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371

San Agustín en el libro de la mentira y en otros lugares a cada paso, prueba con la solidez y nervio que acostumbra, que por ningún motivo, cualquiera que sea, es lícito a ninguno el mentir; lo cual demuestra con muchas autoridades, pero con especialidad con éstas de la Sagrada Escritura: Perderás a todos los que hablan mentira. (Salmo V, verso 7). La boca que miente, causa la muerte del alma. (Capítulo I, De la Sabiduría, verso 11). Y así Quintiliano habla como pagano.

 

372

La palabra pórticos se toma aquí por metonimia por la secta de los filósofos estoicos, los cuales en Atenas tenían sus disputas en los pórticos o soportales; así Quintiliano da a entender en este lugar que, después que los oradores abandonaron el estudio de la sabiduría, quedó solamente entre los filósofos.

 

373

Entre los romanos, como dice Asconio, unos eran abogados, otros eran reconocedores de las causas y otros como fiscales, los cuales ayudaban al orador y le sugerían las ideas del derecho. De esta manera eran los pragmáticos o agentes entre los griegos como unos legistas o letrados que instruían al orador en el derecho.

 

374

A la dignidad de cuestores o tesoreros no eran admitidos los romanos hasta que tenían veintisiete años cumplidos.

 

375

Usaban los niños de la toga pretexta hasta la edad de diecisiete años, en cuyo tiempo vestían la toga viril.

 

376

Usaban los romanos, como dijimos arriba, de unos relojes de agua semejantes a los de arena, con los que medían el tiempo que los oradores habían de estar hablando, concluido el cual ya no podía hablar más palabra.

 

377

Esta palabra 'piratas' está puesta así en el original para seguir la alegoría que tiene su principio de las cosas del mar, y se traslada a significar toda especie de hombres de mala vida y llenos de vicios.

 

378

Alude a la costumbre que aún hoy persevera de pasar los instrumentos de las escrituras con algún hilo de lino, el que estaba asegurado con un sello de cera. [Según noticia de] Turnebo.

 

379

Por medio de una alegoría cuyo principio está tomado de la guerra, pretende Quintiliano persuadir que cuando el orador se viere precisado a sacar la verdad de un hecho, no lo ha de hacer a las claras y de modo que sea conocido, sino discurriendo arbitrios para lograr el fin, a la manera que cuando se pretende triunfar del enemigo cogiéndole desprevenido, no se sale a pelear a campo raso, sino que se echa mano de todos los estratagemas, ardides y artificios de guerra, se hacen minas, contraminas, se arman celadas, etc.

 

380

Esta expresión de elocuencia canina o perruna está tomada de los perros, que muerden a todos; por lo que Apio la define de esta manera para significar que solamente sirve para morder la estimación de todos, sin perdonar a ninguno.