Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

191

Pro Cælio, número 45. Filípicas 2, números 30, 31.

 

192

Pro Milone, número 61. Pro Flacco, número 99. Catilinarias 4, números 11, 12.

 

193

Por Marcelo, número 12.

 

194

De mayor a menor. Pro Milone, número 16. Por Roscio Amerino, número 131. De menor a mayor. Por la Ley Manilia, número 11. Por Planco, número 26. Por la cosa igual. Catilinarias 1, número 17. Por Sila, números 3, 5. [Según noticia de] Rollin.

 

195

Anfictiones eran jueces, en cuyo tribunal, que residía en Termópilas, se sentenciaban los negocios interesantes a cualquier pueblo de toda la Grecia. Allí concurrían de todas partes para que les administrasen justicia. [Según noticia de] Turnebo.

 

196

Quiere decir que ya entre los ejemplos en el género demostrativo, ya en el judicial, se sacan de la semejanza, desemejanza y contrario, lugares puestos arriba.

 

197

La fuerza de este ejemplo de menor a mayor consiste en que no es menos permitido que uno rechace la fuerza de quien hace violencia a su vida, como lo hizo Milón con Clodio, que de quien pretende hacerla a la castidad, como lo prueba el ejemplo de aquel soldado.

 

198

He aquí lo que dijo: «Cuando los miembros del cuerpo no miraban a un mismo fin como ahora, sino que tirando por distinto camino, cada cual tenía su lenguaje particular, formaron queja las demás partes de que afanándose todas para dar de comer al vientre, éste estaba muy quieto y sosegado en medio del cuerpo, disfrutando los regalos que todas le procuraban. De aquí sucedió que mancomunándose todas, se convinieron: la mano para no llevar el manjar a la boca; ésta para no recibirlo aun cuando lo tuviese en los labios; los dientes para no mascar. Mientras así conjurados quieren domar el vientre, cada uno de los miembros y el cuerpo todo, vinieron a su última destrucción. Entonces conocieron que el vientre no estaba ocioso, y que no menos alimentaba él a los demás miembros que ellos a él, pues repartía con el cocimiento del manjar a todos los miembros y venas esta sangre que nos da la vida.»

 

199

Es muy conocida la utilidad de los símiles para hacer más sensibles las cosas. Por ejemplo, queremos dar a entender la ingratitud de los que subiendo a grande altura por los escalones del influjo de otros, después los derriban; pues ¿qué cosa más expresiva que el compararlos a la hiedra, que trepando a lo alto de un edificio, abrazándose con sus mismas piedras e introduciéndose por sus mismas junturas, no bien subió a la cumbre cuando lo desmorona y echa a tierra? O bien los compararemos con no menos propiedad a las nubes del cielo, las que subiendo de la tierra a grande altura con el único auxilio del sol, luego que se ven encumbradas, obscurecen al mismo que las elevó. Asimismo explicaremos la diferencia del sabio comedido en hablar, con el ignorante palabrero y locuaz, si los comparamos con los ríos; los cuales, cuando llevan más caudal, se dan menos a conocer, pareciendo que su corriente no se mueve; pero los de poca agua y menos fondo meten más ruido con el guijarro que llevan.

 

200

Esta costumbre la cuenta de los trausos, pueblos comarcanos de Tracia, Herodoto, libro 5, número 4. [Según noticia de] Turnebo.