cm. de altura, así como el zócalo; y la estela mide en cada una de sus caras 0,50 m. de altura por 0,34 m. de ancho. Los ancianos del país han visto siempre el ara sirviendo de mojón limítrofe de los dos pueblos, que se indican por las iniciales de los nombres1, grabadas en las dos caras opuestas y colaterales de la votiva, que mira al Mediodía y al   —485→   inmediato camino de Añavieja á Matalebreras. De este camino á las aguas, en otro tiempo altas de la famosa laguna, que dió quizá su nombre2 al pueblo, habrá como unos 200 ó 300 m.

Probablemente el ara se sacó de Augustobriga (Muro de Agreda), donde hay que buscar y reconocer la que vió Flórez3 en Junio de 1766 «al pie del castillo del barrio», y copió dejando harto incierta su lectura4. Leyó:

Inscripción

Si el Sr. Rabal llegare á descubrir el monumento y nos enviare la impronta, acaso la restitución íntegra del verdadero epígrafe habrá de ser:

Inscripción

Un exvoto, consagrado á Marte augusto por un licenciado del ejército, no dice mal en Augustóbriga.




2.

Dos monumentos, al parecer de grande antigüedad, cita como existentes en Oyarzun y su término el Diccionario geográfico-histórico de España, publicado en 1802 por esta Real Academia5:

  —486→  

«En la pared de la epístola de la iglesia se ve una lápida, en que hay grabadas hondas y lanzas, y se tiene entre el vulgo por el escudo antiguo de los cántabros. Cerca de la ermita de Andrerreguia hay una piedra con letras antiguas, gastada, y la figura de una mujer. El pueblo cree ser el sepulcro de la esposa de Julio César, fundado en que la voz Andrerreguia significa señora reina; pero esta idea no tiene ni siquiera verisimilitud, y el cuento se forjó sobre el nombre del sitio que debió darse á la Virgen venerada en él».



Del primer monumento ha dado razón Madoz6, traduciendo su inscripción latina del siglo XVI, grabada en letras de oro7. Del segundo, atendido su gran valor geográfico ó histórico, importa sacar á luz en nuestro Boletín el fotograbado.

Al proporcionarnos la fotografía del monumento8, la Comisión de los de Guipúzcoa nos dice que ha sido sacada del original y regalada por el profesor de la Escuela municipal de artes y oficios, D. Rogelio Gordón. Incluye igualmente un cuaderno, conteniendo los números del 20 y 30 de Octubre pasado y del 10 de Noviembre corriente de la revista Euskal-Erria, órgano oficial de la Comisión, donde está publicado el informe de los señores   —487→   D. Pedro Manuel de Soraluce y D. Antonio Arzac, secretario éste y bibliotecario-archivero aquel de la Comisión Guipuzcoana, que, émula de la de Álava, mucho se distingue por el constante y serio desempeño de sus atribuciones.

En su luminoso informe los Sres. Soraluce y Arzac hacen justa mención9 del investigador francés, M. Capistou, el cual asegura10 «que pocos años antes de la última guerra civil se veía perfectamente la piedra Andrerreguia con su inscripción latina, ya ilegible», y que en la sepultura que cubrió «se hallaron armas de cobre, objetos de barro y algunas monedas de plata con la efigie de Augusto».

Los Sres. Soraluce y Arzac han visto y reconocido la que llaman «gruesa estela de fuerte piedra», en sitio cercano á la antigua ermita del Santo Cristo de Andre-erreguia, dentro del término de Oyarzun. La ermita se ha trocado en «un hermoso caserío de labranza, situado lindante la carretera, á su derecha, al ir á Irún, y al pie de la colina de Gurutze, que sirve de avanzada al tricúspide peñascal de Arcale». Cumpliendo ambos vocales el grato encargo que les había dado la Comisión de Monumentos, treparon hasta la cima del tercer picacho, en cuya estrecha meseta de 8 m. en cuadro, y una explanada mayor algo más abajo, descolló el famoso castillo de Feloaga, otramente nombrado Arcaleko-gaztelu (castillo de Arcale), con el cual ha blasonado su escudo de armas la villa de Oyarzun. Parecióles ver allí «perfecta y materialmente engastados en la roca viva y formando robustísima muralla los vestigios de un castro romano». Á principios del siglo XIII se denominó Beloaga, como lo sabemos por la historia del arzobispo D. Rodrigo. Su posesión era equiparada á la de las fortalezas de San Sebastián y Fuenterrabía11, y de creer es se llamó Beloaga desde la antigüedad más remota. Al pié de esta fortaleza subsiste una fuente, desde la cual baja la senda   —488→   que, pasando por la colina Gurutze, se termina en la carretera de Oyarzun á Irún, casi enfrente del monumento epigráfico.

Los paisanos actuales no lo nombran andre-erreguia, sino andre arricuá (la mujer de piedra); y cuentan á este propósito que «era una mujer que había robado los rosarios á la Virgen existente en la próxima ermita, y que al reprenderla la serora (ermitaña) juró la ladrona que no era ella, diciendo ¡así me convierta en piedra! y que allí quedó en castigo de su falta y de su juramento».

En la fotografía sobresale un busto ó rostro humano, que fue sin duda mujeril, puesto que así lo testifican los que lo vieron hace un siglo en mejores condiciones.

Debajo del busto se delinea un caballo, como en muchas lápidas sepulcrales de las montañas de Asturias y Santander.

La inscripción, cuyos suplementos conjeturales ofrezco, debió contener cinco líneas:

Inscripción

Aebelteso [Au]sci O[eassonesis ann(orum)... h(ic) s(ita) e(st). S(it) t(ibi) t(erra)] l(evis).

Aebelteso, mujer de Auscio, natural de Oyarzun, fallecida á la edad de... años, aquí yace. Séate la tierra ligera.

Aebelteso puede muy bien ser un vocablo femenino en caso recto, ó nominativo. Ejemplo tenemos en el valle de Arán12 y en las termas de Luchón13. Aquí ocurre Anderexso, mujer de Bonbelex é hija de Condannoso; allí el mismo nombre, escrito Anderexo. La pronunciación de la sílaba final incluía la de nuestra ch, que ha perseverado con el mismo vocablo éuscaro andrecho (señorita, comadreja).

Piedra de Andrea-Erreguia, el el valle de Oyarzun

  —489→  

Opino que Aebelteso se formó de Aherbelste, nombre de un dios vascónico14 al otro lado del Pirineo. Con efecto, sabido es que el dialecto guipuzcoano tiende á suprimir las aspiraciones. Los vocablos labortanos aho (boca), ahari (carnero) y harri-beltz (piedra negra), son ao, ari y arri-beltz en guipuzcoano. Por otro lado, la supresión de la r se explica sin salir de la comarca de Oyarzun por medio de su lenguaje antiquísimo. En las monedas ibéricas, que acuñó con la efigie del jinete, blandiendo espada, estampó indistintamente las leyendas

Inscripción

La mayor parte de los antiguos geógrafos escribieron el nombre de la ciudad sin r: Oeason ú Oeasson; Estrabón Oi)da/soun15 ú Oidasun, que recuerda los de los ríos Oyarzun y Vidasoa; pero Plinio Olarso. Semejante variación indica que el sonido de la vocal salía de los labios con cierto estridor de la lengua, que apoyaba su punta en el paladar, como acontece á la vocal sanscrita ri. Bueno es, en fin, observar que la carencia de ese estridor distingue aun ahora los dialectos: labortano orz-egún, guipuzcoano ost-egún (jueves, día del estampido ó del dios Tonante).

El nombre [Au]scí, que en parte suplo, se legitima por la inscripción várdula de San Esteban en el valle de Treviño, que ha interpretado Hübner (5813)

Inscripción

  —490→  

M(arcus) Porcius Ausci fi(lius) Quir(ina) Tonius, an(norum) LXXV h(ic) s(itus) e(st). H(eres) f(ecit) e(x) p(ecunia) l(egata).

Marco Porcio Tonio, de la tribu Quirina, hijo de Auscio, de edad de 75 años, aquí yace. El heredero le costeó, del dinero legado por testamento, esta memoria.



Los Auscios, cuya ciudad era Auch, tomaron su nombre específico del general de los vascongados (euscal-dun-ac). Al general, y no al específico, parece que deba referirse el que suena en lápidas españolas. En la de Oyarzun es el del marido de la difunta; porque el de ésta no va seguido del calificativo patronímico f(ilia).

Otro campo de investigación arqueológica ha señalado el Diccionario de nuestra Academia en la villa de Irún-Iranzu, cuyo término, colindante con Francia, lo es también del de Oyarzun: «En el año 1790, en los juncales y prado de Beraun, se descubrieron algunas piedras y ladrillos de extraordinario valor y varias medallas romanas; una de ellas, gran bronce, colonial de Zaragoza con la efigie de Augusto con los nombres de los duúmviros Cneo Domicio Ampiano y Cayo Vittio Lanciano, y tres numos de oro, dos de Adriano y uno de la emperatriz Faustina». Sospecho que allí estuvo la ciudad Inscripción (kngd), que acuñó con Oyarzun monedas homonoyas.

La Comisión de Monumentos de Guipúzcoa, que tan señalado servicio acaba de prestar á la historia y arqueología vasco-romana, no tardará, así lo espero, en hacernos parte de mayores descubrimientos, así en la región oriental de la provincia que riegan el Oyarzun y el Vidasoa, como en la occidental franjeada por la cuenca del Deva. Pomponio Mela16, puntualizando la situación de Tricio Tobólico, nos lleva hacia el monte Arno, en término de Motrico. Las dos iglesias parroquiales de San Andrés de Astigarribía y de Santa María de Azpilcueta, dentro del término municipal de Motrico, pertenecieron desde tiempo antiguo á la diócesis de Calahorra, en la Vardulia, siendo lo demás vascónico, ó de la diócesis de Pamplona, y de consiguiente haciendo recaer el sitio de Tricio várdulo en la especie de península que el Deva   —491→   ciñe cerca de Astigarribía. Importa, no obstante, explorar todo el monte Arno. En la cima de esta gran pella, lo propio que en la de Feloaga, se notan ruinas de un castro romano, y vestigios de minas de plata. Esto escribe Madoz; pero Larramendi17 fué mucho más significativo.





Madrid, 24 de Noviembre de 1893.



 
Indice