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Habla sin duda de la crítica con que fueron reduciendo los autores a las edades de la lengua latina, dejando para la de hierro y barro a los de peor nota.

 

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Metro se dice de la medida y cadencia del verso; rithmo de la concinidad, armonía y número oratorio, para el cual el oído y delicada pronunciación de los antiguos admitía su diferencia de pies.

 

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Y en castellano ca, cata aquí, mesturgar, caloña, emparanza, atorcimiento, favilla, y otras innumerables voces que el que las usase, haría reír; aunque se necesita de mucho tino para discernir por cuánto tiempo debe desusarse una voz para tenerla por anticuada, y si los que no la usan son hombres inteligentes en la lengua, o sólo el vulgo. En este caso, más vale errar con los sabios que acertar con los ignorantes.

 

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Muestra cómo el vulgo literario no es lo mismo que el vulgo civil. Si a éste le constituye o el nacimiento o la falta de haberes, y a aquel otro la ignorancia y mal gusto en la literatura, es preciso conceder a Quintiliano que son mucho más anchos los términos del primero, y que a él pertenecen muchos por otra parte visibles por la seda y púrpura. Pero el exterior hace errar en la graduación de las personas.

 

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Vocem eliquat, et tenero supplantat verba palato. Pers. [I, 32]

 

46

Versos sotadeos eran entre los antiguos un género de poema, cuyo asunto era de cosas amorosas y obscenas. Su composición era de cinco pies; los dos primeros jónicos a maiore y los tres últimos troqueos.

 

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Con estas palabras lo dice el mismo Cicerón en la oración Pro Archia, número 6.

 

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Atque ego in summo oratore fingendo, talem informabo, quales fortasse nemo fuit. Non enim quaero, quis fuerit, sed quid sit illud, quo nihil possit esse praestantius. Orator, capítulo 2.

 

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Este nombre tomó fundamento de la fábula. Fingen los poetas, que una madre pedía a un crocodilo un hijo que le había llevado. Aquél con intención de no volverle, dijo: Te le daré como digas verdad en lo que te quiero preguntar. ¿Te volveré tu hijo, o no? Cualquier respuesta que diese, serviría de fundamento para no dársele. La madre, conociendo la intención del crocodilo, dijo: Digo que no me lo darás. Pues ya no te lo puedo dar, dijo, porque dándotele, saldrías embustera.- Ceratinae, argumentación de la misma fuerza. Viene de la voz ke/raj, toj, el cuerno. Verbigracia: uno tiene lo que no ha perdido: tú no has perdido los cuernos: luego los tienes. De aquí proviene que éstos y semejantes modos de raciocinar llaman los lógicos argumentos de trampa.

 

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Llamados en griego amousoi, acharites; hombres sin gusto a la poesía y música.